El Director de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual afirmó recientemente según un artículo publicado en Rebelion.org que «los viejos principios de la propiedad intelectual ya no sirven». Durante una conferencia desarrollada en su tierra natal, el australiano Francis Gurry, se refirió al controvertido tratado ACTA ( Anti-Counterfeiting Trade Agreement) criticando el modelo institucional […]
El Director de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual afirmó recientemente según un artículo publicado en Rebelion.org que «los viejos principios de la propiedad intelectual ya no sirven».
Durante una conferencia desarrollada en su tierra natal, el australiano Francis Gurry, se refirió al controvertido tratado ACTA ( Anti-Counterfeiting Trade Agreement) criticando el modelo institucional de creación de políticas públicas basado en la influencia desproporcionada (lobbying) para criminalizar consumidores y responsabilizar a intermediarios (como ISPS o plataformas), así como el modelo de tratados plurilaterales que pretenden forzar mecanismos de auto-regulación. Gurry aceptó que la OMPI está limitada por la falta de voluntad de muchos países para discutir este tema, dice el referido artículo.
Precisamente, las empresas transnacionales estadounidenses durante el gobierno de George W. Bush impulsaron el ACTA con la colaboración de Europa y Japón (y la complicidad de Corea, México y Nueva Zelanda) porque la organización global de propiedad intelectual que Gurry preside ya no sirve a los intereses de los grandes monopolios de las industrias culturales y tecnologícas: farmacéuticas, alimenticias, del entretenimiento, biotecnológicas, de software, TV, Internet y demás industrias basadas en el copyright y las patentes.
La supuesta organización colectiva global OMPI está siendo torpedeada por las transnacionales que crearon el acuerdo de comercio sobre propiedad intelectual (ADPIC-TRIPS) y avanzan hacia un Tratado en el que los países en desarrollo y menos desarrollados tengan poca influencia, pues son precisamente el blanco del ataque de las corporaciones globales.
Al afirmar Gurry que los viejos principios de la propiedad intelectual ya no sirven, no exime de responsabilidades a los países más ricos y a la OMPI en utilizar a la propiedad intelectual durante más de 200 años como instrumento para concentrar ganancias, apropiar conocimientos, bloquear la cultura y la tecnología nacionales, además de extorsionar y chantajear a gobiernos menos poderosos.
Aunque el Director de OMPI quiera presentarse al mundo como «mordiendo la mano de su amo», aparece en cambio como el típico gerente de un organismo especializado de las Naciones Unidas que anuncia una nueva arremetida de los conglomerados capitalistas sobre los pueblos del mundo, de la que él no participará por no haber sido invitado.
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