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El debate entre la internacional comunista y José Carlos Mariátegui

Fuentes: Rebelión

El presente artículo es el resumen de parte del trabajo de la Sección «Socialismo Peruano» del Foro Centenario de José Carlos Mariátegui, sobre la Historia del Movimiento Socialista Peruano.

Contra lo afirmado por personas tan autorizadas como Martínez La Torre, Jorge del Prado o Jorge Basadre, y lo manifestado por las organizaciones de nuestro país, que reclaman para sí el título de Partido Comunista (y de herederas de la organización fundada por José Carlos Mariátegui), la relación entre la Internacional Comunista (también denominada Tercera Internacional) y José Carlos Mariátegui no fue armónica, pese a que el debate suscitado entre ellos, por su naturaleza, fue un debate al interior de las filas de la Revolución (bueno es recordarlo).

Al parecer, en la I Conferencia Comunista latinoamericana realizada en Buenos Aires, del 01 al 12/06/1929, habrían saltado a la vista discrepancias que habrían opuesto, al Secretariado o Buró, Sudamericano de la Internacional Comunista, por un lado, y a los delegados del Partido Socialista del Perú a dicho evento, por otro lado. Discrepancias, principalmente sobre el nombre del Partido revolucionario, y el carácter de la revolución necesaria en el Perú y América Latina (lo cual a su vez conllevaba discrepancias acerca del carácter de la sociedad peruana y el papel jugado en ésta por la burguesía y la pequeña burguesía).

ANTECEDENTES:

Es conocido por todos, que el marxismo, desde los inicios tuvo con respecto a los países coloniales, semi-coloniales y dependientes, una actitud diferenciada en el tiempo. Primero, una actitud que los consideraba dentro del término de «bárbaros», entendiendo como tales a todos aquellos pueblos que no perteneciesen a la civilización europea central («Manifiesto Comunista»), y mas tarde, una actitud de reconocimiento, consideración e interés por éstos, con principal interés en la India, Irlanda y China.

No resulta por ello extraño que recién el VI Congreso de la Internacional Comunista, realizado del 17/07/ al 01/09/1928, en Moscú, con la asistencia de una delegación latinoamericana, tomase conocimiento de la existencia de actividad socialista en América Latina y al abordar el punto «Sobre el movimiento revolucionario en las colonias y semi-colonias», tratase sobre el caso de América Latina, e inmediatamente después del Informe sobre la Situación Internacional y las Tareas de la Internacional Comunista, por Nicolai I. Bujarín, el delegado del Brasil, Lacerda, precisase : «Desearía empezar con una pequeña observación. Se lee en la tesis del camarada Bujarin, que el movimiento comunista ha llegado por primera vez a los países de América Latina. Camaradas, esto no es muy exacto. No es el movimiento comunista el que ha llegado por primera vez a América Latina, es la Internacional Comunista la que por primera vez se ha interesado en el movimiento comunista de América Latina» (Si bien el II Congreso de la Internacional trató sobre el movimiento comunista en América, se refirió exclusivamente a los Estados Unidos de América (USA), interpretando que solo realizada la Revolución en éste podría realizarse las tareas revolucionarias en América Latina). El VI Congreso contó además con el Informe de Otto Kuusinen sobre «Los problemas del movimiento revolucionario en las colonias», el Informe de Jules Humbert-Droz, «Sobre los países de América Latina», y el Informe de la delegación latinoamericana, en el propio debate sobre el problema colonial.

En resumen, la posición del VI Congreso de la Internacional Comunista sobre la Revolución en América Latina era que en los países coloniales y semicoloniales, con desarrollo económico muy restringido, con un proletariado poco numeroso e incapaz de ser la fuerza motriz de la revolución, pese al apoyo del campesinado, la revolución democrático burguesa constituía su tarea inmediata, sin perder de vista que la cuestión básica era la emancipación nacional, y su tarea fundamental en el campo interno, la revolución agraria, la misma que debía llevarse a cabo a través de la conquista de la hegemonía por el proletariado, por ser la burguesía nacional en estos países, o muy débil o vinculada a los terratenientes y al imperialismo; posición que se calcaba sobre la rica experiencia de la Revolución China, llevada a cabo por el Partido Comunista Chino, el mas grande del mundo colonial y semicolonial, Esta era una revolución anti-imperialista y de liberación nacional, que por su contenido objetivo, era una revolución democrática burguesa (la misma que se encontraba en la fase inicial de su desarrollo, en la que sus fuerzas motrices eran el proletariado, los campesinos, la burguesía pequeña y media, y una parte de la gran burguesía, unidos en un bloque antiimperialista), llamada a liberar al pueblo del yugo extranjero, unir el país, establecer la dictadura democrático-revolucionaria de la clase obrera y el campesinado y solucionar los problemas relacionados con la nacionalización de la tierra y la confiscación de la propiedad del capital extranjero.

