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Reseña del libro La ciencia del exterminio. Psiquiatría y antropología nazis (1933-1945), de Benno Müller-Hill

El lado oscuro-muy-oscuro y criminal de la ciencia servil del nazismo

Fuentes: El Viejo topo

Barcelona, editorial Dirección única, 2016, 308 páginas. Traducción de José María Balil Giró. Nota de la edición castellana: Falconetti Peña.

Sobre el autor: Benno Müller-Hell nació en Friburgo, la ciudad de la que fue rector en tiempos turbulentos Martin Heidegger, la también ciudad universitaria de Eugen Fischer, uno de los principales representantes de la antropología aria. El autor es actualmente profesor de Genética de la Universidad de Colonia e investigador científico, ámbito en el que es conocido por sus descubrimientos en torno al represor lac y la proteína precursora amiloidea.

Su preocupación e investigación política-cultural: estudiar el papel que jugaron los antropólogos y psiquiatras eugenésicos del Tercer Reich, sorprendido por la escasa bibliografía existente sobre la cuestión.

Su posición política general en el ámbito de la política científica: oposición radical y documentada hacia «la actual eclosión de los proyectos empresariales que, en nombre de la eugenesia positiva, alientan el control de los genotipos de la población».

Sus ideas gnoseológicas y su pregunta central: Las ciencias naturales, sostiene, «tienen una historia de la formación de su estructura y una historia de sus efectos». Toda persona dedicada al cultivo de las ciencias naturales, prosigue, «siente la inquietud de seguir la formación de las estructuras de su ciencia, pues incluyen belleza y verdad a un tiempo. Así, la historia de la genética es, por una parte, la historia del descubrimiento de la verdad de los organismos vivientes y, por otra, la historia de sus efectos». Basta una ojeada a un puesto de venta en cualquierl mercado «para apreciar los hermosos frutos obtenidos por antiguos y modernos cultivadores…». Lo mismo ocurre con las crías de animales. Pero la cuestión central: «¿qué ocurre con los efectos de la genética en los seres humanos?».

Su posición humanista alarmada: «Cuando ahora pienso en la historia de los efectos de la genética en la antropología y la psiquiatría, contemplo desiertos de ruinas y destrucción. El derramamiento de sangre de millones de seres se olvidó con la mayor celeridad. La historia más reciente de los efectos de estas ciencias humanas vinculadas a la genética es confusa y está llena de actos delictivos; sólo es comparable a una pesadilla» (p. 13)

La estructura del libro, de un ensayo muy recomendable: 1. Prólogo. 2. Una cronología alemana. Cronología de la identificación, segregación y exterminio de los diferentes (¡vale la pena leerla con detalle!). 3. De la discriminación de los judíos a la esterilización de los enfermos mentales. 4. De la matanza de enfermos mentales a la matanza de judíos y gitanos. 5. El aprovechamiento de los desposeídos en la investigación psiquiátrica y antropológica. 6. Sobre el papel y la autojustificación de algunos antropólogos. 7. Nueve preguntas. 8. Advertencia y testimonios de gratitud. 9. Conversaciones.

¿Les interesa la relación entre ciencia, poder y fascismo?

¿Les interesa el papel de la ideología en el quehacer de los científicos en un marco irracionalista y antihumanista generalizado?

¿Les preocupa que se haya desvirtuado la realidad y los resultados obtenidos para complacer al poder y sus «verdades incuestionables», mostrando todo ello como ciencia, como buena ciencia?

¿Les preocupa la responsabilidad de los científicos en el ámbito de las ciencias humanas?

¿Creen en la neutralidad de la ciencia sin numerosos y decisivos matices complementarios?

¿Somos conscientes de la importancia poliética de los científicos concernidos y comprometidos en coyunturas negras o muy oscuras? ¿De sus riesgos?

¿Podemos arrojar la verdad a la cuneta -¡todo vale!, ¡no hay verdades!- y situarnos en el ámbito de la posverdad como ahora se afirma y promueve?

