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El estado y la teoría de la revolución en Chile

Fuentes: Rebelión

I / «No toleraremos hechos de violencia… estamos entregando todos los antecedentes a la justicia» (FELIPE HARBOE Subsecretario del Interior) Vandalismo, terrorismo, desadaptados, paramilitares, activistas pagados, agitadores callejeros, violentistas: son solo sinónimos que buscan mantener la violencia monopolizada por un grupo de la sociedad, por una clase. Estos sinónimos han comenzado a formar parte del […]

I / «No toleraremos hechos de violencia… estamos entregando todos los antecedentes a la justicia» (FELIPE HARBOE Subsecretario del Interior)

Vandalismo, terrorismo, desadaptados, paramilitares, activistas pagados, agitadores callejeros, violentistas: son solo sinónimos que buscan mantener la violencia monopolizada por un grupo de la sociedad, por una clase. Estos sinónimos han comenzado a formar parte del vocabulario habitual de los políticos al servicio de los intereses patronales, con esos sinónimos buscan estigmatizar las luchas sociales y a los dirigentes inmersos en las luchas de los pobres.

La violencia ejercida por los pobres es vista en la sociedad dominada por los medios de comunicación de los patrones, como una conducta casi animal: retrograda, absurda; atemporal, y por supuesto una conducta que no esta acorde con la democracia, la violencia es mostrada y tratada como «hechos del pasado» a los cuales «no queremos volver» pues «todos sabemos la triste historia reciente de Chile», la violencia es estigmatizada por el discurso oficial como una condición que nos hace volver a una era subsocial, que degenera y perjudica «nuestra democracia».

Es importante comprender las distintas dimensiones de la violencia, pues no es una «cosa» sino que adquiere diversas formas coercitivas -o liberadoras-; para mantener las cosas como están o cambiarlas. La dimensión de la violencia que utilizan quienes se mantienen en el poder, es la dimensión negativa de la violencia (negativa porque no hablamos desde una falsa neutralidad académica, sino que, desde y para una clase y sus luchas). Esa violencia se concentra en el estado y sus aparatos de represión, como también en la lucha por la hegemonía (en donde utilizan medios de comunicación, discursos, intelectuales, profesores, etc., etc.). La justicia solo responde a la imagen de normalidad y el sentido común se ve atrapado por la naturalidad y legitimidad que ha adquirido la violencia del estado en la sociedad, siendo justificada por la acción de «grupos desadaptados». Pero no es solo el uso de la fuerza publica lo que concentra la violencia del estado, la estigmatización de las luchas sociales es un ofensiva desde el estado, es un ataque a las organizaciones sociales, eso también es violencia.

A lo largo de la historia son muchos los hechos que podemos nombra en donde la violencia del estado esta presente: el periodo de colonización en donde miles de indios murieron defendiendo sus derechos a la libertad, la mal llamada «pacificación de la araucania» en donde fue una violencia selectiva por parte del estado para neutralizar a los mapuches que defendían sus tierras y tradiciones, las represiones a los obreros del salitre que culminaron en la triste «matanza de santa Maria de Iquique», matanza coordinada entre los patrones y el estado. La violencia que ha ejercido el estado a lo largo de la historia patria para nada se detiene en la oscura matanza obrera del salitre, sino que se extiende a épocas más actuales, como a las matanzas en puerto Montt, o la dictadura militar de 1973.

II/ «El estado es producto y manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase» (V.I. Lenin, «El estado y la revolución»)

¿Qué provoca que el estado tenga un rol particular en la sociedad?, ¿Porqué la represión de los movimientos sociales casi forma parte del ADN del estado?

El estado surge cuando las contradicciones entre los grupos sociales se hacen irreconciliables, cuando los intereses de los unos, chocan en una guerra sostenida contra los intereses de los otros, cuando los trabajadores, se ven empujados a luchar por sus reivindicaciones económicas y políticas afectando los privilegios de los que tienen mucho y quieren más, de los empresarios, de los patrones, los burgueses.

