Claudia Korol: Bienvenidas y bienvenidos. Como ustedes saben, esta actividad con Abel Prieto está convocada, principalmente, por la Cátedra de Formación Política Ernesto Che Guevara. Pero también la convocan la Carrera de Educación Popular y el Seminario de lectura metodológica de El Capital. Esta convocatoria múltiple se produce porque estamos muy contentos de que podamos […]
Claudia Korol: Bienvenidas y bienvenidos. Como ustedes saben, esta actividad con Abel Prieto está convocada, principalmente, por la Cátedra de Formación Política Ernesto Che Guevara. Pero también la convocan la Carrera de Educación Popular y el Seminario de lectura metodológica de El Capital. Esta convocatoria múltiple se produce porque estamos muy contentos de que podamos compartir este momento junto con Abel y por eso nos pareció interesante cruzar varios grupos de diversas carreras y seminarios para aprovechar mejor la ocasión. Le damos la palabra a Néstor para que lo presente.
Néstor Kohan: Buenas noches a todos y todas. Claudia tiene razón. Estamos realmente muy contentos de compartir este momento con Abel. Antes de presentarlo, hacemos una breve aclaración que consideramos necesaria. El amigo y compañero Abel Prieto es ministro de cultura de la Revolución Cubana. Pero nosotros no lo invitamos esta noche porque Abel sea ministro. No nos seducen los cargos ni las jerarquías. Tampoco priorizamos la función institucional. Invitamos a Abel a la Cátedra Che Guevara porque compartimos, sinceramente, aquello que Abel representa: la política cultural de la Revolución Cubana. De la misma manera que en otras oportunidades hemos invitado al compañero y amigo Armando Hart Dávalos. Porque compartimos esa política cultural, abierta, antidogmática, que se asienta en una concepción de la revolución y el socialismo entendidos como proyectos esencialmente humanistas. Así lo entendía el Che. Y así también lo entendemos nosotros. Por eso compartimos lo que Abel y otros compañeros representan.
Bueno, entonces hay que presentarlo. ¿Quién es Abel Prieto? Abel es un intelectual y un cuadro joven de la revolución, de una generación distinta a la de Fidel. Además ha escrito varios libros.
Ha publicado, por ejemplo, El humor de Misha. La crisis del «socialismo real» en el chiste político [Buenos Aires, Colihue, 1997]. En este ensayo, que realmente vale la pena leer (no es muy caro) y por eso se lo recomendamos, Abel Prieto se apoya en las categorías de Antonio Gramsci y en su teoría de la hegemonía para indagar críticamente en la cultura de las sociedades burocráticas del llamado «socialismo real» a través del chiste y el humor político. Los chistes que analiza, dicho sea de paso, son muy buenos. En esas páginas se comparan las pomposas formulaciones ideológicas oficiales de aquellos países del Este europeo con el chiste que circulaba por la calle. Allí se adopta como modelo de la ideología oficial al tristemente célebre Diccionario filosófico de M.Rosental- P.Iudin [se trata del diccionario emblemático de la cultura filosófica de la URSS, escrito por Mark Moisevich Rosental [1906-1975] y Pavel Fedorovich Iudin [1899-1968]. Su primera edición es de 1939. Tuvo muchísimas reediciones que iban cambiando las definiciones de los conceptos y autores para así acompañar y celebrar los vaivenes políticos de la URSS]. Abel también hace referencia en su libro a otros manuales y documentos similares de la propaganda estatal.
En ese ensayo se intenta reflexionar sobre la profunda crisis de hegemonía socialista en la subjetividad popular y la completa falta de conciencia anticapitalista en aquellos que denomina «simuladores, oportunistas y traidores«. Los mismos que monopolizaban la voz cantante del marxismo oficial soviético.
Abel también ha publicado la novela El vuelo del gato [La Habana, Letras Cubanas, 1999] que obtuvo el Premio de la Crítica del Instituto del Libro. En esta novela, que se mueve permanentemente entre la ficción y el ensayo, reconstruye el mestizaje cubano, la combinación recurrente de atrasos y adelantos, sus sincretismos e hibridaciones culturales.
Además ha publicado los libros de cuentos Los bitongos y los guapos [1980]; No me falles, Gallego [1983] y Noche de sábado [1989]. Por este último obtuvo el Premio de la Crítica.
La idea de este encuentro es que podamos escucharlo y luego intercambiar opiniones, preguntas e intervenciones.
Abel Prieto: Muchas gracias a Claudia, a Néstor, por invitarme, y a todos por haber acudido a este encuentro. Estos dos queridos amigos me han invitado para que hable del Che en la cultura de la Revolución Cubana y también de la lucha por la hegemonía socialista.
Empiezo diciendo que es muy importante leer al Che, desde el punto de vista de la cultura. De hecho ustedes lo han estado haciendo. Yo presenté en febrero, en la Feria del Libro de La Habana, un interesantísimo aporte de Néstor, publicado por la editorial argentina Nuestra América [Ernesto Che Guevara: Otro mundo es posible. Bs.As., Nuestra América-La Rosa Blindada, 2003] que es una lectura del Che como teórico del socialismo. Por supuesto, es una lectura cultural del Che.
Hay un texto, que seguramente ustedes conocen, que se llama «El socialismo y el hombre en Cuba», que se publicó en la revista Marcha de Montevideo, en el año 1965, en forma de carta del Che a Carlos Quijano. Ese trabajo del Che es un texto que en Cuba ha sido leído fervorosamente por varias generaciones de intelectuales cubanos, porque es uno de los textos fundadores de la política cultural a la que se refería Néstor en su presentación. Es un texto que, desde la posición de uno de los principales dirigentes de la Revolución Cubana, rechaza definitivamente aquel engendro que se llamó realismo socialista, que es el estilo oficial que se impuso en la Unión Soviética, y se impuso también en otros países del llamado «socialismo real». Una imposición que le hizo un daño tremendo a los creadores, pero sobre todo a la cultura y a esa hegemonía que hay que construir sobre bases culturales muy bien asentadas. Al propio tiempo, el Che habla de lo que hay que hacer con las nuevas generaciones de intelectuales, y expone alguna duda sobre si las generaciones de intelectuales que provienen de la época previa a la revolución, son genuinamente revolucionarias. Es una discusión que introduce el Che en ese texto. Sin dudas es un texto fundador de nuestra política cultural.
No obstante, cabe aclarar que el Che se acercó a la cultura cubana por cuenta propia. Entre las tareas que tuvo el Che en Cuba, no estuvo la cultura como campo específico. El Che tuvo tareas vinculadas al desarrollo económico y social de Cuba, el Banco Nacional y el Ministerio de Industrias, pero la revolución no le dio esa tarea específica en el área cultural. Realmente el Che vivió muy poco tiempo en la Cuba del triunfo posterior a 1959, y estuvo siempre lleno de trabajo. No sé hasta que punto pudo actualizarse respecto de la producción cultural en Cuba de aquellos años. Sin embargo, nos dejó un texto formidable como «El socialismo y el hombre en Cuba» que aborda muchos de esos problemas con gran rigurosidad.
