Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y eEtado republicano. *** Nos habíamos quedado en este punto. Citas a pie de página una obra de G. Markús traducida por Sacristán: […]
Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y eEtado republicano.
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Nos habíamos quedado en este punto. Citas a pie de página una obra de G. Markús traducida por Sacristán: «Marxismo y ‘antropología», la que se editó en la colección Hipótesis. ¿Qué te parece ese obra, ese pequeño ensayo? ¿Te sigue pareciendo de interés?
Para mi fue una lectura trascendental, que me permitió saber qué era eso que estaba leyendo, qué era el marxismo. Porque explica la ontología antropológica de Marx, y con eso podía llegar a comprender el sentido de su quehacer, y da razón de porqué podemos liberarnos organizando la revolución: porque el mundo existente no es otra cosa que praxis nuestra, producción nuestra, y porque en nuestra naturaleza subjetiva no hay una naturaleza innata que nos imponga un hacer. La obra de Marx cobraba sentido, y además, unidad de sentido.
La obra, como recuerdas, antes he hecho referencia, se editó en la colección «Hipótesis» de Ediciones Grijalbo. ¿Qué significó para ti esa colección que dirigieron al alimón Sacristán y Paco Fernández Buey?
Creo que fue una colección magnífica: eran textos no muy largos, hasta cortos, que elaboraban pensamiento crítico y ayudaban al lector que se aproximaba al pensamiento marxista, y en general, al pensamiento revolucionario; le ayudaban porque le evitaban caer en los dogmas. La colección era una posibilidad de lectura para la reflexión, una alternativa a la literatura dogmática manualística. Eran textos rigurosos, pero bien presentados, y no muy extensos. Había una clara concepción de proyecto tras aquella colección, el proyecto de ayudar a una militancia activa, proporcionándole elementos de reflexión, pero sin pretender de decirle qué debía hacer. Sí insistiendo en que la lucha, la praxis, era necesaria. Hemos hablado en otro momento del libro sobre la vida de Gerónimo, el apache, y sobre el hecho de que la lucha, aunque lleve a derrotas -no las auto derrotas- es lo que hizo que esa etnia subsista. Ese libro, prologado por Manuel Sacristán, por ejemplo, pertenecía a esta colección.
Dices, lo has repetido en varias ocasiones, que el ser humano es un ser que se autocrea y autoelige. ¿Siempre? ¿En toda circunstancia? ¿Qué autocreación y elección pueden realizar jóvenes que viven en familias empobrecidas, castigadas, explotadas, oprimidas, maltratadas? ¿No necesitarían para ello un plus de humanidad? ¿No deberían ser más que humanos para conseguirlo?
El autoprotagonismo comienza siempre desde la propia vida cotidiana, desde las condiciones concretas de cada uno. Y comienza en el sencillo acto de hablar con otro, de murmurar -la situación de violencia institucional impide muy a menudo, ir más allá- contra el que te explota, te trata como un inferior, como un desigual, te expolia, te despoja, te roba. Cuando se acompaña a otro que ha sido tratado injustamente, que ha sido humillado, o robado por el capital, y se le dice que tiene razón en encolerizarse y se toma una cerveza con él. Cuando uno se organiza -pero hablar, entablar relación con otro, deliberar, protestar aunque sea tan solo en ese nivel, es ya organizarse: porque organiza la confianza en primer lugar, y tras ella, organizan las ideas, el pensamiento-; o cuando uno se organiza con otro, para actuar, en una protesta, en una lucha.
En todo este tipo de acto cotidiano organizado, hecho en común, aparentemente mínimo, casi «una nada», sin embargo, se genera algo nuevo, se crea algo que antes no existía, un hacer, y se crean capacidades interiores, individuales, a comenzar por la experiencial inherente a lo hecho, que son nuevas; emerge conativamente una nueva experiencia concreta, parcial, la de esos ratos, la de esas veces, que nos transforma: un poco, pero de veras; que nos genera nuevas expectativas, nueva imaginación práctica sobre nuevos pasos a hacer, nuevas capacidades intelectuales para la praxis. Se genera el saber hacer en común, el saber deliberar, el saber pensar la praxis. Es la autogénesis de lo nuevo en nosotros a partir de la autogénesis en nuestra vida cotidiana de nuevos pequeños haceres. Ahí, así, comenzó todo. Siempre. A ratos, a veces, por momentos, en la medida de lo posible, pero no cejando. En el Somorrostro, en el Carmelo, en Torre Romeu, en Ciutat Meridiana. En todas partes.
Estás citando algunos barrios obreros de Barcelona. Torre Romeu, en cambio, es un barrio de Sabadell, una ciudad próxima a Barcelona a la que tú te mantienes muy unido…
Sí, sí, Y ese hacer genera cambios insospechados
Lo explica Marx en el texto al que me refería de Miseria de la Filosofía. Precisamente el otro día, Antonio Navas me dijo que había leído otro texto de Marx, de ese mismo periodo que iba en el mismo sentido. Hacia el final de dicha obra dice Marx que los economistas burgueses están asombrados y escandalizados. Los obreros se han visto obligados a organizarse para luchar por una mejoría de salario, para obtener más dinero. Pero una vez organizados para ese fin utilitario, descubren la vida en común, la nueva capacidad de hacer, de protagonizar su vivir, y ponen incluso dinero, ese que antes era su fin, para ayudar a sostener la organización.
