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El Estado contra los waos

Fuentes: Rebelión

Tarde o temprano se imputará como una inadmisible trasgresión el comportamiento del Estado ecuatoriano con los waoranis, a los que en nombre de un dudoso desarrollo económico del país ha abandonado a su suerte. Se cree que los waos llegaron hasta la región amazónica ecuatoriana espoleados por sus parientes tribales tupi-guaraníes, lo que explicaría el […]


Tarde o temprano se imputará como una inadmisible trasgresión el comportamiento del Estado ecuatoriano con los waoranis, a los que en nombre de un dudoso desarrollo económico del país ha abandonado a su suerte.

Se cree que los waos llegaron hasta la región amazónica ecuatoriana espoleados por sus parientes tribales tupi-guaraníes, lo que explicaría el retraso que tuvieron en la domesticación de las plantas. Sin embargo, su mito de creación refiere que cultivaban maíz y algodón.

A lo largo del tiempo los waos han podido mantener la identidad de su grupo, a pesar de los poderes que los han agobiado casi hasta el exterminio (misiones religiosas, Estado, empresas); entre el avasallamiento y la rebelión, defendiendo su territorio, han logrado sobrevivir

Enfrentaron a la colonización española que desde el siglo XVI tuvo trágicas consecuencias para los pueblos amazónicos. A finales del XIX los caucheros convirtieron su espacio vital en un área de catástrofe ecológica y social casi sin que el Estado se enterara. Cierto es que se dictó una ley para proteger a la población, pero la indiferencia de los estamentos públicos impidió que se cumpliera.

Luego sobrevino la explotación maderera. Durante décadas, a vista y paciencia de las autoridades y los gobiernos, se ha permitido que se intensificara la depredación del bosque primario. En 2003 fueron asesinados decenas de waos- taromenanes y los sobrevivientes tuvieron que refugiarse en la espesura de la selva. Todo hace pensar que la matanza fue ejecutada por los propios madereros o sus sicarios.

Medio siglo antes ya se había aposentado en las comarcas waos el Instituto Lingüístico de Verano, para evangelizarlos, someterlos a su «protectorado», al sedentarismo y a otras imposiciones culturales que crearían condiciones propicias para la explotación petrolera con la que se beneficiarían empresas norteamericanas. La obligación de reagruparse terminó con las alianzas tribales y con los territorios compartidos para la cacería.

En 1991 comenzó a operar la subsidiaria Maxus en el bloque 16 dentro del territorio wao, en el parque Yasuní. Cinco años más tarde los medios de comunicación lamentaban que la Maxus hubiera extraído 50 millones de barriles de crudo sin reintegrar a Ecuador ni siquiera el equivalente a un solo barril.

En la conferencia de Río+20 el presidente Correa alardeó de la intención de proteger el Yasuní y sus riquezas y a los pueblos indígenas aislados, pero pronto se retractó alegando que Ecuador necesitaba aquellos recursos para superar la pobreza. El dinero del petróleo se despilfarró y la industria petrolera nacional generó pérdidas. Una vez más la víctima propiciatoria fueron los waos.

Acaban estos de ganar un fallo contra las petroleras en la Amazonia, pero el Gobierno actual ha procedido como los anteriores, es decir, engañándolos. En lo fundamental nada ha cambiado para los waoranis, el genocidio continúa.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.