M.H.: Vas a presentar un nuevo trabajo teatral y me gustaría que lo compartieras. V.Z.L.: Con mucha alegría y también siempre con un poco de nervios por más que pasen los años y uno crezca en experiencia, todo estreno nos pone en una tensión especial. Incluso el arte o la vida misma, frente a los […]
M.H.: Vas a presentar un nuevo trabajo teatral y me gustaría que lo compartieras.
V.Z.L.: Con mucha alegría y también siempre con un poco de nervios por más que pasen los años y uno crezca en experiencia, todo estreno nos pone en una tensión especial. Incluso el arte o la vida misma, frente a los acontecimientos que uno siente importantes en su vida, dentro de sus límites, si no se pusiera con cierto nerviosismo, qué sería de nuestras vidas.
En lo concreto, este domingo a las 20:30 en el teatro Hasta Trilce, en la calle Maza 177, en el barrio de Boedo, a una cuadra de Boedo y Rivadavia, monto una obra que escribí con mucho amor recordando a ese maestro de la poesía argentina y que simboliza también la lucha contra el autoritarismo en salud mental que fue Jacobo Fijman. Poeta, pensador, artista plástico que fue recluido casi 30 años en el manicomio, en el Hospital Borda y que conocí gracias a la búsqueda que hice como periodista cuando me llegaron distintas voces que hablaban de un gran poeta que estaba internado hacía muchísimos años.
Jacobo Fijman es el filósofo Samuel Tesler del Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal que compartió trabajo con grandes poetas y periodistas de su época, fue amigo de Oliverio Girondo, de Marechal, de Enrique Molina, de Pablo Neruda. En un momento llegó a tener un reconocimiento muy importante en la literatura y en el periodismo argentino, pero también es cierto que sufrió ciertos desequilibrios espirituales que lo llevaron primero al aislamiento de sus amigos y compañeros escritores y poetas de la época y que termina olvidado y dado por muerto en el Hospital Borda.
Yo de joven fui parte del movimiento surrealista, se hablaba de ese poeta, me dieron ganas de leerlo, lo hice y después quise saber si estaba vivo y fui investigando y buscándolo hasta que luego de más de dos años de búsqueda lo encontré abandonado en el Borda. Luché mucho porque se le reconociera realmente la dignidad como hombre y como artista. Tuve la suerte de que los dos últimos años, tras una muy dura pelea, en el hospital me permitieran que los fines de semana viviera en mi casa y así lo pude acompañar hasta su fallecimiento.
Hoy por hoy, poco a poco se lo empieza a reivindicar, para mí es un símbolo de tanta gente que sufre el desprecio, el maltrato por ser vistos como locos, en un mundo bastante de locos, pero donde hay locos ligados al poder que siempre están afuera y hay gente que enfrenta al poder desde sus ideas y sus pensamientos, desde sus sueños y delirios y paga por ello.
Fijman era de origen judío, se convirtió al catolicismo, fue siempre anarquista en sus ideas, conoció la cárcel por sus ideas políticas. Es una figura muy interesante de nuestra cultura. Para mí reivindicarlo en estos momentos donde hay que reivindicar todas las luchas por la dignidad humana, me pareció una tarea para encarar.
Hemos armado la obra, yo actúo haciendo de Jacobo Fijman y el actor Alan Robinson, que también ha conocido en carne propia los problemas de la salud mental, me encarna a mí. La relación Fijman-Zito Lema sirve como símbolo de que hay tradiciones que nos despiertan amor, voluntad de construir mundos más justos y esa fue mi lucha por Fijman y en eso estamos ahora con esta obra.
Yo estoy maravillado con el trabajo grupal que se ha hecho, hay música, cantantes, ejecutantes, hay gente que ha hecho una puesta plástica muy amorosa y todas esas ilusiones, sueños y amores los vamos a mostrar este domingo y todos los domingos de octubre a las 20:30 en el Hasta Trilce, con un precio mínimo. Como para todos estos emprendimientos formamos cooperativas y tenemos claro el momento que se está viviendo con economías destruidas pero con el deseo de seguir buscando lo bello y lo justo en un mundo que pareciera condenado a no tener ni lo bello ni lo justo.
Fijman uno de los poetas mayores de la lengua española del Siglo XX
M.H.: ¿Contanos un poco más quién fue Jacobo Fijman?
V.Z.L.: Parto de algo simple como decir que si existen los poetas, Jacobo Fijman es uno de los ejemplos más potentes de esa figura en este mundo donde las injusticias sociales, de un capitalismo sin mesura, las ilusiones destruidas, la fealdad de los ricos cubriendo el universo, todo eso tiene siempre una contrapartida, sino las sociedades hubieran desaparecido. Y la contrapartida de la ferocidad del poder devorando la vida, en toda su magnitud, muchas veces causa estos sufrimientos de quienes terminan siendo como Cristos, no por otra cosa la obra se llama «El Cristo rojo».
