Hoy quiero referirme a tres actores, el Estado, la Cooperación y la Sociedad Civil, para analizar las relaciones a partir de la ideología y el poder en el marco de la discusión del desarrollo y la eficacia desde un lugar que he tenido el privilegio de ocupar en los dos últimos años, las luchas de […]
Hoy quiero referirme a tres actores, el Estado, la Cooperación y la Sociedad Civil, para analizar las relaciones a partir de la ideología y el poder en el marco de la discusión del desarrollo y la eficacia desde un lugar que he tenido el privilegio de ocupar en los dos últimos años, las luchas de los indígenas del ecuador, lo cual ha implicado experimentar las relaciones del Estado y la Cooperación dentro de un tipo de ejercicio de poder colonial, sin pretender a una reflexión universal, es decir normativa, ni esperar su significancia expansiva, pero si con la intención de una reflexión menos abstracta y más comprometida.
Iniciare con dos precisiones al respecto:
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La ambigüedad de las referencias, el título no menciona al gobierno sino al Estado, aunque quien conduce el Estado es el gobierno; no son Ong´s es cooperación, aunque las ong´s son la mayoría; no son movimientos sociales es sociedad civil, aunque los apoyos van directamente a las organizaciones. En realidad, la presentación es propia de la política correcta.
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En sentido estricto, cada uno de los tres actores representan sujetos y formas de subjetivización. Los sujetos como el Estado y la Cooperación son fácilmente identificables. La sociedad civil es un sujeto más abstracto en la tríada. El sujeto de la cooperación requiere de la aprobación del sujeto Estado para intervenir. El sujeto sociedad civil es el objetivo de los otros dos sujetos, en cierta forma la sociedad civil no actúa libremente, requiere del Estado o/y de la cooperación. La relación entre los tres sujetos es jerárquica, la sociedad civil está abajo y arriba cree estar el Estado. La cooperación descentralizada es un sujeto más político que el sujeto de la cooperación multilateral. Para el sujeto de la cooperación descentralizada el sujeto privilegiado es el sujeto local porque desconfía de los gobiernos centrales. El sujeto multilateral se mueve por agendas discursivas validadas en cumbres internacionales que imponen una necesidad de mundo: en la línea de los derechos humanos, el sida, los niños, los derechos sexuales y reproductivos, la interculturalidad y el desarrollo. Sus formas de subjetivización implican perfiles de una cierta clase social y actúan con rasgos bastante patriarcales. El sujeto de la cooperación descentralizada y bilateral actúa por convenios que le interesan debido a problemas o intereses internos y porque otros sujetos externos son importantes para sus objetivos sin que necesariamente lo sean para las realidades de los países en los que actúan.
Con estas dos precisiones, comenzaremos el estudio de las relaciones desde el enfoque de la teoría de la complejidad, es decir:
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Una primera entrada es admitir que las relaciones entre los tres sujetos son complejas. Afirmarlo puede no significar nada. Evidentemente son complicadas pero son mucho más, es decir, tienen que ver con muchas variables, son multidimensionales y admiten efectos determinados e inesperados para la linealidad de la causa-efecto.
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Las relaciones complejas nos impiden trazar definiciones cerradas: cuál es su misión, visión, sus agendas internacionales. Aquí, intentaremos evidenciar cuáles son las relaciones entre los tres sujetos para acercarnos a la descripción de su comportamiento. Luego, nos interesa saber: ¿Cómo el Estado determina a la Cooperación? ¿cómo la Cooperación manipula al Estado? ¿cómo la sociedad civil no puede modificar al Estado y a la Cooperación? Nos centraremos en las relaciones que condicionan a cada uno de los sujetos y no tanto las relaciones deontológicas. Para ser fieles al enfoque complejo, evitaremos las expresiones simples como: el estado coordina para que haya eficacia; la cooperación coopera para que haya desarrollo y la sociedad civil es el sujeto más beneficiado con una cooperación coordinada para la garantía de sus derechos. En efecto, sus acciones, sus silencios, sus miedos dependen de las relaciones que se establecen entre ellas.
