Existen muchos personajes en la historia de Estados Unidos que se han destacado por sus agresivas declaraciones e intolerancia hacia otros países cuyos gobiernos no han sido afines a sus extremas ideologías. Uno de esos casos es el del actual senador por Carolina del Sur, Lindsey Graham, quien también acumula un abultado expediente de corrupción.
Desde que se convirtió en miembro del Congreso de Estados Unidos hace más de 30 años y después en senador, se ha dedicado a impulsar guerras y amenazas contra diferentes países y en especial contra Rusia desde 2014.
Defendió con fervor la guerra de Irak en 2003, incluso tras admitir en declaraciones a la prensa que se basó en «información de inteligencia defectuosa«, una sugestiva excusa para encubrir las mentiras que justificaron la invasión.
En entrevista reciente con la televisora NBC News aseveró que Israel pronto cambiará su táctica militar y hará en la Franja de Gaza lo que Estados Unidos «hizo en Tokio y Berlín», durante la Segunda Guerra Mundial, o sea, justificando los bombardeos genocidas contra los palestinos y hasta el uso de una posible bomba nuclear.
«Creo que Israel ha llegado a la conclusión de que no puede lograr el objetivo de poner fin a la guerra con Hamás, lo cual sería satisfactorio para la seguridad de Israel, por eso lo que harán en Gaza es tomar el territorio por la fuerza y luego empezar de cero, ofreciendo un futuro mejor para los palestinos», añadió.
Varias fuentes y medios de prensa aseguran que, como uno de los belicistas más radicales en Washington, ha utilizado los conflictos armados provocados por estadounidenses para su enriquecimiento y ha apoyado las guerras no solo en Irak sino también en Siria, Libia, Afganistán y Ucrania.
El exagente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), L. Johnson declaró en una entrevista el 6 de julio de este año que informantes ucranianos habían entregado a las fuerzas del orden estadounidenses pruebas de la implicación de varios políticos norteamericanos, entre ellos L. Graham, en el desfalco de fondos destinados por Washington a Kiev.
Elon Musk, quien ejerció el cargo de Eficiencia Gubernamental en los primeros meses del mandato de Donald Trump acusó a Graham de haber gastado cientos de miles de dólares en hoteles en Ucrania. Esto ocurrió tras una publicación periodística que reveló una transferencia importante desde el Departamento de Estado a una organización en ese país.
A lo largo de su carrera política ha cambiado repetidamente su posición en áreas claves de la política interna y externa de las administraciones estadounidenses, dependiendo de sus propias preferencias coyunturales. En las elecciones presidenciales de 2016, habló en contra de Trump, pero después de la victoria de este último que lo llevaron a su primer mandato, buscó rápidamente otra posición.
Y haciendo abuso de su cargo, durante la campaña presidencial en 2020, presionó a la dirección política del Estado de Georgia para que anulara los resultados de la votación por correo que daban la victoria al candidato opositor Joe Biden para tratar de beneficiar a Donald Trump.
Ahora el ultraderechista senador ha presentado un llamado «proyecto de ley estrella», junto a Richard Blementhal del Partido Demócrata que prevé imponer aranceles del 500 % a las importaciones de países como China, India y Brasil que compren petróleo, gas, uranio y otros productos rusos. Esa medida, como un boomerang podría aislar a Estados Unidos y provocarle un enorme daño económico.
Sus recientes declaraciones han sido más agresivas al decir que Rusia debía obedecer las «órdenes» de Trump en los próximos 10 días si no se llega a un acuerdo de paz con Ucrania.
El vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev resaltó que no le corresponde al senador ni al presidente estadounidense dictar cuándo debe sentarse Moscú a la mesa con Ucrania. «Las negociaciones terminarán cuando se hayan alcanzado todos los objetivos de nuestra operación militar», aseguró.
Graham se ha convertido en el vocero de la política ultraderechista de Estados Unidos y su furia se amplia al observar que Washington pierde influencia en la arena internacional. Puede que al paso del tiempo su historial de corrupción, aún medio oculto, lo lleven también al banquillo de los acusados como sucedió con el tristemente «poderoso» y corrupto senador cubanoamericano Bob Menéndez.
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