Recomiendo:
0

El cimarronismo político

Fuentes: Rebelión

Nuestra presencia en los partidos y movimientos políticos, cumplidores cuidadosos de la tradición americana de ser organizaciones de la sociedad blanca, es ilegítima porque no hay ninguna valoración multiétnica, al menos en los hechos. Comenzó al otro día de iniciada las repúblicas y el desespero por las representaciones estatales de los herederos directos de la […]


Nuestra presencia en los partidos y movimientos políticos, cumplidores cuidadosos de la tradición americana de ser organizaciones de la sociedad blanca, es ilegítima porque no hay ninguna valoración multiétnica, al menos en los hechos. Comenzó al otro día de iniciada las repúblicas y el desespero por las representaciones estatales de los herederos directos de la colonia. Las comunidades negras de las Américas se la buscan, por el lado del pragmatismo constitucional, porque las oportunidades están repartidas hace mucho tiempo, lo que se discute es el tamaño del privilegio por ley o por complicidad de clase. Y racial.

En la Constitución de la República del Ecuador son las acciones afirmativas o la Ley de Cuotas en Brasil. Hay subordinación de los intereses colectivos del Pueblo Negro al innegociable pragmatismo electoral partidario, aunque para bajar la discusión, si es que la hubo, se otorguen cargos administrativos o de elección, también así es una odiosa repetición histórica. Aun así, tales cargos son como bloques colgando de un hilo, al primer rumor o quisquilla partidaria se despide al hermano o a la hermana; el color y el barrio pesan o están ahí denunciando al intruso en los salones políticos de aceptada exclusividad. Se repite en los partidos de casi todos los países americanos, sin importar la tendencia de izquierda o derecha. En homenaje a la calidad del servicio público, no me refiero a las destituciones justificadas por mal desempeño.

Vocación mayor de partidos y movimientos políticos es la lucha por ejercer el poder, para modificar una sociedad de acuerdo al paquete de ideas practicadas en términos de justicia social, bastante mezquina contradictoria con la denominación (sin intención). El voto es el arma de quienes se sienten oprimidos o el medio de delegación del poder. Una deficiente educación política u olvido de las vidas transitadas cambia el poder de las comunidades negras en víctimas de su derecho a darse un propio, confiable y eficiente liderazgo a cargo de algún nivel de Gobierno territorial. Los partidos cumplen la misión de crear y renovar el poder ajeno (y lejano) con los votos del electorado negro; encaramados allá arriba, a veces sí y muchas veces no, modifican el discurso de ‘equidad social’, por el de ‘masa electoral’ y es cuando descubren que somos «minoría» y eso es una sentencia desfavorable para el alcance de la inversión pública.

El cimarronismo político debe originarse en el corazón (y en una colectividad de mentes) de las comunidades que procesan fluidamente la diversidad étnico-cultural, con un liderazgo que haga de la política expresión de la cultura, para observarlo en el mapa de Los condenados de la Tierra, que la acción política tenga como escenario la realidad sin cegarse a la historia. Un ‘ser social’ con sus cosmovisiones para crear conciencia del Buen Vivir o del Ubuntu («yo soy porque nosotros somos»). La imagen que se desea del liderazgo es aquella que deberá ser percibida y admitida en sus aprecios por las comunidades. ¿Nueva política? No, la misma, pero con fuerte operatividad moral, aunque chirree como contrasentido admitido y consentido.

Los ideólogos de estos movimientos políticos deberían ser mujeres y hombres negros que nos heredaron sus saberes, sus ejemplos de combatividad contra la opresión colonialista y racista; también aquellas teorías de interpretación y análisis de las sociedades. Imitar esa versatilidad de nuestros próceres para establecer alianzas culturales de resistencia y liberación. Para estas líneas la sabiduría del Abuelo Zenón: «El ayer es el tiempo cuando todo los que éramos y eran las comunidades nacía de la voluntad de ser nosotros mismos».

