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El muro y el molino

Fuentes: Rebelión

«Cuando soplan vientos de cambio, hay quien construye muros, pero también hay alguien que lo que hace, es construir molinos».   Proverbio chino   El mundo parece haberse vuelto al revés. Los que pregonaron desde el nacimiento del capitalismo la famosa ‘libertad de comercio’ y la propiedad privada como elementos sacrosantos del orden del capital, hoy […]

«Cuando soplan vientos de cambio, hay quien construye muros, pero también hay alguien que lo que hace, es construir molinos». 
 Proverbio chino  

El mundo parece haberse vuelto al revés. Los que pregonaron desde el nacimiento del capitalismo la famosa ‘libertad de comercio’ y la propiedad privada como elementos sacrosantos del orden del capital, hoy se han vuelto proteccionistas al mango, ‘vueltos para adentro’ y amigos de la ‘estatalidad’, en lo que hace a la colocación de los ‘grandes empresarios’ al Estado de sus productos más rentables en la actualidad: las armas. Es el caso de los EE.UU.

Por otra parte, los que surgieron a la vida política como Estados Obreros después de las revoluciones socialistas de 1917 y 1949, que fueron marginados por los poderosos países capitalistas y a la vez debieron autoaislarse debido a las agresiones, ‘encerrar’ sus economías, proteger sus culturas, y hacerle frente a la ‘libertad’ de los imperialistas en cuanto provocar, sembrar discordias internas, invadir y someterlos a las más crueles matanzas a través de armas de todo tipo- salvo las nucleares-, ahora son aperturistas integrales en cuanto a comercio, inversiones y otros ítems caros hasta ahora a la cultura del capital. Es el caso de China y Rusia.

Unos levantan muros, en su desesperación por mantener vivo el cuerpo social que les dio origen, ya obsoleto e inservible, aunque peligroso.

Otros construyen molinos para aprovechar los nuevos vientos que barrerán, como una escoba que de pronto limpia su propia mugre, a la vieja sociedad de explotadores, explotados y hambreados por causa ajena.

Sin embargo, hay dudas sobre esto…

El G20 en Buenos Aires… ay mi dios…

A fines de noviembre se reunirán en la argentina macrista con minúsculas, como corresponde al status colonial que le ha dado a nuestro país el mamarracho que ocupa la primera magistratura y sus titiriteros locales e internacionales, los representantes de las potencias mundiales y algunos de sus socios enanos. En este contexto se verán cara a cara, entre otros, el presidente de China , Xi Xinping, constructor de molinos y vientos, y su homólogo norteamericano, Donald Trump, erector de muros y diques de todo tipo para evitar que el océano de mercancías y capitales externos inunde al pozo ciego que administra, junto a los señores de la guerra, las drogas y los virtualosos de la acumulación financiera. El match será fantástico. En plena guerra comercial- y por lo tanto política- declarada por Trump a China, el mandatario del país celestial firmará contratos con Argentina que molestarán y pondrán furioso al renovado cowboy del norte de América, que también deberá vérselas con el presidente ruso Vladimir Putin, a quien los EE.UU. provocan sancionando y cercando a su país con hordas de la OTAN. En el marco de este acontecimiento, se han levantado voces desde la izquierda local, que es necesario destacar:

– Un afiche de una organización política autodeclarada maoísta y afín al stalinismo exhibe a Trump, Xi Xinping y Putin luciendo en sus brazos la cruz gamada nazi, símbolo de la barbarie imperial. La idea de que el terceto representa lo mismo está más que clara.

– Por otra parte, y en las antípodas ideológicas, un dirigente de un partido obrero, de raíz trotskista, ha denominado como nuevas ‘burocracias restauradas’ a la China y Rusia de los tiempos actuales, sugiriendo tácitamente que la China y Rusia de hoy son un remedo imperial de los EE.UU. y sus socios europeos y mundiales.

– Parecería ser que de nuevo el fantasma del ‘socialimperialismo’ del pasado ‘ y la ‘repartición del mundo’, unidas a las versiones ‘sinárquicas’ post Yalta de algunos nacionalistas fatto in casa, vuelven a reaparecer en el escenario político e ideológico de cierta izquierda.

