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Entrevista a Toni Negri

El mundo desmusarado que se quedó sin teoría del valor

Fuentes: AUTSOC

El mundo contemporáneo exige ser repensado; el derrumbe del socialismo real ha sido acompañado por el fin de las verdades de la sociedad capitalista tradicional; las reglas aceptadas mayoritariamente como reglas de convivencia social han sido borradas por la desmesura; la teoría del valor de los economistas clásicos fue barrida por una visión especulativa de […]

El mundo contemporáneo exige ser repensado; el derrumbe del socialismo real ha sido acompañado por el fin de las verdades de la sociedad capitalista tradicional; las reglas aceptadas mayoritariamente como reglas de convivencia social han sido borradas por la desmesura; la teoría del valor de los economistas clásicos fue barrida por una visión especulativa de la que es ajeno el trabajo.

Sobre todo ello mantuve un diálogo con el filósofo italiano Toni Negri, el catedrático y militante veneciano que fue mantenido en cautiverio, como preso de conciencia, por la justicia de su país, durante 25 años. Negri, que visitó recientemente Argentina, expuso la necesidad de establecer una nueva batalla liberadora que no puede ser ya la de los viejos partidos socialistas o comunistas sino la de nuevas fuerzas sociales que interpreten el capitalismo de nuestros días.

– Toni, hablemos de la desmesura, de la carencia de medidas. Recuerdas a Jenófanes de Colofón, el que dijo que los hombres hicimos a los dioses a nuestra imagen y semejanza.

– Sí y que si las cabras tuvieran dioses serían cabras.

– Luego Protágoras amplió la idea al señalar que los hombres somos la medida de todas las cosas.

– Sócrates lo siguió porque era mentira que fuese antisofista. Era protagórico.

– Tú dices que el mundo se ha quedado sin medidas, que es un mundo desmesurado. Si lo anterior es verdad es que los hombres somos desmesurados.

– Es verdad.

– Entonces acá va la pregunta. ¿Cómo se reconstruye, de una forma no autoritaria, un sistema de medidas por parte de desmesurados?.

– Los desmesurados lo que necesitan no es medida. Los desmesurados no van a construir una mesura. La mesura es común pero el común no es una medida, es un producto, es el resultado de acciones, de actividad. Cuando hablas del común no hablas de la exhibición de un modelo es una cosa que crece, aumenta.

– Sostienes que la Ley del Valor ha muerto, que el neoliberalismo le es ajeno. Por otra parte asignas una gran importancia al lenguaje como elemento liberador. ¿No crees que siendo así y que las ideas económicas predominantes se nutren en el mercantilismo anterior a William Petty debiera llamarse a todo esto «neomercantilismo»?.

– Tal vez lo que dices sea correcto, pero no creo que sea muy popular una afirmación de ese tipo. Esta fuera de toda duda que el valor en el concepto liberal tradicional de medir el trabajo incorporado en la fabricación de un producto ha caducado y que las ideas económicas que se exponen no se corresponden con el pensamiento de Adam Smith o David Ricardo. Del mismo modo que junto con la progresiva extinción del estado-nación se hace imposible un resurgimiento del keynesianismo, cosa que algunos ahora andan pregonando para salir de esta crisis.

– No faltan los que dicen que las invasiones en los últimos años a Irak y Afganistán marcan la continuidad imperialista. ¿Desde tu visión de que el Imperio está consumado estas acciones son entonces de disciplinamiento policial?.

– Cuando hablamos de Imperio hablamos de un poder, de un biopoder que toma la vida enteramente que se extiende sobre todo el mercado global, no deja nada afuera y si no hay nada afuera no se entiende con quién puede hacer la guerra. El Imperio, sencillamente, impone un orden, pero posee una organización para hacer la guerra la que en los países capitalistas de avanzada ha derivado hacia el mantenimiento del orden en el mundo. Esto es una función propia de la policía. Ya no hay un enemigo tradicional pero sí hay un enemigo, es el enemigo público, es el enemigo interno. Francia y Alemania eran enemigos históricos, los niños alemanes y franceses crecían considerándose enemigos; peleaban por un espacio territorial a conquistarse. Ahora no, el enemigo siempre es interno, el terrorista, el infiltrado. Por eso es que aunque el ejército no se cambie el nombre ya no es esa fuerza enorme, con centenares de miles de hombres; ahora son fuerzas pequeñas, extremadamente móviles, ligadas a sistemas de informaciones, ligadas a una serie de organizaciones, inclusive las humanitarias que actúan ante las ocupaciones.

