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El poder «divino» de la banca en Ecuador

Fuentes: Rebelión

“Es bastante bueno que la gente de la nación no entienda nuestro sistema bancario y monetario, porque si lo hicieran, creo que habría una revolución antes de mañana por la mañana.” -Henry Ford (Fundador de la compañía Ford Motor Company)

En el capitalismo, que la banca gane, es normal. Pero, incluso en ese sistema, algo no está en orden si a la banca le va bien, incluso muy bien, mientras a la sociedad, le va mal, inclusive muy mal. En Ecuador, además, la banca, que ha acumulado sin parar en estos últimos veinte y pico de años dolarizados, se resiste a hacer una contribución especial para enfrentar la grave crisis que atraviesa el país. Y que conste, que no negamos la importancia de la banca para lograr el bienestar de la sociedad, pero tenemos en mente una banca comprometida en serio con los intereses colectivos y el bien común.

Teniendo como telón de fondo estas preocupaciones, proponemos algunas reflexiones para la discusión.

Fe, alquimia y política: el poder de la banca

La fortaleza de la banca radica en la confianza. Más allá del resultado de las acciones y de la propaganda desplegadas por los banqueros, esta confianza en realidad es equiparable a alguna fe religiosa profundamente arraigada. La sociedad simplemente confía en la banca. Las razones son múltiples. Juega un papel importante el poder acumulado por la propia banca, no solo su poder económico y político, sino en especial el poder simbólico que le protege. Su presencia rebasa los límites de la economía, aparece en casi todos los ámbitos sociales, sea auspiciando el deporte o el arte, para citar dos ejemplos; e inclusive se presenta como preocupada por financiar a los sectores populares, sin dejar de hacer negocio, se entiende.

Se trata en definitiva de una confianza muy bien apuntalada por los grandes medios de comunicación y por los gobiernos. Estos -incluso aquellos que se presentan como de izquierda[1]– no han podido o no han querido poner el cascabel a gato, al menos en aquellos puntos clave que dispone la Constitución ecuatoriana. Y desde esa posición de confianza la banca usa y abusa de un poder privilegiado, a veces incluso mayor al poder que detenta el Estado, al que a través de los gobiernos puede subordinarlo.

Ese poder, cabe agregar, se sostiene también por la falta de conocimiento de la sociedad de cómo funciona la banca en el capitalismo: una suerte de economía de casino en donde la banca juega casi siempre con dados cargados. Bien sabemos, que los pilares de esta economía radican en el patológico “amor al dinero como posesión”, como anotaba John Maynard Keynes en 1930, y al poder que éste representa por su supuesta “fuerza divina”, como escribía Carlos Marx hace 180 años. Así, en la sociedad se desconoce que la banca no solo es la guardiana de los depósitos, es decir guarda dinero, sino que también puede crearlo. Y esa posibilidad de crear dinero, como veremos enseguida, aumenta con creces lo que podría ser entendido como el “poder divino” de la banca.

La banca genera ganancias a través del crédito, el cual no se financia solo con el capital de los bancos sino en especial por el dinero depositado por sus clientes, por ejemplo, los ahorros. A los banqueros con una mínima cantidad de aporte de capital propio -por ejemplo, un 9% de los activos totales del banco ponderados por riesgos- se les autoriza administrar depósitos de la gente -el 91% es dinero ajeno, para completar el ejemplo-. Así el proceso de “transformación” de depósitos en créditos, permite que la cantidad de capital de los bancos se multiplique en varias veces.

Pero hay más. La banca puede otorgar créditos sin tener el dinero: la creación endógena de dinero, que le dicen. El asunto es sencillo. A modo de ejemplo, un empresario va a un banco y pide un préstamo para contratar empleados y comprar materia prima. Si el banco se lo concede, no es entregándole dinero en efectivo proveniente de los depósitos de otros clientes. Más bien el banco crea una cuenta de depósito en nombre del solicitante del préstamo y ahí registra -actualmente de forma digital- un monto equivalente al dinero prestado. Si el solicitante del préstamo se desenvuelve en un entorno altamente bancarizado, probablemente no retirará el dinero del depósito en efectivo, sino que hará sus pagos a terceros vía diversas formas de transferir el dinero acreditado. Quien esté abajo en la cadena de pagos seguramente hará lo mismo si también se desenvuelve en un ambiente bancarizado. Y así sucesivamente. Incluso puede ser que el banco que creó el depósito inicial no necesite nunca usar efectivo para cubrir el retiro del depósito.