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No pretendemos determinar cuáles son los buenos sujetos y por lo tanto los malos sujetos, quiénes dicen la verdad y quiénes mienten, cuáles son los más auténticos y cuáles son los más hipócritas. ¿Quiénes ejercen el poder? y ¿quiénes están subordinados? Hay otras interesantes salidas que nos brinda la complejidad y sobre todo el cine.
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Por último, la recurrencia permanente en los espacios interinstitucionales al mandato: no duplicar, no superponer, cada uno en lo suyo pero de forma sistémica, para ganar en eficacia nos obliga a preguntar ¿qué papel cumple esta visión de la complejidad dentro de la ideología y el ejercicio del poder?
Ingresemos al análisis de las relaciones por medio del cine. Hay un nuevo rol de la ideología de las relaciones. Para descubrirlo veamos la escena del film salvaje de corazón de David Lynch donde se representa el intento de violación de Boby Peru a Lula novia de Sailor cuando ambos intentan escapar de la muerte. La escena está repleta de simbolismos y gestos repugnantes para el espectador. Tres momentos están marcados en dicha escena: el ingreso al baño de Boby Peru, la violencia física de Boby Peru a Lula y el final del acto violento cuando logra el consentimiento forzado de Lula.
Tradicionalmente la ideología representa la distorsión de un hecho, es el recubrimiento de aquello que es injustificable. En cierto sentido, la ideología recubre el acto violatorio, mostrándonos que lo malo es bueno generando una aceptación tácita de la violencia del acto. En consecuencia, la escena en cuestión no sería ideológica por el rechazo que genera. Sin embargo, el papel de la ideología hoy ya no es el mismo. Por ejemplo considerar que la ideología oculta en contra de la visibilización es un error. Hoy la ideología requiere de mayor visibilización para ocultar mejor. Por tal motivo, no se tiene que llevar a cabo el acto violatorio para que haya humillación. En efecto, el acto no se esconde tras de las cámaras, hace parte del recorrido normal de la vida. Así, la transparencia no es el final de la corrupción, es su cambio de piel. A la guerra se le puede ver. Los documentos clasificados hoy son públicos. Podemos presenciar las audiencias de los paramilitares en vivo. La ideología no tiene necesidad de distorsionar el hecho, es cínica en su funcionalidad.
El poder sigue afirmando su autoritarismo desde el primer momento: aquí mando yo. No hay camuflaje, porque aparentemente hace lo que dice. La inevitabilidad de la medida es la mejor conclusión sobre la que se debe insistir. Bobby Peru actúa dentro de una supuesta ausencia, ocupando los espacios reales e imaginarios. La legitimación se origina en la ocupación del espacio real y la interpretación del espacio imaginario.
El agresor ya no ocupa totalmente a la vida de la otra. Su mensaje es claro: te puedo violar y no lo voy a hacer ahora. El acto no es llevado a cabo totalmente. Pudiéndolo hacer no lo hace y esto es lo que quiere que entiendan el otro o la otra Invade y se va cuando quiere. En realidad, la humillación es peor a pesar de no ocurrir el acto de aniquilación total. El objetivo ideológico busca el consentimiento del esclavo, no su sumisión completa. Le lectura será la siguiente: aunque no haya el acto de violación, hay violación, aunque la ocupación sea temporal, hay ocupación, en contra de hacer como si nada hubiera sucedido. La escena en cuestión representa el cobijamiento ideológico contemporáneo de las guerras implementadas por los Estados Unidos.
La ideología tradicional funcionaba para justificar la violación. Si no recurro a la fuerza, no podría hacer las cosas bien. La nueva ideología no tiene necesidad de justificar. La diferencia está entre ser engañado y consentir el engaño. El engaño pareciera que provoca una crisis menor cuando sabemos que nos están engañando y el dominador se preocupa por ocultar el engaño. Hoy sabemos que nos engañan, al poder no le interesa ocultarlo y esto provoca una crisis de impotencia e indignación. En efecto, el acto ideológico pasa por el saber. La violación ocurre parcialmente, el acto violento se pretende ejecutar y la ideología busca el consentimiento del violado. Aunque no se ejecute literalmente la violación, el consentimiento es lo importante, por eso los gobiernos se justifican con la dictadura de las estadísticas. El final de la escena nos revela que el acto de agresión no es necesario para que exista la violación. Canta y no grites. El mensaje es directo: puedo violarte pero no lo hago. Esta forma de la ideología es la que descubrimos en las relaciones entre Estado, Cooperación y Sociedad Civil.
