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Resultas del caso Charlie Hebdo

El enemigo de turno

Fuentes: Rebelión

Por estos días han sido exhibidos en la República Checa lemas del tenor de «Europa despierta ¡el islam es malvado!»; en Francia se habla de «Marcha de unidad», y cavilamos ¿respecto a qué?; en Alemania son más directos, no hay lugar a interpretaciones: «Marcha contra la islamización».[1] Así lo han manifestado ampliamente los tarifados medios […]

Por estos días han sido exhibidos en la República Checa lemas del tenor de «Europa despierta ¡el islam es malvado!»; en Francia se habla de «Marcha de unidad», y cavilamos ¿respecto a qué?; en Alemania son más directos, no hay lugar a interpretaciones: «Marcha contra la islamización».[1] Así lo han manifestado ampliamente los tarifados medios de comunicación. Como lo planteara el apologeta de la confrontación de culturas Samuel P. Huntington, el problema parece ser el islam[2].

Apenas hace tres semanas se referenciaba como de pasada el crecimiento de la ‘islamofobia’ en Europa. Y claro, justo unas horas después ocurre, el ataque artero a Charlie Hebdo como otros, pleno de interrogantes incómodos ante las versiones oficiales. Es notable que los musulmanes vayan siendo crecientemente nada más y nada menos que constituidos en el ‘enemigo interno’ mundial, uno erigido como lo han sido los enemigos internos en las guerras civiles, conflictos de baja intensidad y demás contrainsurgencias, luego de la Segunda Guerra Mundial. Resultan ser el odiado enemigo de turno en el hemisferio occidental, así se niegue oficialmente la existencia de esta situación.

A aquel ser humano individualizado apenas por su religión hasta hace unas décadas, parte de una civilización como otras en el planeta, ha sido convertido intencionalmente en un ‘perduellis’, es decir un ominoso enemigo de guerra. Este ser como cualquier otro, con quien se compartiría con agrado nuestras cotidianidades y llegaríamos a sentir simpatía, mediante una serie de procesos propagandísticos ha sido mutado en un ser a odiar, que si hondamos un poco, posee varias características dentro de la contrainsurgencia pentagonal, las cuales postulan que una categoría política como esta debe ser perseguida y «exterminada».

Un árabe mujer u hombre por su asociación con el Islam es exhibida (o) por estos tiempos como un sujeto el cual con histrionismo alberga sencillamente un «terrorista»[3], el epíteto con el cual occidente más denosta luego de la disolución de la URSS, a quienes ubica como blanco de sus acciones bélicas. Sabemos que este adjetivo como tal no significa sino una forma de guerra practicada por todas las fuerzas que intentan causar temor en sus adversarios, no obstante, por lo amplio del término es fácilmente manipulable para ser endilgado a cualquiera.

Lo más curioso radica en que el denominado en el Atlántico Norte ‘terrorismo’, sustantivo pletórico de equívocos, es un acontecimiento maliciosamente magnificado, al tenor de las mismas experiencias habituales. A la sazón, en los propios EE.UU., existen muchas menos posibilidades de morir víctima de un «ataque terrorista», que como consecuencia de un disparo accidental de algún portador de armas de esos que pululan por allí amparados constitucionalmente; y más aún, es más factible en ese país colmado de temores y espionaje, en una proporción de nueve a uno, que sea muerto un ser humano por balas de sus arbitrarias y brutales policías, que por un rimbombante «ataque terrorista»[4], de esos que producen glorificadas e hipócritas marchas de jefes de estado con las manos manchadas de sangre.

El tema de los musulmanes adoptados como peligro especial no es reciente, ha sido elaborado desde los tiempos del citado del choque de civilizaciones de Samuel P. Huntington. Con este el tema adquirió ribetes de cultura oficial, en varios tanques de pensamiento pro imperiales, cuando artificiosamente se hablaba ya en los años noventa del «ascenso del extremismo islamista[5]». Como si no se pudiera hablar del crecimiento del fundamentalismo cristiano protestante en EE.UU. a niveles de histeria, con las consecuencias de todos conocidas en muerte y destrucción en Iraq, Afganistán, Siria, Libia, Ucrania, etc.

Las diversas puestas en escena donde se desgarran las vestiduras los jefes de estado, una vez ocurren estos actos terroristas, favorecen en términos reales planes de mantenimiento de un estado de emergencia, de ‘estado de sitio’ mundial y lavan la imagen de los propios criminales de guerra, como se constata con el mismísimo Benjamin Netanyahu cuando dice sin escrúpulo alguno que Israel tiene el ejército «más moral del mundo»[6]. De allí en adelante cualquier cosa se puede decir.

En el caso concreto de Charlie Hebdo, ¿quién puede estar en contra de la libertad de expresión? Empero, los jefes de estado que hemos visto en el papel de ‘sensibles marchantes’ en favor de este derecho, son en el terreno de los hechos petulantes censores en sus respectivos países. En el mismo sentido la ritualizada y constante autocensura de los mass-media anglosajones revela de alguna manera un contubernio entre los diversos poderes en contra de las libertades de todo tipo en occidente.

Existen acusaciones no desmentidas de estrechas relaciones entre la CNN y el Pentágono en la elaboración de Operaciones Psicológicas[7], es decir, acciones encaminadas a embaucar a la población. ¿Seremos demasiado suspicaces si apreciamos el entorno mediático de lo ocurrido con Charlie Hebdo como un drama alrededor del cual se elabora una manipulación? Razones no faltan.

Tengamos en cuenta como otras desgracias mucho más mortíferas no son siquiera consideradas como dignas de ser conocidas y mucho menos sopesadas mundialmente en los aparatos de la comunicación.

Repasando escritos de la antigüedad encontramos uno sin duda precursor de la deontología de la comunicación moderna (Cicerón. De Officiis), el cual en su puesta en práctica impediría a todas las formas de periodismo el convertirse en corifeos de odio:

«Debemos respetar, defender y observar la común convivencia de toda la familia humana».

Los verdaderos comunicadores deben rechazar el prestarse para erigir ‘enemigos’ a los cuales segregar, perseguir y/o eliminar, al tenor de lo visto por estos tiempos en Europa, pues su razón humanista es la de establecer puentes y no abismos.

Notas

[1] Musulmanes de todo el mundo protestan por la nueva portada de ‘Charlie Hebdo’. http://actualidad.rt.com/actualidad/163560-musulmanes-mundo-protestar-portada.

[2] El Choque de Civilizaciones y la Reconfiguración del Orden Mundial. Paidos. Barcelona 1997. Pág. 259.

[3] http://actualidad.rt.com/actualidad/163402-arabe-terrorista-protocolo-policia-espana.

[4] Ann Jones. Estados Unidos: ¿Está loco este país. Enero 17 de 2015. http://www.contrainjerencia.com/?p=99269&utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+contrainjerencia%2FjvtA+%28CONTRAINJERENCIA%29

[5] Huntington. Pág. 257

[6] Jerusalén Post. Enero 16 2015. http://www.globalresearch.ca/netanyahus-vision-a-world-without-the-icc/5425185

[7] Truth, War Propaganda, CIA and Media Manipulation. Enero 19 de 2015. http://www.globalresearch.ca/truth-propaganda-and-media-manipulation/23868

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.