No se trata de otra cosa, todos podemos participar en ello, de ello, por mal que estemos. Si lo venimos a ver, esta sí es «una modesta proposición».
Prosigo con más preguntas sobre este apartado. Pero antes de proseguir, me desvío, me salgo un poco de nuestro tema. Creo que vale la pena. Nos ha hecho una pregunta estos días pasados a los compañeros de Espai Marx, como si fuera una pregunta de selectividad: «¿Os atrevéis a decir de qué autor es esta frase y a qué os suena?» La frase en cuestión:
«La abstracción del liberalismo ha recorrido así, desde Francia, el mundo románico; pero éste siguió encadenado a la esclavitud política, por obra de la servidumbre religiosa. Porque es falso creer que puedan romperse las cadenas del derecho y de la libertad sin la emancipación de la conciencia y que pueda haber una revolución sin Reforma (…) El poder externo no puede nada a la larga. Napoleón no pudo forzar a España a la libertad, como tampoco Felipe ll pudo forzar a Holanda a la servidumbre».
Algunos han acertado (¡yo entre ellos, que conste!). No era difícil viniendo de ti: Hegel-Hegel-Hegel pensamos los compañeros inmediatamente. Luego tú respondiste con un comentario. Permíteme que lo copie para los lectores. ¿Te parece?
Me parece.
Nos decías esto. Te cito.
«Queridos amigos:
Sí, es Hegel. Pero bien podría ser Marx. Y el del 18 Brumario, citado por Antoni, que explica lo que pasa en ausencia de una alternativa -40 mil obreros muertos, y la clase campesina en plan sociedad oriental gelatinosa, o como patatas dentro de un saco de patatas, Marx dixit- es buena prueba de ello, de que podría ser de autoría del fundador. Me da que Joan hace una picardía consciente cuando dice que quizá sea de los Manuscritos de Paris. Hay un texto de Togliatti, unas 40 páginas… que comienza como elogio o panegírico a Labriola, y de repente se convierte en un resumen de los manuscritos del 44 y de Labriola nada más se supo. O sea, lo que sí se sabe es que Togliatti está poniendo en línea los iconos con elegancia de gran cardenal-teólogo. Y pone… a Hegel-Labriola.
La frase no tiene intríngulis: Hegel sabe como se sabía antes de que el liberalismo barriera todo, que las religiones, las religaciones comunitarias, eran la instancia elaboradoras de las formas materiales de vida, de las culturas; cómo trabajar, comer, relacionarse sexualmente, divertirse, educarse… eso se sabía desde siempre, y lo sabía la propia teología católica: potestas directa (principatus politicus) versus potestas indirecta, que estaba en manos de la iglesia y cuidaba de eso. De hecho, los ethos, la unidad de ethos fue desde siempre elemento intelectual consciente. Como sabemos, los Reyes Católicos unen coronas, no crean administración central… Sí, sí, pero sin embargo crean una institución, una sola que sí tiene unidad de jurisdicción para todos los reinos -Alexander Parker- y es la Inquisición-Santo Oficio, que tiene como fin unificar ethos, echar judíos, echar moriscos, y luego, solo luego, quitarse de encima a los luteranos (pero este pluriempleo le fue sobrevenido). Por eso Felipe ll puede utilizarla para perseguir a su ex secretario Antonio López, saltándose al Justicia de Aragón. Pérez se había refugiado en Aragón, que tenía sus leyes y su organismo de gobierno con el Justiciazgo, y el Justicia de Aragón a la cabeza, pero el Santo Oficio era superior a él y no podía contravenir sus decisiones. Unidad de ethos, potestas indirecta, teólogos medievales, teólogos modernos, como Francisco Suárez y Enrico Bellarmino…
De aquí parte Hegel, y sitúa que las religiones son las filosofías populares, las concepciones del mundo populares desde las que se ordena la cultura material de vida, o sittlichkeit. pero sabe que hay religaciones autoritarias -las que se basan en una estructura jerárquica de clérigos y en un Libro que impone unas formas de vida prescritas y no discutibles- y las que carecen de clero y es la propia comunidad la que elabora, interpreta etc. Entre las primeras, la católica, la islamista, la hebrea. Entre las segundas, la religión del arte o sea los griegos, y los luteranos: o sea -y ya llegamos- la Reforma.
La Reforma -al decir de interpretación de Hegel- posibilita que la sittlichkeit esté siempre en elaboración y deliberación comunitaria por parte de los luteranos, y que sea posible el reconocimiento de todos por todos. Hegel, además, a esa sittlichkeit, a la que denomina también Espíritu Objetivo, la considera el verdadero estado, el estado en lo fundamental, y dice que no puede haber leyes constitucionales que se elaboren y contravengan el vivir, la cultura, porque serán derrotadas. Por eso, primero, debe haber Reforma y después, revolución entendida aquí como revolución política.
Gramsci conoce este libro de Hegel -conoce muchos- que es Lecciones sobre filosofía de la historia universal«
«Espero haber aclarado lo que era oscuro» nos decías. Creo que sí, que nos has aclarado las oscuridades del texto hegeliano. Seguimos pronto. Lo dejamos en este punto si te parece.
Me parece.
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