Aunque actualmente sobreviven con- y mueren de- hambre más personas que nunca en la historia de la humanidad debemos afirmar rotundamente que con el llamado «progreso tecnológico y económico» de nuestro occidente «civilizado, de derecho, bienestar y demócrata» absolutamente nadie en este mundo pasa hambre ya o muere por falta de alimento sino que […]
Aunque actualmente sobreviven con- y mueren de- hambre más personas que nunca en la historia de la humanidad debemos afirmar rotundamente que con el llamado «progreso tecnológico y económico» de nuestro occidente «civilizado, de derecho, bienestar y demócrata» absolutamente nadie en este mundo pasa hambre ya o muere por falta de alimento sino que sufre y muere asesinado por la maldad.
El hambre es el arma de destrucción masiva más mortífera y más utilizada actualmente. Según datos oficiales de la ONU, BM y FMI, más de 3.000 millones de personas (la mitad de la población del planeta) padecen carencias nutricionales. 862 millones de personas padecen hambre, 300 de ellas son menores, 7 de cada 10 son mujeres, ¾ partes viven en el medio rural donde se produce el alimento. En la última década el aumento es de más de 4 millones por año. Cada año son asesinadas por hambre casi 8 millones de personas, 3,5 millones de ellas niños, esto supone 18-20.000 personas al día o una persona asesinada cada 4-5 segundos. Pero en el mundo se producen 6 millones de toneladas de cereal por día. Las necesidades medias por persona son de ½ kg de cereal por día. Se produce el doble y nadie debería sufrir hambre. ¿Por qué tanta miseria y muerte?
Discurso ante la Cámara de Representantes de los Estados Unidos del 28 de junio 2008: » Nos preparamos para clausurar a Irán…. es lo que hicimos durante diez años antes de ir a Irak. Matamos a miles y miles de niños de hambre (se admite que probablemente murieron 50.000 niños por las sanciones contra los iraquíes*). Y toda la propaganda que se nos presentó para ir dentro de Irak no era verdad como se demostró posteriormente». En las guerras se hambrea a la población para obtener ventajas militares. Durante la paz se la chantajea y amenaza con el hambre para que voten demócratamente una opción y no otra. Disimulamos y legitimamos el asesinato masivo por hambre adjudicando la causa de ello a sequías e inundaciones naturales. Y como otra desgracia natural más estamos convencidos de que la irracional explosión demográfica de los pobres es la principal causa de su hambre.
Cualquier pueblo que decide y organiza libremente su desarrollo agrario, ganadero y económico adapta su crecimiento demográfico a la disponibilidad de tierra y tecnología para alimentar a la familia y se organiza para hacer frente a las inclemencias de la naturaleza. Es la imposición con la espada y la cruz del monocultivo que requiere masivamente mano de obra flexible y sumisa para ser rentable la que obliga a las mujeres a procrear masivamente para garantizar la supervivencia individual en su vejez y la colectiva como pueblo. Nadie niega que el aumento demográfico es causa de hambre, pero la dirección en el círculo vicioso es a la inversa y el hambre impuesta es la primera causa del aumento demográfico. Los economistas neoliberales han dado ahora con otras dos causas del hambre: 1º) ha aumentado el precio de la comida que cada vez es menos accesible para los pobres dada la falta de crecimiento económico en sus países y 2º) los chinos comen más dado el desarrollo de su economía, lo cual aumenta la demanda y ésta, a su vez, el precio. Y es cierto que el precio de los productos de alimentación ha subido mundialmente en promedio un 40% y esto causa hambre pero ….
Lo que le preocupa a la ONU es «el riesgo de una hambruna generalizada, además de desnutrición y (principalmente) disturbios sociales sin precedentes». Necesitan entre 15.000 y 30.000 millones de dólares para hacer frente a las necesidades alimentarias básicas de la población mundial y evitar los conflictos creados por la carestía de alimentos en más de treinta países. Zapatero ofrece 125 millones. Se necesitarían entre 75 y 150 Zapateros para cubrir las necesidades calculadas por la ONU. Sin embargo hay menos de 200 Estados de los cuales la inmensa mayoría tiene menos capacidad económica que el de Zapatero. No salen las cuentas. Además, si salvamos a los 8 millones de muertos por hambre al año de morir también habrá que financiarles la ayuda para alimentarlos o matarlos por otro medio. Con ello sube la demanda y aumenta el precio, y, con ello, el hambre. Si se invierten los 30 mil millones en la solución del problema los especuladores, cuyas ganancias se estiman entre 500 y 600 mil millones de dólares, van a aumentar el precio de esta solución para especular y ya no será suficiente lo presupuestado. Pero habrá sido un buen negocio.
