Catedrático de Historia Contemporánea en la UAB, José Luis Martín Ramos es especialista en la historia del movimiento obrero y es autor de numerosos estudios sobre los movimientos socialista y comunista del siglo XX en Cataluña y en el conjunto de España. Entre sus últimas publicaciones, ambas en la editorial Avenç, La rereguarda en guerra. […]
Catedrático de Historia Contemporánea en la UAB, José Luis Martín Ramos es especialista en la historia del movimiento obrero y es autor de numerosos estudios sobre los movimientos socialista y comunista del siglo XX en Cataluña y en el conjunto de España. Entre sus últimas publicaciones, ambas en la editorial Avenç, La rereguarda en guerra. La Guerra civil a Catalunya, 1936-1937 (2012) y Territori capital. La Guerra civil a Catalunya, 1937-1939 (2015).
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Estamos en el tercer capítulo del libro. «Del antifascismo al frente popular». Antes de entrar en materia. Me ha llegado este enlace: http://www.rtve.es/alacarta/audios/la-historia-de-cada-dia/historia-cada-dia-27-02-16/3502725/
¿Alguna entrevista? ¿Sobre el libro? ¿Cómo fue la cosa?
Una entrevista para un programa de RN5, sobre el libro sí. Creo que fue bien.
Del antifascismo, dices, al frente popular. ¿Qué deberíamos entender por antifascismo en el contexto en el que nos estamos moviendo?
El rechazo y la lucha contra el fascismo, gobernante o en ascenso hacia ello. El antifascismo incluyó un amplio abanico de posiciones y organizaciones políticas que se proponían hacer frente al fascismo; con propuestas diversas como las alianzas obreras o políticas de frente único o la coalición de centro-izquierda, en el caso español entre los socialistas y los republicanos. La propuesta del frente popular resultó una novedad frente a aquellas posiciones, más tradicionales.
El primer apartado se titula: «El oxímoron de la revolución defensiva». Pues lo parece. ¿Una revolución a la defensiva? ¿De qué revolución hablas por cierto?
Se trataba del movimiento revolucionario que estalló finalmente en octubre. Un oxímoron porque presentándose como acción revolucionaria -es decir de asalto al poder- no se consideraba su desencadenamiento mediante una dinámica propia, sino como respuesta al hecho consumado del acceso de la CEDA al poder. En realidad, más allá de esa calificación, todo el proceso que condujo a octubre de 1934 tuvo mucho despropósito y era en gran parte equívoco. A Largo Caballero le gustaba señalar la diferencia, en su opinión, entre insurrección -levantamiento de masas- y asalto al poder -y revolución- despliegue de un programa de transformaciones revolucionarias desde el poder; y parece que su intención no era plantearse todavía ese asalto, sino amenazar con él para evitar que la CEDA fuera incorporada al gobierno.
Sin embargo, para la inmensa mayoría de los que participaron, o se opusieron, de los que se trataba era de una revolución… a hacer cuando el enemigo había incrementado precisamente su mayor fuerza, pero no antes.
Te cito: «La CNT, en manos políticas de la FAI, reaccionó…». ¿En manos políticas de la FAI? ¿Qué relación mantuvieron la FAI y la CNT a lo largo de todo este período? ¿Cuál era su vínculo o vínculos?
A partir de 1932-1933 la FAI fue controlando las instancias de decisión de la CNT, los denominados «comités de relación», local, regional, nacional… Se convirtió en la corriente dominante en la CNT y se acordó incluso el principio de «trabazón», por el cual en todos los organismos de decisión y de acción, también de propaganda, tendría que haber una presencia preponderante de miembros de la FAI, de la organización «específica» del anarquismo. La presentación del título CNT-FAI, en lugar de CNT-AIT, era una manifestación de ese control político. Que por otra parte no fue ni monolítico ni hegemónico; en la FAI se daban también posiciones discrepantes, que se agravaron durante la guerra.
¿Posiciones discrepantes? ¿En qué discrepaban?
