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Cronopiando

El caos no ha sido en vano

Fuentes:

Cronopiando-Koldo Últimamente anda Aznar muy preocupado sobre si las cosas son o no son en vano, los actos humanos, los sacrificios de tantas mujeres y hombres, sus luchas, sus esperanzas. Y es que, cualquier empresa que un ser humano emprenda, así la motive el afán del lucro o de la idea, siempre va a cuestionarnos, […]

Cronopiando-Koldo

Últimamente anda Aznar muy preocupado sobre si las cosas son o no son en vano, los actos humanos, los sacrificios de tantas mujeres y hombres, sus luchas, sus esperanzas.

Y es que, cualquier empresa que un ser humano emprenda, así la motive el afán del lucro o de la idea, siempre va a cuestionarnos, después de hacer el gasto, si las ganancias han compensado las pérdidas.

A las tropas de ocupación en Iraq, incluyendo las que capitaneara el propio Aznar, todas las mentiras esgrimidas para justificar su canalla invasión y el posterior decomiso de los recursos y bienes de aquel país, todas las barbaridades perpetradas en nombre de la libertad, la democracia y la lucha contra el terrorismo, sí han merecido la pena.

Lo dijo el mismo Aznar poco antes de que la mayoría de la sociedad española lo castigara a la pena de perder las elecciones, cuando compareció en el Congreso para informar a sus señorías de los maravillosos logros alcanzados en Iraq. Los logros que a diario observamos en los medios, incluso en los suyos, y que sólo son una reducida parte de los éxitos alcanzados.

Hablaba entonces Aznar de la rapidez con que se habían restablecido los servicios públicos, de cómo los estudiantes abarrotaban las aulas de escuelas y universidades, de cómo el pueblo acudía a los mercados, del eficaz funcionamiento de los hospitales, de la amplia dotación de medicamentos de todos los centros de salud. Hablaba Aznar de cómo la población era vacunada y socorrida en sus necesidades, de la estabilización del transporte público y del transporte de mercancías, de la cada día mayor afinidad entre invadidos e invasores, de cómo crecía el poder adquisitivo de los iraquíes, aumentaba la oferta de empleo y se normalizaba la vida en Bagdad y el resto del país…

Reconocía sí, porque todavía aparecían algunos obstáculos en la construcción de la nueva Iraq, que aún quedaba mucho por hacer pero, obviamente, no era en vano que la medalla del Congreso de Estados Unidos diera lustre a su párvulo ego y, en cualquier caso, repetía: «el mundo es un mejor lugar sin Sadam», frase de su colega Bush que él tardó tres días en traducirnos.

Y frase que abre la puerta del derecho, no a una sentencia judicial, no a una resolución de Naciones Unidas, sino al libre criterio de cada quien, cuando cada quien es muy libre de pensar a falta de quien es mejor el mundo.

Suerte que los iraquíes también son de la misma opinión y que alguien aparecerá que, como Aznar, no se conforme sólo con opinarlo.