Por supuesto que el Che también funda, como escritor, el género testimonio, que recién se empezó a llamar así años después. Pero ¿qué cosa es Pasajes de la Guerra Revolucionaria si no un ejemplo extraordinario de la gran literatura testimonial? El género testimonio, como género literario, se configura, se nombra, a través del premio Casa de las Américas. Pero eso llega a finales de la década del 60, años después de que apareciera Pasajes de la Guerra Revolucionaria [1963]. Roberto Fernández Retamar, por ejemplo, siempre ha dicho que es ese escrito del Che constituye un antecedente excepcional de ese género. Literatura de una belleza en términos expresivos muy grande y, al mismo tiempo, literatura para expresar la verdad del proceso desgarrador de nuestra América y del mundo.
Después vendrían libros como el de Víctor Casaus, Girón en la Memoria.
Aquel libro Me llamo Rigoberta Menchú, y otros libros fundamentales del género testimonio.
En el año 2005 se cumplen 40 años de «El socialismo y el hombre en Cuba». El Centro de Estudios Che Guevara, que dirige la compañera Aleida March, está organizando un evento internacional. Yo creo que sería un momento importante para que reflexionemos sobre la significación de ese texto y sobre la relación del Che con la cultura cubana, que ha sido vivísima, esencial.
La crisis de hegemonía en el «socialismo real»
Néstor y Claudia me pedían que abordara el problema de la hegemonía socialista. Y entonces les contaban a ustedes de este librito que se publicó en Argentina en el año 1997 que tiene que ver con una lectura, desde la óptica y los aportes de Antonio Gramsci, de lo que ocurrió en aquel llamado «socialismo real». Yo planteaba allí el problema de la desinstitucionalización, a partir de un concepto utilizado por Peter Berger, un sociólogo austríaco. [Se trata del autor del ensayo – escrito en colaboración con Thomas Luckmann- La construcción social de la realidad (1968). Buenos Aires, Amorrortu 2001. En su libro Abel Prieto utiliza los análisis de Berger que aparecen en un volumen colectivo titulado Análisis cultural. Bs.As., Paidos, 1988].
Pero eso visto desde los chistes que me hacían a mí los traductores de los países del Este. Porque yo fui muchas veces a la Unión Soviética. También a Polonia. Los chistes polacos eran particularmente duros, agresivos. Además fui a Checoslovaquia. Cuando visitamos aquellos países, había un momento en que los traductores sacaban una botella de vodka, un papel de strasa con un arenque, y se ponían a hacer chistes que no tenían que ver con lo que había sucedido en el día. De repente yo veía una especie de ruptura muy rara. Todo el discurso oficial diurno había sido extremadamente triunfalista, y de pronto, venía el momento de los chistes, y nos asomábamos a otra realidad.
A mí que se me olvida casi todo, sin embargo los chistes no se me olvidan.
Es una cosa peculiar. Esos chistes yo no los tenía ni siquiera anotados. Entonces en el libro El humor de Misha intento realizar un análisis de ese tipo de chistes. Los comparo con los chistes que en Cuba llamamos «gusanos». Es muy interesante la comparación. Porque el chiste gusano cubano, no tiene que ver con el chiste gusano soviético o con el chiste gusano polaco. El chiste gusano de aquel «socialismo real» era esencialmente anticomunista. Era orgánicamente anticomunista, estaba estructurado sobre un pensamiento anticomunista. Sin embargo, el chiste gusano cubano es otra cosa. El socialismo en Cuba, y la revolución en Cuba, y el liderazgo de la Revolución Cubana, no ha permitido que surja realmente un chiste anticomunista.
Les aclaro que yo no vine a la Cátedra Che Guevara a hacer propaganda del libro [risas], porque realmente no quedan ni diez ejemplares. Lo que voy a hacer es donar cinco libros a la Biblioteca, ya que estamos acá, reunidos en esta biblioteca [aplausos, principalmente de los bibliotecarios]. Por lo menos cinco ejemplares voy a dar aquí de los que me dieron.
Pienso que esa manera de comenzar a pensar en los problemas de la hegemonía constituye un acercamiento posible, a mi juicio, bastante divertido. Los chistes son muy buenos. ¡Son mejores los chistes que el análisis mío, mucho mejores!. [risas] La verdad, existe gente que lee el libro saltándose el análisis teórico. Vale la pena leerlo así también, porque los chistes son realmente buenísimos, y revelan cosas muy profundas que estaban ocurriendo en la subjetividad, como dijo recién Néstor, en la conciencia de la gente.
La educación y las vanguardias: Cuba y el «socialismo real»
Resulta muy interesante comparar la educación en Cuba y en aquellos países del este europeo.
Sinceramente, yo no podría considerarme un conocedor sistemático de la educación o de los programas educativos de aquellos países, que hicieron, sí, un énfasis en lo educativo. Yo creo que en términos de educación, en cuanto a información, en cuanto a dar o transmitir conocimientos, allí se hizo un esfuerzo. Creo que los principales errores fueron de otro carácter. Tuvieron que ver más con la problemática de lo cultural. Aunque en esos países se hizo un esfuerzo en lo educativo, creo que había allí un sello dogmático, una impronta que la educación cubana no creo que haya tenido nunca. Sin duda, un sello que tenía que ver con el dogma. Creo que había un drama, sí, mucho tiene que ver con el drama, del realismo socialista. ¿Por qué fue un drama? ¿Por qué yo llamo «engendro» al realismo socialista?
Pienso que en esas sociedades del «socialismo real» existía un drama que tenía que ver con las vanguardias intelectuales y las vanguardias artísticas. Hay que recordar que la Revolución de Octubre de 1917 significó también una explosión en términos de talento creativo. No podemos olvidar el cine soviético de aquellos primeros años revolucionarios. Hay que recordar el cartel… la gráfica… Sinceramente pienso que el papel que esas vanguardias tienen en los procesos educativos revolucionarios son fundamentales. Esas vanguardias fueron mutiladas por la tendencia a imponer un estilo oficial que, dicho sea de paso, el Che rechazó en forma terminante, sobre todo, porque es un estilo que viene del realismo decimonónico, propio del siglo XIX.
Este librito donde se analiza el problema de la hegemonía que mencionó Néstor, hace referencia en su título a Misha porque allí analizo la mascota oficial de las olimpíadas de Moscú. Misha es un osito. ¿Ustedes vieron alguna vez a aquel osito? ¿ Tuvieron noticias de Misha? Quizás fue difícil aquí, en Argentina, conocer aquello porque eran los tiempos de la dictadura militar.
Pues bien, a ese osito los soviéticos lo reprodujeron en llaveros, en globos, en afiches. Estaba en las cubiertas de los cuadernos escolares. Era un osito con una pancita con los anillos olímpicos y una expresión tierna. ¡Ese osito, realmente, los soviéticos lo sacaron de Walt Disney! Es decir, en vez de acudir a las expresiones de la gráfica de vanguardia, que nacieron con aquella revolución bolchevique en su fase naciente, recurrieron a Walt Disney…
Ahí hay un problema cultural muy profundo, que tiene que haberse reflejado en la educación. ¿Lo moderno?…, ¡había que buscarlo en Occidente!… en el capitalismo.