La cuestión es que si no se comprenden, ante los nuevos vientos, los molinos erigidos por algunos y los muros levantados por otros, no se logrará comprender, y por lo tanto trascender, la situación actual de nuestro subcontinente. Que no es fácil, claro está. Pero nada es fácil para los revolucionarios, y menos para los que transitamos por el siglo XXI…

Rusia y China son aliados en la arena internacional en relación con una confrontación con EE.UU., la Unión Europea y sus aliados esparcidos por el globo, fundamentalmente del Oriente Medio, entre ellos Arabia Saudí e Israel. La ‘guerra fria’ del pasado dejó como corolario otro tipo de enfrentamiento: el económico -financiero. Demás está decir que aún el peligro de la confrontación militar signa el escenario mundial y regional en el marco de esta ‘guerra’, que incluye, como es obvio, sesgos políticos y de hegemonía y contrahegemonía. Como ya dijimos varias veces, hoy el ‘mundo de los negocios’ lo signa todo. Y este mundo, tal como nació en el marco del reinado del capital, su corolario, el imperialismo, y la consiguiente lucha/unidad entre monopolios, se exhibe como exponente del interés, el cinismo, el egoísmo, la inescrupulosidad y la deslealtad en grado sumo; lo contrario a la solidaridad, la confianza, la cooperación y la buena fe. Pero, en este nuevo contexto de ‘guerra’ que caracteriza a la realidad actual. ¿ es lo mismo homologar a China y Rusia con EE.UU., y sus aliados ‘occidentales?. Creemos que no. Porque tanto China como Rusia., en su confrontación con el imperialismo norteamericano y sus aliados, ayudan a generar condiciones para que los pueblos que quieran e intenten liberarse de sus opresores, puedan hacerlo. Y aquellos que ya lo han hecho, puedan hacerle frente a las mil agresiones y provocaciones a las que el imperialismo recurre para torcerles el rumbo.

Los emprendimientos chinos y rusos en proyectos de integraciones regionales, infraestructura, energía e industriales, la cesión de tecnología, el apoyo diplomático, político y militar de ambas potencias a países agredidos militarmente, o posibles de ser invadidos y/o bloqueados por el imperialismo norteamericano son signos que distancian a China y Rusia de los saqueadores e interventores mundiales por excelencia.

Y anulan sus posibilidades de guerras en gran escala, típicas de los máximos representantes de un sistema que sufre una crisis terminal.

«Casi 300 elementos clave necesarios para un funcionamiento normal de las Fuerzas Armadas y la industria de defensa de EEUU. están bajo amenaza, advierte Andy Home, columnista de la agencia británica Reuters, que hace referencia al informe de septiembre del Departamento de Defensa estadounidense. Según el informe, los fabricantes estadounidenses están al borde de la quiebra o ya han sido reemplazados por proveedores de China u otros países debido a la desindustrialización de la economía nacional y la exportación de industrias a los países del Sudeste Asiático».- se informa en la página digital Sputnik, del 5 de noviembre ( mundo.sputniknews.com). Y más adelante el artículo hace mención al columnista de la agencia nombrada, Iván Danilov, quien comenta un informe del Pentágono donde se dice que «la microelectrónica de los misiles nucleares estadounidenses se fabrica en China, y no saben qué han metido los chinos allí». Y acota: «La principal conclusión del informe es que China representa un riesgo significativo y creciente para el suministro de materiales y tecnologías considerados estratégicos y críticos para la seguridad nacional de Estados Unidos». Y así en más. El complejo militar industrial norteamericano, base fundamental del poderío de EE.UU. en el mundo, se halla en decadencia: aviones con fallas, buques con defectos que cuestan millones y millones de dólares en construirlos y repararlos, etc., etc., son algunos de los problemas que el coloso del norte no podrá resolver jamás en el marco de la producción china de elementos y repuestos para su maquinaria de guerra.

«La codicia del negocio estadounidense y la ideología de la globalización causaron un gran daño a la defensa estadounidense, con el que los oponentes geopolíticos ni siquiera podían soñar.»-sostiene Danilov. A pesar de los 617 mil millones de dólares que contempla el presupuesto militar de EE.UU. para este año, y que engordará los amplios bolsillos de los magnates de la Lockeed Martin, Northorn Grunman y otros fabricantes de muertos, la suerte ya está echada. Que Trump pretenda revertir esta tendencia es tan imposible como que el patético magnate regrese a su infancia de pantalones cortos en el Queens neoyorkino. La historia no tiene marcha atrás…y el capitalismo imperialista, en su fase terminal, está siendo desmantelado paulatina y pacientemente antes de su liquidación final.

¿Qué hacer?

¿Despegar a China y Rusia del entramado mundial imperialista para con los pueblos del orbe significa seguir sus ‘caminos’?. Por supuesto que NO. En el contexto de la destrucción paulatina y paciente del enemigo imperial, Rusia y China han decidido dar por terminada la era de las revoluciones socialistas y apegarse a los principios de la social- democracia en cuanto al respeto de la institucionalidad mundial, a la ‘democracia’ occidental, a la teoría de llevar a cabo la ‘acumulación originaria’ en los países capitalistas dependientes y neocoloniales en relación con la generación de las condiciones ‘objetivas’ para la construcción del socialismo, que constituyen una negación tácita de los principios leninistas -aplicados por varios países hoy socialistas- de no esperar al ‘desarrollo de las fuerzas productivas’ para hacer la revolución, sino hacerla y, desde las nuevas relaciones de producción socialistas, acelerar el desarrollo de aquellas.

