Traducido por Caty R.
El proyecto estadounidense previsto para la región árabe sigue llamando a la puerta de los estados de la zona, uno tras otro, unas veces con el nombre de «Gran Oriente Medio», que porta el manto de la democracia adornado con el reclamo del cambio de las estructuras políticas del pasado, y otras con la denominación de «Nuevo Oriente Medio» que aboga por la «moderación» a través de la alianza de algunos regímenes presidenciales (pero de carácter militar) o monárquicos árabes, con el fin de acabar con todas las formas de resistencia y entrar de lleno en la nueva era mundial donde la lucha árabe-israelí ya no tiene cabida…
Y mientras el viento de la discordia pasa de Iraq a Palestina y Líbano, soplando entre las divisiones y los combates confesionales o partidistas, decenas de víctimas caen todos los días abatidas por los objetivos del proyecto antes citado; y el terrorismo progresa tomando nuevas formas que recuerdan sin duda otro terrorismo, el que practicaron, durante la primera mitad del siglo pasado los sionistas en Palestina: se crean grupos armados, por nuevos acuerdos, mientras otros se renuevan… Todos ellos sobre sólidas bases militares y financieras. En cuanto al sostén, les llega, directa o indirectamente, de Washington y Tel Aviv en primer lugar, pero también de ciertos regímenes que rodean Iraq y Líbano y cuyos dirigentes parecen ignorar que se meten en la boca del lobo al apoyar a esos terroristas que no dudarán, en la primera ocasión, de volverse contra ellos.
Por otra parte el radicalismo del proyecto de estos grupos terroristas los aproxima al plan estadounidense para la región, con el que ya se entrecruzaron en los años ochenta del siglo XX, cuando se actuaba para destruir la fuerza de la antigua Unión soviética y reventar la región de los Balcanes. Lo que quiere decir que ambos proyectos pueden encontrar nuevos puntos comunes y que eso que se oye todos los días a propósito de la ayuda prestada a estos grupos por los extremistas de la administración de Georges W. Bush, los «Born again Christians» (1), representados por el vicepresidente estadounidense Dick Chenney, no se trata de un simple rumor que pretende perjudicar la imagen del Tío Sam…
El proyecto estadounidense: ¿Estancamiento o cambio de rumbo?
Aquí se imponen dos preguntas: ¿el proyecto estadounidense para la región árabe ha fracasado? ¿Está atascado o los cambios introducidos no son fundamentales y conciernen solamente a los métodos de la ejecución y no a los objetivos fijados?
Algunos opinan que el proyecto fracasó en la realización de los objetivos que estaban previstos porque los planes de cambios políticos, es decir la renovación de ciertas formas arcaicas del poder (como en Arabia Saudí) gracias a nuevos equipos formados a «la occidental», están atascados. Este estancamiento, añaden, obligó a Estados Unidos a cambiar, en sucesivas reanudaciones, la forma y el contenido; lo que quiere decir que el proyecto del «Nuevo Oriente Medio» es diferente del que se llamaba «Oriente Medio Ampliado» y antes, del «Gran Oriente Medio».
Y para apoyar sus declaraciones apelan a un puñado de razones, todas reales, y manifestaciones, entre las que están:
1. El proyecto fracasó, por una parte, bajo los golpes de la resistencia de Líbano a asentar el papel de dirigente que estaba destinado a Israel y que se resumía en la dirección de la región después de un período de normalización de las relaciones con los regímenes árabes… Israel hoy, sobre todo tras el fracaso de su agresión de julio-agosto de 2006, ha caído en picado: el informe del juez Vinograd expresa claramente que la sociedad israelí está muy perturbada vista la incapacidad de sus gobernantes para defenderla.
2. Por otra parte el proyecto fracasó en Iraq después de recibir golpes mortales en Afganistán y el coste que se paga es cada vez mayor, tanto en vidas humanas (cientos de muertos y muchos heridos y lisiados) como en los planos financiero y político.
3. El fracaso del proyecto se ve especialmente dentro de la administración estadounidense, sobre todo tras el fiasco vergonzoso del Congreso y los requerimientos, cada vez más urgentes, que pretenden establecer una agenda para la retirada de las tropas de la «coalición» de Iraq, tal como preconiza el informe Baker-Hamilton.
4. El fracaso se ve, finalmente, en las propuestas que contiene el informe Baker-Hamilton y conciernen a la necesidad de negociar con Siria e Irán (después de que Estados Unidos hubiera retirado el plan de lanzar un ataque contra este país). A esto se añade el replanteamiento de la política que la Casa Blanca aplica en la región del Golfo Pérsico en general, y frente a las tentativas turcas en la región del Kurdistán iraquí.