La idea central que sobrevolaba, que estaba moldeando la cultura y la ideología de aquellas sociedades, era que la modernidad había que buscarla en los modelos que ofrecía Occidente. Y uno de los problemas que ocurrieron ahí, relacionados con la educación, y que tienen que ver con la cultura, fue que se creó una especie de tabú, y de culto a lo prohibido con respecto a algunos fetiches de Occidente y del capitalismo. ¡Por eso, en esos países, la llegada de Mc Donald fue recibida como un gran acontecimiento!… ¡Llegaba la modernidad!… ¿Cómo? A través de esa comida horrenda, que daña la salud, y todo eso que ya sabemos. Y la llegada de las grandes películas occidentales…, las películas de la gran industria cultural…
Yo creo que una de las dimensiones que está en la base de nuestra educación y nuestra política cultural, desde el principio de la Revolución Cubana, fue aquella tesis sintetizada de la siguiente manera: «No le decimos al pueblo: ¡cree!; le decimos: ¡ lee!«. La idea central es que no nos interesa formar fanáticos. Nos interesa formar gente culta, preparada. Para que les vengan mensajes de donde vengan, y sin embargo esa persona no sea manipulada. Es la tesis de Martí, que está en la base de todo nuestro programa educativo. «Ser cultos como el único modo de ser libres «. Ser cultos, como el único modo de no ser manipulados, de que no te hipnoticen, de que tu opinión no sea absolutamente moldeada por esquemas que te vienen desde el exterior, al servicio de intereses hegemónicos.
Yo me acuerdo de una traductora que me atendió a mí en la Unión Soviética. Yo dirigía la editorial Arte y Literatura, una editorial que publicaba literatura extranjera, y también literatura socialista -si es que se puede hablar de una «literatura socialista»-. Digamos, la literatura que provenía de esos países. Me acuerdo de una traductora que en una oportunidad me dijo que su cineasta preferido era Luis Buñuel [1900-1983]. Yo le contesté: «También es uno de mis preferidos». Y entonces ella me preguntó: «¿Y usted ha visto alguna película de Buñuel?». Yo me había visto todas las películas de Buñuel. Mi generación vio todas las películas de Buñuel, y las generaciones posteriores también. Aquella muchacha casi lloraba escuchando eso, porque ella ¡no había visto ninguna película de Buñuel!. Era su cineasta preferido…, porque en los libros de cine, había visto y había leído la ficha. Y ella estaba esperando… ¡hacía diez años!… un carnet de la cinemateca, que le llegara el aviso, para poder ser miembro del club de los que podían ver a Buñuel, que era sin dudas un intelectual de izquierda, cuyas producciones no eran exhibidas en esos países argumentando que sus películas expresaban «la decadencia occidental».
Había un cine soviético… de exportación. El cine de Andréi Tarkovsky [1932- 1986], de Nikita Mijalkov [1945-], el gran cine soviético, no lo podían ver en la Unión Soviética. Era un cine para exportar… ¡Era una locura! Tú no puedes prohibirle a la gente que vea las cosas.
Lo dice uno de los chistes que se analizan en el libro. Resulta que una viejita está pasando a máquina la novela Anna Karenina de Tolstoi. «¿ Para qué haces eso?», le pregunta su esposo, también bastante viejo. «Quiero dárselo a nuestra nieta», explica la vieja, «así piensa que es un SAMISDAT y se lo lee».
Ustedes saben que había en aquella época, en la antigua Unión Soviética, lo que llamaban SAMISDAT. ¿Qué eran? Eran libros prohibidos, que estaban mecanografiados, y que la gente los pasaba con mucho misterio de una mano a la otra. Así circulaban. La viejita aquella estaba mecanografiando nada menos que Anna Karenina… si ustedes se acuerdan del cuerpo y el extenso volumen de ese libro, es una tarea verdaderamente insólita para un mecanógrafo. Es decir, le quería dar la obra clásica como si fuera un libro prohibido, para que la nieta, atendiendo a que amaban lo prohibido, se leyera la novela. Es un ejemplo de lo que pasa cuando tú prohibes las cosas…
Por un lado, todo aquello de la Unión Soviética fue un proceso trágico que uno no puede simplificar. Porque además el pueblo soviético es un pueblo hermosísimo, un pueblo heroico, un pueblo que hizo uno de los grandes regalos a la humanidad: un pueblo que detuvo con su sangre al fascismo, a los nazis. ¡Nada menos que a Hitler! Eso no puede caricaturizarse. Sin embargo, hubo errores en términos de política cultural y educativa, muy graves, gravísimos. Y también en otros campos que bien conocemos…
Yo creo que en el caso de la Revolución Cubana, en nuestra educación, nosotros tuvimos una presencia muy importante, que fue la obra de José Martí [1853- 1895]. Para nosotros, Martí fue como dijo Fidel: el autor intelectual del asalto al Cuartel Moncada [asalto de Fidel Castro y sus compañeros y compañeras al principal cuartel militar de Santiago de Cuba, ocurrido el 26 de julio de 1953, bajo la dictadura militar de Fulgencio Batista. Ese asalto da inicio a una nueva ofensiva continental de la revolución latinoamericana. Cuando cae apresado y es juzgado, Fidel Castro declara ante sus acusadores que el autor intelectual de ese asalto militar era José Martí].
Nuestros marxistas, nuestros leninistas, nuestros revolucionarios, tuvieron en Martí una referencia esencial, que nos ayudó muchísimo para no dogmatizarnos. Nos ayudó muchísimo para darle un componente humanista, esa palabra que, como aquí se dijo y yo estoy de plenamente acuerdo, es clave en la Revolución Cubana.
Martí es una fuente realmente imprescindible, en términos pedagógicos, en términos educativos, en términos culturales. Martí ha nutrido las ideas de Fidel y de todo el pensamiento revolucionario en el campo de la cultura. Martí ha sido siempre un componente imprescindible para las ideas marxistas, revolucionarias.
Yo creo que la idea de imponer un estilo «oficial», como fue el realismo socialista, es una idea verdaderamente muy grave en términos de política cultural. A mi modo de entender, una política cultural no puede meterse o inmiscuirse en los estilos. Al diseñar una política cultural tú tienes que abrirle paso al talento. Apoyar el talento. Incluso puedes llegar a utilizar el mercado del arte, pero como un instrumento…, ¡no dejando nunca que el mercado sea el que imponga la política!.
Una de las cosas más perversas de los norteamericanos, es cómo utilizan el mercado para liquidar todo lo auténtico, todo lo crítico, de las manifestaciones artísticas. Veamos lo que ha pasado con el rap, por ejemplo. El rap, que nació en los barrios pobres, en los barrios negros de Nueva York, y que es un gran canto de protesta, una expresión crítica tremenda, ahora… ¿qué está pasando con él? Se inició esa basura del «rap light». El mercado ha cogido [tomado] el rap, lo ha limpiado bien de todo su sentido crítico y ha promovido un rap absolutamente inofensivo.
Por eso yo pienso que el peor censor de Stalin es un niño de teta -como decimos nosotros en Cuba- al lado del mercado… ¡Ése sí es un censor implacable!. El mercado liquidó la canción de protesta de los años 60, la mutiló, y ha tenido siempre ese papel triturador.