Para ellos todo el problema del hambre se reduce a un problema económico: «El hambre se produce porque la gente no tiene suficientes recursos económicos, dólares, para comprar comida». Por ello el remedio que proponen siempre será peor que el mal. Su conclusión es que hay que «desarrollar la agricultura» «garantizando seguridad para los inversores extranjeros en los países descolonizados demasiado rápidamente y con avalanchas seudo-nacionalistas que expropiaron a los pocos colonos que podían mantener la economía en marcha». Esto es exactamente lo que han hecho en los últimos siglos y el resultado es que todos los países productores de alimentos que hace sólo 25 años producían todo el cereal que necesitaban hoy son importadores netos. La ayuda no sólo crea hambre como efecto colateral, por error, sino que su objetivo perverso es precisamente destruir la producción local para aumentar el crecimiento económico, pero de los países «donantes». ¾ partes de todos los y las hambrientas viven y mueren en el ámbito rural que han creado con sus ayudas y su desarrollo tecnológico civilizado.
Cada año se intoxican, principalmente en los países empobrecidos, cerca de 3 millones de personas por el uso de agrotóxicos. Mueren más de 220 mil por año. Esto significa 660 muertes por día, 25 muertes por hora. Todos estos ya no pasan hambre, ya no hay que alimentarlos. Claro que tampoco producen, pero hay suficientes y no supone un factor limitante para el negocio. Los agrotóxicos no han sido producidos para la agricultura sino para la guerra. La agricultura moderna fue desarrollada como una especie de basurero de la industria de la guerra para canalizar enormes cantidades de venenos y tóxicos almacenadas y para mantener funcionando las grandes capacidades de producción que habían sido montadas. El desarrollo de las plantas transgénicas y del tipo «Terminator» que producen semillas estériles y que los campesinos no pueden volver a sembrar tienen un único objetivo: «dominar el mercado de semillas y asegurar el control de la alimentación mundial…lo que implica una violación al derecho humano de la alimentación».
EEUU tiene un consumo desorbitado de petróleo y problemas en Irak. Para mantener su hegemonía necesita independencia energética, por ello impulsa el biocombustible. Para llenar un tanque de un vehículo se requiere el maíz que podría alimentar a una persona durante un año. Pero EEUU no tiene tierra propia suficiente. Brasil se ofrece a controlar el 50% del mercado mundial de etanol. Para ello será necesario destruir la Amazonia. Con ello pretende solucionar, entre otros objetivos, su hambre. Actualmente los cortadores de caña ya tienen una vida media inferior a los esclavos de los tiempos de la colonia. Los propios economistas neoliberales han establecido que el biocombustible incide ya en un 25-30% en los incrementos de precio de los alimentos. Habría que llamarlo necro-diesel a partir de ahora.
El hambre desintegra a la sociedad, rompe los marcos éticos, impide la cultura y el progreso. Muy pocos hombres o mujeres consiguen mantener la dignidad humana con hambre. La secta capitalista está transformando a 5.000 millones de personas en miserables, inútiles, superfluos y al resto nos convierte en caníbales. En cambio la pobreza sin hambre es digna, creativa, social, productiva, solidaria. Por ello debemos reivindicar la pobreza, distinguirla muy claramente de la miseria y establecer el «umbral de la riqueza» que nadie pueda sobrepasar sin exponerse al castigo del desprecio y la exclusión social más absoluta o a algo más.
La burguesía asesina aunque intente marear la perdiz del pobre. Hay que emplazarla ante un tribunal por su crimen masivo de lesa humanidad. A toda la burguesía como clase hay que someterla a una esterilización forzosa, impedir su procreación ideológica, ejecutarla. A las burguesas y los burgueses, ciudadanas y ciudadanos de su «inocente» sociedad civil hay que quitarles toda esperanza de sobrevivir como clase. A los que amenazan con hambre para los demás, ponen en peligro la supervivencia de la humanidad y se niegan a perder la esperanza de ser «libres» para acumular riquezas ajenas asesinando masivamente hay que encerrarles en un «Monopoly World» para que se liquiden allá entre ellos sin causar más daño (desde hace tiempo nos tienen encerrados en un «Democry World» sin que nos hayamos dado cuenta). Hay suficiente alimento en el planeta para que nadie tenga que sufrir o morir de hambre. Si lo hacemos es por su criminal ideología, religión, avaricia y maldad capitalista.
* Los informes de Naciones Unidas hablan de 500.000, y no 50.000, víctimas infantiles del bloqueo contra Iraq entre 1991 y 2003.