Terminaron diez meses de ejecutivo en funciones. El candidato del PP, Mariano Rajoy, alcanzó el 29 de octubre la investidura en segunda votación, con 170 sufragios favorables y las 68 abstenciones de diputados del PSOE (algunos de ellos por «imperativo»). Situado al frente de la oposición, Podemos se afana en la construcción de un relato […]
Terminaron diez meses de ejecutivo en funciones. El candidato del PP, Mariano Rajoy, alcanzó el 29 de octubre la investidura en segunda votación, con 170 sufragios favorables y las 68 abstenciones de diputados del PSOE (algunos de ellos por «imperativo»). Situado al frente de la oposición, Podemos se afana en la construcción de un relato sobre lo que ayer ocurrió en el Congreso, dirigido sobre todo a los menos interesados en la política o a quienes, hoy desilusionados, salieron a las plazas el 15 de mayo de 2011. ¿Cuál será el primer objetivo del nuevo Gobierno? «La derrota moral del pueblo español», ha asegurado en Valencia el portavoz parlamentario de Unidos Podemos, Íñigo Errejón. Ésta sería la primera condición para empezar con las políticas de austeridad, recortes y exigencias de Bruselas (un ajuste fiscal de más de 5.000 millones de euros). «La chulería y las bravuconadas con las que nace el ejecutivo de Rajoy son un ejemplo de debilidad, pero demuestra que los privilegiados todavía tienen la capacidad de gobernar en España», asegura Errejón. Constata asimismo que hay gente muy humilde que todavía vota a «los de arriba», pese a que han redistribuido el poder y la riqueza en favor de una minoría.
El portavoz de Podemos participó ayer, al día siguiente de la votación de investidura en el Congreso de los Diputados, en la semana de actos por la inauguración de la sede de Podemos en Valencia, «La Morada». Se trata de un antiguo taller de reparación de automóviles, recuperado tras seis meses de trabajo por parte de decenas voluntarios y los fondos captados a través del micromecenazgo. En la mesa redonda titulada «Ganar el futuro» han participado asimismo la diputada estatal de Podemos, Àngela Ballester; el secretario general de esta formación en Valencia, Jaime Paulino; el portavoz del grupo Podemos en las Cortes Valencianas, Antonio Montiel; y la concejal de València en Comú, María Oliver.
Errejón ha evitado extraer una conclusión derrotista de la votación de ayer: «Las élites han pagado un precio enorme, ya que han podido formar gobierno, pero a costa de destruir el bipartidismo». Recuerda que el PP no contaba con la mayoría parlamentaria, ni siquiera con el apoyo de Ciudadanos; de hecho, «si Rajoy ha accedido a la presidencia es porque ha partido por la mitad al PSOE». Además, la nueva coyuntura política ofrece nuevos retos. Antes, subraya el ponente, el PP y el PSOE fraguaban acuerdos en los asuntos capitales y, en las cuestiones menores, «discutían encarnizadamente». «Ayer murió esa distribución de posiciones políticas». Ésta es la razón por la que, a juicio del politólogo, «ayer se produjeron tantos gritos y nerviosismo en el Parlamento: la fuerza de las élites en España -la de quienes compran a los partidos, pagan sus deudas o les ‘enchufan’ en los Consejos de Administración- se resquebraja». En otros términos, «Rajoy ha herido de muerte a la alternancia; al otro lado ya no está el PSOE, sino Podemos, y nosotros no somos socios leales». Éste es, a grandes rasgos, el relato político que Podemos dirige a la ciudadanía desilusionada.
Entre aplausos que con frecuencia interrumpían el discurso, Íñigo Errejón prosiguió con la narrativa de lo ocurrido: «Rajoy sólo ha comprado tiempo». Destaca que son muchos más los españoles que no quieren al gobierno del PP, rechazo que aumenta si se incluye a gran parte de los votantes del PSOE y Ciudadanos. Agrega que el nuevo ejecutivo de Rajoy ha tomado al Partido Socialista como rehén, única forma de llevar a término sus leyes y reformas. Ante los nuevos retos del estado español, el PP no ofrece nada nuevo, afirma Errejón, quien reitera que el nuevo gabinete «no nace de la seducción, sino del derecho de conquista». Algunos detalles, de esos que enriquecen la crónica parlamentaria, escapan a quien no se encuentra en el meollo: «Hubo diputados del PSOE que se abstenían con la boca pequeña; de hecho, tenían que repetir la palabra ‘abstención’ en las votaciones». El relato de Podemos adjetiva al nuevo Gobierno como «débil» y «de poco recorrido», con una «hucha» de las pensiones que se agotará en 2017, la «medalla de bronce» en desigualdad, una nueva «burbuja» inmobiliaria como solución económica más realista y, como único gesto contra la corrupción, deshacerse de Rita Barberá.