Fijman, de origen judío, de formación luego en el catolicismo, abandonado por el judaísmo, o por el poder del judaísmo, abandonado por la Iglesia católica y su poder, olvidado por el Estado, sin conciencia de la magnitud de Fijman como poeta y pensador. Como si pudiéramos darnos el lujo de olvidarnos de uno de los poetas mayores de la lengua española del Siglo XX.
Es un poeta excepcional. Yo leo mucho poesía, doy talleres, tengo cátedras en la Universidad sobre esto que podemos llamar preparación para dar opiniones e insisto en algo que cada vez es más firme, porque también en las universidades poco a poco se va reconociendo el gigantesco talento de Fijman. Por ejemplo, una de las veces que me encontré con Neruda, yo siendo un muchacho periodista, él se enteró de que yo había tomado contacto con Fijman, que lo había encontrado y el día que le hice un reportaje me preguntó si era cierto porque creía que había fallecido, para Neruda era un gran poeta.
El propio Oliverio Girondo me contó mucho de la vida de Fijman, quien lo admiraba mucho. El Adán Buenosayres al que muchos consideran, inclusive el propio Cortázar, una de las más importantes novelas escritas en Latinoamérica, tiene a Jacobo Fijman como la figura principal, él es el filósofo Tesler.
Recuerdo que hace años, buscando a Fijman me enteré de esto, le hice un reportaje a Leopoldo Marechal, con quien había alcanzado una cierta amistad y me reconoció que ese filósofo tan importante en su obra era realmente Jacobo Fijman. Creo que por ahí hay algunas pautas como para entender la jerarquía artística de Fijman.
Fijman quedó sepultado en vida en un manicomio
Pero también está el otro hecho que es un símbolo de las injusticias, un genial poeta, un hombre muy sensible, sereno que es internado justamente en estado de pobreza, de soledad. Hay que reconocerlo también en su angustia, en su último tiempo estando libre tomaba alcohol, perdió su trabajo de periodista, tenía familia pero fue abandonado por sus compañeros de generación. Muy pronto se pasó la idea de que estaba loco y luego de que estaba muerto.
La gente también tomada por sus circunstancias olvida a los que caen en el camino y no se detienen a dar una mano. Fijman quedó ahí, sepultado en vida en un manicomio. Tengo la alegría de haberme enterado de su existencia, pelear por él y el orgullo de haberlo conocido, haber sido su amigo y haber compartido al menos dos años de trato de gran amistad y de aprendizaje, porque yo aprendí muchísimo de él.
Y esta obra que habla de Fijman, habla también de la profunda relación entre la locura y el arte, que no es ninguna novedad, ya el propio Platón en su época hablaba de esta relación entre los poetas y lo que se llama la locura en general en el lenguaje de cada época.
Platón habla de los posesos, de esos poetas que solo podrían serlo por la gracia de la divinidad, por esa capacidad que tienen de tener diálogos de profundidad única con la vida, la naturaleza o como en esa época se pensaba con los dioses. Los mismos dioses que con distintas formas siguen apareciendo para los poetas que se animan a hablar con el mundo de la realidad más profunda, incluso a veces con el costo de quebrar la razón o de al menos ponerla en juego, e incluso luego pagando con la propia vida; porque es pagar con la propia vida que a un hombre lo internen casi 30 años en un manicomio, que hoy por hoy son duros pero en la época de Fijman todavía era mucho más difícil subsistir allí.
Hace pocos años ha salido a luz la Ley de Derechos Humanos y Salud Mental que ha sido un cambio muy potente para los enfermos, pero como todas las leyes que ayudan a construir un mundo mejor, esta ley está muy poco en vigencia, recordemos que hace pocos años el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires mandó policías con armas al propio Hospital Borda cuando los enfermeros, médicos y especialmente los pacientes se opusieron a la destrucción de espacios dentro del hospital, parte de un plan para destruir la salud pública y convertir el espacio del Borda en un gran negocio inmobiliario.
Fue bastante «loco» ver cómo la policía con armas entró en un hospital psiquiátrico para provocar el desastre que hicieron destruyendo instalaciones. Por eso cuando digo que la sociedad actual o al menos una parte, la más ligada al poder, está realmente loca, no me estoy alejando mucho de la realidad. Insisto, pensar que un gobierno manda policía armada a un hospital psiquiátrico, tal vez a algunos les parezca una exageración lo que digo, pero están los registros que demuestran esto que estoy diciendo que ocurrió en el Hospital Borda.
Y también cuento que en el Hospital Borda hace unos años, pudimos poner una pequeña plaqueta en la biblioteca del hospital recordando que ahí había pasado muchos de sus años el gran poeta Jacobo Fijman, que a partir de su figura se convierte en esta obra que se llama «El cristo rojo» y que desde este domingo y por cuatro domingos más vamos a mostrar en un hermoso teatro de gente muy fraternal que se llama Hasta Trilce, en la calle Maza 177 del barrio de Boedo.
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