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El Gobierno Australiano busca extraditar a Adriana Rivas, exagente de la DINA

Fuentes: Rebelion

Adriana Rivas, conocida y confesa torturadora de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) -la Gestapo de Pinochet- fue detenida en Sídney el 19 de febrero tras 40 años de impunidad. Eso, según confirmación súbita del Gobierno nacional de Australia de haber acogido una solicitud de la Corte Suprema de Chile emitida hace cinco años (2014): […]

Adriana Rivas, conocida y confesa torturadora de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) -la Gestapo de Pinochet- fue detenida en Sídney el 19 de febrero tras 40 años de impunidad. Eso, según confirmación súbita del Gobierno nacional de Australia de haber acogido una solicitud de la Corte Suprema de Chile emitida hace cinco años (2014): ver https://tinyurl.com/y2m7gxnr. Rivas apareció en la Corte Local Central de Sídney el 20 de febrero sin representación legal, por lo cual ha quedado detenida, pendiente a la reasunción del caso el 1º de marzo. Rivas fue la asistente principal del jefe de la DINA, Manuel Contreras, entre 1974 y 1978 e integrante de su Brigada Lautaro, cuyo papel principal era el secuestro, interrogatorio, tortura y exterminio de dos direcciones seguidas y militantes del Partido Comunista de Chile, entre otros crímenes de lesa humanidad.

Justificando la tortura como necesaria «para quebrantar a la gente de alguna manera… lo mismo que usaron los nazis», Rivas califica su colaboración con la DINA como los «mejores años» de su juventud y a Contreras como «excelente persona»: ver https://tinyurl.com/y5v2hz5j. Como un número impresionante de tales figuras, Rivas también ha gozado de la protección de una serie de gobiernos no solamente de Chile (del cual recibe una pensión militar) sino australianos, incluso la protección policial y el uso de una vivienda pública subsidiada por la bolsa federal, en el barrio playero pudiente y pintoresco de Bondi.

Dicha detención tiene largas raíces. Cuando varios grupos de solidaridad con Chile le presentaron al Gobierno Laborista una nómina de torturadores y asesinos pinochetistas sospechosos o confirmados en 1990, pidiendo su extradición, fue bien acogida. Pero el Ministro de Inmigración de turno, el socialista Gerry Hand, comentó que dichos agentes seguramente gozaban de la protección de la CIA, la Organización Australiana de Seguridad e Inteligencia (ASIO, por su sigla en inglés, análoga al FBI) y el Servicio Australiano de Seguridad e Inteligencia (ASIS, por su sigla en inglés, análogo a la CIA) y la policía secreta chilena de entonces. La impunidad de Rivas hasta ahora reconfirma el poder de esa red, que ha vinculado desde 1946 a los integrantes de UKUSA (Reino Unido, Estados Unidos, Australia, Canadá y Nueva Zelanda) con un sistema global de espionaje militar, tortura, asesinato y desaparición. Sus miembros paralelos como el Mossad y las cuatro agencias francesas (SDECE, DST, RG y SAC), tienen fuertes lazos con el fascismo y la mafia internacionales [1].

Pero la nómina de 1990 era la punta del iceberg. Según una fuente confiable «entre 1994 y 2000 entraron más de 400 ex DINA, CNI y otros personajes relacionados con la policía secreta de Pinochet a (Australia)… (que) les concedió visa permanente a todos ellos, lo que sugiere un acuerdo entre los dos gobiernos» [2]. De hecho, varios agentes se establecieron impunemente en Australia a partir de 1980. Frecuentemente infiltraron en los comités de solidaridad capitalinos establecidos a partir del golpe militar de 1973, a veces desenmascarados por sus propias víctimas en reuniones solidarias con la Resistencia Chilena [3]. Por más exagerado que podría aparecer el número citado, recordemos que en su magnífico libro War Criminals Welcome (Bienvenidos criminales de guerra, 2001), el politólogo Mark Aarons demuestra que uno de los principales destinos de los criminales de guerra nazis de Europa del Este fue Australia: llegaron en cantidades industriales, trabajando muchos como agentes de inteligencia e inmigración para el entonces Servicio de Investigación del Commonwealth (CIS), antecedente de ASIO y ASIS.

