Cuando lean noticias en El Correo sepan que la verdad es más bien lo contrario, porque en él su ayer es hoy. Siguen siendo voz de represión y engaño. Una fuerza militar. El Correo español de Vocento, que mendazmente celebra en el 2010 su centenario cuando debiera hacerlo en 2037 -si llega- nació como hoja […]
Cuando lean noticias en El Correo sepan que la verdad es más bien lo contrario, porque en él su ayer es hoy. Siguen siendo voz de represión y engaño. Una fuerza militar.
El Correo español de Vocento, que mendazmente celebra en el 2010 su centenario cuando debiera hacerlo en 2037 -si llega- nació como hoja de parte de guerra de la FET y las Jons. Fue Correo de Franco durante la dictadura y el amén a su gobierno. Sus primeras páginas y artículos de opinión son catecismo de dictadura, tres veces Franco, flechas de Falange, loa a Hitler, colaboración estrecha con una larga masacre. Su aliada la mentira servil. Y si antes fue así, ¿qué es hoy?
Dos noticias de ayer, entre muchas, prueban su hoy.
1.- Begoña Urroz: la prostitución de su muerte
El analítico historiador Iñaki Egaña, en su artículo «Cómo se fabrica una mentira»[1] localiza el inicio de la tergiversación histórica del hecho en un artículo del 19 de setiembre de 2000 escrito por Ernest Lluch y publicado, ¿cómo no?, en El Correo: ahora ETA sería la autora del atentado de la Estación de Donostia en 1960
Cuenta el historiador Egaña: «El 27 de junio de 1960, hace pronto medio siglo, un grupo antifascista, nacido al amparo de la Revolución Cubana, colocaba seis bombas en las dos estaciones de tren de Donostia, en la de Atxuri de Bilbao (dos días después), en la del Norte de Barcelona, en la de Chamartín de Madrid y en el tren correo de Madrid a Barcelona. Según la nota difundida por el Ministerio de Gobernación, el modus operandi en todas las ocasiones fue el mismo: una maleta abandonada con un mecanismo que provocaba la ignición de una bomba incendiaria.
El grupo en cuestión se llamaba Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación (DRIL), compuesto por una amalgama de militantes comunistas, anarquistas y guevaristas, dirigidos aparentemente por militares portugueses exiliados, entre ellos el general Humberto Delgado. Unieron sus fuerzas para denunciar las dictaduras de Franco y de Salazar. Humberto Delgado sería posteriormente secuestrado por la policía secreta portuguesa y ejecutado en España con la complicidad de la de Franco, en 1965.
Las primeras acciones del DRIL lo fueron en Madrid, en febrero de 1960, todas ellas también de la misma manera: una maleta abandonada con explosivos. Los objetivos: el Ayuntamiento, la estatua de Velázquez en el Museo del Prado, la sede de Falange… En una de ellas, la bomba deflagró mientras la manipulaba Ramón Pérez Jurado, que murió en el acto. Su compañero Antonio Abad Donoso fue detenido y otros dos jóvenes, Santiago Martínez y Justiniano Álvarez, lograron escapar, según la Policía. Antonio Abad fue torturado, juzgado y ejecutado el 8 de marzo de ese año», aclara el historiador Iñaki Egaña en un artículo.
La ejecución de Abad provocó una fuerte contestación internacional contra el régimen de Franco y la decisión del DRIL de dar una respuesta contundente a la muerte de su militante. Así prepararon las bombas en las estaciones citadas, disponiendo las acciones tal y como lo habían hecho en Madrid unos meses antes. La bomba en la Estación del Topo de Donostia mató a una niña que no había cumplido los dos años, Begoña Urroz, natural de Lasarte».
El Correo de Vocento reiteraba de nuevo mendazmente el 27 de junio de 2010: «El 27 de 1960 ETA asesinó por primera vez. Fue una acción de la que nunca presumió, que quiso tener oculta. No se trataba de un uniformado, de un político o un guardia civil, sino de una niña que aún no había cumplido los dos años: Begoña Urroz. Estaba en la estación de Amara, en San Sebastián».