– Polibio ya nos habló de la globalización hace 22 siglos. También expuso su supuesto de que Roma no estaba sometida a las rotaciones de sistemas políticos de los que hablaba Darío I, retransmitidas por los griegos. La constitución romana incluía a todos y eso era su fortaleza. ¿Siguiendo a Polibio, cómo se combinan los tres sistemas en el nuevo modelo imperial?.

– Sí, como hipótesis sugestiva de la idea imperial romana al imperio moderno. Polibio partió de la división en tres poderes de la tradición antigua. La monarquía que se puede transformar en tiranía, la aristocracia en oligarquía, y la democracia en demagogia, seguida por el desorden de la oclocracia. En ese marco estamos hoy en la demagogia que nos preanuncia el retorno del monarca. Polibio sostiene que ese ciclo puede ser interrumpido cuando se combinan las tres formas y el Imperio Romano era, en realidad, la síntesis de las tres formas de gobierno. Hoy Estados Unidos es verdaderamente la monarquía, la monarquía financiera, porque eso es Nueva York; la monarquía militar porque Washington es la monarquía militar; la monarquía comunicacional porque Los Angeles es el punto central de las comunicaciones. La aristocracia son las transnacionales que tienen una gran autonomía dentro de sus feudos y luego está la democracia de la multitud y su capacidad de organizarse a nivel global.

– ¿Cuáles son las diferencias entre los conceptos de autonomía que planteas y el desarrollado por Cornelius Castoriadis?.

– El mío más que un concepto teórico es una práctica de la autonomía, que es probablemente lo que le faltaba a Castoriadis. El suyo era un concepto muy filosófico que se basaba en una autonomía psicológica, analítica, de la independencia de sentir y actuar. Es una afirmación teórica quasi natural ligada al pensamiento psicoanalítico. Es algo para tener siempre presente, pero para mí la autonomía es un concepto eminentemente político ligado a la resistencia, a la capacidad de expresión no solamente de libertad sino de contenidos específicos históricamente determinados. No se trata solamente de libertad, sino de un crecimiento antropológico que provoca una acumulación de deseos, de necesidades, de voluntad, es, sobre todo, un fenómeno colectivo, es profundamente cooperativo. La autonomía es del común.

– ¿Es una cooperativa de individualidades?.

– Sí, es una autonomía cooperativa de individualidades

– Tu planteo es el de un proyecto en desarrollo. A Nicoló Macchiavello se la atribuye falsamente haber dicho que «el fin justifica los medios».

– Es verdad que no lo ha dicho.

– A eso iba. El en realidad dijo «Rem, si putieres, recte; si non putieres, etiam rem» (a las cosas, si se puede directamente, si no se puede, siempre a las cosas). ¿Podemos adoptar el lema de Macchiavello para tu propuesta?. Algo así como acá hay un fin, busquemos los caminos.

– Es cierto, es una perspectiva, un fin a construir, pero también un fin que ya está presente. Esta es la riqueza del proyecto. La autonomía no es cualquier cosa que nosotros inventamos, cualquier cosa a la que queremos arribar; la autonomía esta, será como la comunidad. Hay una cantidad de adversarios delante de ella con los cuales se bate en combate. La autonomía es una grandísima riqueza pero también una grandísima duda porque no se sabe si la autonomía vencerá. Eso depende de la responsabilidad, de la actividad individual y depende de la militancia.

– En tus obras y en tus exposiciones hay un especial énfasis sobre el fin del fordismo. En verdad el trabajo seriado organizado es muy anterior, aunque sin los elementos tecnológicos del fordismo. Por ejemplo está el famoso caso de la fábrica de alfileres de la que hablaba Smith. Por otra parte, esa forma de producir alfileres ya contenía un agregado nada despreciable de trabajo inmaterial.

– Cierto, pero también es cierto que con el fordismo se estableció una división, una exclusión del trabajo intelectual. Se llegó a un punto en que la división del trabajo material y el trabajo inmaterial era fortísima. Lo que tu dices es correcto, siempre la actividad intelectual estuvo comprendida en el trabajo industrial pero el proceso de alienación siempre es más fuerte, es más importante. Tan verdad es que cuando se produce la revuelta de las fuerzas laborales contra la organización del sistema capitalista la reconquista de una alternativa de un pensamiento libre y de una capacidad concreta de producción intelectual y material es el elemento, para mí, más importante.

9/9/2004
* Periodista argentino, especializado en economia y docente de la Universidad de Buenos Aires