Recomiendo:
0

Souleymane Cissé

El cine como sentido de la independencia

Fuentes: La jiribilla

1975 , Den Muso (La muchacha). Una joven muda, violada por un obrero cesante, es rechazada por su familia cuando queda embarazada.   1978 , Baara (El trabajo). Un ingeniero se propone detener la explotación de los obreros en la fábrica donde trabaja, pero es mandado a asesinar cuando el patrón descubre sus intenciones.   […]

1975 , Den Muso (La muchacha). Una joven muda, violada por un obrero cesante, es rechazada por su familia cuando queda embarazada.  

1978 , Baara (El trabajo). Un ingeniero se propone detener la explotación de los obreros en la fábrica donde trabaja, pero es mandado a asesinar cuando el patrón descubre sus intenciones.  

1982 , Finyè (El viento). Dos adolescentes intentan establecer una relación pese a las filiaciones políticas de sus padres en el complejo entorno de una ciudad africana contemporánea.

1987 , Yeelen (La luz). Según la tradición de los bambaras, un joven debe recibir la sabiduría de sus ancestros, pero este se niega porque eligió otro camino religioso, provocando el descontento de su padre.

1995 , Waati (El tiempo). Una sudafricana que huyó siendo niña del apartheid regresa luego de la caída del régimen a su país, donde vuelve a enfrentar el racismo.  

2009 , Min Yé (Dime quién eres). Una familia burguesa en Bamako que practica la poligamia se cuestiona su rutina matrimonial.

Estos son los largometrajes de ficción de Souleymane Cissé (Mali, 1940), uno de los jerarcas del cine africano, el más reconocido entre los cineastas malienses. Para el realizador, la muchacha muda que escogió como rol protagónico de su ópera prima, representaba la nulidad de la voz femenina en su país1. «Los problemas de una clase en formación», «la posibilidad de futuro dentro de un régimen lleno de tensiones políticas y militares», «los rincones más oscuros del ser humano», «las tensiones étnicas dentro y fuera de las fronteras de Mali», fueron algunas de las cuestiones que motivaron los filmes siguientes del director.

A interpretar y representar críticamente los dilemas del pueblo africano se ha dedicado Cissé desde que comenzó muy joven a promover debates sobre cine en la Casa de los Jóvenes de Bamako, su ciudad natal. «La misión de los realizadores es mostrar a los seres humanos», ha dicho el maliense, quien visitó por primera vez La Habana durante el I Encuentro de cineastas de África, el Caribe y sus diásporas.

«Cada una de mis películas – afirma Cissé – presenta a alguien que tiene el deseo de vivir hasta el final. En mi filme Waati sobre el apartheid en Sudáfrica, la heroína es una africana de 16 años que se bate por sobrevivir. Para mí, ella roza el heroísmo porque comprende que es necesario expresarse por la libertad de su país cara a cara con la discriminación racial. Al tratar el tema de esta manera, los realizadores de cine mostramos quiénes son nuestros verdaderos héroes».

El cineasta, formado en Moscú y entrenado en la filmación de cortos y documentales por todo Mali de manera ininterrumpida hasta 1975, optó por retratar la vida cotidiana del pueblo africano en cada filme: «Porque hay demasiada injusticia rodeando el mundo diario de la gente y yo estoy naturalmente contra la injusticia», afirma. Sus historias locales con sentido universal han sido aplaudidas en importantes certámenes cinematográficos: el cortometraje Cinq jours d’une vie obtuvo un premio en el Festival de Cine de Cartago, lo mismo que Baara, filme ganador del Etalon de Yennenga en FESPACO, 1979. Finyé ganó también en Cartago, 1982, y se alzó con el gran galardón del FESPACO al año siguiente. Yeelen, considerada la cinta cumbre de Cissé, obtuvo el Premio del Jurado en Cannes, 1987. Por Waati, el director maliense estuvo nominado a la Palma de Oro francesa en 1995, mientras que Min Yé se incluyó en la muestra oficial del mismo concurso en el año 2009.

A pesar del aval de los premios, Cissé sabe que su condición de africano ha limitado su posibilidad de filmar más. En casi 40 años de carrera seis títulos de ficción no contentan al director, quien entiende el cine como elemento fundamental de la cultura y a esta última como principal impulsora del cambio y el desarrollo social:

«El cine se ha devenido una excepción, al punto de que los propios profesionales evitamos inculcar a nuestros hijos el deseo de convertirse en cineastas. Nuestras vivencias son realmente duras, porque los políticos africanos no han sabido comprender la importancia del cine. Aquí mismo en Cuba, si el estado no apoyara las acciones posteriores a este encuentro de cineastas, la semana de cine africano y caribeño pasaría sin dejar ninguna huella. Pero si el cine consigue aparecer al menos en un uno por ciento en la pantalla grande y la televisión, el panorama cambiará con respecto al reconocimiento del legado africano como parte de la cultura. Tomo como ejemplo el caso de los EE.UU.: para asegurar que los negros aparezcan en el cine de ese país fue necesario que el gobierno y la constitución determinaran que en todos los filmes debía estar reflejada la diversidad de razas.»

«Hace 40 años que intentamos reflejar las preocupaciones de nuestros pueblos, hace 40 años intentamos que el pueblo vea los filmes que hacemos en el continente – añade Cissé – . Este es el momento de que los cineastas sepan que la forma de lograr estas aspiraciones es exigiendo a los gobiernos su responsabilidad con el cine, porque, contrario a lo que muchos piensan, en África hay un cine activo.»

El realizador, quien fue presidente de la Unión de Creadores y Empresarios del Cine y el Audiovisual en África Occidental (UCECAO), ha trabajado porque sea posible el acercamiento de los políticos al cine, un empeño que, a su juicio, necesita también de manos jóvenes que elijan, como él lo hizo, continuar edificando la cinematografía de su país.

«El cine en Mali nació con la conmoción de la independencia. Pero este tipo de creación no siguió dándose porque se carecía de una visión política que acompañara al cine. En la actualidad, tenemos el problema de la distribución entre muchos otros, pues no existe una mirada política a largo plazo. Quiere decir que vamos en retroceso, e incluso, que nuestra independencia está en duda. El cine parte de la independencia, de la posibilidad de que los africanos produzcan, realicen y sean independientes en sus países. Si un país es dependiente culturalmente, resulta casi imposible que pueda descubrirse un cine propio. Todo país independiente debe defender su cine; los países que no lo son, no podrán hacerlo, porque no tendrán independencia para crear.»

Nota:

1- Como para justificar la veracidad del filme, la cinta fue retenida por la censura y su director apresado.

Fuente: http://www.lajiribilla.cu/2011/n541_09/541_19.html