La FAI no era un organización formal, sino la instancia de relación y acuerdo entre los muy diversos grupos anarquistas. Tenían posiciones afines, pero no un proyecto común elaborado. De manera que, en circunstancias críticas tendían a aparecer una diversidad de posiciones. Ya hubo diferencias, en el terreno de la acción, desde finales de 1933, sobre la validez del insurreccionalismo plebiscitario (el término es de Enric Ucelay Da Cal); García Oliver discrepó de la llamada a la huelga general revolucionaria de diciembre, frente a Durruti. Luego, en julio de 1936 hubo también discrepancias sobre si aceptar la oferta de Company, de constituir un Comité de Milicias paralelo a la Generalitat, o «ir a por todas»; García Oliver se quedó en minoría defendiendo esta última opción frente a Abad de Santillán, partidario del pacto con Companys. Se siguieron manifestando durante la guerra, al respecto de la participación gubernamental; aunque no con alineamientos estables y siempre congruentes. García Oliver, defensor de la posición más radical en julio, viró en redondo desde que se incorporó al gobierno de Largo Caballero, como ministro de Justicia. Una parte de la FAI catalana se decantó abiertamente en contra de la presencia de la CNT en el gobierno, pero quedó en minoría. Más adelante, García Oliver introdujo nuevos factores de división al plantear una organización más verticalizada de la FAI.
Hablas de Julián Besteiro, el catedrático de lógica de Madrid, y no solamente en este capítulo. ¿Qué opinión te merecen sus prácticas y reflexiones políticas? ¿Le pudo su anticomunismo en algunos o en muchos momentos?
Creo que su papel intelectual fue sobrevalorado. No el político, ya que junto con Largo Caballero lideró el socialismo español desde los últimos años de la vida de Pablo Iglesias. Inicialmente con un buen grado de coincidencia; hasta que a finales de la década de los veinte, Besteiro empezó a no compartir el viraje de Largo Caballero, su ruptura con el corporativismo primorriverista y el acercamiento a los republicanos. Proclamada la República, su imagen se difuminó al ser contrario a la participación de los socialistas en el gobierno, y negarse a formar parte de él; se opuso de manera terminante a la radicalización socialista a partir de la derrota electoral de noviembre de 1933, a la que achacó ser una consecuencia de la basculación de una parte del socialismo hacia las posiciones comunistas. Desde entonces el anticomunismo le pudo, como dices. Su comportamiento durante la guerra y sobre todo a partir de 1938 fue en extremo lamentable, erosionando la autoridad del gobierno republicano, al que tildó de criptocomunista.
¿Cómo es que en algunos dirigentes de la época se asentó la creencia, como tú señalas, de que la dictadura primoriverista había vacunado a España contra intentonas golpistas, contra el pretorianismo? ¿Tan ingenuos eran? ¿No tomaban notas del contexto internacional?
Pues debieron serlo. Te refieres a Saborit, y detrás de él a Besteiro. Su análisis fue no solo erróneo, sino extravagante; y con ello perdieron el poco crédito que les quedaba. Ni Besteiro ni Saborit contaron ya nada en el socialismo español, hasta el desenlace de la guerra civil. Por el contrario Luis Araquistaín hizo de la referencia al proceso alemán una base fundamental de su argumentación crítica sobre el fracaso de la socialdemocracia ante el fascismo.
En tu opinión, ¿Largo Caballero fue en algún momento el Lenin español? Salvo error por mi parte, él estaba convencido de lo que estaba en juego en aquellos momentos era un movimiento de carácter proletario que debía estar dirigido por el partido socialista y obrero, tesis que parece coincidir con la posición del frente único…
A Largo Caballero no le gustó nunca esa etiqueta, y rechazaba que se la dieran. El historiador Julio Aróstegui lo ha explicado en su biografía sobre Largo. No le gustaba porque él no era comunista y no sentía la necesidad de ser identificado con Lenin. Por lo demás, es obvio que nunca lo fue. Lo que si es cierto es que para él el verdadero antifascismo había de ser un movimiento estrictamente proletario; pero no exactamente de frente único, aunque se utilizara el término a efectos de propaganda, y sobre todo para enfrentarse a Prieto, que proponía la alianza con los republicanos y ampliarla a los comunistas. Largo Caballero concebía la unidad como una incorporación a las organizaciones del socialismo o, en el peor de los casos, la subordinación a su liderazgo político. Por eso nunca concibió las alianzas obreras como organismos políticos con personalidad propia, sino solo como plataformas de difusión de la política socialista; y la unidad con los comunistas, mientras la pretendió, era con el pensamiento puesto en el regreso de estos a la organización matriz, el PSOE, no como la construcción de una posición política común.
