Una ola de compromiso político, critica social y radicalismo llena los teatros de Londres. En un fenómeno que ha sido comparado con el del Berlín de los años 30, obras sobre la guerra de Irak, la base militar de Guantánamo, o las mentiras de la diplomacia internacional inundan los escenarios de una de las capitales […]
Una ola de compromiso político, critica social y radicalismo llena los teatros de Londres. En un fenómeno que ha sido comparado con el del Berlín de los años 30, obras sobre la guerra de Irak, la base militar de Guantánamo, o las mentiras de la diplomacia internacional inundan los escenarios de una de las capitales mundiales del teatro.
El sector teatral ha perdido, durante el último año, 100.000 espectadores, y seis obras de temática convencional han tenido que finalizar prematuramente sus representaciones por falta de publico este verano. Por ello, algunos productores hablan de crisis. Sin embargo, la obra de denuncia Guantánamo, en el que se recogen testimonios de presos de la base, es la gran sorpresa estival.
El buen momento del teatro político se evidencia además con dos estrenos que inauguran la nueva temporada. Después de su paso por Nueva York y Los Ángeles, la obra Embedded (Empotrados), escrita y dirigida por el actor de Holywood Tim Robbins, subió el telón la semana pasada en Londres.
El título hace referencia al nombre que se les dio a los periodistas que cubrieron la guerra de Irak junto a las tropas de ocupación. En la obra, el izquierdista Robbins trata a modo de comedia negra las andanzas de unos soldados y periodistas que se embarcan juntos en la gran historia de sus vidas: las 24 horas de invasión de una ficticia dictadura de Oriente Medio llamada Gomorrah.
El conflicto de Irak será abordado también por otro de los platos fuertes de la temporada londinense. El Teatro Nacional estrenará el miércoles la última obra del autor británico David Hare, Stuff happens (Estas cosas pasan), en la que se relatan una serie de encuentros diplomáticos previos a la guerra de Irak. El corrosivo Hare hace subir al escenario a personajes como Tony Blair, George Bush, Colin Powell y Kofi Annan para lanzar una crítica a los dirigentes de las potencias internacionales.
Esta tendencia de teatro comprometido empezó a surgir de manera discreta en los circuitos más alternativos, pero ahora ya ha desembarcado en los principales teatros del West End. Haciéndose eco de este fenómeno, el periódico The Guardian titulaba: «¿Quién necesita farsa?, tenemos a los políticos», y el Financial Times anunciaba que «el teatro político levanta la voz».
Algunos expertos han señalado que la razón de este resurgir de un teatro que desde hace años había aparecido en los escenarios sólo de manera marginal es que se vive un momento de «desencanto político».
El director teatral Mark Espiner apunta que en estos momentos «la gente no cree en los políticos y acude a los teatros para que le diga lo que quiere escuchar».
GUIONES APASIONADOS
El crítico teatral del Financial Times, Alastair Macaulay, afirmaba que, «al igual que ocurre con el periodismo, ahora en Londres existe una demanda cada vez mayor de teatro apasionado e inteligente».
Guantánamo, todo un fenómeno social, es una dura y crítica obra documental que recoge los testimonios de algunos detenidos en la base militar estadounidense y de sus familiares. Se estrenó discretamente en la periferia de Londres, pero ahora se representa en el New Ambassador, uno de los principales teatros del West End.
Debido a su éxito de crítica y público en Londres, Guantánamo se estrenó la semana pasada en Nueva York. Durante la representación, basada en una recopilación de testimonios, el publico toma nota de las torturas, de la manipulación política del lenguaje y de la ilegalidad de la detención sin cargos y sin juicio de presos durante años. La crítica la ha calificado como «una de las obras documentales más sorprendentes jamás representada».