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El mundo a las patadas

Fuentes: La Jiribilla

Aficionados y aficionadas de Ronaldinho, Ronaldo, Adriano y Kaká, disfrutamos su último triunfo frente a Japón. Era Brasil, el pentacampeón, el del juego bonito, el que debe llevarse la corona en Alemania 2006 y… los 13,5 millones de euros. ¿Qué es esa cantidad de dinero para el equipo triunfador si en esta Copa se moverán […]

Aficionados y aficionadas de Ronaldinho, Ronaldo, Adriano y Kaká, disfrutamos su último triunfo frente a Japón. Era Brasil, el pentacampeón, el del juego bonito, el que debe llevarse la corona en Alemania 2006 y… los 13,5 millones de euros.

¿Qué es esa cantidad de dinero para el equipo triunfador si en esta Copa se moverán 500 mil millones de dólares? La FIFA se embolsillará 1 300 millones de euros: 800 por los derechos de televisión y 500 otorgados por sus dieciséis sponsors oficiales.

Los aportes de Adidas, Avaya, Budweiser, Coca Cola, Continental, Deutsche Telecom, Fly Emirates, Fujifilm, Gillete, Hyundai, Mastercard, McDonalds, Phillips, Toshiba, Yahoo y Telefónica repletan de dinero a la FIFA. De forma similar sucede en los países.

Por ejemplo, en Argentina Repsol, Coca Cola, Quilmes, CTI y Mastercard, han gastado mucho en publicidad. «Las empresas invertirán 220 millones de pesos en publicidad, más 50 millones que aportaron por los derechos de imagen de la Selección y 10 millones en sponsoreo de jugadores», estimó, poco antes de la copa, José Romero Victoria, un conocedor del mercado.

La actual fiesta de goles debe tener una teleaudiencia mundial de 30 mil millones de personas, en 210 países, (la FIFA tiene seis miembros más que la ONU). Es el mundial de los medios de difusión masiva, incluyendo Internet que copado por la copa, acepta y difunde publicidad al por mayor, tanto que se dice que en Inglaterra es la computadora la culpable de que no hayan subido, según lo previsto, los televisores encendidos.

Un portal dedicado a la publicidad «instruye» que en este evento que atrae e hipnotiza a todo el mundo «las empresas que han invertido para ser patrocinadoras oficiales de la Copa Mundial de Fútbol FIFA Alemania 2006 y ser sponsors de cada selección, lo hacen de un modo inteligente, ya que es el mejor medio, si su estrategia consiste en llegar a millones de clientes de todos los segmentos, incluso algunos, a los que todavía no pudieron acceder de una forma efectiva».

Sobre el marketing deportivo apunta « es un sistema de gestión comercial estratégico y operativo que, a través de actividades organizadas y sistemáticas de pensamiento, análisis, comprensión, acción y aprendizaje acumulados, identifica necesidades y expectativas de los mercados, segmentos, nichos o personas con la finalidad de influenciar, impulsar y satisfacer los deseos y preferencias de estos, de un modo rentable». Entre las ventajas indica que «construye fuertes vínculos emocionales que inciden sobre los racionales».

Los estudios de Mastercard aseguran que «la audiencia femenina para los partidos de la Selección Nacional puede llegar al 30 % del total de oyentes, en el Campeonato del Mundo crece hasta el 40 %, y lo más sorprendente es que el 25 % de los fanáticos por el fútbol con altos ingresos, son mujeres, así como el street shopping, el salir de compras, es impulsado por mujeres con el 60 % de los gastos».

Siguiendo con el ejemplo del equipo albiceleste «cada patrocinador de la Selección Nacional Argentina invierte por un contrato de cuatro años entre 700 000 dólares y un millón, salvo Adidas, que viste a la selección y paga siete millones por año, mientras que los proveedores oficiales pagan alrededor de los 350 000 dólares».

La revista económica Handelsblatt, informó que las empresas se gastarán siete mil millones de euros en todo el mundo en anuncios televisivos vinculados al Mundial 2006. De las empresas alemanas, el 73 % contratarán publicidad y pagarán, por este concepto, 2 700 millones de euros». Esto es mucho más de lo que necesitaría un país africano si se invirtiera en escuelas y hospitales para todos sus pobladores.

Si en 1974, cuando Alemania fue sede de la copa futbolística, hubo unos 4 000 periodistas, en esta son cerca de 15 000. Mientras en el 2002 hubo ocho cámaras básicas (de las que se alimentan los satélites) en esta son 20 para intentar transmitir todo lo de interés, y por supuesto, ¡toda la publicidad posible!

Con tales dimensiones económicas y mediáticas de la Copa 2006, ¿se puede pensar que es ajena a la política? Al diario sensacionalista Bild, la canciller germana Ángela Merckel, al hablar sobre fútbol dijo: «A mí me fascina que se mantenga la tensión hasta el último minuto. Y eso es también lo que me fascina de la política. Tanto los futbolistas, como los políticos necesitan estar en forma y tener aguante. Una y otra vez se presentan oportunidades que hay que aprovechar. Además, en el fútbol se pueden reconocer bien los diferentes caracteres. Se puede ganar con equipos muy diferentes: algunos juegan con perfección técnica y fracasan por su apego al balón, otros juegan con eficacia». ¿Comparación nada más?