La I Conferencia Comunista latinoamericana, convocada por el Secretariado o Buró, Sudamericano, de la Internacional Comunista, traía al evento, como es obvio, lo alcanzado al respecto de la Revolución en los países coloniales y semicoloniales, en el VI Congreso, pero encontraría diferencias (ya habían asomado éstas con motivo del Congreso constituyente de la Confederación Sindical Latinoamericana, efectuado en Montevideo, en Mayo de 1929) con las posiciones traídas a este evento por la delegación del Partido Socialista del Perú (constituido como Comité organizador, el 07/10/1928), integrada por Julio C. Portocarrero y Hugo Pesce.

¿PARTIDO COMUNISTA O PARTIDO SOCIALISTA?

Es por todos conocido, que una de las primeras discrepancias surgidas en histórico evento mencionado, era relativa al nombre, pues, a tono con una de las 21 condiciones exigidas por el II Congreso de la Internacional, para la afiliación de los Partidos, éstos debían denominarse «Partido Comunista de»….(Sección de la Internacional Comunista), mientras que el Partido constituido por Mariátegui se denominaba Socialista.

Posiblemente por su insuficiente preparación, ante la crítica de los asistentes a la Conferencia, los delegados del Partido Socialista del Perú arguyeron para dicho nombre razones tácticas frente a la represión, como recoge Martinez La Torre en sus «Apuntes para una interpretación marxista de Historia Social del Perú», pero si tenemos en cuenta que José Carlos Mariátegui señalaba en «Aniversario y Balance» (Septiembre de 1928), que «En Europa, la degeneración parlamentaria y reformista del socialismo ha impuesto, después de la guerra, designaciones específicas. En los pueblos donde ese fenómeno no se ha producido, porque el socialismo aparece recién en su proceso histórico, la vieja y grande palabra conserva intacta su grandeza. La guardará también mañana, cuando las necesidades contingentes y convencionales de demarcación que hoy distinguen practicas y métodos, hayan desaparecido», añadiendo «Capitalismo o socialismo. Este es el problema de nuestra época. No nos anticipemos a las síntesis, a las transacciones, que sólo pueden operarse en la historia», podemos comprender que el nombre de Socialista al Partido, le había sido dado con total convicción sobre su correspondencia.

Es bueno recordar además, que conforme señala el camarada Julio C. Gutierrez L. (uno de los fundadores de la Célula Comunista del Cuzco), en su «Así nació el Cuzco rojo», «Aún después de la Conferencia Comunista de Buenos Aires (junio del 29) y a pesar de las duras críticas hechas a su posición socializante, Mariátegui siguió manteniendo firmemente su decisión de dar al partido revolucionario de la clase obrera el nombre de socialista, decisión que sostuvo hasta el final».

A este respecto, Miguel Aragón recuerda oportunamente, que el propio Engels señala en el Prefacio a la edición alemana de 1890, de «El Manifiesto de la Liga de los Comunistas» o Manifiesto Comunista (originalmente publicado en Febrero de 1848), que …»cuando apareció no pudimos titularle Manifiesto Socialista. En 1847, se comprendía con el nombre de socialista a dos categorías de personas. De un lado, los partidarios de diferentes sistemas utópicos, particularmente los owenistas en Inglaterra y los fourieristas en Francia, que no eran ya sino simples sectas en proceso de extinción paulatina. De otra parte, toda suerte de curanderos sociales que aspiraban a suprimir, con sus variadas panaceas y emplastos de toda suerte, las lacras sociales sin dañar en lo mas mínimo al capital ni a la ganancia. En ambos casos, gentes que se hallaban fuera del movimiento obrero y que buscaban apoyo más bien de las clases «instruidas». En cambio, la parte de los obreros que, convencida de la insuficiencia de las revoluciones meramente políticas, exigía una transformación radical de la sociedad, se llamaba entonces comunista». Lo cual, además de indicar que Marx y Engels consideraban que el nombre correcto del Manifiesto, como del Partido, era Socialista, tuvieron que bautizarlo como Comunista, por las razones expuestas.