Las relaciones ente UGT y PSOE que describes hacen pensar en un sindicato poco autónomo del partido. ¿Es así? ¿Dónde intervenían sindicalmente los trabajadores/as próximos al PCE?
En la práctica eran dos organizaciones que interaccionaban constantemente. Y no siempre en términos de poca autonomía del partido respecto al sindicato, sino al revés; como ocurrió durante la dictadura de Primo de Rivera, o en la primera etapa de la guerra civil, etapas en las que la UGT impuso su posición política al PSOE. En cuanto a la militancia del PCE se desarrollaba en pequeños sindicatos, expulsados de la UGT entre 1921 y 1922 -que localmente podían tener alguna importancia, como el de los mineros de Vizcaya- y en la CNT, hasta que fueron expulsados de ésta entre 1931 y 1932.
El PCE acabará promoviendo su propio sindicato, la Confederación General del Trabajo Unitario, en los primeros años de la República, que se disolvió en la UGT, a finales de 1935 como consecuencia de la nueva política unitaria; y digo disolvió porque Largo Caballero nunca aceptó una integración colectiva, ni mucho menos una fusión como la que se venía gestionando entre las juventudes socialista y comunista.
Cuando hablas de la organización de lo sucedido en Asturias, te expresas en términos muy, muy críticos. Hablas de sainete. ¿No exageras un poco? ¿Qué es lo que en tu opinión se hizo peor o muy mal?
No hablo solo de lo de Asturias, sino de todo el movimiento de octubre en el conjunto de España. Los hechos fueron dramáticos, trágicos en sus consecuencias humanas, pero políticamente fue un desastre: con objetivos políticos equívocos; una organización desastrosa, entre el burocratismo y la carencia absoluta de todo criterio militar o de seguridad; con un diseño imposible, al estar condicionado -y anunciado- su desencadenamiento a la constatación del acceso de la CEDA al gobierno de la República; con métodos de preparación entre el infantilismo o el vanguardismo, como en la preparación «insurreccional» de las juventudes madrileña… mediante ejercicios de instrucción rutinaria y armas de madera al hombro… En fin, lo que coloquialmente puede considerarse como un sainete.
¿Y qué opinión te merece la proclamación de la República catalana el 6 de octubre? ¿Fue una proclamación de independencia? ¿La derrota fue absoluta como dices? ¿Midieron bien los tiempos y las fuerzas? ¿Qué fuerzas políticas y sociales apoyaron esa proclamación?
No fue una proclamación de independencia. Fue la misma de Maciá el 14 de abril, que tampoco constituyó un acto unilateral de separación. Era una proclamación de anticipación de lo que se propugnaba: una república federal, o una confederación de repúblicas ibéricas o hispanas. Y Companys sabía que estaba derrotado ya cuando hizo su proclamación; la única esperanza, ¡vana!, era que el general Batet, jefe de la división catalana -la región militar- no obedeciera las órdenes del gobierno de la República y no marchara sobre el centro de la ciudad, hacia el Palau de la Generalitat. Pero Batet fue, en 1934 y en 1936 un militar constitucionalista, sinceramente subordinado al poder civil. Con el ejército en contra, sin poder contar con la policía, que se mantuvo también fuera de la proclamación, solo la siguieron los Mossos d’Esquadra, que eran un cuerpo simbólico, de representación y guardia de los centros institucionales de la Generalitat, sin potencia militar, la proclamación de Companys no tenía ningún futuro; de manera que las juventudes de ERC, las únicas que estaban armadas, no salieron a la calle.