Desde la doble funcionalidad de la ideología, -la no justificación y la no invisibilización- aparecen cinco mecanismos en las relaciones tripartitas: establecimiento de los parámetros tecnocráticos para el mejor ejercicio del poder; el control sobre el otro y sus alcances paranoicos; aumento de la manipulación con la información; las relaciones se mistifican en la técnica; y la verdad es lo ideológico porque lo ideológico es ya lo Real.
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El establecimiento de parámetros tecnocráticos para el mejor ejercicio del poder
Con respecto a la ideología y al poder voy a partir de una definición del filósofo marxista Frederic Jameson. ¿Qué entender por ideología? Es la matriz generativa que regula las relaciones entre lo visible y lo no visible, lo imaginable y lo no imaginable, así como los cambios que se producen dentro de dicha relación. En consecuencia, ¿qué se visibiliza con la insistencia en la coordinación entre Estado y Cooperación? ¿Por qué tanta insistencia en la eficacia? ¿La eficacia del desarrollo, qué rol juega en el mandato de la coordinación? ¿Qué se dice y que no se dice en el discurso oficial y qué aparece en las prácticas? ¿Qué no es posible imaginar en las relaciones tripartitas? ¿Qué hace parte de la imaginación del Estado cuando llama a la coordinación a la Cooperación? ¿Qué consecuencias tiene para la Sociedad Civil el mandato de la coordinación?
El concepto de poder lo entenderemos siguiendo una frase de Michel Foucault en 1977: el poder no se da, ni se intercambia, no se toma, él se ejerce porque solo existe en acto. No hay un lugar del poder, no hay una persona con poder, el poder es un ejercicio. Dicha comprensión nos aleja de la pregunta por ¿quién tiene el poder? El poder es una relación de fuerzas ejercido a través de los documentos, mandatos y otros mecanismos. Su definición está más allá de la visión marxista que vincula el poder exclusivamente con el poder económico. En efecto, la ideología no es independiente del ejercicio del poder pues el poder está en los discursos y las creencias y se ejerce también por medio de los aparatos institucionales.
Hay una serie de palabras que aparecen en cualquier dialogo interinstitucional entre Estado, Cooperación y Sociedad Civil. Para el Estado: ejecutar, controlar, rectoría, legislar, coordinar, eficacia. Para la cooperación: coordinar, apoyar, fortalecer. Para sociedad civil: participar institucionalmente y controlar moralmente. Lo interesante es que el lugar de las acciones indica una distribución propia del ejerció del poder: el Estado manda y ejecuta, la cooperación no puede actuar aisladamente y la sociedad civil no ejecuta, no participa fuera de la institucionalidad legal y controla con los mecanismos que le da el mismo Estado, es decir, ve con los lentes prefabricados por el poder para que enjuicie el mismo poder.
En términos reales del discurso, el poder está en el Estado, la Cooperación es la cenicienta y la sociedad civil no existe. La cooperación coordina, es decir no puede actuar por sí sola creando acciones paralelas y menos antagónicas a los intereses del Estado, luego, no más a esa cooperación que actúa al servicio del Departamento de Estado de USA. El Estado es el rector y nadie puede ocupar su lugar privilegiado, luego nadie le puede decir al Estado lo que debe hacer, lo cual cae en un Estado autoritario. La Sociedad Civil está allí, para controlar que el Estado haga lo que dice que va a hacer con la ayuda de la Cooperación, luego, la Sociedad Civil no tiene nada que decir de sí misma porque tanto la Cooperación, como la Sociedad Civil, se funden en el Estado, es decir, tienden a desaparecer.