Esta capacidad de la banca es, a no dudarlo, ¡la realización del sueño del alquimista: la creación de dinero de la nada!

Es cierto, que, en Ecuador, con la dolarización, la banca perdió la posibilidad de hacer pingües ganancias con la intermediación cambiaria y las devaluaciones que cobijaban gran parte de los negocios exportadores e importadores, así como de la pura especulación cambiaria. Sin embargo, la banca sigue obteniendo utilidades a través de otras vías. Durante el auge petrolero, encontró, entre otras opciones, en las masivas importaciones y en la misma obra pública un espacio que aprovechó de forma abusiva y pasiva, en tanto dinamizaba preferentemente las inversiones de los grandes grupos económicos. Y en los años de crisis, continuó lucrando a pesar de las crecientes angustias de la mayoría de habitantes del país, aprovechando del poder de mercado -y político- que tiene.

Pero eso no es todo. En el Ecuador la banca, además, es rentista. Gana muchísimo por las comisiones, quizás más que colocando créditos. Siendo oligopólica la estructura del sector financiero, el logro de enormes utilidades se explica por las acciones colusorias de unos tres / cuatro bancos. A lo que hay que sumar los negocios de especulación financiera en el mercado de bonos y otros instrumentos de deuda pública, incluyendo la externa, por supuesto.   

Además, la economía ecuatoriana, incluyendo la banca, está profundamente infiltrada por los narcodólares. Expertos en estos temas relacionados al narcotráfico y la violencia estiman en unos 3.500 millones de dólares, un 3% del PIB, el lavado de activos; de ese monto al menos un 75% van a la economía formal, incluyendo el sistema financiero. La presencia del crimen en todas sus manifestaciones puede representar incluso valores mucho más altos, de hasta cinco veces o más, según otros analistas. Estos datos y cifras demuestran el peso del narcodólar en esta economía dolarizada, que resulta muy atractiva para todo tipo de actividades ilícitas. Y todo en un ambiente de oscuras y diversas complicidades entre las élites políticas y empresariales, en las que la banca no está ausente. Un punto adicional, la banca y los paraísos fiscales abren la puerta a otro escenario en donde las irregularidades y los negocios turbios están a la orden del día, tal como se demostró en Ecuador, cuando se destaparon “los papeles de Pandora” con los negocios offshore del banquero-presidente Guillermo Lasso.[2]

Teniendo en cuenta todo ese complejo entramado, no sorprende que la banca gane incluso en época de crisis. La muestra de esta aseveración la encontramos constatando cómo, en medio de la crisis, incluso en la pandemia, los grandes grupos económicos, a la cabeza la banca privada -como vemos en el cuadro a continuación-, siguió acumulando. A modo de botón de muestra, tengamos presente que el patrimonio personal del mismo banquero-presidente, durante sus 900 días de gestión, aumentó en 21 millones de dólares, mientras que la mayoría de habitantes de Ecuador está hundida en una profunda crisis de inseguridades múltiples. Basta mencionar un par de indicadores de una lacerante realidad socioeconómica: unos 5 millones de personas tienen un ingreso diario de menos de 3 dólares al día, 2 millones sobreviven con menos de 1,7 dólares diarios, 66% de la población económicamente activa no tiene un empleo adecuado.

ECUADOR: UTILIDADES ANUALES NETAS DE LA BANCA PRIVADA

Año Millones de dólares
2023 737,5
2022 663,7
2021 387,5
2020 233,2
2019 615,7
2018 680,9
2017 395,7
2016 221,9
2015 271,0
2014 334,7
2013 268,0
2012 314,2

 Fuente: Asociación de Bancos Privados – Utilidades netas, descontados beneficios de ley e impuestos

Con su poder oligopólico la banca sostiene una estructura de tasas de interés muy elevada, algo que debería llamar la atención tratándose de una economía dolarizada. El economista Andrés Albuja Batallas, nos recuerda que, la elevada rentabilidad de los bancos privados, se explica en especial porque la tasa activa promedio es alta en Ecuador con un 17%. En Perú y Colombia, sin economía dolarizada, la tasa activa promedio es solamente de un 12%. Y eso revela, según dicho economista, por qué la rentabilidad de la banca privada ha batido récords con un promedio anual del 12% del 2002 al 2023; es decir a un ritmo mucho mayor que la economía, que creció con un promedio anual del 3% en todo ese período.