Algunas fotografías de la primera infancia del actual dirigente de Podemos le retrotraen a las manifestaciones contra la OTAN. «Pero la alternativa no pasa por remitirse a lo que ocurrió hace décadas; apostamos por una mayoría nueva, patriótica, plurinacional y transversal». Los críticos apuntan que ayer se forjó una suerte de partido único, pero el diputado observa más bien el intento de una Segunda Transición. Señala que la alianza entre el PP, el PSOE y Ciudadanos deja fuera a un tercio del Parlamento, a los gobiernos de las ciudades más relevantes del estado español, a casi la mitad de la población del arco mediterráneo, las mayorías políticas de Euskadi y Cataluña, además de buena parte de las clases medias y los menores de 45 años. En cuanto a las prioridades estratégicas, figura «disputar la idea de Orden». «Quienes nos gobiernan son agentes del desorden», resalta el líder de Podemos. Y no sólo por los casos de corrupción. Muchos de los entramados presuntamente mafiosos sólo se sostienen desde el poder, asegura (cita las prácticas del ministro del Interior, Fernández Díaz, quien ha investigado al frente del Ministerio del Interior a fuerzas políticas democráticas). «Son conscientes de que están quemando etapas», resume el secretario de Política de Podemos.
La disputa política y discursiva de la idea de Orden remite a la fractura generacional. Los partidos «viejos» se sostienen, en gran medida, por el apoyo de las generaciones que sufrieron la dictadura, explica el parlamentario de Podemos. En la pugna desempeñan un rol central los denominados ayuntamientos del cambio, pues -recalca Íñigo Errejón- demuestran en el día a día «que las afirmaciones de los poderosos son mentira», que no se confiscan las casas de la gente ni se cierran pequeñas empresas; es más, ayuntamientos como el de Madrid aumentan la inversión social, al tiempo que reducen la deuda «y sin que ninguna empresa se vaya». La segunda discusión que propone el portavoz de Podemos es sobre los cuadros dirigentes. «No se trata de alguien que acumule cargos o a quien le ponen rótulos cuando habla en televisión». Por el contrario, el dirigente ha de ofrecer certezas, sabe canalizar las cualidades de cada militante; mantener la ilusión -en los momentos difíciles- en los círculos y barrios; y cede el testigo a otros compañeros cuando se marcha. Con estas palabras, terminan las intervenciones y comienza el turno de preguntas. El regidor de un pequeño pueblo inquiere: «¿Cómo hacemos para seducir a la gente que falta?». Y se suceden las cuestiones a la mesa de cargos públicos: ¿Qué hacer para que los dirigentes visiten más a menudo los círculos? ¿Y para eliminar el miedo, un arma política tan poderosa… porque somos ‘homo sapiens’, no ‘borregos’?.
Otros participantes plantean exigencias: «Que luchéis en las Cortes, y deis leña para que los tres partidos que van a por nosotros no lo consigan». También hay quien pregunta cómo reactivar los círculos, muchos de ellos «adormecidos» (aplausos). O por una posible respuesta a los que hablan de una pugna entre «pablistas» y «errejonistas», «que tanto daño nos hace». Cierra el turno un activista del movimiento de los yayoflautas, que todos los lunes sale a la plaza. Cobra una pensión de 636 euros, después de trabajar desde los 14 años. Errejón responde a algunas de las preguntas. Considera muy importante elegir las batallas, no enfrentarlas todas al mismo tiempo. Al ser Podemos un partido un punto más débil que los adversarios, tendría que aplicar una máxima de la guerrilla: concentrar toda la fuerza en el punto de mayor debilidad del antagonista. «Lo fundamental es elegir sobre qué discutimos, escoger las batallas». Pero con cautelas, advierte el dirigente de Podemos, porque habitualmente se tienden trampas «en las que podemos caer, porque tenemos moral de victoria y con facilidad atacamos todos los frentes». En ocasiones, también «hemos de hacer Judo y aprovechar la fuerza del adversario». Sobre las cuestiones internas, advierte, los ritmos, códigos y deseos de los más militantes se convierten -a veces- en frenos para sumar a más gente. Así, hay que evitar la burocratización de los movimientos, porque en ocasiones la militancia es más aburrida y rígida que la vida en las administraciones públicas.
El objetivo, según Errejón, es discutir de política «de la sede hacia afuera», no obsesionarse en los asuntos internos de cada colectivo. Forjar un movimiento popular robusto tendría que ver, por tanto, a juicio del parlamentario de Podemos, con compartir «unas emociones, unos símbolos, una estética y también estar a gusto juntos». Espacios de ocio, deporte, cocina, música, cultura, una peña futbolística del equipo del barrio o espacios de discusión política. «La izquierda lleva muchos años matando de aburrimiento a la gente, por cosas como si uno se quedó en la revolución de 1905 o en la de 1917». El parlamentario pide asumir que la gente también se cansa y se marcha a su casa, no pretende participar en los colectivos de manera permanente. Existe un flujo y reflujo en las movilizaciones. «Lo importante es que haya estructuras para poder entrar y participar cuando uno quiera; cada compañero que viene a un círculo y a los quince minutos se va, es un crimen y no precisamente por su culpa», explica Errejón, que también reivindica el concepto de militancia. Cita el ejemplo de una señora de Denia, que temía votar a Podemos por si este partido eliminaba las fiestas de Moros y Cristianos en el municipio. «No le podemos responder con un desprecio de aristocracia intelectual».
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