En consecuencia, la ideología se camufla hoy dentro de una propuesta tecnocrática y pragmática. Coordinar es necesario no obstante el acto de coordinación es el ejercicio privilegiado del poder y la preferencia del discurso ideológico. Sabemos que por medio de la coordinación se ejerce un poder de dominación pero el buen sentido del mandato nos impide reaccionar contra él. De igual manera, sabemos de los problemas del desarrollo con el planeta pero no podemos impedir que los recursos sean explotados, o porque no hay recursos, o porque no podemos darnos ese lujo. De esta manera, como en la escena de Lynch, Bobby Peru hace la violación y no le interesa camuflar su omisión, porque al final hace como si no pasara nada. El acto ideológico presenta los hechos violatorios haciéndonos creer que en realidad no está pasando nada.
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El ejercicio del poder como control paranoico
Uno de los primeros fenómenos llamativos del ejercicio de poder contemporáneo es que ya no hay disciplinamiento sino control, es decir, ya no le podemos decir al otro que tiene qué hacer, como en los tiempos coloniales, ahora simplemente lo controlamos. Así, las acciones propuestas en el relacionamiento tripartito coinciden con el control: coordinar es controlar; rectoría es un ejercicio de control; participar es detectar los vacíos fuera del control; y gestionar es controlar tecnocráticamente. En efecto, comenzamos a ver que el poder se encuentra maximizado mediante un enfoque económico y mediante el discurso que acentúa los derechos individuales. La maximización de la economía y los derechos individuales suceden en el ejercicio maximizado del control. Nos encontramos en un ambiente paranoico donde el ejercicio del poder va eliminando espacios de no control, sobre todo aquellos espacios ocupados que son detectados como conflictos reales o potenciales para el régimen. Dos lugares son sutilmente marcados: la cooperación al servicio de enemigos imperialistas y la sociedad civil en contra del desarrollo ¿Por qué tal avasallamiento?
El Estado normalmente siempre confunde la política con la policía, es decir se preocupa más por un ordenamiento que por un fortalecimiento de la política. Hay un orden que prima y que normalmente adquiere facetas policivas. Pero hoy ¿por qué se llega a afirmar con tanta fuerza dicho ordenamiento? En otras palabras ¿qué se busca que la sociedad civil imagine con la ideología y el control del poder? El Estado quiere hacer saber que ahora si hay un verdadero amo. Nadie podrá hacer lo quiera. Por fin le obligamos al otro a actuar como nosotros queremos que actúe. Si bien la tendencia del Estado siempre ha sido hacia el orden, hoy cobra mayor importancia dicha función policial. Bobby Peru logra hacer decir a Lula lo que él quiere escuchar. El discurso menciona una ausencia, por eso ahora se afina a la maquinaría burocrática para que lo logre. El amo no quiere dejar escapes ni cosas sueltas.
Hace algunas décadas la ideología buscaba justificar la relación entre naturaleza y producción. El problema ubicado era la explotación del hombre por el hombre, en la acumulación del capital y la defensa de la propiedad privada. En consecuencia, la ideología era una distorsión de la realidad para dejar pasar los intereses económicos. Si el esquema fuera el mismo, entonces la clave estaría en el modelo de económico criticado. Sin embargo el problema es más complejo, porque advertimos que el uso de la ideología ha dado un vuelco. Como advierte Jameson, ahora ya no se observan alternativas al Capitalismo, se critica el Neoliberalismo pensando que el problema es más bien la distribución de la riqueza o que el problema no es el desarrollo sino su eficacia. Irónicamente, otro mundo es posible para la izquierda, si dejamos éste tal como está. Como diría el filósofo marxista leninista y lacaniano Zizek, es más fácil imaginar el fin del mundo que un cambio en el mundo. Pareciera que después de una posible hecatombe causada por una catástrofe ecológica lo único que sobreviviría es el Capitalismo y volveríamos a recurrir al mismo modelo de desarrollo. Así, el control quiere realizar aquello que no ha sido posible. Esta es la razón que nos aterroriza porque al final descubrimos que la izquierda en el poder realiza aquello que la derecha nunca consiguió o que la derecha en el poder adquiere un rostro dantesco y violento en el poder.