La publicación de los informes clasificados de la Comisión Real de Inteligencia y Seguridad 1974-1977 en 2008, arrojó luz sobre el papel de los gobiernos liberal-nacionales (LNP) y laboristas australianos en Chile. Confirman que la ASIS fue proactiva en el derrocamiento del Gobierno de Allende y luego en el mantenimiento del capitalismo autoritario bajo la dictadura de Pinochet. La CIA organizó la colaboración de ASIS en Chile a partir de noviembre de 1970, menos de dos meses después de la elección de Allende. Washington esperaba que el Gobierno de Allende rompiera las relaciones diplomáticas, por lo tanto la CIA buscó la apertura de una red ASIS en el país, que compensaría en cierta medida por su ausencia si fuera desalojada. La estación ASIS-CIA en Santiago debía producir información clave para Washington, supuestamente en reciprocidad por la gran cantidad de inteligencia que EE.UU. había puesto a disposición de Australia durante la Guerra de Vietnam (según el juez del tribunal), en la cual Australia desempeñaba un papel central en la imposición del imperialismo estadounidense.

En 2007 Adriana Rivas fue acusada formalmente en Chile de siete cargos de secuestro agravado y consecuente asesinato entre 1974 y 1977. Según la abogada chilena Adriana Navarro, quien ha trabajado durante años gratuitamente en Sídney para las familias de algunas víctimas, Rivas fue coautora del secuestro agravado de Víctor Díaz, Fernando Navarro, Lincoyán Berrios, Horacio Cepeda, Juan Ortiz, Héctor Véliz y la tecnóloga médica embarazada Reynalda Pereira. A fines de 1976 fueron secuestrados, torturados salvajemente y luego asesinados y hechos desaparecer. Eran miembros del Partido Comunista, dirigentes sindicales, maestros de escuela primaria, funcionarios públicos y ciudadanos: ver https://tinyurl.com/y57q87eu. Según la abogada, los tribunales chilenos han acumulado decenas de declaraciones incriminatorias de testigos oculares, incluidas las de agentes de la DINA ya procesados y sentenciados, más de su jefe de la Brigada Lautaro, el capitán Morales Salgado. Pero en un complot cuidadosamente orquestado, seguramente por servicios de inteligencia afines, Rivas escapó de vuelta a Australia poco después de que comenzara el proceso penal en 2009. Sin embargo, sucesivos gobiernos australianos se han negado a actuar bajo el tratado de extradición entre los dos países, reconfirmando el estatus histórico del país como refugio de criminales de guerra.

La coyuntura local e internacional suscita dos interrogantes sobre el caso: en primer lugar, ¿por qué su detención ahora, tras tantos años de impunidad? Por un lado ha influido el peso de la incansable lucha de los herederos de las organizaciones solidarias citadas, además de los grupos nuevos «Extradite Adriana Rivas Now» (https://tinyurl.com/y4ncp5df), Chilenos en Australia (http://chilenosenaustralia.com/index.php) y National Campaign for Truth and Justice in Chile (https://www.facebook.com/memoriayrebeldia); la prensa popular (p.e. https://tinyurl.com/yy5w69qz), numerosas peticiones ciudadanas al Gobierno australiano, la solidaridad de algunos parlamentarios laboristas y del Partido Verde a nivel nacional, el activismo político-legal de la abogada Navarro y equipo, las presiones sindicales (especialmente marítimas y de construcción) y el documental La Conexión Australia-Chile, de 2013 (https://tinyurl.com/y5nahpuj). Una muestra del envalentonamiento del movimiento global es el documental El Pacto de Adriana (2017), cuya directora chilena Lizette Orozco, una sobrina de Rivas, reclama su extradición en él: ver https://tinyurl.com/yyyzgyp3