¿REVOLUCIÓN DEMOCRATICA ANTIIMPERIALISTA ANTIFEUDAL O REVOLUCIÓN SOCIALISTA EN UN PAÌS ATRASADO?

No ha trascendido mucho, en cambio, pues casi ningún texto lo señala, la obvia diferencia entre la Revolución para América Latina (incluidos los países con predominio de relaciones feudal-medievales o relaciones de «modo asiático de producción»), planteada por el VI Congreso de la Internacional Comunista, la misma que centralmente debía luchar contra el feudalismo y las formas precapitalistas de explotación y por el desarrollo consecuente de la revolución agraria por un lado, y contra el imperialismo extranjero y por la independencia nacional, por el otro (cuya transición a la dictadura del proletariado era posible, por regla general, solamente a través de una serie de etapas preparatorias, como resultado de todo un periodo de transformación de la revolución democrático-burguesa en revolución socialista); y la planteada por Mariátegui, que era la Revolución Socialista.

Esta última afirmación, que ha sido puesta en duda por mas de uno de los Partidos que se reclaman «herederos del Partido de Mariategui», fue claramente establecida por éste, señalando «La revolución latinoamericana, será nada y más y nada menos que una etapa, una fase de la revolución mundial. Será simple y puramente, la revolución socialista. A esta palabra agregad, según los casos, todos los adjetivos que queraís : «antiimperialista», «agrarista», «nacionalista-revolucionaria». El socialismo los supone, los antecede, los abarca todos», añadiendo «No queremos, ciertamente que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indo-americano» («Aniversario y Balance», Septiembre de 1928), y se reafirma mas tarde, en la parte final de su Tesis enviada a la I Conferencia Comunista latinoamericana, señalando, «somos antiimperialistas porque somos marxistas, porque somos revolucionarios, porque oponemos al capitalismo el socialismo como sistema antagónico, llamado a sucederlo, porque en la lucha contra los imperialistas extranjeros cumplimos nuestros deberes de solidaridad con las masas revolucionarias de Europa» («Punto de vista antiimperialista», Mayo de 1929).

Más si alguno aún tuviese dudas, debiese leer la nota «Del autor», que preparó y envió el propio Mariátegui, como información sobre su actividad política, al Congreso Constituyente de la Confederación Sindical Latinoamericana de Montevideo(mayo, 1929) y a la I Conferencia Comunista Latinoamericana de Buenos Aires (junio,1929), donde éste precisa sobre sí mismo, que «Prepara actualmente un libro sobre política e ideología peruana, que será la exposición de sus puntos de vista sobre la Revolución Socialista en el Perú y la crítica del desenvolvimiento político y social del país, y bajo este aspecto la continuación de la obra cuyos primeros jalones son los 7 Ensayos,»…(en «Ideología y Política», pag.15); libro cuyos originales fueron enviados por Martinez de la Torre a César Falcón, en Madrid, y lamentablemente desaparecieran.

Mariátegui incluso se adelanta a señalar tareas de esta Revolución Socialista en un país semifeudal y semicolonial como el nuestro, en periodo de crecimiento capitalista, un país, en que un «formal capitalismo está ya está establecido, aunque no se ha logrado aún la liquidación de la feudalidad y nuestra incipiente y mediocre burguesía se muestra incapaz de realizarla,»…precisando «El advenimiento político del socialismo no presupone el cumplimiento perfecto y exacto de la etapa económica liberal, según un itinerario universal. Ya he dicho en otra parte que es muy posible que el destino del socialismo en el Perú sea en parte el de realizar, según el ritmo histórico a que se acompase, ciertas tareas teóricamente capitalistas» («Respuesta al Cuestionario Nº 4 del Seminario de Cultura Peruana», Revista «La Sierra», en «Ideología y Política», pags.263 a 273).