Y por venir de Andrés Oppenheimer, el comentario «La globalización del fútbol» no tiene desperdicios. Este señor arranca diciendo: «Los críticos de la globalización deberían tomar en cuenta lo que está pasando en el mundial de fútbol: puede que la copa sea un buen ejemplo de cómo la apertura económica mundial ha ayudado a los países emergentes a ser mejores y más competitivos a nivel internacional. Debo confesar que disfruté muchísimo cuando Trinidad y Tobago, país cuyo deporte nacional es el cricket y que, con 1,3 millones de habitantes, es el más pequeño que jamás haya jugado en una Copa Mundial, logró empatar 0-0 con Suecia».

Así sigue, ¿pero le gustó también que Ghana le ganara a EE.UU.? Lo dudo, pero especulaciones a un lado sigamos con este defensor del neoliberalismo. «Según los estudiosos del fútbol, los países pequeños están jugando cada vez mejor y dándoles más trabajo a las grandes potencias futbolísticas(…) Sin embargo, los días en que las potencias entraban en la cancha confiadas en que iban a golear a sus adversarios menores quedaron atrás». Y para argumentar su tesis cita a Franklin Foer, autor del libro Cómo el fútbol explica el mundo «La globalización ha ayudado a que la competencia fuera más equitativa».

Para Oppenheimer el tráfico de jugadores no tiene otro nombre es lo que posibilita el desarrollo en países pequeños. Señala como un logro que «actualmente, aunque no han desaparecido las cuotas, hay equipos como el Chelsea, de Londres que a veces juegan con hasta nueve extranjeros, muchos de ellos latinoamericanos y africanos. Más de la mitad de los jugadores del Real Madrid de España son extranjeros, incluidos el brasileño Ronaldo y el inglés David Beckham».

¿No sería mejor que hubiera tal desarrollo en cada país que sus jugadores formaran parte siempre y no en eventos internacionales de los equipos de su propio patio?

Este señor considera que «la globalización del fútbol les está permitiendo a los países pequeños vender a sus jugadores a precios internacionales, recaudar más dinero, tener más fondos para buscar nuevos talentos y fortalecerse». ¿Oppenheimer está hipnotizado o sencillamente escribe lo que necesitan las grandes transnacionales? Seguro que se trata de lo último.

Por suerte hay hombres y mujeres con lucidez, frente a la insensatez de análisis tan insidiosos contra el Sur. Por ejemplo, el filósofo y periodista, Ignacio Ramonet es categórico cuando dice: «La compra y venta de futbolistas refleja el estado del mercado en la época de la globalización liberal: las riquezas están en el Sur pero se consumen en el Norte, el único que tiene los medios para comprarlas».

Para el director de Le Monde Diplomatique el fútbol «indiscutiblemente es más que un deporte. Si no, no suscitaría semejante huracán de sentimientos en conflicto».

El teórico francés razona sobre el más universal de los deportes: «Como en la vida, los perdedores en el fútbol son más numerosos que los ganadores. Por eso, ha sido siempre el deporte de los humildes, que ven en él, consciente o inconscientemente, una representación de su propio destino. También saben que amar a su propio club es aceptar el sufrimiento. En caso de derrota, lo importante es permanecer unidos, juntos. Gracias a esta pasión compartida, se tiene la seguridad de no quedar nunca aislado. «You will never walk alone» (Nunca caminarás solo) cantan los hinchas de Liverpool FC, club proletario inglés».

Otro grande del pensamiento, el uruguayo Eduardo Galeano en uno de sus numerosos textos sobre este juego dijo: «La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí. En este mundo del fin de siglo, el fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable.»

Ofreciendo un poco de oxígeno ante tanta publicidad, en Internet aparecen también decenas de textos, dibujos o fotos en los que el mundial toma su justa dimensión. Un buen ejemplo es la página http://www.barriodelcarmen.net/red/index.php?p=54# que bajo un sugerente título «El mundo a las patadas» estudia y convoca a hablar sobre fútbol.

Cuando se esté discutiendo el título el 9 de julio próximo en el Olympiastadion, (a propósito, estadio construido por Hitler para los Juegos Olímpicos de 1936), aún correrán el dinero, las ventas y compra de jugadores, de miles de mujeres que como esclavas han trabajado en burdeles alemanes, construidos para la fiesta de los goles. Millones de personas en todo el mundo seguirán el partido, una buena parte tendrá balones, camisetas, gorras, hojas de papel, los más disímiles objetos, como recuerdo del mundial y comprados a instancias de esa maquinaria de hacer dinero. Habrán sido hipnotizados y desgraciadamente no por la maestría de los brasileños o la proeza de los ghaneses, sino por ese espectáculo mediático que cada día aleja más al fútbol y al deporte en general, de aquellas competencias por el músculo y la vida que cantaron los griegos. El lema del mundial «El mundo entre amigos» no puede ser válido mientras por dinero esté «El mundo a las patadas».