El gran problema del poder es que nunca se logra la dominación total, por tal motivo la dominación del otro es paranoica porque es estructuralmente frustrante. Ideológicamente se pensaría que ya estamos en un Cambio de Época y que nosotros no estamos dominados por poderes externos porque decidimos cuando en realidad nuestras decisiones económicas dependen del mercado; que la soberanía es el sueño alcanzado, cuando ni siquiera somos soberanos de nuestros sueños; que la sociedad civil tiene los derechos anhelados cuando el ciudadano es tragado por la indiferencia; que por fin aprendimos a hacer aquello por lo que las Ong´s lucharon y son las políticas públicas, cuando la política como lucha desparece en la política de la gestión; que podemos por fin no renunciar al desarrollo porque descubrimos el sumak kawsay cuando el buen vivir depende de la riqueza del desarrollo extractivo; y que por fin podemos controlar a esa parte de la cooperación que se ha dedicado a actuar como agentes de la CIA en nuestros territorios, cuando la cooperación sigue esclava de modelos civilizatorios y de un tipo desarrollo que solo favorece a las transnacionales. De esta manera, el control del poder adquiere rasgos paranoicos porque la cooperación no entra en cintura, y la sociedad civil, unas veces hace lo que le decimos y la mayoría de veces no. Cuando creemos que los ciudadanos están a nuestro favor, en realidad no lo están, por eso las mediciones de adhesión son tramposas y el poder tiende a enloquecer en su propia lógica.
En breve, el mundo pragmático basado en resultados y sistemas de monitoreo, amplia el espectro del control. No hay nada que no pueda ser contralado. El avasallamiento es total con cámaras por todos lados, chips en todas partes, información internacional regalada o vendida sobre los individuos, sus gustos, sus acciones y sus perversiones. Lo importante es que nada quede fuera. La maximización del control tiene rasgos profundamente conservadores. Irónicamente, no se quiere perder lo que se tiene aunque lo que se tenga no sea nada más que un fantasma. El gesto de Boby Peru demuestra que el control sobre la otra es violatorio e impotente. La ideología hoy deja de lado el discurso de la razón para desplazarse en el campo del deseo. Los artificios del deseo son el campo privilegio por medio del cual queremos recibir el consentimiento. Dicho ejercicio es frustrante por la intermitencia del mismo deseo. En efecto, escuchamos lo queremos escuchar porque el amo es atrapado en la telaraña del deseo. Si hay un problema con el poder es que solo escucha lo que quiere escuchar y que al no poder dominar completamente, enloquece.
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A mayor información en las relaciones, mayor manipulación
La ideología es menos visible dentro de sociedades de la información. Los discursos se traducen en propaganda, los problemas institucionales en falta de comunicación, los errores en desconocimiento de la información, los aciertos se le deben a la información; los planes dependen de sus líneas base, las estrategias de poder son iguales al perfeccionamiento del aparato comunicativo, las alianzas se reducen básicamente al intercambio de información. Es paradójico, pero entre menos se participa, más aumenta la información y la comunicación. Irónicamente, la comunicación es la suplantación de la participación.
Los burócratas te dicen sin maldad: si quieres participar, ahí está nuestra página web. Todos podemos opinar, en efecto, hoy se le pregunta más a la sociedad civil y a la cooperación sobre temas que tienen que ver con ellos, pero a manera de consulta -en el mejor de los casos-; pero son solo opiniones que se tabulan, al final el poder hegemónico decide lo mejor para ustedes. Por lo tanto, no es accidental que la participación sea igual a la socialización, que la socialización no de campo al cuestionamiento sino a una supuesta retroalimentación.
La importancia concedida a la información nos revela que la ampliación de lo virtual señala en verdad la contemporaneidad del ejercicio de poder. La información se sustenta en el fantasma de colocar el otro a distancia y comunicarnos con lo que esperamos que él sea, de no acercarnos a él pero mantener una cierta relación, de preguntarle sin chocar o de dialogar sin tener que confrontar. Hoy sabemos más sobre el otro, sin que el otro sea una necesidad para adquirir su saber. La virtualidad nos permite escapar de la cotidianidad con el otro. No es como pensaba Deleuze, que lo virtual era lo actual, en realidad la virtualidad de la información es la realidad sobre el otro o la otra.