A pesar de haber obtenido tantos beneficios, los banqueros no solo que aspiran a más, sino que no están dispuestos a contribuir con parte de sus enormes ganancias acumuladas para ayudar a resolver los problemas gestados, en gran medida, por el austericidio provocado por el manejo neoliberal. Lo que ha contribuido a la actual situación: una economía deprimida y una sociedad aterrorizada, atrapadas por la violencia del crimen organizado y por el mismo “conflicto interno armado”, decretado por el presidente Noboa.[3]

La banca, a través de la Asociación de Bancos Privados, ante la sola posibilidad que le exijan un aporte tributario mayor, se quejó -en remitido público- por “el trato distinto y discriminatorio” que recibe; reclamó para si “proporcionalidad racional y equidad” y alertó/amenazó por la posible reducción de los créditos, dando a entender que eso agravaría aún más la situación de la economía. En suma, pretender que la banca aporte en este momento tan crítico sería -de acuerdo a dicho gremio bancario- establecer “escenarios de arbitrariedad e inseguridad jurídica”, como resultado de simples “sesgos ideológicos”. Y ahora que ya se aprobó ese tributo, con un paquete que incluye la elevación del IVA, entre otros ajustes tributarios,[4] la mencionada Asociación ya anticipa con que se reducirán los créditos…

Entendamos, en Ecuador, la banca forma parte muy activa de los grandes grupos de poder, que cuentan con el respaldo del coro de los terroristas económicos, que “legitima el Mundo de Dueños, en nombre de la libertad, del individuo y el mercado”, en palabras de Maristella Svampa.[5] Una verdadera cofradía de iniciados librecambistas, que como sucede siempre, contando con el eco de la gran prensa, presiona para profundizar el manejo neoliberal; lo acabamos de ver con su exigencia para incrementar el IVA y eliminar los subsidios de los combustibles. Este mensaje se apuntala en el miedo, pues, de no ser aceptadas sus pretensiones estaría en riesgo la dolarización, transformada en el gran tótem de la economía, cuando en realidad su fin último debe ser construir el Buen Vivir de todos los habitantes del país.

Es evidente que estos poderosos grupos no están dispuestos a aceptar la construcción de una política tributaria equitativa, que parta del principio básico de quién más gana y más tiene, más tributa. Las propuestas de estos grupos de poder y del coro de terroristas económicos están enmarcadas en las “recomendaciones” del FMI, es decir en atender prioritariamente las expectativas de los mercados internacionales y las exigencias de los acreedores de la deuda externa. Pretensiones que conforman el marco de las políticas económicas neoliberales, las que, además, se las vende como las únicas posibles y por cierto como técnicas, negando así su profunda esencia política. Y así, en la práctica, se eleva a la categoría de objetivos indiscutibles a sus instrumentos de política económica -como la dolarización-, mientras desaparecen los verdaderos objetivos, como lo son la igualdad, la equidad, la libertad, el bienestar de toda la población, viviendo en un ambiente de armonía con la Naturaleza; objetivos a ser alcanzados con un proceso de permanente radicalización de la democracia.

Qué hacer para ponerle al menos “el cascabel al gato”

Es urgente abrir un debate de altura y riguroso sobre el papel que debe cumplir el sistema financiero en este país andino. Esta discusión debe partir por el respeto a la Constitución. Allí se establece la función de la banca como un “servicio de orden público” (Artículo 308[6]); este punto es crucial, la banca no puede ser asimilada como cualquier otro negocio. También se dispone, puesto en términos muy sencillos, pero precisos, aquello que repetía uno de los banqueros más respetados del siglo XX: “el banquero debe ser banquero, y nada más que banquero” (Artículo 312[7]); tema bien traído a colación por el economista Hugo Jácome[8], profundo conocedor del mundo financiero.

