Qué desfachatez, el país más corrupto, y por ende con la justicia más corrupta del mundo, intenta combatir la corrupción en la FIFA. Es posible que en este organismo deportivo la haya, y bastante, eso no se discute, incluso Maradona fue uno de los primeros en denunciarla, el problema es que los EE.UU. no tienen […]
Qué desfachatez, el país más corrupto, y por ende con la justicia más corrupta del mundo, intenta combatir la corrupción en la FIFA. Es posible que en este organismo deportivo la haya, y bastante, eso no se discute, incluso Maradona fue uno de los primeros en denunciarla, el problema es que los EE.UU. no tienen ni el derecho jurídico ni el moral para combatirla, porque primero deberían castigar el lavado de dinero de todo tipo que se da en su propia casa, crimen bastante mayor que el que ahora pretenden combatir, para luego perseguir delitos ajenos.
Podrían comenzar, por ejemplo, con los bancos como el HSBC Bank, el segundo banco más grande de los EE.UU. y uno de los mayores del mundo, que no fue enjuiciado a pesar de haber blanqueado capitales gigantescos de los cárteles mejicanos de la droga e, incluso, de Al Qaeda. Por qué pasó así lo explica el New York Times: «Al gobierno norteamericano le han vendido la noción de que si se es demasiado grande para quebrar también se es demasiado grande para encarcelar».
Pese a que los directivos de este banco admitieron ser culpables y que «aceptaban las responsabilidades de los pasados errores», el Departamento de Justicia de los EE.UU., que llevaba ese caso igual que ahora lleva el de la FIFA, fue advertido por el Departamento del Tesoro y por la Reserva Federal de su deber de proteger a la gran banca de ser procesada por sus delitos y que tomar «una medida tan agresiva» contra el HSBC podría tener efectos negativos para la economía, que eso pondría en peligro y «en última instancia desestabilizaría el sistema financiero global.» Por eso, el Departamento de Justicia tomó en cuenta «las consecuencias colaterales de un enjuiciamiento que pondría en riesgo los puestos de trabajo de mucha gente, de otras instituciones financieras y que las demás partes abandonarían el banco y se produciría algún tipo de conmoción en la economía mundial,» con lo que la justicia de los EE.UU. puso a este banco, y a cualquier poderoso que se dedique a este ilícito, por encima de la ley. A cambio del favor, el HSBC se comprometió a pagar 1.92 millones de dólares, con lo que evitó la «pena de muerte»; una verdadera bicoca en comparación con los 7.000 millones de dólares que lavó y en relación a los 22.000 millones de beneficios que este banco obtiene cada año.
Pero no sólo el HSBC sino la gran banca, que se haya involucrada en el blanqueo de dinero de la droga, salió beneficiada con esta medida, ya pasó antes con el Wachovia, parte del actual Wells Fargo, y con otras instituciones financieras que actúan según un comentarista de The Guardian como «la rama de servicios financieros de los cárteles de la droga.» Se cumpliría así una especie de regla: como el lavado de dólares rinde altos réditos y en él se encuentra sumergido todo el sistema financiero mundial, la justicia, especialmente la de los EE.UU. se tapa un ojo y cierra el otro para no ver qué entidades financieras, que pululan por doquier en ese país, se dedican a lavar masivamente el dinero de la droga. Al buen entendedor pocas palabras.
Según el semanario inglés The Observer, una «nueva investigación ha revelado que los vastos beneficios obtenidos de la producción y tráfico de drogas se recogen en ricos países ‘consumidores’… en lugar de países ‘productores’ desgarrados por la guerra como Colombia y México». En este mismo órgano, Antonio Maria Costa, que fuera jefe de la Oficina de la ONU sobre Drogas y Crimen, dijo haber comprobado que «los ingresos del crimen organizado eran el único capital líquido de inversión disponible en algunos bancos al borde del colapso» y que «la mayor parte de los 352.000 millones de dólares de beneficios de las drogas fueron absorbidos por el sistema económico.» Manifestó que muchos bancos fueron rescatados así, que aquel dinero se lavó eficientemente y ahora forma parte del sistema financiero. Se calcula que en la banca de los países del primer mundo, donde labora la verdadera mafia, nunca buscada por el FBI, se lava el 90% del dinero sucio. Hubo una financiera que lavó 378.400 millones y que después pagó 110 millones de dólares de confiscación, incluida una multa por 50 millones de dólares, sin que ninguno de sus funcionarios fuera enjuiciado. Carl Levin, senador demócrata de EEUU, cuando en 1999 presidió una comisión para investigar el lavado de dinero del Citibank, afirmó que hay 500.000 millones de dólares fuera del circuito oficial; aseguró además que buena parte de ellos son lavados por la gran banca norteamericana. La misma cantidad la da el FMI. Ese dinero proviene del narcotráfico, del mercado negro de armas y del desvío de fondos por la corrupción entre los empresarios y los funcionarios políticos.
Todo esto sin contar con el blanqueamiento de dinero sucio de cualquier especie, ante el cual el sistema financiero internacional, el FBI y la justicia de los EE.UU. cierran ojos, oídos y bocas, donde no funcionan las leyes nacionales ni las superintendencias de bancos ni las regulaciones ni los convenios internacionales, donde sólo vale el dinero y las utilidades, lugares llamados paraísos fiscales. Nadie los controla, nadie los persigue, nadie los juzga. De quién son, todo el mundo lo sabe y lo calla.
Pasa que no se persigue al pez gordo sino al pequeño, en este caso, la FIFA. Lo curioso es que la gran prensa, por algo llamada amarilla, no se entera de nada y más bien denuncia en primera plana la corrupción de la FIFA, mientras calla sobre delitos muchos peores que las comisiones ilegales que los directivos de la FIFA pudieron obtener por conceder contratos a dedo. ¿Qué hay detrás de la tan cacareada persecución y apresamiento de esta directiva? La malévola intención de eliminar la sede del próximo mundial en Rusia, por algo el presidente Vladimir Putin acusó a los Estados Unidos de entrometerse y envió a Blatter un saludo de felicitación por su nuevo período al mando de la FIFA, quien, a su vez, admitió estar «feliz y aliviado» por haber sido reelecto a la cabeza de la FIFA «a pesar de las perturbaciones y turbulencias»; consideró que «algo huele mal» y cuestionó con dureza a la Secretaria de Justicia Loretta Lynch, porque «Si los estadounidenses quieren indagar delitos financieros o violaciones a la ley que conciernen a ciudadanos de Norteamérica o de Sudamérica, que los detengan ahí y no en Zurich, mientras hay un congreso.» Yo añadiría: Si los EE.UU. quieren imponer tanta justicia, deberían encarcelar a quienes destruyeron Irak con falsos pretextos, lo que generó negocios por tres trillones de dólares, que fueron a parar al bolsillo de los fabricantes de guerras.
Por algo Jesús dijo: ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
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