Una pared vertical de tierra agreste, con sedimentos de conchas marinas marrones y grises, es pintada de verde por algarrobos y palmeras. Al otro lado, está el desierto. Si levantase los codos de esta mesa de estudio y caminara diez pasos, en la otra ventana, la que está en el dormitorio, podría ver Cabo de […]
Una pared vertical de tierra agreste, con sedimentos de conchas marinas marrones y grises, es pintada de verde por algarrobos y palmeras. Al otro lado, está el desierto. Si levantase los codos de esta mesa de estudio y caminara diez pasos, en la otra ventana, la que está en el dormitorio, podría ver Cabo de Gata sobre el Mare Nostrum, abriéndose a las dos orillas: hacia la luz. Yo debería haber navegado por esas aguas hasta Atenas este fin de semana. Jamás estuve en Grecia y sin embargo, alguna melodía o algunos versos del poeta Constantin Kavafis traídos sobre las brisas marinas, me hicieron pasear por sus calles, formar parte de las barricadas que sobre ellas se levantan, degustar el vino de sus viñas y sentir los besos del ser amado.
El motivo del suspendido viaje, era la asistencia a un encuentro internacional, organizado por la plataforma griega, Iniciativa para la salida del euro y de la UE. Para una mejor coordinación, el encuentro se ha pospuesto hasta septiembre (allí estaremos). No conozco a los/as convocantes del evento, pero como vasos comunicantes las ideas se van transmitiendo por las calles y los circuitos de los ordenadores, y vamos, desde la diversidad, construyendo un discurso colectivo. En esa línea están escritos mis últimos tres artículos (Tiempos del Sur, ¡Salida de la UE, Vía Sur! y ¡Atenas, Vía Sur!).
La reflexión personal que hago acerca de la necesidad de nuestra salida del Euro y de la UE, me ha llevado a plantear una propuesta, la «Vía Sur» como respuesta a la Europa de los mercados y del Imperio (EE.UU). En el tablero de juego que plantea la Vía Sur, se argumentan las posibilidades de jugar una partida donde las piezas del juego está en construcción permanente. Ese tablero sobrepasa los límites de los países damnificados por las políticas de Bruselas, abriéndose más allá de las fronteras de Europa. La Vía Sur, puede ser la respuesta de los de abajo a un mundo que se está configurando cada vez más en dos bloques, ambos, fruto de los mercados.
Nosotras/os, somos los que planteábamos que otro mundo era posible y no debemos olvidar ese objetivo. En él, el ser humano y la naturaleza, son el eje central de todo, y la política y la economía, cuestiones de segundo orden, al servicio de una mayoría social. El factor humano, entendido como la aportación de cada uno/a de nosotros/as a un camino común y diverso, es lo que puede hacer girar las manecillas del reloj de la historia en un sentido favorable a los de abajo. Cuando hablaba con la compañera griega, Flora Papadede, coordinadora del encuentro internacional de Atenas, estaba viendo y sintiendo las energías de una mujer, que asociada a otros seres humanos, invierte parte de su tiempo y su capacidad intelectual en la defensa de su dignidad y la de los demás.
La crisis de la UE puede suponer la expropiación de los bienes públicos y comunes materiales e inmateriales de los pueblos y naciones que la componen, pero también es una oportunidad para ir construyendo un horizonte poscapitalista. La Vía Sur, con su factor humano, depende de nosotras/os.
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