Ahora bien, no es que hacer realismo en la literatura o en el cine sea un engendro. Lo que sí es un engendro es convertir eso en un estilo «oficial», y aniquilar otras expresiones importantísimas. Yo recuerdo el impacto de los amigos soviéticos, cuando iban a las escuelas de pintura en Cuba, al Instituto Superior de Arte. Me acuerdo incluso de un alto funcionario, que fue al Instituto Superior de Arte, vio lo que hacían los artistas plásticos, y dijo: «son como una especie de Chagall» [referencia al pintor Marc Chagall (1887-1985)]. Pero lo dijo en el sentido peyorativo, como si aludir a Chagall fuera aludir a Satanás. Porque ellos querían que pintáramos… a obreros y campesinos avanzando hacia el porvenir. Ese sentido didáctico que tenía el realismo socialista, también dañaba mucho la creatividad de la gente. ¡El arte no puede dar respuesta!. ¡El arte no puede tener moralejas!. ¡El arte no puede sacar conclusiones!. Como si ahora, en este encuentro, dijéramos: «bueno, al final, el compañero Néstor va a sacar las conclusiones», y entonces él dice lo que quedó bien en la reunión, porque todas las preguntas tuvieron sus respuestas en las conclusiones. No, el arte no es así. El arte es incertidumbre, es búsqueda, es preguntas sin respuestas también.
Nosotros, en Cuba, defendemos la idea de que un arte crítico ayuda a la revolución. La idea de que un arte que nos inquiete, a veces nos angustie, nos coloque frente a problemas sin solución, ayuda a la revolución. Nosotros estamos convencidos de esto. Vamos a recordar el cine cubano. Se habla mucho de Fresa y Chocolate [1993], que es una gran película, que cumplió una función muy importante en Cuba. Nos ayudó a reflexionar mucho, sobre el tema de la homosexualidad, y sobre otros temas también… Nos ayudó a reflexionar sobre cómo había personas, que podían estar «fuera de la norma», y sin embargo eran personas que enriquecían la revolución, la nutrían. Ese mismo director de Fresa y Chocolate , Titón, Tomás Gutiérrez Alea [1920-1996], en sus primeras obras fílmicas sugería actitudes similares. Por ejemplo, no podemos olvidarnos de Memorias del subdesarrollo [film de 1968, basado en la novela homónima, de 1965, de Edmundo Desnoes, recientemente reeditada en Cuba: La Habana, Letras cubanas, 2003]. Memorias del subdesarrollo es una película llena de preguntas sin respuesta. Y La muerte de un burócrata [1966] también es una película repleta de preguntas. Tiene, por eso mismo, un profundo sentido crítico. Habla de lo que decíamos hace un rato con Claudia, de cómo la revolución ha sabido defenderse de su propia burocratización. Cómo la revolución ha encontrado reservas antiburocráticas para defenderse de procesos que pudieran congelarla, que pudieran estancarla.
Los desafíos actuales de la juventud
Uno de los retos que tenemos hoy, los que tenemos que ver con ofrecerle a nuestra juventud espacios y participación, tiene que ver con la llamada globalización cultural. Toda esta maquinaria de la llamada globalización, que como sabemos está al servicio de los intereses de los poderosos, implica un gran intento de desmontar los mecanismos intelectuales entre los jóvenes. Convertir a la juventud en sinónimo de frivolidad. Para ellos, para los poderosos, es muy importante la frivolidad, la tontería.
Por ejemplo, hay una película famosa que se llamó Forrest Gump [1994, dirigida por Robert Zemeckis y protagonizada por Tom Hanks], que se ganó todos los Oscares… Miren, si pueden, ese film con un poquito de atención. ¿Cuál es la tesis de esa película? ¡El idiota feliz e integrado! [risas]. La idea de que es el imbécil quien puede lograr realmente la felicidad, es decir, que es el tonto el que alcanza la felicidad. Y el que es integrado sin discutir, se integra… ¡hasta llega a ser veterano en Vietnam!… ese idiota. No tiene conflicto.
Yo creo que la tesis de que la inteligencia estorba para la felicidad y para la integración es muy interesada. Está dicha y reiterada en toda la industria cultural yanqui. Es el mensaje de los reality shows. Yo no había visto «el show de Cristina «. Lo vi en Caracas hace muy poco tiempo, adonde fuimos a un encuentro de escritores cubanos y venezolanos. Se trata de una emisora de esas que llaman escuálida, que le hacen la guerra a Chávez, a la democracia y al pueblo venezolano, sin ningún pudor ni vergüenza. ¿Y qué me encuentro allí, en esa emisora? Una de sus grandes ofertas culturales… es «el show de Cristina» [risas]. Si la palabra decadencia tuvo alguna vez algún sentido, creo que es para describir el show de Cristina… [risas]. A mí me deprimió ver eso. Tamaña estupidez.
Yo entiendo que Cristina… que es una cubana…, lo hace por dinero. Lo entiendo. Entiendo además que la gente que va ahí a llevar sus falsos problemas…, también lo hace por dinero. Entiendo, incluso, que la gente que va al programa, e insultan a los tipos que allí se muestran, lo hacen porque aunque sea de esta forma aparecen por televisión…. ¡Es una cosa tremenda en el mundo de hoy salir por televisión!. Todo eso puedo llegar a entenderlo.
Pero lo que realmente me espantó, lo que de verdad te estremece, es que eso tenga millones de televidentes en el mundo hispano… ¡Que haya millones de gentes, millones de personas, que sintonicen eso es lo que te da pavor!. Es algo insólito. Me cuesta comprenderlo, aunque tiene que ver con eso que llamamos hegemonía, ¿no? Y en Cuba, incluso hay gente que lo alquila por video. Esto nos llega, y esta tremenda frivolidad se nos mete en el país, y hay sectores de la juventud nuestra que han caído también en ese tipo de juego frívolo. Ese culto a la tontería, ese culto a la frivolidad, ese acercarse a la realidad a través de reality shows… Y el «experimento» de Cristina no es el único. Cosas como la famosa «Operación Triunfo«, donde te fabrican unos artistas…, es una fabricación de Frankestein light de altísima productividad, para convertir en fetiches a nuestros jóvenes. Después te venden una camiseta con la cara, con el fetiche. Es una gran industria, donde la tontería se convierte en algo cotidiano. Y realmente, eres como el idiota feliz integrado, sino te mueres de hambre.
El placer, la lectura y la lucha por la hegemonía
Ahora bien. ¿qué podemos hacer nosotros frente a esto? ¿Cómo podemos enfrentar, por ejemplo, en la televisión estos problemas?
¿Podemos decirle a la gente, a nuestra juventud?: «¡No veas el show de Cristina!». [Risas]. «¡No veas el show de Cristina!… Esta noche va a estar Néstor Kohan hablando de Gramsci…». Yo estoy seguro que mucha gente va a preferir el canal donde esté Néstor hablando de Gramsci. El problema, y también el desafío que tenemos por delante, es que nosotros tenemos que lograr que la idea del placer no esté asociada a la idea de la idiotez.
Porque una de las cosas más siniestras de esta historia, es que te asocien la idea del placer, de la diversión, con la tontería, con la frivolidad, con la superficialidad, con lo vacío. ¿Lo otro? ¡Ah, no!, lo otro ya es trabajo… Creo que nosotros tenemos que lograr que haya gente joven, cada vez más joven, que se acerque a leer libros complejos. Porque leer a Martí requiere de una actitud intelectual activa. Si tú eres lector de Corín Tellado, el primer párrafo de Martí te va a costar mucho trabajo. Es difícil que pases del primer párrafo. Y leer a Marx es una lectura ardua. Y leer a Antonio Gramsci, y a todo el pensamiento revolucionario, también.