 

Nuestro sistema operativo filosófico

No sé si la mayoría, pero gran parte del liderazgo afroecuatoriano proviene de círculos de estudio marxistas, luego se tropezó con toda la literatura de la lucha por los derechos civiles y humanos en los Estados Unidos de América y aun las luchas anticolonialistas en África. Desde mediados de los años ’80, el Maestro Juan García Salazar, comienza sus cátedras sobre el territorio de las Comunidades Negras del Ecuador, a todo ese trabajo político se le denominó ‘Proceso’. Aquello que siempre se supo fue una realidad de consolidación de acciones comunes, las africanidades ecuatorianas y colombianas, tenían más de parientes de Casa colectiva que de amistad de camino, ni la raya (línea de frontera) remarca separación. Allá tienen problemas del territorio que incluye la minería destructiva, la migración forzada, la pobreza por necesidades básicas insatisfechas con un adicional terrible: la violencia.

El Proceso fue una respuesta política al descalabro social en el territorio del norte provincial de Esmeraldas, se incluía la elocuencia (o narrativa) cultural, filosófica y social desde los inicios de la llegada de los Ancestros hasta este miércoles de diciembre. El Proceso obligó a desaprender para aprender que el territorio es algo físico, pero asimismo una construcción cultural. Malcolm X había señalado que todas las revoluciones se hacen por el territorio (él dijo por la ‘tierra’, pero es sinónimo), o al menos la mayoría, la mexicana, la rusa, la china, la cubana, por ejemplo. «Sin territorio no hay cultura», se decía en eso que ahora se llama ‘empalencamiento’ o reuniones de debate comunitario.

El territorio, sin importar su cantidad y calidad física, es el productor de filosofía. Ahí tienen valor y precio el tiempo, las cosas de lo humano y lo divino (el conjunto de la espiritualidad). Es el continuo retorno a las preguntas: «¿quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy?» El Maestro García Salazar, sin hacer un dogma, se apoya en aquello que ha logrado apuntar del Abuelo Zenón, que habiendo sido una individualidad parecería ser una voz colectiva de la Comunidad Negra del Ecuador (y de América), y eso es lo esencial, no se trata de recrearse o enamorarse del personaje, sino aprender (o desaprender lo mal aprendido), practicar y aplicar su sabiduría. O volver al lugar común: «sin teoría revolucionaria no hay revolución». Sin pensamiento político no hay práctica política, ni se comprendería qué es el territorio ni las eternas preguntas de la filosofía.

Para el Abuelo Zenón es, «La esencia misma de este territorio región del Pacífico somos nosotros los pueblos ancestrales de origen africano y los pueblos indios». Esas la parte antropológica o la física de cultura y sentimiento. La temporal, «El ayer era el tiempo cuando se construía el futuro en base a lo que necesitábamos ser como Pueblo (Afroecuatoriano, JM). El ayer, visto desde el ahora, es lo que dejamos de ser». Este es nuestro propio Ubuntu.

 

Madiba

Ocurrió en el 2008, por estos días hace 10 años. El extraño regalo que le hizo el Congreso de Estados Unidos de América al Madiba fue borrarlo de su lista de terroristas. Era su nonagésimo onomástico y más que de cualquier otro fue de Muhammad Alí que aprendió a entender el factor de la autoestima del adversario, no es ideología o estrategia política, es Ubuntu. Esta palabra del idioma xhosa (de una de las naciones de Sudáfrica) resume el concepto: «El contacto con otra persona, de manera auténtica, libera la más potente energía en el planeta». Demolición implacable de la desconfianza y sobre esas ruinas se construye el valor reflexivo de las personas.

Ganador del Premio Nobel de la Paz, Nelson Rolihlahla Mandela fue el raro terrorista que no lanzó una sola piedra contra algún consulado gringo. Calle 13 lo predicó claramente: «el héroe de tu oponente es el terrorista del presidente». Ya con 90 años, suele celebrarlos cada 18 de Julio, desaparecida la Umkhonto we Sizwe (la lanza de la nación) brazo armado del Congreso Nacional Africano, amigo agradecido de Fidel Castro y reconociendo que sin su contribución para la derrota del ejército sudafricano en Angola, en la batalla de Cuito Cuanavale, la lucha contra el apartheid no se hubiera acelerado hasta romper el apoyo encubierto de las potencias occidentales al Gobierno racista.

El ex presidiario de la isla Robben, sustituido su nombre por la cifra 466/64, gran parte de los 27 años como preso político partiendo piedras y sin haber suspendido la obligatoria y necesaria conspiración contra sus opresores. Nunca se canceló la resistencia por todos los medios. En esas terminó por conocerles el alma a los perversos ejecutores del racismo de Estado, proclamado en 1 948; sus miedos brechtianos («asesinan por no soportar los enigmas de sus temores»), las razones de sus hirvientes pasiones públicas, la base económica del régimen racista, sus aliados que lo sostenían sin despreciar métodos contra los antiracistas (eran espiados por los servicios de espionajes europeos y estadonunidenses, mientras los diplomáticos sudafricanos eran muy bien aceptados) y las inmensas movilizaciones por su liberación.