Por el otro lado, el Gobierno de coalición Liberal Nacional (LNP) -una continuación del modelo neoliberal impuesto por los gobiernos laboristas en los 80- se encuentra en estado caótico en la víspera de las elecciones federales dentro de tres meses. Frente a repetidas encuestas que demuestran la probabilidad de perder el Gobierno, en medio de los creciente escándalos sobre su tratamiento cruel hasta fatal de refugiados (en común con los gobiernos laboristas) en lo que son, en efecto, sus campamentos de concentración de mercenarios en países vecinos; intentando distanciarse de los grupos ultraderechistas en crecimiento como United Patriots (Patriotas Unidos) y Patriot Blue (Patriota Azul) (ver https://tinyurl.com/yxqvmned ) y tras las derrotas en elecciones complementarias recientes por candidatos humanistas, seguramente sería oportuno que la coalición gobernante consiguiera una bolsa de votos de los cerca 50.000 chilenos residentes, la mayoría distribuidos alrededor de los escaños marginales trabajadores y laboristas del país, a la vez lavando su imagen bien ganada de arrogante proveedor de contratos billonarios para las empresas transnacionales carcelarias y de seguridad e inteligencia.

En segundo lugar: ¿Qué se puede esperar si se cumple la extradición? El Gobierno chileno del presidente pinochetista Sebastián Piñera (el Berlusconi con poncho), al igual si no más que los gobiernos neoliberales de la Concertación, parece estar manteniendo el pacto entre la dictadura saliente y la Izquierda Renovada de optimizar la impunidad de los criminales de guerra de la dictadura, con limitadas excepciones donde le es conveniente al sistema sacrificar algunas cabezas para mantener intacto el cuerpo de la hidra terrorista. Un ejemplo es el encarcelamiento simbólico del propio director de la DINA en un recinto de cinco estrellas, unos 20 años después de iniciar sus asesinatos como jefe de la DINA y dirigente de la transnacional y nefasta Operación Cóndor (que se cobró hasta 50.000 víctimas en todo el continente).

Si la solicitud legal del Gobierno a la corte termina con la extradición de tan nefasto personaje, sería un avance simbólico y poderoso por parte de la coalición fracturada de fuerzas populares en Australia. Los acontecimientos brevemente resumidos aquí también expresan una nueva fase de la centenaria solidaridad mutua entre la isla-continente de los canguros y América Latina. El agotamiento del modelo de internacionalismo solidario desarrollado en condiciones de guerra fría y un interregno sin dirección coordinada durante dos décadas, han desembocado en una alianza dinámica entre sectores mayores de luchadores, aún con fuego en las entrañas, más una nueva generación que carece de las mismas experiencias de la vieja guardia pero que ha aprendido a compensar con una extraordinaria creatividad y valentía. Son días tempranos en esta nueva y fecunda coyuntura, pero como terminaba la narración del documental celebrado de Patricio Guzmán «la Batalla de Chile aún no ha terminado».

* El autor es profesor asociado honorario del Departamento de Historia de la Universidad de Sídney



[1] Ver Brian Toohey y William Pinwill, Oyster: The Story of the Australian Secret Intelligence Service , Port Melbourne, William Heinemann, 1989; Henrik Krüger, The Great Heroin Coup: Drugs, Intelligence & International Fascism. Walterville, OR: Trine Day, 2016.

[2] Ver https://www.memoriaviva.com/criminales/criminales_r/rivas_gonzalez_adriana_elcira.htm.

[3] Ver Viviana Ramírez y Robert Austin «¿El Pueblo Unido? La solidaridad australiana con Latinoamérica desde Allende»: http://bit.ly/2ea5Uyz ; y Vladimir Pacheco, Graham Holton y Robert Austin, «Unhappy Fortieth: Australia and the Political Economy of Terror in Chile, 1973-2013»: http://bit.ly/2hoLpy5.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.