«Todos somos gente común, gente de a pie, gente del día a día que hemos dicho ¡basta! a los malos gobiernos, a tanta destrucción y corrupción» -Plan de Gobierno de Alianza País (2006) «Las personas que viven en corrupción son ocurrentes y calumniadoras; saben que hay otras modalidades del asesinato aparte de la daga […]
«Las personas que viven en corrupción son ocurrentes y calumniadoras; saben que hay otras modalidades del asesinato aparte de la daga y del asalto, y saben también que todo lo que se diga con elegancia será creído» -Friedrich Nietzsche, La gaya ciencia (traducción propia)
El correísmo, entendido como una forma de poder y dominación burguesa y tecno-burocrática, modernizadora del capitalismo y basada en la figura del (ex)presidente Correa , parecería llegar a su fin. Ojo, parecería…
Con el PhD Correa autoexiliado en Bélgica y enloqueciendo en redes sociales (armando hasta «sabatinas» de bajo presupuesto ); con el presidente-licenciado Moreno acusando a Correa de que su gobierno gastó en «demasía» y «endeudó» al país ; con un (¿ex?)vicepresidente Glas enlodado en graves casos de corrupción , quien al verse acorralado acusó abiertamente a Moreno de » volver al viejo país «; y con un presidente que respondió a Glas quitándole sus funciones e indirectamente acusando a la lealtad en Alianza País de mafiosa ; con todo ese cambalache en medio, cabe preguntar: ¿inició el fin del correísmo?
A pesar de todas las confrontaciones en las más altas esferas correístas, aderezadas con una corrupción al puro estilo de la Cosa Nostra , la respuesta es no, el correísmo no va a morir. Va a mutar… Ya no usará completamente al Estado como instrumento de dominación, sino que usará otros instrumentos igualmente basados en la figura de Correa. Para muestra basta ver al propio Correa y a su séquito -incluyendo Glas- presentándose como opositores al «paquetazo» que, según ellos, planificaría el gobierno de Moreno ; claro que semejante postura es cínica pues el mal manejo económico del propio Correa ha sido el justificativo perfecto para que los neoliberales vuelvan a la palestra pública (recordando, además, que Correa dejó trazado el retorno al neoliberalismo ).
Por cierto, debe quedar claro que sí hay alternativas de política económica que afronten la crisis y que no vayan por las tradicionales sendas del ajuste neoliberal . El caso es que el correísmo incurrió en niveles de corrupción increíbles que dan hasta para construir un museo … Para colmo, el correísmo nunca dudó en usar su enorme poder para amedrentar a quienes se han atrevido a acusar dicha corrupción. Un caso notable es el de la Comisión Nacional Anticorrupción, conformada por iniciativa de los movimientos sociales, y que varias veces fue enjuiciada incluso por funcionarios correístas hoy prófugos como el excontralor Carlos Pólit (quien, por cierto, habría influido directamente sobre los órganos de justicia en dicho caso ). Si bien tal comisión es una iniciativa importante, no es suficiente para romper la lógica mafiosa que existiría al interior del correísmo y que permea hasta a la justicia y demás organismos de control.
De todas formas, la situación también invita a reflexionar más profundamente sobre qué es la corrupción desde una amplia definición cultural, tanto para comprenderla como para combatirla. Así, entendemos que la corrupción es el abuso del poder por medio de actos incorrectos, los cuales no siempre requieren de actos antijurídicos. Es más, hasta lo jurídico puede ser corrupto si se opone a aquello que la sociedad acepta como «correcto» (recordando que dicha visión, a su vez, está afectadas por relaciones de poder).
Tales abusos de poder que la sociedad asume como «corruptos» florecen tanto en ámbitos estatales como privados, ya sea en el contexto económico, social, político, cultural, universitario, deportivo e incluso periodístico; y siempre en beneficio directo o indirecto de una o varias personas. Comprendiendo cuan amplio es semejante problema, el Plan de Gobierno de Alianza País en 2006 definió a la corrupción (página 25), y estableció como uno de sus cinco ejes fundamentales la lucha contra la misma …
Paradójicamente, en vez de que el correísmo luche contra la corrupción, se volvió adicto a ésta, ya sea solicitando dinero para financiar sus campañas electorales de empresas a las que luego benefició desde el poder, e incluso aceptando el financiamiento de la imagen presidencial con recursos de empresas que lucran de relaciones dudosas con el Estado (véase, por ejemplo, el documental «The Royal Tour – Ecuador» patrocinado por Odebrecht y cuyo protagonista fue el propio Rafael Correa ). El develamiento de dicha corrupción -especialmente desde la campaña presidencial de 2017- sin duda ha golpeado a este proceso de dominación, el cual ya tenía entre sus manos una bomba de tiempo tanto por la dudosa victoria electoral que Alianza País consiguió en abril, como por la propia corrupción y la crisis económica . Esa bomba empezó a estallarle en las manos al correísmo, pero éste no ha muerto ni morirá si la población se mantiene pasiva…
¡Es hora de actuar! Debemos llevar al correísmo y a los suyos al horno -en términos políticos, por supuesto-; es hora de exigir que Correa y su séquito, empezando por Glas, paguen ante la justicia con el mayor rigor posible; es hora de exigir la renuncia a todos los involucrados en verdaderos actos de corrupción o de «traición a la patria» como fue, para poner apenas un ejemplo, la entrega de los campos maduros a las empresas transnacionales ; o como fue también el manejo económico sin-vergüenza del equipo tecnócrata de Correa y que, al momento, ha sido heredado por Moreno.
En concreto, exigimos a la Fiscalía General de la Nación que amplíe las investigaciones sobre el caso Odebrecht y otros relacionados como el de Petrobras al expresidente Correa, pues en una década él fue la cabeza política del entramado de corrupción que hoy avergüenza al Ecuador entero . O Correa fue cómplice (y hasta cabecilla) de los actos que enlodan a Glas, o fue un incapaz al no ver magna corrupción frente a sus narices.
Pero, admitámoslo, la aspiración de que el propio Estado -correízado hasta la médula- purgue la corrupción es muy difícil de que se cumpla. Hasta lo más probable es que en las altas esferas del poder -al mejor estilo de la mafia- ya se estará negociando quiénes quedarán impunes y quienes no.
Por eso, la única opción es que la sociedad civil se movilice en las calles. Sobre todo, es hora de que se levanten quienes hoy pagan los costos de la crisis. No podemos dejar que el correísmo cínicamente se salga con las suya y mute en nuevas formas de dominación. Es hora de que el correísmo caiga y parece que su único sepulturero es la sociedad civil levantada, en rebeldía, en protesta ante tanta miseria, descaro, robo, crisis y corrupción.
Solo la sociedad civil explotada, aquella que el propio Correa menospreció, puede escribir una nueva historia, exigiendo entre otras cosas la descorreización del Estado … Puede escribir una historia en donde la corrupción se combata sistemáticamente, lo que implica dejar de profundizar modalidades de acumulación corruptas y violentas, propias de los extractivismos -y del propio capitalismo en general- y que hoy invocan desde las tinieblas el regreso de los fantasmas neoliberales para manejar el futuro de nuestro país.
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