Se agenció alguna manera para no aislarse del mundo, para conocer sus noblezas y bajezas. Supo de aquella personalidad inaprensible, que nació como Cassius Clay y terminó boxeando triunfalmente como Muhammad Alí. Admiró el cruce inverso de mar del contingente militar cubano para defender la independencia de Angola, lo extraordinario de la epopeya, 500 años después del inicio del tráfico de personas hacia la esclavización. Esos hombres y mujeres provenían de una isla azotada por ciclones bíblicos y viajaban como soldados de otra estirpe a pelear contra nuevos esclavistas con viejos resabios colonialistas.

Este jazzman y millones como él observamos la absurda santificación de un abuelo perpetuo sin tiempo y sin geografía definida; buenazo hasta la inutilidad. Y más bien, Mandela es el símbolo de la inteligencia política combativa de los oprimidos. Un ejemplo de político de cualquier geografía, aunque sin escamotear cada circunstancia particular.

 

 

Ubuntu

A este jazzman la palabra le llegó de golpe. Ubuntu, esa viejísima filosofía es palabra nueva en nuestra afrocotidianidad. Yo no sabía de su existencia hasta que algunos hermanos y hermanas empezaron a decirla. Y debe ser el significado verdadero de El factor humano, aunque no aparece en el libro de John Carlin, autor del libro con igual título. Fue la esencia filosófica del liderazgo mayor del Consejo Nacional Africano (CNA), que la utilizó con habilidades de política mundana para librar a Sudáfrica de una guerra civil. Ubuntu es también un sistema operativo de uso y aplicación gratuito (software libre) y se aproxima al ideal contenido en esa palabra.

El investigador nigeriano-estadounidense, Michael Onyebuchi Eze, doctor en historia intelectual por la Universidad Witten-Herdecke, Alemania, en un artículo publicado en El Correo de la UNESCO, de octubre-diciembre de 2011, en apretada síntesis ilustra sobre la trascendencia de Ubuntu. «De hecho, la noción de ubuntu/botho (o sus equivalentes en los grupos lingüísticos bantús) se percibe como la definición misma de «persona» o «identidad personal», indica el doctor Onyebuchi Eze. Los escritores Stephen Lundin y Bob Nelson, en el libro titulado Ubuntu, editorial Norma, 2010, resaltan que «Ubuntu empieza por reconocer y aceptar la humanidad, la igualdad y el valor de cada persona». O sea nadie queda por fuera de nuestras apreciaciones.

Esta manera de vivir (o del Estar-bien-colectivo) es tan antigua como la humanidad, sufre crisis, se sospecha su desaparecimiento y regresa a las comunidades africanas como cualquier amanecer. Vuelve al habla popular, sostiene los procesos de resistencia anticolonialistas, ayuda en las penurias que parecen no tener fin y hasta renace en las grandes tragedias. M. Onyebuchi Eze explica la resistencia intelectual: «En el discurso africanista contemporáneo, sin embargo, se ve en ubuntu/botho ante todo una crítica a la lógica colonial, al proceso de «humanizar» o «civilizar» a las culturas no occidentales a través de la colonización». Muy válido de ese y de este lado del océano, en las comunidades afroamericanas y para aquellas que sienten las malas consecuencias de la opresión social y política. Y en lo personal para algunos que estamos hartos de esos paradigmas de neocolonización llamados «cunas de la civilización».

En el documento publicado por la UNESCO se explica etimología y semántica de la palabra Ubuntu. Desde siempre hizo referencia a la ‘persona’ en función y relación con las otras ‘personas’. O sea la materia prima ética de la comunidad. «Yo soy porque nosotros somos», esta frase resumiría toda la narrativa. El término se repite en diferentes lenguas del África meridional, oriental y central, aunque menos notorio en la parte occidental. Por ejemplo, «el pueblo shona llama a la persona munhu en singular y vanhu en plural. En zulú, xhosa y ndebele, la forma singular es umuntu y el plural abantu, mientras que los sotho y los tswanas emplean muthu y bathua, respectivamente».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.