La fuerza del estado se sitúa en el poderío militar que posee, se sitúa en destacamentos armados de hombres (FF.AA., carabineros, investigaciones, y la tan querida ANI; agencia nacional de inteligencia) que poseen todo, desde las herramientas para «mantener el orden» como lo son el clásico guanaco, zorrillo, lacrimógena, tanqueta, varillas telescópicas, retenes móviles, patrullas, etc. Las cárceles también responden a esta infraestructura que posee la fuerza conformada por grupos de hombres armados que están por sobre la sociedad.

Este estado que aparentemente busca evitar los choques entre los grupos sociales, entre las clases sociales, no es nada mas que el instrumento que permite a los explotadores mantenerse en el poder: el estado es la creación de los patrones para mantener sus privilegios, años tras años hemos visto a diversos personajes ser los administradores de este estado, muchos hablando desde la izquierda pero actuando desde la derecha; reprimiendo al pueblo mapuche, reprimiendo a los estudiantes, a los profesores, trabajadores, allegados, deudores habitacionales, etcétera.

Este instrumento de represión es el estado de la clase dominante, el estado de la clase que posee el poder económico, y que con ayuda de este estado se convierte en la clase políticamente dominante, es un órgano de explotación, una herramienta que nace de las entrañas de la lucha social por la conquista de derechos, contra la mantención de privilegios es el parto de los ricos que da nacimiento a una herramienta capas de mantener a raya la lucha de los que quieren una vida digna.

Los gobiernos no son independientes de este aparato de represión que es el estado, los gobiernos están formados por funcionarios que cada cierto tiempo son escogidos por la sociedad para hacerse cargo de la maquina estatal, por tanto el estado existe independiente de los gobiernos, pero son estos últimos quienes nutren de legitimidad al estado, pues es por medios de las elecciones que se legitima la existencia del estado como parte de la sociedad, aun como ya hemos visto solo responde a los intereses de un grupo de personas que crean al estado para mantener sus privilegios.

Estos funcionarios que pasan a «administrar el estado» están tan ligados a la clase patronal, a la burguesía, que es imposible notar las diferencias entre un empresario y un político burgués, porque claramente los políticos de la burguesía a la vez son empresarios, son una clase que vive gracias a la explotación de los que no tienen nada y si no lo son una vez terminada su tarea como funcionario publico son recompensados por los empresarios por tan buena labor en la defensa de los intereses de la clase patronal pasando a formar parte de estas empresas, el soborno existe, esta ahí, es parte de la forma de operar de la política que defiende los intereses de los patrones. Ese es el caso de cientos de miembros prominentes de la concertación que luego de pasar por el gobierno se vuelven accionistas, gerentes y ejecutivos de grandes empresas nacionales y extranjeras.

El estado necesita dinero para existir y costear la propaganda, los medios de comunicación, las instituciones encargada de mantener, por uno u otro lado, los privilegios de los ricos como lo son carabineros, fundaciones, escuelas, universidades, etc. Para ellos son los impuestos que cada día cancelamos en nuestras compras. Somos, irónicamente, quienes financiamos al estado que luego nos reprime para evitar que los ricos pierdan sus privilegios y ganancias logradas gracias al robo que realizan del trabajo hecho por los miles que construimos las casa que luego habitaran los ricos los mismos que creamos todo lo que se encuentra a nuestro alrededor: las escuelas, los mall, las casas, las calles, las poblaciones, etc. Somos nosotros quienes trabajamos largas jornadas para lograr tan solo las migajas que nos entrega este sistema de explotación.