En efecto, lo que se manifiesta ahora con la sobreabundancia de la información es el fantasma que sustentaba la realidad anterior, es decir: no estamos frente a lo nuevo sino a lo viejo, acompañado de su fantasma; el otro es la medida de nuestra virtualidad. La paradoja molesta pero es ineludible: tenemos al otro pero sin el otro por medio de la información.
El fantasma de la información operando lo que nos demuestra es que no hemos salido del estado decimonónico con un ciudadano abstracto el cual es inconsistente para el ejercicio de sus derechos, en un régimen constitucional retórico. Que la cooperación sigue siendo el objeto de poderes, mercenaria, sin personalidad, y que la sociedad civil esté dirigida por la relación unidireccional del para ellos pero sin ellos, e imposibilita de realizar con ellos. El Estado sigue gobernado por el viejo Leviatán que parasita a la sociedad civil. La información es un elemento para desarticular a los movimientos sociales. Las agendas son solamente externas porque la información suplanta al otro interno y real. Así, del estado débil por las reglas abiertas del mercado y la operación de las transnacionales hemos pasado al estado soberano y en relación con las transnacionales, en el que se cree que nadie externo puede imponerle normas, ni los convenios internacionales ni los compromisos por la crisis ecológica. Hemos pasado de la limitación de la soberanía a un intento de una soberanía total en donde la información es lo que cuenta. ¿A cuál temerle más?
El fantasma de la información sobre el otro nos encierra en un supuesto saber sobre el otro. Nosotros sabemos con seguridad absoluta que el otro nos necesita, que el otro nos desea, que el otro sin nosotros no es feliz, por eso solo nos basta con su consentimiento para atraparlo definitivamente. Él quiere el desarrollo del Estado, quiere el dinero de la cooperación como Lula desea la violación de Boby Peru, argumento infaltable del violador.
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La mistificación de las relaciones en la técnica
La ideología reduce el problema a un enemigo externo y descuida la lógica inherente al sistema, pasando por alto el fenómeno de la externalización de una necesidad interna. Hay una mistificación de la fuerza inscrita en la entronización de la técnica. La política es enterrada y sobre su tumba se coloca la computadora del administrador y gerente. Los políticos de los partidos son perseguidos sin clemencia. Ahora, pululan los técnicos pretendidamente neutrales y objetivos, por fin conocedores y garantes de la cosa pública.
La relación entre cooperación y Estado se mistifica cuando las relaciones deseables son básicamente de coordinación y nada más. Pongamos de acuerdo, es igual a decir, no duplicar: lo que yo hago no lo haces tú y lo que tú haces no lo hago yo, es incorrecto porque lo que se dice es: haz lo que yo quiero que tú hagas. Además, se piensa cínicamente que no es un problema político, sino técnico.
Los movimientos sociales son corporativos porque solo trabajan para su partido, o su pequeño grupo. Se intenta borrar la parcialidad del universal de los movimientos. Su forma de política ha estado viciada. Lo mejor es que dejen de existir y den paso a los técnicos, grandes profetas de la universalidad, artesanos de la equidad y albañiles de la igualdad. Mientras tanto, los neoliberales sacan partido de la apología de la técnica. En consecuencia a la cooperación se le saca de la política con la coordinación y a la sociedad civil con el invento de las políticas públicas. Así, el actor clave de la nueva hegemonía es el ingenuo personaje de las universidades manipulado por las tendencias economicistas mundiales.
La mistificación del poder y la ideología en la técnica está normalmente referida a la complejidad de las circunstancias. El recurso de la complejidad irresponsabiliza el actuar hoy más que nunca. En realidad no se actúa sobre lo importante, así, una Cooperación que empodere a la sociedad civil, o toque el tema de la plurinacionalidad, esta fuera del mandato de la cooperación. Hay que cuidarse que la interculturalidad, el género, el desarrollo, los derechos, no causen problemas al Estado y si ocurren, para eso tenemos técnicos del diálogo. La irresponsabilidad en el actuar tiene una normalidad y es considerar que los problemas no pasan por el Estado. Si hay problemas son de la Cooperación o de la sociedad civil. Así, el Inda fracasa por los indios corruptos, -piensa el racista molesto con la indignación india-, los problemas estructurales del Desarrollo son de ineficacia de la cooperación; la malversación de fondos o falta de una mejor gestión son supuestamente los grandes problemas a los que nos tenemos que enfocar, porque faltan gerentes, en el mundo que puso fin a la política. Así, la episteme ilustrada cobra una extraordinaria fuerza que tiene su contraparte en las universidades al servicio de la oferta y la demanda, ya no del mercado abierto y sin objeto sino del Plan Nacional del Buen Vivir. En consecuencia, tenemos que aprender la política en el aula y ya no en el levantamiento, el cierre de carreteras, las calles o las fábricas.