Creo que tenemos que lograr ofrecer opciones donde placer e inteligencia vayan juntas, y eso lo lograba la vanguardia. Sí, la vanguardia. Eso lo logró Chagall. La vanguardia logra efectivamente eso. Y nosotros tenemos que lograr una juventud que se acerque a las expresiones del arte de vanguardia, a las expresiones culturales y al pensamiento de vanguardia, y rechace por decisión propia la frivolidad y la superficialidad. Pero eso jamás lo vamos a poder lograr prohibiendo la frivolidad. Yo le decía a los compañeros que valdría la pena poner algunos de esos shows de Cristina en la televisión nuestra, cubana. Porque hay alguna gente nuestra en Cuba, que alquila videos con el engendro ése, para verlos. Y me imagino que eso tenga que ver también con la historia de la viejita mecanografiando a Anna Karénina … De pronto es lo prohibido. Y realmente valdría la pena que la gente conociera qué es lo que se le está prohibiendo, para que por sí mismo, después de ver «El show de Cristina» lo rechacen o se lo prohíban.
La juventud cubana es una juventud que, muchos de ellos, sólo saben del Muro de Berlín y de todo eso por referencias. Yo diría que la inmensa mayoría de ellos. Ya van quince años de la caída del Muro y de aquel «socialismo real». Quiere decir que se han formado dentro de lo que nosotros hemos llamado «período especial en condiciones de crisis». Nosotros tuvimos que crear una doble moneda, y admitir tiendas en dólares. Lamentablemente, nosotros tuvimos que renunciar a una parte de nuestras utopías, para salvar al país. Porque nuestro socialismo era un socialismo donde realmente no había las desigualdades que hoy tenemos en Cuba. Nosotros habíamos erradicado la prostitución, y renació la prostitución en los años 90. Nos renacieron formas de corrupción, que realmente nosotros pensábamos que estaban absolutamente erradicadas. Estamos en una lucha no sólo en el campo de las ideas, sino de los valores. Es una gran batalla ética. Eso es la lucha por la hegemonía.
Y hoy entre nuestros jóvenes…, por ejemplo con el tema de la droga, aunque asomó y ha tenido una determinada presencia, nosotros no dejamos avanzar el fenómeno de la droga. Hemos discutido muy abiertamente el tema. Los peligros de que en Cuba se instaure ese cáncer verdaderamente terrible. Yo pienso que hoy lo que se está haciendo en Cuba con los jóvenes, tiene que ver con el gran combate a la marginalidad. Hoy todos estos nuevos planes que está ensayando Fidel, tienen que ver con hacer retroceder la marginalidad. Por ejemplo, la escuela de trabajadores sociales. Hemos eliminado el desempleo. Lo hemos reducido prácticamente a cero.
Hemos creado, como ha dicho Fidel, el empleo de estudiar. Hay decenas de miles de jóvenes que no estaban haciendo prácticamente nada, y están hoy estudiando y se les paga un salario para estudiar. Preparándose para reinsertarse en la sociedad, para ser más útiles estudiando.
Es decir que nuestro socialismo en estos últimos años se ha ido perfeccionando, y la marginalidad ha estado en el centro de nuestra preocupación. Porque estaba creciendo la población penal. Había muchos jóvenes presos por distintos delitos. Algunos jóvenes habían llegado a delinquir. Hoy se está haciendo un trabajo de re-educación en las mismas prisiones para eliminar y combatir la marginalidad.
Cultura y consumo en tiempos globalizados
Yo creo que en Cuba hay una gran influencia de la globalización cultural. Y una de las ideas absolutamente básicas de nuestro programa revolucionario, es que no se puede formar a ese hombre y mujer nuevos que soñaba el Che, en una urna de cristal. ¡Eso es impensable! Además no es posible, es inimaginable en este mundo de hoy. Nosotros recibimos dos millones de turistas al año. Recibimos cientos de miles de cubanos que viven en Miami que van a visitar a sus familias. Está internet. Están los videos que entran continuamente. Yo creo que sería una locura que nosotros pensáramos en formar un ciudadano en una probeta. Nosotros tenemos que preparar al cubano del futuro desde ya, para que viva en un mundo absolutamente contaminado. Tenemos que vacunarlo contra las enfermedades. No podemos pretender que viva en un estado ambiental «puro», porque ese estado ya no existe en ninguna parte.
Ahora bien, ¿cómo des-idiotizarnos? ¿Vale la pregunta? En primer lugar, yo creo que nadie de los que hoy está aquí, vinculado a esta cátedra, a esta Universidad, está manipulado. Y cada vez hay menos gente manipulada. Cada vez tiene menos fuerza esa perversa maquinaria manipuladora.
¿Qué estamos haciendo en Cuba frente a ese proyecto de idiotización global? La respuesta es: ¡cultura y educación!. Hábitos culturales tempranos. Ahora por ejemplo, estamos formando masivamente instructores de artes. En septiembre se gradúan 3500 jóvenes como instructores de música, de teatro, de artes plásticas, de danza. ¿A dónde van esos instructores? A las escuelas. A formar con los niños grupos de teatro, coros. Es muy importante que el niño adquiera hábitos culturales tempranos, que adquiera hábitos de lectura tempranos. Es muy difícil a una persona de cuarenta años convertirlo en un lector adicto. Pero si eso empieza tempranamente, para esa persona la lectura va a ser una compañía que lo acompañará siempre. Va a ser un ejercicio de libertad, de crecimiento espiritual. Para nosotros, uno de los mejores antídotos frente a la cultura de la frivolidad y del consumismo, es la otra cultura. El arte, la literatura.
Hay una idea que se repite constantemente dentro de toda esta maquinaria manipuladora: tú eres feliz, mientras puedas comprar cosas. Puedes ser feliz, en la medida en que puedas comprar objetos, mercancías, cosas. Tu felicidad depende de tu capacidad adquisitiva. ¡Tienes que comprar!. Y te creamos a veces necesidades artificiales, porque la idea es crear un mundo consumidor, y los que no pueden consumir sencillamente son inviables y tienen que morir tempranamente, masivamente…, no hay solución para ellos.
¿Cómo combatir la idea de que la felicidad se asocia al consumo? Nosotros estamos trabajando durísimo para darle a nuestro pueblo niveles dignos de consumo.
Porque seamos sinceros: tampoco se trata de escuchar la Orquesta Sinfónica pasando hambre… Tú sencillamente viendo fantasmas del hambre que tienes, y escuchando una gran sinfonía… Ésa no es la solución. Tenemos que alimentar a la gente, y hemos avanzado en eso. Tenemos que lograr condiciones dignas de vida, para todos y todas. El problema de la vivienda es uno de los problemas más graves que tenemos en Cuba. ¡Muy graves!. Tenemos que encontrar soluciones para los problemas de vivienda. Que se puedan reparar viviendas, hacer un plan de construcción de viviendas. Nosotros tenemos que lograr que la gente tenga condiciones de vida dignas. No de lujo. Pero condiciones de vida dignas. Al mismo tiempo, hay que insistir una y otra vez con la idea de que la calidad de vida tiene relación con hábitos culturales. De que se enriquece tu vida con la cultura. Nosotros estamos convencidos que un antídoto contra el consumismo, es la cultura. La idea de una vida concebida con una dimensión espiritual particular, con una particular riqueza espiritual.
Un ejemplo es lo que estamos haciendo en el canal educativo. En Cuba se creó un nuevo canal educativo. Va a haber dos canales educativos. Tenemos cuatro canales de televisión en Cuba, cuatro canales estatales. Nosotros no privatizamos la educación ni la cultura. No hay ninguna posibilidad legal de privatizar la promoción de la cultura. Es algo demasiado trascendente para jugar con eso. Tenemos cuatro canales estatales que no hacen propaganda comercial de ninguna índole. Se creó el canal educativo, ahora se está por inaugurar el segundo canal educativo.
