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La revista científica británica The Lancet opina sobre las posiciones conservadores del papa Benedicto XVI en cuestiones de salud

El papa y la ciencia

Fuentes: The Lancet

Traducido para Cubadebate, Rebelión y Tlaxcala por Manuel Talens

La semana pasada, el papa Benedicto XVI se vio obligado a cancelar un discurso en la universidad La Sapienza de Roma a causa de las protestas provocadas por su defensa en fechas pasadas del juicio en el que la Iglesia Católica condenó a Galileo por herejía en 1663. Tanto los conferenciantes como los estudiantes universitarios acusaron al papa de hostilidad contra la ciencia.

En sus tres años de papado, el papa ha dado muestras de apoyo a la ciencia. Ha dicho que «existen muchas pruebas científicas a favor de la evolución». En 2006, el Vaticano patrocinó una conferencia científica sobre el cambio climático y, en un discurso publicado antes de la conferencia de la ONU sobre este asunto el año pasado, Benedicto XVI afirmó: «Hoy la humanidad se preocupa con toda la razón por el equilibrio ecológico del mañana».

Sin embargo, es de lamentar que en lo tocante a la salud mundial las declaraciones del papa sean menos positivas. A pesar de haber requerido que el Consejo Pontificio de la Pastoral de la Salud promueva un estudio científico y moral sobre el uso de preservativos en la prevención de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) -que puede dar lugar a la aparición del sida-, Benedicto no ha modificado la posición de la Iglesia sobre el uso de preservativos como método para prevenir dicha infección. Este pontífice conservador también ha reafirmado la oposición incondicional de la Iglesia al aborto.

De los mil cien millones de católicos que hay en el mundo, no todos coinciden con las posiciones del papa sobre la ciencia y la salud. Hay muchos católicos y prelados que reconocen la importancia de los preservativos para hacer frente a la pandemia del binomio HIV/sida y que están al tanto de que 68 000 mujeres fallecen cada año a causa de abortos realizados en condiciones antihigiénicas. Por ejemplo, el cardenal Carlo Maria Martini, que fue uno de los candidatos al papado en 2005, ha apoyado el uso de los preservativos para luchar contra el VIH/sida. Este cardenal también ha dicho que la legalización del aborto ha tenido el efecto positivo de reducir el número de abortos ilegales. Muchos católicos y miembros del personal sanitario que hacen una labor extraordinaria y esencial en países de escasos recursos también han transgredido la política del Vaticano, en algunos casos distribuyendo preservativos de forma privada a pacientes infectados por el VIH.

Son los católicos progresistas como éstos quienes nos recuerdan que la ciencia y la religión no son incompatibles. El diálogo entre científicos y dirigentes católicos debe permanecer siempre abierto, en los recintos universitarios y en todas partes, incluso si los científicos no están de acuerdo con la interpretación de la Iglesia sobre el mundo que nos rodea.

 

Editorial de The Lancet 2008; 371 :276, DOI:10.1016/S0140-6736(08)60141-5

Fuente: http://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140673608601415/fulltext

Manuel Talens es escritor y traductor español, miembro de Cubadebate, Rebelión y Tlaxcala. Su última novela se titula La cinta de Moebius (Alcalá Grupo Editorial). Su sitio web es http://www.manueltalens.com/.