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El debate sobre las Comunas

Fuentes: Rebelión

Tiene razón el Presidente, en la Constitución Nacional aprobada en 1999 quedó establecida la vía para promover formas colectivas y sociales de producción. De allí que la propuesta que está haciendo está ajustada a derecho. Quienes se oponen a ella han escogido dos caminos: Asustar con el fantasma del Comunismo y señalar que las alcaldías […]

Tiene razón el Presidente, en la Constitución Nacional aprobada en 1999 quedó establecida la vía para promover formas colectivas y sociales de producción. De allí que la propuesta que está haciendo está ajustada a derecho.

Quienes se oponen a ella han escogido dos caminos: Asustar con el fantasma del Comunismo y señalar que las alcaldías y gobernaciones serán borradas del mapa por el Estado Comunal.

En el primero de los casos es la reiteración de un argumento que se viene levantando desde que Chávez asumió el poder. Han pasado 14 años y esa premonición o amenaza, según sea vista, no se ha cumplido. Al contrario, continuamos siendo una sociedad abierta, plural y democrática. Las últimas elecciones no han hecho más que confirmarlo. No es cuento eso de haber sacado el 45% de la votación y producido las movilizaciones realizadas por la oposición. Ellas no hicieron otra cosa que confirmar el carácter estructuralmente plural y abierto de nuestra sociedad. Otra cosa distinta es que algunos piensen lo contrario y en su deliro conviertan esos pensamientos en una realidad actuante.

Como se sabe, en un régimen comunista no existen partidos distintos al que gobierna y mucho menos prensa, radio, TV, internet, radio bemba, distinto a los oficiales. Acá, en materia de medios de comunicación existe disparidad a favor de quienes se oponen a Chávez.

En lo de las gobernaciones y alcaldías, la oposición tendría razón si existiese un proyecto de Ley que, contraviniendo lo expuesto en la Constitución, pretendiera eliminarlas o sustituirlas por las comunas o cualquier otra idea. Pero eso no está planteado en ninguno de los proyectos que se promueven desde el lado oficial.

Se quejan en la oposición porque se destinan recursos a las comunas para que atiendan y gestionen asuntos de su cotidianidad. Queja que no debería ser, puesto que un objetivo de cualquier democracia es que sus ciudadanos asuman responsabilidades respecto a sus vidas en sus comunidades.

Ah, que este gobierno no les inspira confianza; ¿Qué orientara la asignación de recursos de manera parcializada sectaria? Si así fuese existen los mecanismos, y ellos los tienen, para dejar sentir su opinión contraria y lograr alterar, dentro del marco constitucional y democrático, la orientación que se estén produciendo respecto a aquellas asignaciones. Para ello cuentan con diputados nacionales, diputados estadales, concejales, alcaldes, medios de comunicación y fuerza política y social. Solo que tienen que hacerlo sin las tantas equivocaciones como las cometidas hasta el presente. Claro, eso es harina de otro costal.

Por cierto, me cuesta entender las motivaciones que condujeron al CNE a producir las migraciones de unos ciudadanos fuera del lapso establecido por él mismo. El asunto no es si unos pocos votos deciden una elección o no, sino la bofetada que se le propina al ciudadano de uno y otro bando que observa cómo, de manera descarada, se fomentan privilegios. Porque por ahí es donde van los tiros. No hay cosa más odiosa que la constatación de la existencia de unos ciudadanos que cuentan con privilegios que los hacen distintos a los demás, producto del poder que poseen. Al ciudadano de a pie le indigna que esto ocurra. No solo en esta época, sino en cualquier otra. Basta repasar algunas consideraciones hechas por quienes dieron aliento a la Revolución Francesa y encontraran, inextenso, argumentaciones contra los privilegios de la nobleza. ¿Y el caracazo?, ¿Y Chávez?, ¿Acaso no son, en alguna medida, las opciones que el pueblo llano se dio para responder a una situación de inequidad, expresada por unos pocos privilegiados frente a una gran masa de humildes carentes, hasta de lo elemental.

El hecho que 100 votos no decidan, juega para uno y otro argumento. Si no determinan, ¿Para qué se hizo? El acto, en particular, se me antoja igual a la conducta de esos compañeros que lo primero que hacen al alcanzar algún cargo es comprarse la camioneta más empigada y buscarse un pasaporte diplomático. Son privilegios y ellos son odiosos, téngalo quien lo tenga, Por lo demás, las migraciones constituyen una torpeza política de padre y señor mío.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.