III/ La necesidad de terminar con el estado: la tarea que debemos llevar a cabo

El buscar la transformación social plena en la utilización del estado es un error, el estado encierra más de opresión que de liberación, el estado es más un instrumento de la burguesía que de los pobres, el estado es opresión, y carga en su espalda con miles de muertes, tras su paso la sangre de los obreros ha quedado regada en la tierra de nuestra patria, es el estado quien ha asesinado a miles de nuestros mejores compañeros en toda Latinoamérica y a nivel mundial. Es el propio Engels quien nos habla de este carácter del estado y del sufragio universal al decir que el sufragio es: «el índice de la madurez de la clase obrera. No puede llegar ni llegará nunca a mas en el estado actual», esta frase la recoge lenin en el estado y la revolución, y ha sido olvidada por cientos de hombres que absorbidos por pleitos de poder solo buscan apoderarse del estado como un fin en si mismo, olvidando que nuestra lucha, la de miles de hombres y mujeres que pensamos y creamos una sociedad justa basada en lo humano no se resolverá en las urnas, ni tampoco sentarnos en los sillones del estado y sus poderes. Nuestro objetivo no es conquistar el poder burgués para dejarlo como esta, ni reproducir su lógica de funcionamiento manteniendo al margen al pueblo del poder, sino que crear la organización de los pobres que sea capaz de generar su propio poder: un poder popular, debemos ser capaces de ver nuestros objetivos claros, otros ya dieron la discusión sobre la forma de llevar a cabo la transformación radical de la sociedad, como es el caso de Santucho, intelectual de la clase obrera Argentina, quien nos lo señala en su folleto «poder burgués y poder revolucionario» ahí dice que debemos: «dotarnos de una opción revolucionaria que nos permita arrancar a las masas de la influencia burguesa y encaminarnos con firmeza hacia la captura del poder hasta voltear a los políticos y militares capitalistas, destruirles su aparato de dominación (ejercito, policía, parlamento, etc.), instaurar el poder obrero y popular socialista, y construir un nuevo sistema de gobierno, un nuevo estado, basado en la movilización y participación de todo el pueblo para aplastar definitivamente hasta la última resistencia del capitalismo». Hoy este pensamiento amplios sectores del campo popular se empeñan en olvidar, evitando con estigmatizaciones que los miles de descontentos desempolven las palabras de varios revolucionarios que se trenzaron en disputas tras disputas para demostrar el carácter del estado. Hoy varios partidos y organizaciones nos deforman a lenin y a Marx, a Engels y Rosa luxemburg vistiendo a estos pensadores radicales con ropajes ajenos cambiando sus afirmaciones por interpretaciones mediocres, olvidando aquella frase de Lenin que nos decía: «Truncar así al marxismo equivale a reducirlo al oportunismo, pues con esta «interpretación» no queda en pie más que una noción confusa de un cambio lento, paulatino, gradual, sin saltos y tormentas, sin revoluciones. Hablar de la «extinción» del estado, en el sentido corriente, generalizado, de masas, si cabe decirlo así, equivale indudablemente a esfumar, sin no a negar, la revolución.» nuestro objetivo es la destrucción del estado, por la revolución único camino para la transformación de la sociedad, y no sustitutos que nos mantienen lejos de la revolución real, en nombre de las «realidades concretas», los «factores objetivo» y las «férreas leyes de la historia», debemos volver a la necesidad de la revolución.

Es común en la izquierda tradicional un gran miedo a que las cosas se vayan de control, a que un paro nacional, una huelga general se «salga de control», es común el miedo a el caos, a la lucha directa a la confrontación con el poder del estado y quienes lo sustentan, hoy por hoy la política de los acuerdos a nublado las mentes de miles de militantes de la izquierda tradicional evitando a toda costa la ruptura con el estado y sus políticos y partidos, incluyéndose cada vez más en ese abanico de partidos de distintos tonos pero de un solo color. La confrontación de las grandes masas con el capital y el estado es la mejor herramienta para avanzar realmente en la lucha por las libertades políticas, y es la mejor manera para avanzar en la lucha contra el sistema de la miseria y el engaño, pues no basta la realización de una huelga general si esta posee una tibia convocatoria, como ocurre hoy en el carácter de «fiesta» del primero de mayo, fecha símbolo de la lucha directa y en las calles contra el capitalismo y por las libertades políticas. En palabras de Rosa Luxemburg: «la simple huelga general ha dejado de desempeñar la función que en su tiempo le correspondió. Ahora nada menos que una lucha general directa en las calles podrá imponer una decisión», aquí justamente se pone en el centro de la política de quienes plantean la transformación de la sociedad la realización de acciones de las grandes masas desposeídas que les permitan agudizar su conciencia e identificar el enemigo con claridad, esa es nuestra labor, ayudar a identificar el enemigo y no ayudar al enemigo a vestirse con ropas ajenas, y menos confundir al pueblo sobre las armas que dispone para poner fin a esta situación de injusticias y robos, Rosa luxemburg, nos entrega un aporte importante al polemizar con la dirección de la socialdemocracia alemana. Luego de participar en la revolución de 1905 en Rusia rosa ve con claridad la necesidad de avanzar en la creación de una conciencia revolucionaria en la masa desposeída, ella reflexiona sobre la situación alemana señalando: «un año de revolución ha dado al proletariado ruso esa «preparación» que treinta años de luchas parlamentarias y sindicalistas no pueden dar artificialmente al proletariado alemán».