Esa otra partes en que Mariátegui habría dicho esto, como señala en la cita anterior, fue precisamente, en, la Presentación a «Tempestad en los andes», de Luis E. Valcárcel, de Octubre de 1927, donde en abierta polémica con sus detractores señala : «Mentes poco críticas y profundas pueden suponer que la liquidación de la feudalidad es empresa típica y específicamente liberal y burguesa y que pretender convertirla en función socialista es torcer románticamente las leyes de la historia. Este criterio simplista de teóricos de poco calado, se opone al socialismo sin más argumento que el de que el capitalismo no ha agotado su misión en el Perú. La sorpresa de sus sustentadores será extraordinaria cuando se enteren que la función del socialismo en el gobierno de la nación, según la hora y el compás histórico a que tenga que ajustarse, será en gran parte la de realizar el capitalismo -vale decir las posibilidades históricamente vitales todavía del capitalismo- en el sentido que convenga a los intereses del progreso social» («La Organización del proletariado», Ediciones «Bandera Roja», 1967, pag.180); y volverá sobre lo mismo, en el Prefacio a «El Amauta Atusparia» de Ernesto Reyna, de 1930, donde manifiesta «En nuestra América española, semi-feudal aún, la burguesía no ha sabido ni querido cumplir las tareas de la liquidación de la feudalidad. Descendiente próxima de los colonizadores españoles, le ha sido imposible apropiarse de las reivindicaciones de las masas campesinas. Toca al socialismo esta empresa» (Ideología y Política», pag.188).

Avanzando mas en esta tesis, señala en el Programa del Partido, redactado en Octubre de 1928 y aprobado a comienzos de 1929, «El socialismo encuentra, lo mismo en la subsistencia de la comunidades que en las grandes empresas agrícolas, los elementos de una solución socialista de la cuestión agraria,»…»Pero esto,»…»no significa en lo absoluto una romántica y antihistórica tendencia de reconstrucción o resurrección del socialismo incaico, que correspondió a condiciones históricas completamente superadas, y del cual solo quedan como factor aprovechable dentro de una técnica de producción perfectamente científica, los hábitos de cooperación y socialismo de los campesinos indígenas» (Acta de Constitución del Partido Socialista, Octubre de 1928), y que «Las «comunidades», que han demostrado bajo la opresión mas dura condiciones de resistencia y persistencia realmente asombrosas, representan un factor natural de socialización de la tierra. El indio tiene arraigados los hábitos de cooperación» («El Problema de las razas en América Latina», Junio de 1929).

¿Por qué Mariátegui plantearía esto, a sabiendas de la tesis diferente planteada por el VI Congreso de la Internacional Comunista y llevada a la I Conferencia Comunista Latinoamericana?. Tal y como anota Miguel Aragón y desarrollan Ernesto Yépez del Castillo y Baltasar Caravedo Molinari, entre otros, una ubicación histórica de los trabajos de Mariátegui, evidencian que a diferencia de Haya de la Torre, éste constató que el ascenso al poder de Augusto B. Leguía, en su segundo periodo, significó el desplazamiento de la oligarquía exportadora, representada por el Civilismo, y su reemplazo por una alianza de intereses, entre la fracción burguesa industrial, la pequeña burguesía improductiva (sectores medios) y el imperialismo yanqui, cuya penetración en nuestra economía, aún desplazando al imperialismo inglés, profundizó nuestra dependencia. Se trataba pues ya, de la burguesía en el Poder, en alianza con el imperialismo, y no la aristocracia terrateniente en alianza con éste, frente a lo cual, pese al carácter de la sociedad, correspondía la Revolución Socialista, como en el caso de la Revolución de Octubre, de 1917 (recordemos el texto de «El Punto de vista antiimperialista» respecto a la burguesía y la pequeña burguesía), la misma que realizada en un país de profundo atraso agrario cumplió las tareas irresueltas por la burguesía, entre ellas la entrega de la tierra al campesinado.

LA REACCIÓN DE LA INTERNACIONAL FRENTE A LAS DISCREPANCIAS DE MARIÁTEGUI

Pese a las obvias diferencias señaladas, la «historia oficial ortodoxa» se ha negado a reconocerlas, así Jorge del Prado, extinto Presidente del denominado Partido Comunista Peruano – «Unidad», decía :»¿Cómo puede hablarse, entonces de un hipotético antagonismo entre las posiciones de JCM y la Internacional Comunista, entre el recientemente nacido Partido Socialista del Perú y la III Internacional?. Todo se redujo a una simple cuestión nominal (o Partido Socialista del Perú o Partido Comunista Peruano) en un foro internacional al que no asistió JCM»(Jorge del Prado «Introducción al Epistolario de José Carlos Mariátegui»).

