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El otoño de este patriarca en cinco tiempos

Fuentes: Rebelión - Imagen de Vilma Traca

“…más bien aproveche ahora para verle la cara a la verdad, mi general, para que sepa que nadie le ha dicho nunca lo que piensa de veras sino que todos le dicen lo que saben que usted quiere oír mientras le hacen reverencias por delante y le hacen pistola por detrás, …”. El otoño del patriarca, Gabriel García Márquez

Primer tiempo

            Abril de 2021, vaticinio fallido salido de las urnas para una república en ciernes. Definamos ‘en ciernes’, que está viche. O inmadura con bajas probabilidades de dejar de serlo. Quienes hacen profecías erraron mucho más que del medio a la mitad. Ni siquiera con los presagios más malos se vislumbró este despelote político que es hoy el Ecuador del siglo XXI. Es la misma derecha ecuatoriana, las mismas caras y los mismo apellidos, las mismas trampas, las mismas angurrias, las mismas creencias que somos un atado de giles. Derecha cultural y política con iguales resabios y pujos de costumbre; ah, pero ahora es más malafesiva. Aprendió la lección de la década del Gobierno de la Revolución Ciudadana. O aquello que se maldice o se bendice en estas calles: el correísmo. El opuesto es el anticorreísmo. Polarización idiota, si las hay. Aquello de ‘idiota’, devolviéndonos a la Grecia Antigua, significaba “persona aislada de los asuntos públicos o que actuaba por sí misma”. En esa onda semántica son autómatas producidos por menjurjes mediáticos sin treguas ni endulzantes. ¡Quién Dios sabe! Algo es cabreramente cierto: la derecha está al control. Esta derecha está desquitándose en grande de la gente ecuatoriana, por sus decisiones electorales anteriores. Millones de barriobajeros tenemos nuestro cerebrito y nuestro corazoncito, por eso sospecha y acertarás quienes son los causantes de los padecimientos diarios. Esta derecha paleolítica instalada en el siglo XXI viene con rabias clasistas y racistas atrasadas. Tampoco está para bromas, va por aquello que cree que le pertenece, es decir, el país completito. Ha perfeccionado la angurrienta apropiación con esta programación ordenada del caos social, político, jurídico, que incluya todas las plagas, incluidas las bíblicas, en el Ecuador. Cuando no les alcanzan los argumentos para culpar al correísmo, pregonan que es nuestra naturaleza humana, la mala suerte o el líder indígena Leonidas Iza. Está derecha está en modo progresismo (o como lo llame) nunca más. Los funcionarios del Gobierno hacen del descaro absoluto un asombroso ejercicio de relaciones públicas. Es el cinismo al revés de Diógenes el Cínico, porque aquel la dejó bajita y accesible: “no hay legalidad sin sociedad civil, ni sociedad civil sin legalidad”. Acá te mean y dicen que es agua bendita. Los medios tradicionales, por supuesto.

Segundo tiempo

            Por acá, por estas orillas ecuatorianas, el otoño solo es un presentimiento cultural o estado personal; nada estacional. Un desvarío puntual del actual gobernante sin otro horizonte que la fantasía cumplida. Estos patriarcas políticos, sin excepción, disfrutan o padecen tiempos otoñales al socaire del poder convertido, por milagros al revés, en mojiganga no siempre para la risa (Ecuador, por ejemplo). Por ahí circula este patriarca otoñal que ya no tendrá retoño útil, porque no entiende que el Ecuador es una república viche o en ciernes, pero ese es el destino inexorable de nuestro país. En apariencia o en descrédito ingenuo. Más tarde o más temprano. La mayoría del electorado eligió el retorno a tiempos idos, sin hacer caso a ciertas habladurías que dicen que… las urnas fueron criadores de votos. Bueno, ya se sabe el rollo de las elecciones de los escarpines rojos, frasecitas hechas a la medida de la jodedera electoral y la ideología del rencor de unos pocos mal asumida por muchos. Un fallo monumental de la inteligencia emocional colectiva. El retorno a los escabrosos años noventa del siglo XX, unos tiempos que se creían para el estudio de la mala historia política y sociológica ecuatoriana, pero no, no ocurrió así y aquí estamos en una república desvencijada. Y desquiciada. Sin exagerar, por favor. Una función estatal le pisa los callos a otra, un cualquiera desbarata la legalidad del primer poder del Estado ecuatoriano y el patriarca responde qué-chú a la legalidad republicana. La Asamblea Nacional se proclama primer poder con cara de seriedad, pero el ordinal es de broma y carcajada, por las burlas jocosas de unos tipos con alias de jueces. Y un encabronamiento popular que está en reposo aún. La cofradía legislativa no cree en aquello que tiene en sus manos: legislar y fiscalizar. ¡Paradoja otoñal! El desquiciamiento de este ensamble asambleario, suponemos los barriobajeros, es debido al tira y jala de los angurrientos grupos económicos otoñales y las demandas de la ciudadanía. Para estos cogollos grupales todo es de su exclusividad, incluso las funciones del Estado ecuatoriano. Es su ideología y así la difunde la mensajería mediática con voces e imágenes apropiadas para ser repetidas hasta un falso ocaso. Una decadencia otoñal perpetua y muy ecuatoriana. Eso sí.

