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Comprar la paz a los mercados

El pésimo negocio de Zapatero

Fuentes: iohannesmaurus.blogspot.com / Rebelión

«No había duda de la transformación ocurrida en las caras de los cerdos. Los animales asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro.» George Orwell, Rebelión en la Granja) Zapatero hace todo […]

«No había duda de la transformación ocurrida en las caras de los cerdos. Los animales asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro.» George Orwell, Rebelión en la Granja)

Zapatero hace todo lo posible por dar confianza a los mercados prometiendo a las distintas facciones del capital más tiempo de trabajo por menos salario, esto es más explotación, y menos derechos para los trabajadores. Se trata efectivamente, después de la reunión del gobierno con la cúpula del capital español promovida por el monarca, de desregular aún más el empleo y de reducir los importes de pensiones y salarios. Haciendo esto, el presidente del gobierno de la monarquía, cree ganar tiempo a la espera de alguna buena noticia económica o política, pero desatiende un viejo y valiosísimo consejo de sabiduría política de Montesquieu:

«A veces, la cobardía de los emperadores, a menudo también la debilidad del Imperio, hicieron que se intentase apaciguar mediante dinero a los pueblos que amenazaban con una invasión. Pero la paz no se puede comprar, pues aquél que la ha vendido se encuentra después de ello en mejores condiciones para volver a hacer que la compren..

Más vale correr la suerte de hacer una guerra desgraciada que dar dinero para tener la paz: pues siempre se respeta a un príncipe cuando se sabe que sólo se le vencerá tras una larga resistencia. .» (Montesquieu: Consideraciones sobre las causas de la grandeza de los romanos y de su decadencia (1734))

La ilimitada pusilanimidad del gobernante supuestamente «socialdemócrata» sólo puede aplacar la voracidad del capital mediante concesiones cada vez mayores y sin límite alguno, concesiones que liquidan su propia base electoral, al tiempo que el capital financiero desestabiliza en su favor la economía de los países más débiles de la eurozona e incluso al propio euro. Como los cerdos de Rebelión en la granja, que negocian con los granjeros la carne y la fatiga de los demás animales, olvidando que pueden ellos mismos ser los siguientes, el actual gobierno del PSOE se empeña imprudentemente rn no ver que los granjeros, o los empresarios o los financieros no tendrán, llegado el momento, nada en contra de unas buenas chuletas…de cerdo.

Rara vez se ha visto mayor distancia entre el capital hoy hegemónico y las fuerzas productivas reales de la sociedad. Nunca el capital ha estado tan privado de cualquier legitimidad productiva, nunca ha sido tan abiertamente parasitario. A este respecto, vale la pena leer la dos últimas entradas del blog sobre política europea de Jean Quatermer en Libération:( http://bruxelles.blogs.liberation.fr/). Vemos por un lado, que es el propio capital de la UE el que está destruyendo la estabilidad de la zona euro e imponiendo ajustes neoliberales cada vez más duros. En segundo lugar, que el ala espectacular del capital que representan los medios de comunicación desempeña un papel de primer orden a la hora de crear «amenazas» y «situaciones de peligro». Una realidad virtual como la de la finanza se vale de las construcciones imaginarias de los medios para producir efectos en la sociedad realmente existente. Una noticia con poco o ningún fundamento sobre la inquietud de los mercados o la debilidad fiscal de un Estado, provoca al día siguiente una baja de la bolsa y un aumento de los intereses de la deuda pública que, efectivamente debilita la solvencia efectiva de este Estado y justifica una nueva vuelta de tuerca en la reducción de salarios y prestaciones sociales. Nunca meras palabras, independientemente de que fueran verdaderas o falaces, han producido tantos efectos reales. El resultado es que la inmensa mayoría de la población de unos países que siguen siendo de los más ricos del planeta, verá degradarse sus condiciones reales de vida, porque la realidad virtual financiera está dispuesta a englutir en su trama (Matrix…) el conjunto de la realidad social.

Podría hablarse atendiendo a aspectos puramente formales de «performatividad», o de «self-fulfilling prophecy» (profecía autorrealizadora), pero creo bastante más exacto denominar a esto, teniendo en cuent la dinámica social efectiva, capitalismo-mafia. Al igual que la mafia, estos señores ofrecen su «protección» contra los ataques que ellos mismos planean y perpetran, o, lo que es lo mismo, contra la inseguridad que ellos mismos generan. Ante gobiernos que, de tanto tratar con la mafia, en muy poco se diferencian ya de ella, lo que queda a las mayorías sociales no es reconocer democráticamente la «legitimidad» de la autoridades elegidas y esperar a otras nuevas «elecciones» en las que sólo quepa elegir a representantes de Lo Mismo, sino organizar la resistencia, tomar o estructurar posiciones en una lucha de clases difusa y ramificada. Para ello, es esencial elegir bien el nivel decisivo. A nivel nacional sólo podremos tener gobiernos que justifiquen la subordinación al capital aludiendo, desde la «derecha» o desde la «izquierda» a procesos mundiales y a decisiones tomadas a nivel europeo. Que ellos mismos nos indiquen el nivel donde debe actuarse no significa, sin embargo, que valga la pena apelar demasiado a los grandes responsables europeos, que en este momento son penosos peleles, cuando no agentes directos, del capital. Es idispensable organizar la resistencia a escala de la UE e incluso del continente y tendencialmente a escala mundial. Es cierto que una huelga general en cada uno de los Estados tiene un efecto muy limitado, incluso cuando constituye un éxito rotundo como la última huelga general portuguesa, pero aún no sabemos qué pasaría si se paralizara toda Europa. La imposición en ese espacio de mercado de nuevos derechos sociales tanto vinculados al trabajo como disociados de toda actividad laboral, permitiría salir de la actual trampa nacional-laborista en la cual los derechos se reivindican esencialmente en el espacio del Estado nación y como derechos del trabajador asalariado. Tal vez ese sea el único impulso que permita dar de nuevo vida al proyecto de construcción política europea. Como nos enseñaba Maquiavelo, la libertad de los romanos y la propia fuerza de Roma no sólo se basaban en las buenas leyes, sino en la capacidad de resistencia del pueblo ante los ricos y poderosos.

Fuente: http://iohannesmaurus.blogspot.com/2010/11/comprar-la-paz-los-mercados-el-pesimo.html

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.