Es por eso que la Asamblea Constituyente -como recuerda Jácome- resolvió que los bancos se deshagan de todas sus empresas no vinculadas a la actividad financiera. Había que evitar que, aprovechando su condición de banco, sea por el uso de los depósitos y/o la información privilegiada que poseen de sus clientes, se den procesos de concentración económica. Los bancos conocen mejor que cualquier otra persona o empresa la situación financiera, buena o mala, de sus clientes. Esto puede dar paso a que se use su poder financiero para adquirir empresas o activos de empresas que se encuentren en condiciones de vulnerabilidad económica o inclusive para incursionar en negocios que se perfilen como atractivos. El resultado de este abuso explica en gran medida el atraco bancario de fines del siglo XX.[9]

Siguiendo con la reflexión del economista Jácome, por otro lado, a diferencia de los demás sectores económicos, la actual regulación financiera permite que los intermediarios financieros, entre ellos los bancos, gocen de una estructura de capital privilegiada, es decir, con un patrimonio pequeño -capital aportado por los accionistas-, manejan elevados niveles de recursos ajenos -depósitos de los ahorristas- y tenga incluso la capacidad de crear dinero de la nada: creación endógena de dinero, como ya lo anotamos antes. Es por esto que, para evitar cualquier conflicto de intereses y el uso de su poder de mercado en la economía, dado los elevados recursos económicos que manejan, se debe prohibir que la banca posea empresas ajenas a la actividad financiera, empezando por los medios de comunicación.

Esta disposición constitucional, por cierto, está lejos de ser cumplida a cabalidad, sea por el uso de testaferros por parte de algunos banqueros, que aprovechan de la incapacidad de los gobiernos para hacer cumplir esta disposición constitucional o simplemente porque existe una abierta complicidad con los gobernantes; algo que alcanzó su máxima expresión en el gobierno del banquero Lasso.

Para lograr el acatamiento de estas disposiciones, entendiendo que el papel de la banca en general es fundamental para el funcionamiento de la economía y la sociedad, precisamos establecer algunos puntos básicos.

Así, resulta indispensable discutir sobre la dimensión de los bancos, cuyo desmedido tamaño y sus vínculos financieros -explícitos o implícitos- arriesgan la estabilidad económica y la misma democracia; por ejemplo, ninguna institución financiara o banco debería controlar más del 12%, máximo el 15% del mercado. Se requiere poner límites para impedir que pocos bancos concentren la mayor cantidad de activos en el propio sector financiero.

También es necesario eliminar las comisiones bancarias para que la banca se dedique de lleno a la colocación eficiente del ahorro en créditos y no simplemente haga utilidades de forma rentista aprovechándose de las comisiones.

En línea con este debate necesario para normar el funcionamiento de la banca seria bueno introducir un tema crucial: cómo abordar la cuestión de la emisión endógena de dinero. Al respecto hay propuestas muy interesantes, como la que se ha intentado, hasta ahora sin éxito, en Suiza. Nos referimos a la iniciativa del “dinero total” (Vollgeld, en alemán), con la que se quiere prohibir a los bancos el privilegio que tienen para “fabricar dinero”. La única entidad con capacidad para crear dinero sería el Banco Central. Si se despoja a los bancos del poder de crear dinero, convirtiendo sus depósitos líquidos en dinero “estatal” o “soberano”, se tendría un sistema financiero más seguro, eliminando las costosas crisis bancarias, argumentan los defensores de esta tesis. Y, por cierto, si se le resta ese poder político que acumula la banca, tendríamos un argumento democrático a favor de esta iniciativa. Esta es una propuesta que merece ser conocida y analizada con mucho detenimiento.

De hecho, el Banco Central del Ecuador debe asumir un papel monetario protagónico en el sistema de pagos y controlarlo ampliamente para que las transacciones financieras no pasen necesariamente por el sistema de BANRED o prohibir cualquier cobro de comisión por su uso, ya que a la postre esto ha permitido que los bancos fortalezcan su poder de mercado (y, por ende, también político) y que lucren por las comisiones que cobran. Establecer un margen entre las tasas pasivas y las tasas activas de la banca o límites a las tasas de interés, aparece también como una medida necesaria entre otras acciones orientadas a conseguir una sustantiva reducción de las tasas de interés.

Así, para lograr la reducción de las tasas de interés hay que romper el oligopolio bancario privado con medidas de política económica y decisiones de las juntas bancaria y financiera. También se puede enfrentar este reto desde el mercado con una alianza formada por la banca pública estatal (BANECUADOR), la banca pública no estatal (BIESS), el Banco del Pacífico (que se debería entregar al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social – IESS en dación de pago), las cooperativas de ahorro y crédito, así como las cajas de ahorro comunal.

En este punto urge fortalecer financieramente las cooperativas de ahorro y crédito y las cajas de ahorro. La Corporación Nacional de Finanzas Populares y Solidarias – CONAFIPS, en tanto banca de segundo piso, debería ser fondeada para canalizar recursos al sector cooperativo con tasas de interés bajas para que este sector, a su vez, pueda hacer prestamos con intereses realmente atractivos para el campesinado y la misma economía popular y solidaria.