Tener en cuenta las contradicciones y la confrontación entre unos y otros contendientes en el mundo del comercio, las finanzas, etc., no significa seguir como vacaje a la aguada de lo seguro, lo posible y lo políticamente correcto a las tácticas emprendidas por las potencias ‘amigas’. La revolución socialista está a la orden del día para los países como los nuestros. Entre ellos, Argentina, donde una piara de energúmenos han creado y siguen creando las situaciones óptimas para la destrucción de la Nación y la Clase trabajadora, única depositaria de la nación, sus valores, su historia y su existencia futura.

La tarea de los revolucionarios sigue siendo, como ha sido siempre, la de hacer la revolución. Y para ello debemos conocer el territorio donde nos movemos, aprovechar las oportunidades y expulsar a la burguesía y sus aliados del poder, para constituir un Poder Obrero y Popular, en transición al socialismo.

En un folleto escrito en septiembre de 1917, cuando ya la burguesía ‘democrática’ se había hecho del poder en Rusia – siendo mayoría en los Soviets y en el gobierno-luego de destronada la monarquía de los zares, Lenin sostenía:

‘El peligro de una gran catástrofe y del hambre es inminente. Todos los periódicos han escrito sobre eso infinidad de veces.(…)…se han votado un sinnúmero de resoluciones donde se reconoce que la catástrofe es inevitable, que está ya muy cerca, que es necesario adoptar medidas extremas para luchar contra ella, que es necesario que el pueblo haga «esfuerzos heroicos» para conjurar la ruina, etc. Todo el mundo lo dice, todo el mundo lo reconoce. Todo el mundo juzga que es así. Pero no se hace nada’. (‘La catástrofe que nos amenaza y como luchar contra ella’, Lenin, O.E., Tomo IV, Cartago). Y continúa: ‘ …La catástrofe está hoy más cerca. Hemos llegado al paro forzoso en masa. Figuraos: en el país no hay mercancía, el país perece por falta de víveres, por falta de mano de obra, existiendo trigo y materias primas en cantidad suficiente: ¡y en un país que se encuentra en esas condiciones, en un momento tan crítico, vemos a grandes masas en paro forzoso!’

Parecería que se está refiriendo a la Argentina macrista de hoy…

Y para paliar el desbarajuste al que la burguesía rusa y su aliada del momento, la pequeño burguesía, estaba llevando al país, Lenin enumeraba una serie de medidas que no es necesario citar, porque en nuestro país ya fueron planteadas en el Programa obrero de Huerta Grande, de 1962, reivindicadas y ampliadas por el Programa del 1 de mayo de 1968-CGTA y también profundizados por el Programa del Frente Antiimperialista y por el Socialismo (FAS) en 1974. Las medidas propuestas y a llevar a cabo en ese momento fueron:

1. Nacionalizar todos los bancos y establecer un sistema bancario estatal y centralizado.

2. Implantar el control estatal sobre el comercio exterior.

3. Nacionalizar los sectores claves de la economía: siderurgia, electricidad, petróleo y frigoríficas.

4. Prohibir toda exportación directa o indirecta de capitales.

5. Desconocer los compromisos financieros del país, firmados a espaldas del pueblo.

6. Prohibir toda importación competitiva con nuestra producción.

7. Expropiar a la oligarquía terrateniente sin ningún tipo de compensación.

8. Implantar el control obrero sobre la producción.

9. Abolir el secreto comercial y fiscalizar rigurosamente las sociedades comerciales.

10. Planificar el esfuerzo productivo en función de los intereses de la Nación y el Pueblo Argentino, fijando líneas de prioridades y estableciendo topes mínimos y máximos de producción.

Terminar ya con el macrismo y su comparsa cipaya, llamar a la refundación del país mediante una Asamblea Constituyente, aplicar el programa obrero de los años 60 y sus continuaciones, instalar un gobierno de los trabajadores y el pueblo en el marco de una transición al socialismo fue la propuesta revolucionaria de ayer, y debe ser la de hoy.

Aprovechar las contradicciones mundiales para hacer la revolución acá y ahora. Seguramente los países ‘amigos’, grandes y pequeños, nos ayudarán a consolidarla y extenderla. Pero nunca la harán por nosotros.

Utilizar los vientos para tumbar los muros del imperio y hacer andar el molino de la revolución en Nuestra América y el mundo de las ‘periferias’. Eso es.

Y más nada.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.