Es un ejemplo que yo quería poner. Hay una tradición en Cuba de poner dos películas pésimas los sábados. Un espacio que le llamamos «La película del sábado», aunque son dos. Son películas norteamericanas de carros, carreras, violencia. Ya hay un acondicionamiento mental de la gente, para ver esa basura los sábados. Si tú los sábados pones otra cosa, sea de Gramsci o de otra cosa, fracasan. La gente tira los televisores por los balcones [risas]. Tienes que poner dos películas norteamericanas y malas los sábados. No pueden ser norteamericanas y buenas. No. Tienen que ser norteamericanas y malas. Eso ya está absolutamente comprobado. [risas].
¿Qué se empezó a hacer? Cada vez que aparece una «gran película», como Titanic, nosotros la ponemos en TV, sin pagar un peso en derechos. Le ponemos a la gente eso, para que la gente vea esa película que está de moda, y la vea en nuestra televisión. Nosotros entendemos que es una política correcta.
Ahora bien, ¿qué empezamos a hacer en el canal educativo? Empezamos a poner a las ocho y media una especie de debate. Empieza justo a las ocho y media. Y alrededor de las nueve de la noche se pone una película seria, de más calidad. Pero ¿ qué pasa? Si tú quieres ver la película seria, te pierdes más o menos la mitad de la primera de las malas. Y de pronto…, ¡es interesantísimo!. El programa se llama «El espectador crítico«. El título habla por sí solo. Hay gente que escribe al ICRT, el Instituto de Televisión, pidiendo que la película seria empiece más temprano, o la mala más tarde, porque quieren ver la buena y las dos malas. Ya ésa es una actitud interesante. Es un drogadicto, que ya empieza a pedir una porción de antídoto.
[risas]. Sin embargo es interesantísimo cómo ha ido subiendo el rating de la película más seria. Ahí se invitan a críticos de cine, psicólogos, escritores, tiene una parte de discusión previa a la película. Y la gente de pronto está prefiriendo a la basura de la llamada película del sábado -que parece que por el momento no hay manera de transformar eso- está prefiriendo la otra película.
En ese ejercicio, yo creo que hay algo bastante sutil en términos de política cultural. ¡Es poner a la gente a escoger!. Y con el otro canal, la gente va a tener más opciones para escoger. Yo creo que la cantidad de gente joven que siguen las series del canal educativo, los programas del canal educativo -que son de mucha calidad-, es creciente. Y seguimos dando alguna basura «globalizada» por los otros dos canales. Porque, insisto, nosotros pensamos que este proceso no se puede hacer prohibiendo. Claro, hay películas que por el tipo de mensaje reaccionario, fascista, racista, nosotros no podemos dar. Que la busquen en el video. Al «Show de Cristina» tampoco pretendería darle una hora por semana, sino que haría como un laboratorio. Hay cosas que no se pueden poner. Que la gente las podrá ver por otra vía. Pero la mayoría de las cosas, que tienen un gran impacto en el mundo de los grandes medios, nosotros las ponemos en el cine y en la televisión. Entonces con estos dos canales educativos cada vez van a ser mayores las opciones de un crecimiento de la calidad de vida a través de una cultura auténtica.
Entonces: ¿cómo combatir la frivolización «globalizada», la despolitización, la idiotización inducida y el aplastamiento cultural? Con más cultura y más educación.
Una cosa muy importante: en nuestros planes de masividad cultural, la calidad tiene un papel decisivo. ¿Quiénes son los profesores de un programa que se llama «Universidad para todos»? Un programa que ha dado por la televisión Historia y Apreciación del Ballet, Historia y Apreciación de la danza, Historia del Cine, Apreciación Cinematográfica. Son los mejores artistas. Alicia Alonso ha sido profesora del programa del Ballet. Ramiro Guerra, que es el fundador de la danza contemporánea en Cuba, es profesor de la serie de danza. Los mejores talentos han estado presentes en este esfuerzo de masividad. Porque nosotros no podemos hacer masividad en cultura, dando a la gente un subproducto, una basura degradada. No puede ser promoviendo una cultura mediocre. El viejo dilema entre masividad y calidad, nosotros lo tenemos que resolver. Tiene que haber masividad, pero tiene que ser con calidad y profundidad. Esos instructores, cuando vayan a las escuelas con los niños, en los repertorios que lleven como instructores de música, tiene que estar la música popular, pero de calidad. De todos los países.
A nosotros nos interesa mucho también, no crear un receptor chauvinista o localista de la cultura. Nosotros defendemos las tradiciones cubanas, defendemos el folklore cubano. El folklore está protegido, está investigado, está estudiado, está difundido. Nuestros artistas y creadores tienen prioridad en la promoción. Pero a nosotros nos interesa mucho que la gente conozca la literatura nicaragüense, que conozca a Ernesto Cardenal [1925-], que conozca a José Coronel Urtecho, que conozca a la poesía nicaragüense de Rubén Darío [1867-1916] para acá, que es de las más grandes de Hispanoamérica, que el pueblo cubano lea esa poesía, que le sea familiar. Pero que lea también a Walt Whitman [1819-1892], a los grandes poetas y escritores norteamericanos. En la última Feria del Libro salió una nueva novela de la gran escritora norteamericana Alice Walker [1944-]. A nosotros nos interesa que nuestro pueblo conozca a la gran cultura argentina. Es un país de una extraordinaria cultura también. El pueblo cubano tiene realmente un conocimiento impresionante del cine argentino. Pero queremos que conozca la plástica, la literatura. Se ha publicado mucha literatura argentina. A nosotros nos interesa enormemente que la referencia cultural del pueblo cubano, sea universal. Auténticamente universal.
Uno de los problemas que tiene la globalización, es que emp©]}õ-Õ?ÿ~~¸áí?Ú Í+NmKó¸§â? š®%ces lo más terrible es que consumimos caricaturas de nosotros mismos que nos vienen de Hollywood. De pronto los mexicanos tienen que acostumbrarse a pensar, que ellos son como los mexicanos que aparecen en las películas de Hollywood… ¡Es una cosa terrible!
Además, cuando Hollywood se mete con alguno de los grandes mitos… ¿ ustedes vieron la película sobre Federico García Lorca?. Fue el actor Andy García quien la protagonizó. Es una película insólita. Es increíble. Lorca termina siendo una especie de torero… Están todos los estereotipos, andalucismos, todo eso mezclado con una trama semi policíaca. Y de pronto, con una víctima del fascismo, y con un gran poeta como Lorca, terminan devolviéndote una historia increíble. ¿Ustedes saben que pasó el otro día? En uno de los libros más serios sobre Lorca, de un investigador irlandés muy erudito en Lorca, de pronto en la tapa de ese libro aparece un anuncio de la película. Para que se venda, le ponen en la tapa que el autor tuvo que ver…, que asesoró de alguna manera esa película horrenda, que traiciona toda la investigación que él realizó. La industria cultural funciona de tal modo que se termina legitimando el estereotipo, frente a lo verdadero, frente a lo auténtico.
