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El «no votar», un acto político subversivo y transformador

Fuentes: Rebelion

En 1988, tomamos la decisión política en el PARTIDO SOCIALISTA SALVADOR ALLENDE de NO participar en el Plebiscito sucesorio convocado por la dictadura, pues ello conducía a institucionalizar el régimen político establecido en la Constitución Política de 1980: la «democracia protegida». NO, nos equivocamos, a pesar que muchos socialistas, entre ellos algunos allendistas, seducidos y […]

En 1988, tomamos la decisión política en el PARTIDO SOCIALISTA SALVADOR ALLENDE de NO participar en el Plebiscito sucesorio convocado por la dictadura, pues ello conducía a institucionalizar el régimen político establecido en la Constitución Política de 1980: la «democracia protegida». NO, nos equivocamos, a pesar que muchos socialistas, entre ellos algunos allendistas, seducidos y cooptados por la democracia protegida, han contribuido desde el poder gubernamental a reproducir y esparcir el virus neoliberal por toda la sociedad. Hoy 28 años más tarde, ese régimen se pudre, carcomido por la corrupción política y la obsolescencia de una clase política al servicio del poder del capital neoliberal. La decadencia de la democracia protegida es total y completa, una expresión de ello es, el affaire de padrón electoral. La comedia de equivocaciones y errores compete y compromete a todos los actores políticos vinculados al poder local, regional y nacional.

 

La coyuntura política actual nos ofrece la oportunidad para hacer estallar el régimen político decadente: ¿cómo? simple, no votando en las próximas elecciones municipales.

Para que el sufragio ese noble instrumento político que permite en algún momento de la historia política, por ejemplo, septiembre de 1970, a los subalternos desplazar del poder político (gobierno) a los representantes de la clase dominante, recupere su capacidad subversiva, debe dejar de usarse para favorecer a la clase política corrompida por el neoliberalismo. Por eso, no hay que votar. La abstención, la no participación ciudadana, debe ser un NO gigante y poderoso en contra del actual régimen político y su corrupto gobierno.

Pensemos que al votar en 1988 la ciudadanía legitimó la institucionalidad política autoritaria, antidemocrática, antipopular y, sobre todo, el patrón de acumulación neoliberal impuesto violentamente por el capital, el imperialismo estadounidense y la dictadura militar. Esa legitimación política, a través del voto ciudadano, proyectó por tres décadas toda la obra pinochetista.

 

Si la ciudadanía actual no quiere ser cómplice de una nueva proyección en el tiempo, es decir, de 30 años más de neoliberalismo: no debe votar. Recordemos, que la dictadura, los autoritarios, perdieron ganando. No podemos volver permitir que el acto de votar sea una forma de «salvar» al neoliberalismo agrietado por los propios ciudadanos movilizados entre 2006 y la actualidad. La ciudadanía que rechaza el actual régimen político decadente, no puede otorgarle legitimidad asistiendo a la elección municipal. Ello sería una contradicción sin ninguna lógica política. Si todas las encuestas señalan que los partidos políticos y los políticos solo tienen un 6% de la adhesión ciudadana. No pueden ser apoyados por la ciudadanía a través del voto. No podría entenderse y comprenderse sociológica y políticamente esa contradicción que por un lado se les rechace y por otro se les dote de legitimidad política a esos partidos.

 

Por otro lado, téngase presente que las elecciones municipales no contribuyen a cambiar nada de lo existente. Solo le otorgan poder y le dan continuidad a la democracia protegida y, sobre todo, poder a los partidos políticos conformes con el sistema, o sea, a los partidos de la Nueva Mayoría como a los del Chile Vamos. Incluso, a través de la elección los nuevos partidos pierden. Pues ingresan a un sistema corrupto. Se volverán una pieza más del sistema corrupto. Además esas nuevas organizaciones políticas, de ganar, van legitimar lo existente.

Para NO ser cómplice de un nuevo error histórico y político semejante al del 5 de octubre de 1988 la ciudadanía debiera abstenerse de votar. El 5 de octubre fue el momento histórico y político en que la ciudadanía democrática nacional se «jodió». Pues, en ese momento la sociedad chilena eligió un camino equivocado, si la historia política debe servir para algo debe evitar a volver a tropezar con la misma piedra.

 

NO hay que votar próximo domingo 23 de octubre. La NO PARTICIPACIÓN es un acto subversivo y democrático, que debe servir políticamente, para provocar la caída el mal gobierno. La ciudadanía debe hacer uso el domingo del poder destituyente ciudadano. La NO PARTICIPACIÓN debe ser la manifestación de ese poder.

 

Los ganadores deberán ser vistos como usurpadores del poder ciudadano. Que destapen sus botellas de «champagne» para celebrar su miseria política, que se emborrachen de vergüenza al saber que solo representan a sus clientes y lacayos a sueldo, a los esbirros del poder de turno. Pero nunca a la ciudadanía trabajadora, a la mujer pobladora, a los jóvenes que construyen su futuro luchando contra el mercado educacional, que de ninguna representan a las y los ciudadanos de la tercera edad que apenas viven o sobreviven con míseras pensiones, que reciben malas e indignas atenciones de salud; que no representan de ninguna manera a las y los ciudadanos que defienden a la naturaleza de la irracional devastación extractivista; que de ninguna manera representan al pueblo mapuche y sus luchas históricas, etcétera. Por eso, la no participación ciudadana y popular debe ser clara, los elegidos no nos representan. Así como desde 1988 hasta la actualidad a un grupo de ciudadanas y ciudadanos nunca nos ha representado la clase política concertacionista ni los partidos de la Nueva Mayoría y menos, por cierto, la derecha.

 

Que los que ganen el poder municipal sepan que no son bienvenidos. Pues, la inmensa mayoría de ciudadanos locales que no los eligieron. El no votar el domingo 23 debe ser el principio del fin del actual régimen político.

La NO participación debe quebrar el calendario electoral de la clases dirigentes. Pues, pasadas las elecciones municipales entraran de lleno en la competencia política presidencial. Ello no debe ocurrir. La no participación mayoritaria ciudadana debe volcarse a exigir la destitución del mal gobierno, la ciudadanía debe movilizarse para exigir la renuncia de la presidenta y sus inoperantes ministros, debe constituirse un gobierno ciudadano y popular y convocarse a una Asamblea Constituyente Ciudadana sin la participación de los partidos políticos que sostuvieron el sistema decadente durante estos 28 años. La ciudadanía democrática movilizada debe tomar el control político de la sociedad y disponerse a cambiar todo.

 

Por eso insisto, las elecciones municipales no deben ser la tabla salvación del régimen político actual y menos del gobierno ni de la oposición neoliberal. La NO PARTICIPACIÓN deber ser el punto de partida de la transformación radical de la institucionalidad y de la sociedad actual. De no iniciarse ese proceso, el neoliberalismo y sus servidores municipales y más tarde regionales y nacionales seguirán dirigiendo la historia.

Juan Carlos Gómez Leyton es Dr. en Ciencia Política – Chile

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.