Con estos ejemplos buscamos revitalizar la discusión en torno a cual es la tarea de los revolucionarios frente al estado, volver a la discusión de las mal llamadas vía violenta o pacifica, sobre el debate en torno a reforma o revolución; volver a la necesidad de no olvidar que la burguesía no entregara el poder pacíficamente y que por ende no los doblegaremos pacíficamente, volver a recordar nuestro pasado reciente en donde los patrones nos enseñaron más con acciones que con palabras que su privilegios se sustentan en el poder y que no lo dejarán por votos más o votos menos. No pretendemos satanizar las elecciones que son una forma más de lucha, pero buscamos demostrar que en ningún momento las elecciones pueden sustituir la esencia de la transformación que buscamos, transformación que no se realizara por decreto, sino mas bien por la lucha decidida en las calles.

Para terminar creemos necesario el volver a beber de las fuentes originales, dejar de estar aceptando todo lo que se nos dice y preocuparnos más por la teoría que decimos representar, no como un regreso que nos permitirá releer a los clásicos que nos entregarán respuestas a todas nuestras interrogantes, no como un recetario que nos dará la medida justa de cada acción que nos permita avanzar en poner fin al sistema de la miseria y el engaño, sino como una fuente en donde podemos cuestionar nuestros planteamientos actuales, como un espacio en el que podemos re diseñar nuestras preguntas y construir nuevas respuestas, regresar a los clásicos, no significa, como señala Atilio Boron, » volver sobre un texto

sagrado, momificado y apergaminado, sino regresar a un inagotable manantial del que brotan preguntas e interrogantes que conservan su actualidad e importancia en el momento actual.

La revolución no es un tema del pasado, no es una utopía de viejos soñadores, ni la creación de mentes violentas que solo buscan el caos, sino que es el único camino para poner fin a un sistema que hoy en día amenaza no solo con seguir oprimiendo y matando a gran cantidad de personas de hambre a diario, sino que es un problema de supervivencia en un planeta que cada vez es mas deteriorado por nosotros mismos, pues la gran industria no posee ética ni conciencia, pues la ganancia es más importante que el medio ambiente, que la seguridad y salud de las personas. La actualidad de la revolución esta dada por la necesidad de comenzar a vivir, y por el avance del capitalismo que lo sumerge cada vez más. En Latinoamérica el capitalismo en su forma de operar neoliberal esta desgastado y nuestro país no es la excepción, el capitalismo llevo a la crisis de la educación, del transporte y hoy cada vez son más quienes se movilizan por poner fin a las injusticias. Esos hechos nos demuestran que existen condiciones para realizar hoy la revolución, y si las condiciones no existen… se crean.

«Solo en un orden de cosas en el que ya no existan clases y contradicción de clases, las evoluciones sociales dejarán de ser revoluciones políticas. Hasta que ese momento llegue, en vísperas de toda reorganización general de la sociedad, la última palabra de la ciencia social será siempre: luchar o morir, la lucha sangrienta o la nada. Así está planteado inexorablemente el dilema.»

Kart Marx, miseria de la filosofía