Por eso pienso y vuelvo a repetir que cuanto más cultura y más educación, mejor. Y cuanto más temprano mejor todavía. Mientras más temprano lleguen al niño los libros y los productos culturales, mejor. Mientras más le permitamos al niño y al joven abrir el horizonte espiritual, mejor.
Nosotros tenemos una ventaja. Uno de los problemas que ha habido en los últimos años es la decadencia de la lectura. La gente cada día lee menos. El precio de los libros es insólito. El libro está a punto de convertirse en un artículo de lujo. Y el mundo digital, que nosotros estamos utilizando con propósitos educativos, tiende mucho a la síntesis. A tomar la mayor cantidad de conocimientos en el menor tiempo posible. Todo extractado. ¿De qué se trata el Quijote? Me imagino que un día te pondrán al Quijote cada vez más chiquito. Nos van a decir que «Era un loco que luchaba contra los molinos, con un gordito llamado Sancho Panza...». Tú ya aprendiste de este modo lo que tenías que saber de esa historia.
Es muy peligroso. Se pierde una dimensión muy profunda del patrimonio de esta humanidad. Algo demasiado excepcional es lo que estamos perdiendo: ¡un tesoro!. Hay gente que entonces nace y crece mutilada: Forrest Gump. Idiota e integrado.
Toda manipulación tiene un límite
A mí me impresionó mucho cuando Fidel fue a Bolivia. Me dijeron que en los textos escolares en Bolivia, la derrota de la guerrilla del Che se estudiaba como «el triunfo sobre la invasión extranjera«. De pronto se pretendía hablar allí de «la invasión castro-comunista-guevarista». Los niños bolivianos la estudiaban como una invasión extranjera que había sido derrotada por «el heroico ejército boliviano». Es tremendo cuando Fidel viaja allá, lo que el Che es hoy en Bolivia. Es una figura casi de veneración.
¿Qué pretendo decir con esto? Que a los pueblos se les puede manipular, pero no tanto. Pasan años y años, y se estudia esto de este modo, y que el pueblo boliviano haya mantenido una relación profundamente solidaria con el pueblo de Cuba, y con una figura como la del Che, significa que sin dudas la manipulación es poderosa, pero no es todopoderosa. Existe una intuición en la gente. Fijémonos en los resultados de algunas de las votaciones de nuestras elecciones.
Una de las preguntas que me hacen siempre, y a mí me asombra, es ¿cuándo van a hacer elecciones ustedes, los cubanos? Nosotros hacemos elecciones cada dos años y medio para delegados a las asambleas municipales, y cada cinco años, para diputados a la asamblea nacional. Cada vez que hay elección, nuestros enemigos lanzan por la radio -nosotros tenemos 24 horas de radio contrarrevolucionaria, tenemos una TV contrarrevolucionaria, que la interceptamos, pero la radio no se intercepta, entra- se lanza desde el enemigo, la idea que la gente se abstenga, o vote en blanco, o anule la boleta. Ésas son las propuestas. Así que nuestras modestas elecciones para delegado municipal, se convierten en un referéndum. En un sí o un no a la revolución. Por la coyuntura particular que vivimos nosotros. Y yo les digo a ustedes: tenemos muchos municipios donde hay más del 90% de votos a favor de la Revolución. De los delegados propuestos en las mismas calles, en las mismas cuadras. Porque nuestro partido no es electoral. Nuestro partido no se mete en funciones electorales. Es la gente elegida en la propia cuadra. En muchos municipios tienen más del 90% del voto a favor. Y hay más del 90% de asistencia. Y donde peor está la cosa, está por encima del 80%… En municipios donde hay gente que puede tener otras ideas, gente que puede estar confundida.
Las formas de representación política en Cuba y el desafío de Venezuela
¿Qué capacidad de expresión tienen en Cuba aquellos sectores de la juventud que hoy no se sienten totalmente representados por la revolución? Teóricamente, esos sectores podrían tener diputados en la Asamblea Nacional. ¿Por qué? Porque si surgen candidatos en las cuadras, que ganan la elección para integrar la asamblea municipal, podría haber un municipio del país que tuviera en su composición una mayoría de gente opuesta a la revolución. Y es esa asamblea municipal la que aprueba a los candidatos a diputados. Podría haber municipios copados por la contrarrevolución. Es perfectamente posible según nuestra Constitución. La gente se expresa en las asambleas. Un joven contrarrevolucionario puede decir cual es su programa para Cuba. Por ejemplo, decir: «Yo pienso que tenemos que privatizar la escuela o el hospital, o hacer tal otra cosa».
Pongo otro ejemplo para explicar el tipo de democracia que nosotros tenemos. Yo, como ministro, estoy sometido permanentemente a un proceso de discusión de mi gestión, no sólo con los artistas y escritores, con la UNEAC [Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba], con el sindicato de trabajadores de la cultura. Cada vez que hay un congreso de pioneros, cada vez que hay un congreso de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media, o de la FEU [Federación de Estudiantes Universitarios], todos los ministros son sometidos a discusión por los delegados a esos congresos. Las políticas están sometidas a debate. Ésas son formas peculiares de la democracia que nosotros tenemos. Son diferentes.
Atendamos, por ejemplo, a la idea de la revocación de los mandatos. Nosotros tenemos establecido la revocación de los diputados, de los delegados. Y eso es una práctica. Y tenemos la línea de rendir cuentas a tus electores. Porque en algunos de estos esquemas «democráticos» de los países capitalistas, tú votas por alguien, y después ya no sabes cómo pedirle cuentas a esas personas… Ya ese tipo hace y deshace, tiene una especie de cheque en blanco por el tiempo que dure su período. ¡ No!. En Cuba está establecido con gran rigor, la rendición de cuentas a los electores. En ese sentido pienso que hoy hay mucho espacio para que un joven con ideas políticas diferentes al socialismo, se exprese. En la federación estudiantil, en estas asambleas, por ejemplo.
Pienso que cada pueblo de América Latina va a encontrar su camino. Una de las cosas que en Cuba estamos convencidos, que lo que se nombre como «la sociedad futura», llámese «socialismo» o de otro modo como se prefiera -nosotros le llamamos socialismo, directamente- la gente va a llegar por muy distintos caminos. No va a haber un solo modelo para eso, ni un solo camino para lograr esos objetivos.
Nosotros tenemos la suerte de haber hecho una revolución muy radical. Por ejemplo, lo que está haciendo Chávez, en Venezuela, es otra cosa. Lo acusan de «estar construyendo otra Cuba». Pero es otra cosa lo que Chávez está haciendo. Chávez tiene a Miami metido ahí adentro, en su propio país…
A mí, Armando Hart me decía, para ilustrarme los problemas del proceso bolivariano: «es como si nosotros, los cubanos, tuviéramos a Miami, con todo su poder, metido en Quinta Avenida, en medio de La Habana. Miami, con sus grandes cadenas de televisión, con su enorme poder económico, con su poder mediático…». Uno se pone a pensar sobre esa metáfora, y te estremeces. Ahora bien, yo pienso que la Venezuela bolivariana -estamos seguros de que va a triunfar- no va a tener el mismo esquema de funcionamiento, el mismo esquema institucional que el cubano. Pero va sin duda a ser una Venezuela mucho más justa. Ya lo está siendo. Ya está siendo mucho más justa, a pesar de que han tratado de desgastar el proceso, intentando que no avance en su programa de transformación. Creo que cada pueblo latinoamericano va a encontrar su alternativa, su camino. Y ojalá algún día esos múltiples caminos confluyan en ese gran sueño de Bolívar, de Martí, del Che Guevara.
