Se celebran 70 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
Casi una veintena de películas iberoamericanas se proyectarán entre el 1 y el 11 de agosto durante el Festival de Locarno, el más importante de Suiza y uno de los de mayor proyección europea. En la Competición Internacional, en la sección Cineastas del Presente, en la Semana de la Crítica y en la Plaza Grande, concursarán siete producciones latinoamericanas. En tanto, obras españolas y portuguesas – y también alguna sudamericana- se exhibirán en las secciones «Signs of Live» y «Pardi de domani» (Leopardos de Mañana) durante esta 71ra edición.
Una edición diagramada «bajo el signo del humanismo», explica Carlo Chatrian, el todavía director artístico, quien tan pronto concluya la cita locarnesa asumirá, inmediatamente, la dirección de la Berlinale y sus osos de oro.
«El hombre al centro de la programación», sigue reflexionando Chatrian. Y aunque parezca algo evidente, es una decisión fundamental, «ya que hoy más que nunca las personas tienen miedo de mirar a su prójimo en la cara». Tácitamente, asoma la crítica a un mundo donde prevalece el miedo individualista hacia el otro y lo diferente.
Se puede entender como antídoto experimental contra esos temores, la decisión del Festival de Locarno de celebrar este año, junto con las Naciones Unidas, el 70 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos. «Pensar que el Festival tenga la misma edad que esta Carta, tan simple y esencial, nos estimula y nos hace sentir orgullosos», puntualiza Chatrian.
Película de 14 horas en la competición
La Flor, del realizador argentino Mariano Llinás, de 815 minutos de duración, constituye una de las «rarezas» de la selección oficial de esta 71 edición. «Es un film apasionante», explica Chatrian a este corresponsal.
Y recuerda que el objetivo de un festival «de una parte, es de ayudar a que las películas existan en los cines y, de otra, tal como se entiende Locarno, de mostrar que hay diversas formas de hacer un film». La Flor, abre la puerta a los cineastas para lanzarse a innovar. «No significa que todos los realizadores deban hacer filmes de 14 horas, pero pueden trabajar con episodios y duraciones diferentes», subraya.
«Será a la prensa y la crítica, una vez concluido el festival, de decirnos si acertamos o nos equivocamos con esta selección…», insiste.
Gran desafío «logístico»: ¿cómo proyectar un film de 14 horas?, preguntamos. «Imposible todo entero, de una sola vez, en una única sesión», explica el responsable artístico de Locarno. «Vamos a mostrarlo en siete partes, según elección del cineasta. Cada una de ellas se mostrará a la mañana, en una misma sala, durante una semana. La segunda forma de proyectarlo -en otra sala diferente- será en tres partes, en tres momentos diferentes, hacia el fin del festival».
Integrar en la agenda esas 14 horas de proyección será un reto enorme, especialmente, para el jurado internacional y para la prensa especializada. «Cualquier festival mayor presenta estas provocaciones…La elección de una gran oferta de películas que coincide en el tiempo y que obliga a elegir», reflexiona Chatrian.
Latinoamérica con fuerza
La joven realizadora chilena Dominga Sotomayor, ya premiada con sus dos películas anteriores en Rotterdam y otros festivales, llega a Locarno con su estreno Tarde para morir joven -co-poducción chilena/brasilera/argentina y catarí. Junto con La Flor, representarán a Latinoamérica en la Competición Internacional por el «Leopardo de Oro», trofeo mayor que otorga Locarno.
En la Piazza Grande (Plaza Grande), verdadero corazón y símbolo de la muestra locarnesa, con espacio para 8 mil espectadores y una pantalla gigante de más de 300 m2, el film colombiano Pájaros de verano de Cristina Gallego y Ciro Guerra será el único iberoamericano entre los 17 que se presentan allí en las once noches festivaleras. Buscará, no solo un espaldarazo internacional, sino también conquistar las simpatías populares aspirando al siempre significativo «Premio del Público».
En tanto en la sesión Cineasti del Presente (Cineastas del Presente), la segunda en importancia, Familia sumergida de la joven directora argentina María Alché; la coproducción mexicano-canadiense Fausto, de Andrea Bussmann; y Temporada del realizador brasilero André Novais Oliveira, buscarán dar el salto a la gloria. Compitiendo por cuatro diferentes premios que en total representan 90 mil francos suizos (valor semejante en dólares estadounidenses).
De Brasil también, pero en la sección «Signs of Live», el experimentado director Júlio Bressane, llega con la más reciente de sus más de 50 obras: «Seduçao da Carne».
Joven cinematografía iberoamericana
Acompañada, en la misma sesión, por Como Fernando Pessoa salvou Portugal del realizador norteamericano Eugene Green una co-producción lusitana, francesa y belga; La Casa de Julio Iglesias, de la española Natalia Marín y Sobre tudo sobre nada, filme portugués de Dídio Pestana.
La presencia iberoamericana en esta 71 edición de Locarno, incorpora a Trote de la española Xacio Baño en Cineastas del Presente y se completa con varias producciones en la sesión Pardi di Domani (Leopardos de Mañana), que proyecta cortos y largometrajes de jóvenes autores independientes y estudiantes de escuelas de cine. Se presentarán: 3 anos depois, del portugués Marco Amaral; la co-producción colombiano-estadounidense-
Fuera de concurso, Locarno exhibirá también la realización española Mudar la piel de Ana Schultz y Cristóbal Fernández. En tanto la Semana de la Crítica -prestigiosa sesión programada por periodistas y críticos de cine- ha seleccionado para la edición 2018, La huella de Tara, de la directora argentina Georgina Barreiro.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.