Aquí emerge otra cuestión compleja, de muy difícil resolución dentro de la lógica del sistema capitalista. ¿Cómo hacer para que la estructura de las tasas de interés pro- grandes-propietarios cambie de forma sustantiva? Bien sabemos que los grupos corporativos acceden a créditos con tasas de interés mucho más bajas que el promedio. Las razones que esgrimen los banqueros son múltiples, sin embargo, a la postre, esta realidad conduce a profundizar permanentemente la acumulación de la riqueza en muy pocas manos. Además, no nos olvidemos que amplios segmentos de la población caen en las redes de los chulqueros propiamente dichos.

Este es un reto, que más allá de construir un adecuado entorno macroeconómico, debería ser revertido con acciones concretas, entre otras fortaleciendo el mencionado sistema de finanzas populares y solidarias, a partir de criterios de rentabilidad financiera y equidad social, con relaciones de equilibrio con la Naturaleza. En suma, aquí tenemos que incorporar criterios que permitan establecer un balance del bien común en el sistema financiero, que favorezca con tasas de interés y plazos más largos -incluso con beneficios tributarios- a quienes actúen de manera social, ecológica, solidaria y democrática; estableciendo, en paralelo, sanciones a quienes se alejen de dichos criterios, tal como plantea el economista austríaco Christian Felber.[10]

Teniendo presentes todos estos elementos, la entrega del dinero electrónico a la banca privada le da a ésta más herramientas para ampliar su capacidad de crear dinero, quitándole cualquier opción de aprovechar de ese poder monetario al Banco Central. Decimos esto puesto que la bancarización llega a cada vez más personas a través del celular, lo que amplia la capacidad de la banca para conceder créditos y obtener ganancias a través del interés, comisiones, etc. Aquí emerge, entonces, la necesidad de un cambio profundo para que quizás sean las cooperativas de ahorro y crédito, conjuntamente con las cajas de ahorro, en un sistema controlado por el Banco Central, las que lideren el manejo del dinero electrónico. No está por demás dejar sentado quelas cooperativas tendrán que reencontrarse con los principios fundamentales del cooperativismo y la solidaridad, y no tratar de seguir la senda de la banca privada.

Por último, tengamos también presente que, incluso si la banca privada “se somete a las reglas del juego”, la falta de emisión monetaria en momentos de crisis -agravados por la rigidez que establece la misma dolarización- puede ser en extremo grave si se complican los flujos externos de dólares. Esto plantea la necesidad de pensar oportunamente en un dólar electrónico ecuatoriano para impedir un colapso catastrófico de la misma dolarización.[11]

Una gran trasformación no se conseguirá solo con algunos ajustes a la política económica o con simples medidas financieras y tributarias. Hay que ir más allá. Precisamos procesos de redistribución de la riqueza, que sean estructurales y profundos, si se cumplen con algunos puntos establecidos en la Constitución, que ordena la promoción estatal para asegurar el acceso equitativo a los factores de producción (artículo 334), así como la prohibición del acaparamiento de agua y tierra (artículo 282), para mencionar apenas dos temas.

Estas y otras muchas cuestiones, entre las que no pueden faltar las complejas relaciones financieras internacionales, deben formar parte de un debate amplio.

En síntesis, el negocio de la banca no es asimilable a otros negocios y tiene que estar en función del bien común, algo que, a todas luces, no sucede en la actualidad.

Notas:


[1] Consultar la evolución del negocio bancario en el gobierno de Rafael Correa en el artículo del autor de estas líneas con John Cajas-Guijarro (2017); “La banca gana… siempre”. Disponible en https://rebelion.org/la-banca-gana-siempre/ Artículo que en algunos puntos sirve de base para el presente texto.