Tercer tiempo

            No hay tiempo, así sea otoñal, para circunloquios, a los padecimientos de los habitantes barriales y del sufrido mundo ecuatorial de desempleados por su nombre descriptivo. La palabra ‘desastre’ no es capricho opositor, más bien describe, con todas sus acepciones, al país de la línea circular imaginaria. ¿Ecuador? Sí, “este duro Ecuador…” Un país desvencijado por este gobierno que se afana con éxito por devolvernos a los ’90 causando estos estropicios políticos, jurídicos, sociales; también emocionales que se expresan en el pesimismo tenaz y una creciente emigración. Situación impensable hace unos años y con la abundancia mediática gubernamental-privada tiene destino a naturalizarse. Joseph Goebbels no la inventó pero sí dejó el concepto aplicativo al Ecuador otoñal de este tiempo: “Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”. Exacto. Inventa distracciones del tipo consulta popular. Reduce la calamidad política a una sola cosa: el narcotráfico. Culpa a la inventiva y cataloga al adversario. Una pregunta anda por ahí como disculpa de electores arrepentidos: ¿cómo pudo ocurrirnos esta desgracia? A este jazzman le fastidia esa pregunta porque las evidencias proféticas del candidato, ahora gobernante, eran demasiado obvias. Pero la pregunta circula en boca de jóvenes y en boca de desesperados que quieren engarzar una conversación casual y a este escribidor le sobra mal humor e impaciencia. Son (mejor, somos) millones de mujeres y hombres ecuatorianos que estamos en las coordenadas del susto y el qué-hacer. Estas líneas van por el ajuste literario, descriptivo y análogo con el hijo de Bendición Alvarado[2] y no por diatribas de legítimo cabreo riff a un presidente inútil y sentado en su propia inutilidad. Amén, Gabo.

Cuarto tiempo

            El retorno de los fantasmas del pasado con las nefastas consecuencias sociales, años ’90 para no ir muy lejos, empezó en el Gobierno de Boltaire Moreno (algunos le llaman ‘Lenin’) con demolición institucional estatal ecuatoriana. Demolición es el calificativo exacto, porque fue planificado para que la mala memoria no alcanzara a la consciencia ciudadana. La función de prestidigitación tuvo marquesina grandísima: “7 veces sí”. Continuó y continúa sin pausas y con prisas. Es el imperio de la ilegalidad e ilegitimidad del funcionariado, efectuado ahí, a un jeme de los ojos abiertos de millones mujeres y hombres ecuatorianos hasta desgastar la capacidad de asombro e incredulidad. Hay, ojalá este jazzman se equivoque, una peligrosa resignación popular; es como un inestable sedimento de cabreo acumulador de energía potencial. Una física política riesgosa para las clases dominantes y gobernantes, por ahora quejarse es el desahogo. ¡Bendito fútbol! No es el opio del pueblo, como cree cierta izquierda, es la paradoja de la calle, en el fútbol la fortaleza del considerado débil es su resistencia por los medios requeridos y aprendidos de su cimarronismo histórico para ganar o al menos no perder.

            Hay como un aire de fatalidad, las fallas comienzan en la parte central y se prolonga hasta las periferias estatales. Hasta aquellos gobiernos municipales referentes en eficiencia administrativa son contribuyentes de este desastre social. Es como caminar al revés con las prisas para que ningún cambio pueda alcanzarlo. Es la paradoja fatal del ultra conservadurismo ecuatoriano del siglo XXI.

Quinto tiempo

            Y es de unchained people. Deberá serlo y pronto, en donde sea necesario y con cuántos sean (seamos) necesarios. Un pueblo desencadenado, rompiendo cadenas distractoras y trampas mediáticas. Es de cada día estos devaneos de falsa política para que en las esquinas ecuatorianas se hable mandanga y no de aquello que importa como verdadera política popular. Es una obligación por la dignidad. Hoy mujeres y hombres del Ecuador, sin importar la escolaridad, volvemos a ser estudiantes de este mal tiempo, de aquellos pibes y pibas de hace poco nomás que “levantan el pecho, cuando le dicen harina sabiéndose que es afrecho”[3]. Bastante afrecho malintencionado y escasa harina. En el caso de la harina contable, del actual grupo económico gobernante, esa está por allá, en sus edenes, para que cualquier proletario pague más impuesto que la argolla. Y después el mandel sillón sin paros ni reparos anuncia que ya mismo vienen 30 mil millones en inversiones. O que todo se vende a precio de remate y desate. Ese ‘todo’ son pozos petroleros, refinería, hidroeléctrica, puertos y demás bienes estatales

            La mayoría de la gente ecuatoriana siente que habita un país incómodo, ese es el parecer y el estado de ánimo, la calle lo sabe y no se engaña. Un país que gira al revés esquivo de las penurias con malas cifras y acumulándose en los infortunios individuales y colectivos. El Gobierno del banquero (palabra inocua antes y ahora escupitajo de ceniza) hace el cuento del gallo pelón. Pero nadie se ríe, porque el tiempo el implacable nos pasa las cuentas del desagrado. Terriblemente otoñal.                                                         


Notas:

[1] El otoño del patriarca, Gabriel García Márquez, Editorial Club BRUGUERA, Colección de Literatura Universal Bruguera, p. 12.

[2] “…cuando Bendición Alvarado vio a su hijo en uniforme de etiqueta con las medallas de oro y los guantes de raso que siguió usando por el resto de su vida…” Tomado de El otoño del patriarca, Gabriel García Márquez, Editorial Club BRUGUERA, Colección de Literatura Universal Bruguera, pp. 21-22. 

[3] Canción Los estudiantes, autora Violeta Parra, intérpretes Los Guaraguaos

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.