«Bajo una represión común, una nueva unidad frente al fascismo». ¿Ese fue el punto, la represión? ¿Fue este nudo, la represión, lo que permitió construir o desencadenó la unidad popular frente al fascismo?
La lucha contra la represión, por la amnistía y la condena de los abusos, fue el motivo que unió a los diferentes sectores, que unió a la base del movimiento obrero y republicano y que llevó a sus dirigentes a aceptar la máxima unidad, la del frente popular, aun cuando personalmente no la hubiesen deseado. Largo Caballero no la quería con los republicanos y Azaña no la quería con los comunistas. Incluso la CNT matizó sus posiciones de hostilidad hacia la disputa política. La lucha contra la represión y la amnistía fue, además, un potente movilizador en las elecciones de febrero de 1936
¿José Díaz, y el PCE con él, estuvieron a la altura de las circunstancias?
Yo creo que fue en ese momento cuando el PCE dio un salto político y José Diaz, por convencimiento o por disciplina, o por las dos cosas a la vez, representó ese salto. La llamada a participar masivamente en el mitin de Azaña cerca de Madrid fue un ejemplo de ese salto; impensable un año antes. El PCE priorizó la consecución del pacto del Frente Popular a la imposición de posiciones programáticas o de presencia en las candidaturas. Un comportamiento diferente del PCE, ni siquiera que hubiese sido equívoco, habría hecho imposible el Frente Popular. Socialistas y republicanos se habrían presentado divididos en las elecciones de febrero de 1936 y las derechas habrían ganado, como casi todo el mundo esperaba que sucediera.
¿Por qué se detuvo a Manuel Azaña? ¿De qué se le acusó? ¿Cuándo quedó libre de las acusaciones a las que fue sometido?
Fue una pura venganza política, mezquina. Se le acusó de ser el instigador del movimiento en Cataluña, y estar detrás de él para perpetrar por la fuerza su retorno al gobierno. En 1935, en pleno gobierno de la derecha, la misma que imprudentemente le había hecho detener, fue exonerado de todos los cargos. El episodio hizo de él un símbolo a la vez de la represión y de la alternativa popular.
Perdona, me voy un poco de tema. Me ha llegado esta información, a través tuyo además si mi memoria no me falla: » El Ministerio de Defensa acoge una charla que justifica el golpe de Franco, «un militar prudente y profesional». El Centro de Estudios para la Defensa Nacional ha organizado este martes una conferencia del historiador Stanley Payne, para quien la Ley de Memoria Histórica es un «invento semisoviético». Entre los asistentes, el director general de la Policía, un ex diputado del PP y altos cargos de las Fuerzas Armadas. Sobre la Segunda República, Payne ha sentenciado en un acto en el que estaban prohibidas las fotos, que fue un «fraude democrático» que llenó la policía «de individuos al estilo de las SS» nazis». ¿Cómo es posible una cosa así? ¿Payne tiene reconocimiento entre la comunidad de historiadores? ¿Se ha comentado algo de su intervención?
Payne es uno de los cabezas de fila del revisionismo historiográfico sobre la Segunda República y tiene un cierto, aunque limitado, reconocimiento académico. Aunque tiene su mayor predicamento entre los políticos de la derecha «popular» y los medios de comunicación afines. Entre sus méritos se encuentra haber prologado los panfletos de Pío Moa. Empeñado en desenterrar el anticomunismo más militante extrema sus interpretaciones hasta las falsedades más absolutas. La alusión a una policía republicana tipo SS es descabellada por completo. En un artículo publicado paralelamente a esa intervención, en una revista digital, ha sostenido también que el golpe del 18 de julio no se produjo contra un régimen democrático porque éste ya no existía en España después del triunfo del Frente Popular; no deja de ser una legitimación indirecta del golpe, por mucho que el pretenda que no sea así.
Parece más que evidente lo que señalas. ¡Menudo Payne! El capítulo es largo. Si te parece, nos detenemos aquí, en el apartado «El Frente Popular, como lo llaman». Seguimos un poco más tarde.
De acuerdo, de acuerdo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.