Si la responsabilidad del sub-desarrollo es de la Cooperación y la Sociedad Civil, Lula es la responsable por dejar entrar a Boby Perú al cuarto del motel, y luego usar su baño. Al final el pobre es el único responsable de su pobreza, afirma la ideología actual.
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La ideología es lo real porque se recurre a la verdad
Negar el poder y la ideología en la relación tripartita es dejar intactos los mecanismos que nos convierten en esclavos. La ideología no es más la ilusión, es lo más cercano a lo real como en Lynch, es lo verdadero y no es la mentira, por esa razón ya no podemos verla y creemos estar fuera de ella. En cierto modo, el mundo se convirtió en ilusión y la ideología en realidad. El punto de vista ideológico es bastante exacto, por ejemplo la historia de las tres vacunas iguales aplicadas a un mismo niño que se repite en todos los foros de cooperación, es una realidad, pero la realidad ya no es lo real. Es cierto que muchos indígenas se han beneficio de la cooperación, o que hay muchas cosas que se han hecho por parte de la cooperación y que no tienen ningún sentido, han sido un despilfarro, a pesar de ello, el discurso de la eficacia es completamente ideológico porque se busca establecer relaciones de dominación de parte del Estado con la Cooperación y la Sociedad Civil por medio de la verdad, como lo hace Boby Peru con Lula.
En el fondo del uso de la ideología existe la negación del antagonismo y en esta medida la cooperación es funcional a la ideología porque con la interculturalidad, la ayuda humanitaria, los derechos y el género, lo que se hace es insistir en la destrucción del antagonismo. En cierta forma es la elección de la tercera vía que se cree fuera del Comunismo y del Capitalismo, logrando de este modo, un reforzamiento del Capitalismo.
Bajo la razón instrumental en la que se actúa, en la tendencia burocrática, creamos la base para la dominación. El contenido es cierto pero lo que importa es la relación con el contenido y la posición subjetiva supuesta por el propio proceso de enunciación. Lo que interesa a la ideología ya no es el dato verdadero o falso es crear relaciones de dominación como en la escena de Lynch. En realidad es muy fácil mentir con el ropaje de la verdad. La intervención de la Onu en países que no respetan los derechos es justificable, y su eficacia puede ser cierta, la única condición es que la lógica de la dominación quede invisible para que pueda funcionar la ideología. Dominamos sin dominar, por eso podemos cantar y no gritar. Le efectividad de la dominación depende de permanecer oculta, un ocultamiento que solo se comienza a develar cuando nos preguntamos por los valores exigidos: la cooperación obediente al Estado, el estado demostrando hacer lo que dice; la sociedad civil agradecida con la cooperación y feliz con el Estado. La ideología ha alcanzado el consentimiento de Lula. Obedientes, decisores, leales, agradecidos y felices, en suma los grandes valores del colonialismo.
Finalmente, las buenas relaciones implican silenciamiento. No podemos contradecir al amo, porque Boby Peru no da opción. Los miedos aumentan para aquellos a quienes se les reconoce derechos. La sociedad civil debe estar conforme sin necesidad de participar. Admitir el consentimiento, esa es la clave de la dominación. Nos interesan los fondos de cooperación, entonces que se queden, pero que no hagan lo que quieran. No importa que solo actúen como un banco. La sociedad civil es nuestro objetivo, pero sin oposición y con agradecimiento. Al final Lula no debería llorar porque el acto no ocurrió, sin embargo la humillación a la mujer es el peor acto del poder porque es la base de cualquier acto violento.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.