Sobre este hecho falaz se cimentó ayer el recuerdo sesgado y manipulado a las víctimas, no a las 120.000 que yacen esparcidas en los campos acompañadas en su soledad y desprecio institucional con su muesca de bala en el cráneo.
2.- El verduguillo policial como anhelo
Fue en los años 90 cuando la ertzaintza comenzó a embozarse y convertirse en poliburka entre nosotros. Al principio tan sólo unos y en algunas determinadas circunstancias, luego todos y siempre menos cuando les toca ir de «buenos», rara vez y con los suyos. El policía anónimo se acompaña fácilmente de chulería, supura agresión y cierto macarrismo con facilidad. Filmarte desde el pasamontañas con descaro y amenaza se ha convertido en su deporte. Diríamos que su misión es en gran manera perseguir disfrazado a todo el que se mueva en la vida y se ejercite como actor del presente: sea feminista, ecologista, defensor de la lengua, del medio ambiente, de la libertad, de los derechos de jóvenes, de presos o emigrantes, de la independencia, del rojerío… De todo aquel que tiene palabra propia y no quiera ser oveja. Empezaron siendo chicos de Berrozi y han terminado siendo mal vistos en la mayoría de los rincones de nuestro pueblo, se les mira de reojo y con puerta entreverada. Hoy el pasamontañas es prenda de uso diario, de lo contrario les resultaría difícil tomar un vino en la tasca; vienen reivindicando entre nosotros una vieja regla de dictadura: la calle es militar. Se han hermanado con la guardiacivil y la policía nacional y huelen a colaboración unionista. No en balde se les denomina cipayos. Se calzaron el pasamontañas para pegar y castigar sin reparo a propios y extraños. Perdieron el respeto, pisotean derechos de las gentes y son brazo armado del poder, que como se sabe es criminal.
Amigo suyo y protegido es El Correo, que fabula cual comandante Cero nicaragüense: «Uno de los hitos de la historia emocional de la Ertzaintza se registró el 14 de julio de 1997. Ese día, varios patrulleros de la policía autónoma se dirigieron a la sede de HB en la calle Urbieta de San Sebastián. Una manifestación en protesta por el secuestro y el asesinato de Miguel Ángel Blanco estaba intentando asaltar las oficinas, en plena conmoción tras el brutal crimen. Los agentes formaron un cordón alrededor de la puerta para impedir la destrucción. En medio de aquel fragor, los ertzainas, uno a uno, comenzaron a quitarse el casco y el verduguillo para que los ciudadanos vieran su rostro. Eran como ellos. Decenas de personas se abalanzaron sobre el cordón, pero esta vez para abrazar a los policías».
¿Acaso han visto ustedes alguna vez a policías que se hayan quitado la careta ante trabajadores, que reivindicaran con razón, pasión y fuerza sus derechos, sus salarios y puestos de trabajo o condiciones laborables dignas, ante parados, ante mujeres defensoras de derechos, estudiantes en contra del plan Bolonia, ante manifestantes en pro de los derechos de los presos, en contra del TAVo a favor de ocupación de edificios largamente vacíos…? ¿Vamos a ver, a quién aporrea la policía y a quién defiende? ¿No han presenciado más bien escenas dantescas de policías enmascarados aporreando reivindicaciones justas, disparando pelotas, hiriendo con sus porras a manifestantes ante reuniones del G 20, mandamases gubernamentales y señores de la guerra?
Cuando lean noticias en El Correo sepan que la verdad es más bien lo contrario, porque en él su ayer es hoy. Siguen siendo voz de represión y engaño. Una fuerza militar. Y estén seguros, ni El Correo ni la Ertzaintza sin verduguillo participarán en la huelga convocada hoy, 29 de junio de 2010.
Notas
[1] Iñaki Egaña, «Cómo se fabrica una mentira» en Izaronews, kaosenlared, Eusko blog, Gara, indymedia Barcelona… o «Así se fabrica la mentira» en ekarpenak y memoria