No obstante ello, es difícil tener la misma opinión, si leemos un artículo titulado «Perú, a las puertas de la revolución obrera y campesina», del dirigente comunista argentino, Paulino González Alberti, fecha el 13/04/31, incluido en la Revista Comunista (publicación teórica del movimiento comunista latinoamericano, publicó en su número de May-Junio de 1931), donde señala «Mariátegui, un núcleo de intelectuales y unos pocos obreros, formaron hace pocos años el Partido Socialista del Perú, que entró en contacto con la Internacional Comunista. Este grupo fue esencialmente un círculo de capacitación, manteniendo en su orientación varias de las concepciones apristas (partido de varias clases y no partido esencialmente proletario: no acordar al proletariado el rol dirigente que históricamente le corresponde en la revolución obrero y campesina, etc» (Revista Socialismo y Participación Nº 11).

Mas adelante en un folleto titulado «La situación revolucionaria del Perú y las tareas del Partido comunista peruano», subtitulado «Tesis del Bureau Sudamericano de la Internacional Comunista», publicado en Enero de 1932, se reiterará «Los restos de ideología no comunistas han estado muy extendidos entre nuestros compañeros, subsisten aún en algunos y se han manifestado en el fundador de los primeros núcleos comunistas, el camarada Mariátegui, quien ha señalado una enérgica trayectoria hacia las concepciones del marxismo-leninista (sic), sin que esa trayectoria pudiera ser más que parcial, debido a su muerte prematura»…….»La mas peligrosa de esas concepciones que debe combatirse con toda energía es la tesis de que la burguesía nacional y la pequeña burguesía, aliadas al imperialismo, pueden iniciar la función progresista de liquidar al feudalismo en Perú. En la tesis presentada por el compañero Mariátegui en nombre del naciente grupo comunista peruano, a la Conferencia Comunista Continental, realizada en Buenos Aires en 1929, se dice : «La creación de la pequeña propiedad, la expropiación de los latifundios, la liquidación de los privilegios feudales, no son contrarios a los intereses del imperialismo de un modo inmediato. Por el contrario a medida que los rezagos de feudalidad, entraban el desenvolvimiento de una economía capitalista, ese movimiento de liquidación de la feudalidad, coincide con las exigencias del crecimiento capitalista, promovida por las inversiones y los técnicos del imperialismo» («El movimiento revolucionario latinoamericano», pág.151). En esta concepción, no se ve en los feudales a los agentes interiores del imperialismo y la garantía para éste contra la revolución de las masas obreras e indígenas oprimidas; no se comprende que la burguesía no lucha contra el feudalismo más que en la medida necesaria para procurar adaptarlo a sus conveniencias y que después del desarrollo del proletariado como clase que lucha revolucionariamente, y especialmente después de la crisis mundial del capitalismo, busca su alianza para luchar contra la revolución de las masas laboriosas y que en los países latinoamericanos, esa burguesía, por su debilidad, se encuentra adaptada a la dominación feudal. Esa concepción asigna un papel progresista al imperialismo que, por el contrario, deformando la economía de los países latinoamericanos, mediante el régimen de la monoproducción, haciendo de los terratenientes sus aliados y apoyándolos en su papel de policía interior contra las masas, estanca el desenvolvimiento económico de los países sometidos»(Revista Socialismo y Participación Nº 11).

Mas tarde aún, en «Materiales sobre la actividad de las secciones de la Comitern/América del Sur y América Central», incluidos en los documentos preparatorios del VII Congreso de la IC, realizado en Moscú, del 25/07 al 21/08/1935, «En 1928, este grupo formó con Mariátegui al frente, uno de los dirigentes del aprismo de izquierda, y más tarde uno de los fundadores del Partido Comunista Peruano) el Partido Socialista, en cuya ideología preponderaban concepciones socialreformistas. La lucha interna en este Partido llevó a la escisión, y en 1930 fue fundado el Partido Comunista peruano (con el grupo de Mariátegui, los elementos de izquierda de la APRA y elementos anarquistas aislados)», añadiendo mas adelante : «Mariátegui (fallecido en 1930),»…..»,no pudo librarse íntegramente de los residuos de su pasado aprista. Vaciló en la cuestión de la creación del Partido Comunista como partido de clase del proletariado y no comprendió del todo su significado. Conservó su ilusión sobre el papel revolucionario de la burguesía peruana y subestimó la cuestión nacional indígena, que el identificaba con la cuestión campesina. En el partido peruano, incluso hasta hoy se hacen sentir diversos residuos del mariateguismo, que repercuten en su trabajo práctico» (Revista Socialismo y Participación Nº 11)