¿Fueron ignorantes los científicos alemanes de la ignominia en la que estaban inmersas las ciencias que muchos de ellos practicaban?

¿Tenemos consciencia y recuerdo de los científicos y científicas que fueron capaces de resistir presiones y sobornos en circunstancias nada fáciles?

¿Llegaron a matar algunos científicos para obtener ojos, sangre y cerebros? ¿Fueron ayudantes suyos? ¿Colaboradores externos? ¿Prácticas «externalizadas» tal vez?

¿Fue una excepción el Dr. Mengele? ¿De verdad de la buena? Si lo fue, ¿qué tipo de excepción fue la suya?

¿Es justo el autor, hablando epistemológicamente, cuando escribe: «La objetividad abrió a los científicos la puerta a las mil barbaridades. Los alemanes dedicados a las ciencias físicas y naturales y a la medicina vivían en un mundo sin valores. Los de los judíos no les eran propios. Los de los cristianos tampoco eran reconocidos por ellos. Los de la Ilustración y la Revolución francesa nunca habían sido populares entre ellos. Así, por pura objetividad, los científicos y los médicos estaban dispuestos a todos» (p. 177)? ¿Por pura objetividad? ¿Vale, nos vale como explicación?

¿Fueron muchos médicos alemanes mensajeros del exterminio? ¿Por qué no se rebelaron? ¿Por qué consintieron? ¿Fueron sus prácticas, como las de antrópologos y psiquiatras, parte de un experimento funesto?

¿Como una mediocridad filosófica como Rosenberg pudo convertirse en un filósofo-pensador de referencia para muchos miembros de las comunidades científicas de uno de los países más avanzados científica y culturalmente del mundo?

¿Sinrazón de la ciencia o científicos con ideas irracionalistas? ¿Podemos hablar de una ciencia perversa, de una ciencia nazi? ¿Ninguna, osamos preguntar, de todas aquellas investigaciones, ideológicamente sesgadas, tiene validez científica?

¿Hablaron estos científicos después de 1945? ¿Justificaron sus acciones y omisiones? ¿Les cegó su ideología, el miedo, la situación? ¿Por qué los tribunales de la RFA decidieron que habían proscrito sus delitos? ¿Justifican los herederos, muchos de ellos científicos, las prácticas de sus progenitores?

¿Como se consiguió que el exterminio de enfermos mentales, de judíos, de opositores, fuera un misterioso secreto para la mayor parte del «pueblo alemán», incluso para sus élites científicas?

¿Llegaron a sentir entusiasmo los psiquiatras y antropólogos cuando Hitler llegó al poder? ¿Le vieron como un promotor de sus ideas? ¿Es insensata esta última pregunta

¿Creían muchos científicos alemanes y en base a qué que los comunistas y los judíos eran los responsables de la derrota de Alemania en la I Guerra Mundial?

¿Los científicos, como señala el autor, subliman su sexualidad en la ambición y su instinto mortal -destructor- en el análisis? ¿Ya antes del nazismo antropólogos y psiquiatras «habían comenzado a despojar de toda sublimación su instinto de muerte»?

Hay muchas más preguntas, me quedo aquí.

¿Les interesan estas temáticas? ¿Les conciernen estas preguntas? Si es así, este es un libro absolutamente recomendable, estemos o no de acuerdo con todos los compases y notas de esta sinfonía aún inacabada, siempre inacabada probablemente.

Se echan a faltar un glosario básico y un índice onomástico y analítico. Poco más. Tal vez también, calibrar el inmenso horror que el nazismo y sus científicos causaron, específicamente, en las clases trabajadoras alemanas

Una recomendación complementaria sobre este asunto inagotable que deberíamos tener siempre muy presente: Alejandro Andreassi, El compromiso fáustico. La biologización de la política en Alemania, 1870-1945, Vilassar (Barcelona), El Viejo Topo, 2016.

No se lo pierdan. Tampoco este último.  

Fuente: El Viejo Topo, mayo de 2017