Un análisis económico, social, militar y cultural de los impactos de una guerra nuclear lleva a declarar que habrá calamidades, el derecho convertido a cenizas, la ética destrozada, la condición humana en alto riesgos y el planeta en llamas difíciles de apagar. Ganancias incalculables para los poderosos (personas, grupos, estados y corporaciones) y pérdidas incontables para pueblos vulnerados y empobrecidos. La pregunta sobre porqué la guerra que hicieron Einstein y Freud regresará, al tiempo con el quien soy yo, de Kant y Saramago. Ya no el derecho sino la fuerza pondrá las reglas, las constituciones quedarán a merced de estados de excepción y lo que una y cree alianzas será la guerra y no habrá manera de evitar la solución violenta de los conflictos de intereses. Del DIH no quedaría vigente principio alguno, ni de distinción entre civiles y combatientes, ni de proporcionalidad o del mínimo respeto por la población protegida como niños, mujeres o ancianos. La impunidad sería total, los delitos pasarían al plano de la legalidad con la justificación de la legitima defensa.
Pensar en una guerra nuclear en la actualidad es real hay factores geopolíticos, tecnológicos y estratégicos que aumentan la posibilidad aunque el riesgo sigue siendo bajo, a pesar de que las condiciones muestran tensiones geopolíticas creciente entre Estados Unidos, Rusia y China, en áreas como Europa del este, el Pacífico y el Ártico, que crean un entorno propenso a la escalada que sumaría conflictos regionales entre Corea del norte y del sur y aliados occidentales, la militarización de India y Pakistán, y el ánimo bélico de la OTAN, que han servido de excusa para multiplicar recursos, modernizar arsenales y romper acuerdos de control nuclear para debilitar el monitoreo y mantener vigente la amenaza con un discurso Político y Doctrinas Nucleares
En la fase de mostrase listos, el presidente saliente de Estados Unidos empuja a Ucrania a dar el paso y avanzar en la etapa de guerra psicológica y en Gaza pone a prueba la resistencia humana con el genocidio sionista contra el pueblo de Palestina y su extensión a Cisjordania y Líbano, otros factores políticos de validación que sirven de apoyo son la ascensión de fascismos pura sangre al control del poder en varias naciones de todos los continentes y la pérdida de legitimidad de la organización de Naciones Unidas, devastada en sus decisiones por Estados Unidos que impone un veto de complicidad con el horror, ante la vista impotente del mundo posterior al holocausto.
El costo de una guerra nuclear sería incalculable, afectaría todos los aspectos de la vida humana. La guerra nuclear a pesar de representar la máxima escala de investigación científica de la humanidad implica el regreso a la forma más primitiva y sinrazón de los humanos, en la que no hay lugar a exigencias éticas ni estéticas y lo que sí hay es actores y sectores que podrían beneficiarse económicamente a costa del sufrimiento y las letales consecuencias para 8000 millones de seres humanos y del planeta ya agotado por la lógica mercantil y destructora del capital. La única solución viable es prevenir este tipo de conflicto mediante acuerdos multilaterales y desarme nuclear global, presionado por grandes movilizaciones globales de defensores de la vida y del planeta, que ponga en retirada la arrogancia del poder, al que sencillamente, no le importa la supervivencia de nuestra especie y en particular la de grandes masas de población ya despojadas, ya envilecidas.
La guerra nuclear es el paso siguiente después de haberlo probado todo. Es una de las mayores amenazas existenciales para la humanidad y más allá del costo humano inmediato, sus repercusiones económicas, sociales, militares y culturales serían devastadoras, afectando cada aspecto de la vida en el planeta. El costo económico tendría un impacto catastrófico con destrucción de infraestructura que, según estudios de simulación, sí solo fuera limitado entre potencias como India y Pakistán podría destruir miles de kilómetros cuadrados de infraestructura, valorada en trillones de dólares. El colapso afectaría la economía global, con interrupción del comercio internacional, cierre de mercados y destrucción de redes de transporte y de conectividades que llevarían a una recesión global. En 2023, la economía global fue valorada en $105 billones de dólares y una guerra nuclear podría reducirla entre un 20 y un 50% y la recesión sería prolongada, las reconstrucciones tomarían décadas para algunas naciones y otras serían incapaces de recuperarse.
El costo social simulado dejaría pérdidas de vidas humanas de entre 50 y 90 millones de personas en las primeras horas de ataque militar y en una escala mayor, las bajas superarían los mil millones. Las crisis humanitarias, según la OMS colapsaría los sistemas de salud por superación de la capacidad para atender heridos, tratar enfermedades y proporcionar agua potable y; el desplazamiento masivo contaría a millones de personas buscando refugio en países no afectados, que serían en esencia los países victimarios, desbordando los sistemas de acogida y creando crisis por éxodos de desterrados y refugiados sin precedentes.
El costo militar sería de devastación, las superpotencias apuntarían inicialmente sus misiles al territorio de aliados estratégicos y las fuerzas armadas en todas sus escalas y niveles quedarían severamente dañadas. En 2022, había más de 12,500 armas nucleares en el mundo, principalmente en Rusia (5,889) y Estados Unidos (5,244 según SIPRI, Estocolmo) que dejarían la capacidad de defensa prácticamente inexistente en las áreas afectadas y, la carrera armamentista incluso después del conflicto jalonaría a otras naciones a dedicar sus capacidades y recursos económicos y de investigación a desarrollar armas nucleares como disuasión, exacerbando los riesgos a futuro.
El costo cultural de una guerra nuclear sería incalculable, con afectación a todos los aspectos de la vida humana, sus modos de existencia, organización y convivencia, costumbres, lengua, símbolos, comunicaciones, riquezas intangibles, artes y sentido de humanidad que serían irreversibles, la pérdida de patrimonio quedaría visible en los restos de ciudades históricas destruidas como París, Roma o Kioto que contienen patrimonios globales que podrían ser destruidos, eliminando siglos de patrimonio cultural. Pérdida de memoria colectiva, manipulación histórica, instauración de otros sistemas de valores y afectación de la salud mental del grande e impensado daño psicológico de profundas cicatrices en la psique colectiva, con traumas de difícil recuperación e incertidumbres de un futuro sombrío, distinto, incomunicado y temeroso.
Los beneficiarios potenciales se agrupan en la industria armamentista alrededor de empresas que producen armas nucleares y sistemas de defensa antimisiles que experimentarían aumentos significativos en ganancias, las corporaciones de reconstrucción de infraestructura y las élites políticas y militares que se servirían de la guerra como excusa para consolidar poder. Queda entonces ante la arrogancia del poder que busca la guerra y celebra la aniquilación la posibilidad humana de seguir considerándonos humanizados y pacifistas si todavía conseguimos indignarnos ante la guerra.
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