LAS DISCREPANCIAS DE LA CELULA COMUNISTA DEL CUSCO CON MARIÁTEGUI

No fue pues casual, que luego de la realización de La I Conferencia Comunista Latinoamericana, de Buenos Aires, el 19/10/1929, el Grupo Comunista del Cuzco (que tenía vinculaciones con el Buró Sudamericano de la Internacional Comunista), resolviese : «2.- Rechazar insinuaciones y gestiones encaminadas a afiliarse a un Partido Socialista encabezado por Mariátegui y Rabines. 3.- Constituirse definitivamente en Célula Comunista Cuzco y preparar y organizar el Partido Comunista en el Perú», y mas tarde, el 1º de Enero de 1930, precisase en Carta dirigida por Sergio Caller, responsable de la Célula, a Mariátegui : «nos constituimos en Célula Comunista afiliada a la Internacional Comunista I.C. de Buenos Aires», y en Carta dirigida a Ricardo Martínez La Torre, del 11/05/1930, fallecido José Carlos Mariátegui, Oscar Rozas, Secretario General de la Célula, expresará : «nos adelantamos a insinuarles sin embargo la organización definitiva del «Partido Comunista Nacional» con la aplicación del programa internacional a los problemas nacionales en conformidad con las reiteradas recomendaciones del Secretariado Sud-americano de la Internacional Comunista en el primer congreso latino-americano,»… («Así nació el Cuzco Rojo» de Julio G. Gutiérrez L.).

A este último respecto, Ramón García («La reunión de Barranco y el Partido Socialista», 07/10/1987), ha señalado que Eudocio Rabinos viajó a Moscú, colaboró en la preparación de la Carta del Buró Sudamericano de la Internacional Comunista al Partido Comunista del Perú, y se habría ofrecido a organizar el Partido Comunista del Perú, y que luego de su regreso a Paris, habría regresado al Perú, por la ruta Buenos Aires-Tucumán-La Paz-Puno, constituyendo en Puno y Cuzco, el Partido Comunista, regresando a Lima, en Febrero de 1930, para enfrentar la posición de Mariátegui, y que en dichas circunstancias, José Carlos Mariátegui habría renunciado a la Secretaria General, el 1º de marzo de 1930.

Como es conocido, el 16/04/1930, fallece nuestro José Carlos Mariátegui, y el 20/05/1930, el Partido, bajo la dirección de Eudocio Ravines, adoptaba el nombre de Partido Comunista del Perú, cambiándose su Programa y Estatutos.

En Diciembre de 1933 o Enero de 1934, como correlato de las divergencias ocurridas con la Internacional Comunista y los cambios operados en la organización fundada por Mariátegui, el Comité Central, del ahora Partido Comunista del Perú, Sección Peruana de la Internacional Comunista, publica un documento mimeografiado titulado «¡Bajo la Bandera de Lenin!» «Instructivas sobre la jornada de las tres LLL», en el cual se lee : «El mariateguismo es una confusión de ideas procedentes de las más diversas fuentes. No hay casi tendencia que no esté representada en él. Antes de haber bebido de la fuente del marxismo y particularmente del leninismo, Mariátegui había conocido del movimiento revolucionario a través de las mas diversas tendencias no proletarias. Tuvo grandes errores no sólo teóricos sino también prácticos. Son en realidad muy pocos los puntos de contacto entre el leninismo y el mariateguismo y estos contactos son mas bien incidentales. El mariateguismo confunde el problema nacional con el problema agrario; atribuye al imperialismo y al capitalismo en el Perú una función progresista; sustituye la táctica y la estrategia revolucionarias por el debate y la discusión, etc. Nuestra posición frente al mariateguismo es y tiene que ser de combate implacable e irreconciliable»…(Revista Socialismo y Participación Nº 11)

El abandono de las tesis originales de José Carlos Mariátegui, producto del análisis concreto de la realidad concreta de la sociedad peruanas, y el «seguidismo» al «Partido Padre» (en 1929, el PCUS y mas adelante el PCCH) determinaron el abandono del camino de Mariátegui para la Revolución en el Perú (tanto Jorge Del Prado, como Guzmán y Moreno plantearon el carácter democrático antiimperialista antifeudal de la Revolución Peruana).