El cine de hoy y el proyecto latinoamericanista
Acabo de ver una película que dirigió Walter Sales, el cineasta brasileño, producida por Robert Redford. Se llama El diario en motocicleta. Es el recorrido del Che y su amigo de juventud, Alberto Granados, por América Latina. Es el Che pre- político, que va ganando una conciencia latinoamericanista. Es una bellísima película, un extraordinario film. Robert Redford la llevó a La Habana. La pusimos ahí. La discutimos con él. La vieron Aleida, su viuda, y también los hijos del Che. La vimos juntos. Creo que va a tener un impacto aquí en Argentina extraordinario. Y fundamentalmente va a tener un impacto en la gente joven. Porque es una película que retrata la aventura de dos muchachos. Está llena de travesuras, de alegría, de risas, de juventud. Y a medida que va integrándose el recorrido en la trama de América Latina, de nuestra América, la película va adquiriendo una densidad… Es una hermosísima película. Es un ejemplo de gran cine político, sin ningún tipo de retórica. Creo que está hecha desde un punto de vista muy latinoamericanista. La hizo un norteamericano honesto.
¿Qué sucede entonces con el cine actual? ¿Y las coproducciones entre cubanos y otros países? Lo que tenemos es la crisis. El cine cubano es la rama de la cultura más golpeada por la crisis. Es una industria costosísima. Ese cine ha encontrado cierta fórmula de continuidad en coproducciones, sobre todo con españoles. De ahí han salido algunas buenas películas, y también algunas películas peores, cultivando algunos estereotipos, que quizás puedan gustar al público europeo.
Nosotros tenemos grandes limitaciones para llevar adelante la producción de cine. Sin embargo acabamos de hacer un festival de cine pobre, de bajísimo costo, con cámaras digitales, con muy poco equipamiento. Creo que en el tema de las coproducciones, lo que jamás debemos hacer es concesiones de principios. No podemos permitirnos hacer un subproducto, una basura. Pero esto lleva una negociación. Es el guionista, el director cubano, el que lleva la voz cantante en ese tema.
En cuanto al cartel de cine, que fue una de las grandes muestras de la gráfica cubana, hoy yo diría, lamentablemente, que no está en un buen momento. El cartel cubano no está en buen momento. Nosotros tuvimos una gráfica en los 60 de primerísima calidad. Algo pasó… Los procesos culturales son complejos. Hay zigzagueos, hay retrocesos. Algunas manifestaciones de pronto adquieren una fuerza tremenda. Hay que ver hasta que punto hay errores institucionales de política.
Estados Unidos y la emigración cubana
Un tema que siempre aparece en las conversaciones y los debates con los amigos de otros países es el tema de las visas para la emigración de Cuba. ¿Es cierto que nadie se puede ir de Cuba? En primer lugar, hay que recordar que nosotros firmamos un acuerdo migratorio con Estados Unidos. Sí, nosotros lo firmamos. Toda nuestra batalla con los Estados Unidos fue para buscar que la emigración fuera segura para la gente. La cifra de no menos de 20.000 visas al año, la exigió Cuba, no Estados Unidos. Nosotros la exigimos. Y durante el período en que se creó la provocación, ellos, los norteamericanos, han retenido las visas. Además, el «sorteo» que hacen con las visas es un falso sorteo. Ningún marginal gana jamás el sorteo. Hay gente de los que se va en balsa, arriesgándose, que lleva 20 años ahí esperando una visa para emigrar en forma segura y legal…, porque nunca les toca el sorteo… ¡Es un extraordinario sentido del azar!. [Risas]. Siempre le toca a médicos, profesionales.
Cuando ocurrieron los secuestros del avión y de la lancha, en seis meses la Oficina de Intereses de Estados Unidos había dado 700 visas, y tenía que haber dado no menos de 10.000. Son formas indirectas pero muy concretas de promover la migración ilegal, de crear una situación muy compleja. El enemigo no tiene el menor escrúpulo. Es un enemigo de un enorme poder, sin ninguna moral.
¿Qué es ser revolucionario hoy?
¿Qué es ser revolucionario hoy? Hace poco me preguntaron ¿qué es ser de izquierda?. Se parece. No es exactamente lo mismo, pero podríamos conjugar las dos cuestiones ensayando una respuesta parecida. A mi modo de entender, ser revolucionario hoy es oponerse, por todas las vías que cada uno tenga a su alcance, a este orden de cosas. Un revolucionario, una persona de izquierda, no puede convivir con este orden de cosas, sin luchar por todos los métodos a su alcance, contra ese orden de cosas. Y no estoy hablando de lucha armada. Estoy hablando de mover opinión, estoy hablando de sembrar ideas, lo que Fidel tantas veces ha repetido. ¡Sembrar ideas, sembrar conciencias!. ¡Sembrar cultura!. Creo que lo que ustedes hacen aquí, cotidianamente, en esta Cátedra Che Guevara, es una forma de lucha revolucionaria ejemplar.
Ser revolucionario hoy en día implica estar contra la manipulación de la verdad, contra toda esa enorme maquinaria de manipulación. No puedo creer que haya alguien de izquierda, alguien con sentido de transformación de las cosas, que conviva con esa burda, grosera, manipulación de la verdad. Yo creo que no es posible aceptar la democracia formal. Creo que hay que aprender qué cosa es exactamente la democracia. Un revolucionario tiene que abogar por formas de democracia en las que la participación del ciudadano vaya más allá de la boleta en el agujero de la urna, una vez cada tantos años… Eso no es democracia.
Creo también que no es posible aceptar el genocidio en Palestina ni otros genocidios del mundo de hoy. Están ocurriendo demasiadas cosas. Hay que sentir en el propio rostro la bofetada injusta dada sobre otra gente, sobre la gente humilde, sobre los pobres de la tierra. A mí me parece que esa idea que dijo el Che, que cuando uno la recuerda se estremece, que «el revolucionario debe estar guiado por sentimientos de amor muy profundos», es algo tremendo. Creo que el amor, en un mundo donde hay tanta crueldad, donde la vida humana no vale nada, en este mundo terrible, amar a los pobres, amar al prójimo, no en un sentido teórico, sino con solidaridad profunda, activa, sistemática, sería una característica de ser revolucionario.
Al mismo tiempo, pienso y creo que el revolucionario no puede ser dogmático, no puede ser fundamentalista. Tiene que escuchar. No podemos esquematizarnos, acostumbrarnos a actuar bajos slogans o lemas. Los slogans o lemas pueden servir para movilizar coyunturalmente, pero el revolucionario tiene que estar siempre argumentando. Por ejemplo, a un joven que hoy no se siente completamente representado por la Revolución Cubana, jamás puedo ni debo llegar a tratar de aplastarlo, de imponerle una ideología, un criterio. Hay que razonar. Hay que darle argumentos. Creo que hay que creer en el ser humano. Tener fe que en el ser humano hay reservas morales y reservas espirituales que valen la pena. Aquella idea de Martí: «tengo fe en el mejoramiento humano». Tenemos que pensar eso, a pesar de que el ser humano, verdaderamente, está dando muestra día a día de cosas monstruosas, como todos estos genocidios que se cometen en nombre de «la libertad». A pesar de eso, hay que tener fe en el ser humano.
Un abrazo, y gracias por estar hoy acá.