[2] Consultar los textos de Alberto Acosta y John Cajas-Guijarro; “Entre los papeles de Pandora y la banca – Lasso, ¿un presidente offshore?” y “Sin banca privada no hay paraísos… fiscales – ¿Cómo amasó su fortuna el banquero Lasso”, en el libro de varias autoras y varios autores (2022); Los paraísos de Pandora – Capitalismo, corrupción, violencias (2022), disponible en https://a03c12ef-af54-463d-a985-fc8d6cadf6fa.filesusr.com/ugd/e203f8_32e4f41727b541bca7d3328f84419233.pdf

[3] Ver las reflexiones dele autor sobre estos temas en la entrevista: “Ecuador: Las Cenizas del Fénix” (22.01.2024). Disponible en https://www.colombiainforma.info/ecuador-las-cenizas-del-fenix/

[4] Hasta el momento, el presidente Daniel Noboa ha conseguido que la Asamblea Nacional el apruebe tres proyectos de ley de corte neoliberal: dos -Ley de Eficiencia Económica y Generación de Empleo; Ley de Competitividad Energética- aprobadoscon el apoyo abierto de casi todos los bloques parlamentarios -incluyendo el correismo y el socialcristianismo- y uno Ley Orgánica para enfrentar el conflicto armado interno, la crisis social ­aprobadocon una maniobra encubierta en la que participaron también los dos bloques parlamentarios mencionados. Sobre estos temas se puede consultar los textos del autor: “Alternativas para una reactivación con equidad – Frente a los tibios paños del gobierno de Daniel Noboa”, disponible en https://rebelion.org/frente-a-los-tibios-panos-del-gobierno-de-daniel-noboa/; “Un nuevo intento privatizador de la electricidad en Ecuador – El retorno de los brujos… neoliberales”, disponible en https://rebelion.org/el-retorno-de-los-brujos-neoliberales/; Danielito se fue a la «guerra” ¿Los pobres -y el Yasuní- pagarán su guerra?, disponible en https://rebelion.org/los-pobres-y-el-yasuni-pagaran-su-guerra/

[5] Consultar en Maristella Svampa (01.02.2024); “La autocracia de Milei – Un Mundo de Dueños que viene por los superpoderes”. Disponible en https://www.eldiarioar.com/opinion/mundo-duenos-viene-superpoderes_129_10885183.html

[6] “Artículo 308. Las actividades financieras son un servicio de orden público, y podrán ejercerse, previa autorización del Estado, de acuerdo con la ley; tendrán la finalidad fundamental de preservar los depósitos y atender los requerimientos de financiamiento para la consecución de los objetivos de desarrollo del país. Las actividades financieras intermediarán de forma eficiente los recursos captados para fortalecer la inversión productiva nacional, y el consumo social y ambientalmente responsable.

El Estado fomentará el acceso a los servicios financieros y a la democratización del crédito. Se prohíben las prácticas colusorias, el anatocismo y la usura.

La regulación y el control del sector financiero privado no trasladarán la responsabilidad de la solvencia bancaria ni supondrán garantía alguna del Estado. Las administradoras y administradores de las instituciones financieras y quienes controlen su capital serán responsables de su solvencia. Se prohíbe el congelamiento o la retención arbitraria o generalizada de los fondos o depósitos en las instituciones financieras públicas o privadas.”

[7] “Artículo 312. Las instituciones del sistema financiero privado, así como las empresas privadas de comunicación de carácter nacional, sus directores y principales accionistas, no podrán ser titulares, directa ni indirectamente, de acciones y participaciones, en empresas ajenas a la actividad financiera o comunicacional, según el caso. Los respectivos organismos de control serán los encargados de regular esta disposición, de conformidad con el marco constitucional y normativo vigente. Se prohíbe la participación en el control del capital, la inversión o el patrimonio de los medios de comunicación social, a entidades o grupos financieros, sus representantes legales, miembros de su directorio y accionistas.

Cada entidad integrante del sistema financiero nacional tendrá una defensora o defensor del cliente, que será independiente de la institución y designado de acuerdo con la ley.”

[8] Ver en Hugo Jácome (2010); “Banqueros, solo banqueros”. Disponible en https://rebelion.org/banqueros-solo-banqueros/

[9] Consultar en Alberto Acosta (2008); “Recordando los entretelones del salvataje bancario”. Disponible en https://rebelion.org/recordando-los-entretelones-del-salvataje-bancario/

[10] Recomendamos su libro Christian Felber (2012); La economía del bien común, Deusto, Barcelona.

[11] Sobre este tema se puede consultar el texto del autor de este texto con Jürgen Schuldt (2017); “De la Dolarización Oficial a la Moneda Propia – Una Propuesta para Ecuador”. Disponible en https://www.ciepp.org.ar/index.php/documentosdetrabajo1/473-documentos-96

Alberto Acosta: Economista ecuatoriano.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.