Todos estos datos son reales e importantes, es verdad. Sin embargo muestran sólo una parte de la imagen y además ignoran ciertos fenómenos esenciales.
Los proyectos estadounidenses… y el terrorismo
En efecto, esas razones no tienen en cuenta una característica que marcó la política estadounidense desde el período llamado de «la guerra fría» hasta nuestros días (período llamado de «la guerra contra el terrorismo», en el que Estados Unidos incluye las resistencias nacidas contra la intromisión de Washington en el mundo y el terrorismo que él creó): el pragmatismo en política Lo que quiere decir que los planes elaborados para realizar los proyectos no son rígidos; todo lo contrario, se cambian con arreglo a la necesidad del momento…
Sobre esta base deberíamos decir que Estados Unidos no presentó tres proyectos para todo Oriente Medio sino sólo uno, y que este proyecto no comenzó en los años noventa, sino más bien en los setenta, ya que la primera copia detallada fue expuesta por Henry Kissinger, el Secretario de Estado estadounidense de aquel momento.
Este proyecto se resume en la necesidad de desmenuzar la región árabe en mini estados confesionales (suníes y chiíes) y étnicos que hacen la guerra entre ellos y todos necesitan protección de la superpotencia que rige el planeta. Es verdad que Israel no pudo cumplir la misión que se le encargó y que las tropas de Washington tuvieron que intervenir directamente, pero el proyecto no sufrió modificaciones, sólo cambió la manera de ejecutarlo… hasta ahora, porque se dice que las tropas estadounidenses controlarían sólo las regiones petroleras que hay que proteger y cederían gradualmente la tarea de la seguridad del resto de Iraq a los autóctonos tras proveerlos del entrenamiento y las armas necesarias (lo que no quiere decir que esos autóctonos tuvieran más éxito allí donde Israel fracasó). Por lo tanto, lo que contempla Estados Unidos es la vuelta a la «vietnamización», pero una «vietnamización modificada», a partir de la experiencia ya vivida y de la situación del momento.
Y mientras este proyecto se macera, el petróleo del Golfo, por ejemplo el de Iraq, se explota desenfrenadamente; entretanto se prepara el embargo de Washington en la región «petrolera» del Darfur sudanés y la región árabe es desmenuzada a ejemplo de los Balcanes; el movimiento de liberación árabe hace lo que puede para contrarrestar la política estadounidense, pero todavía no es lo bastante fuerte después de las desgracias que ha padecido en la última década del siglo pasado.
«La iraquización» , ¿destino previsto para Palestina y Líbano?
Todo esto nos lleva a la necesidad de detenernos en los puntos siguientes:
1. Nos encontramos hoy, al principio de la etapa durante la que Estados Unidos pretende legitimar el desmembramiento de Iraq, en tres estados en los cuales, todos los días, la guerra fratricida mata a decenas de personas, sin contar los heridos, y aleja todavía más las posibilidades de una vuelta a la unidad. Por otra parte, todo el mundo mide exactamente las repercusiones de esta lucha fratricida en su aspecto confesional suní-chií no sólo en Iraq, sino en toda la región árabe. Y aquí se impone una pregunta: ¿Estados Unidos busca el estallido de toda la región del Golfo Pérsico, incluida Arabia Saudí, anticipándose así la posibilidad de que los movimientos «salafistas» fundamentalistas (que él mismo fomentó para hacer frente al comunismo) echen mano al gobierno de este país y, en consecuencia, a las fuentes de energía que atesora en el subsuelo?
2. La escisión, muy peligrosa, de Palestina en dos partes dirigidas por dos gobiernos y los acontecimientos sangrientos que habrían precedido a esta escisión, sólo presagian desgracias, sobre todo porque que la aviación israelí prosigue sus «misiones» asesinas en ambas regiones y el muro se extiende en todas direcciones, dibujando las nuevas fronteras del «Estado de Israel». Sin olvidar la vuelta al proyecto ideado por Ariel Sharon y basado en la «transferencia» de unas 300.000 familias palestinas a Jordania que se convertiría en un estado confederal jordano-palestino y cuyas fronteras, como las de la Palestina ocupada, quedarían cerradas a un posible retorno de los refugiados diseminados por los países árabes vecinos, incluido Líbano que acoge actualmente, sólo él, a unos 370.000 refugiados.
3. En cuanto a Líbano, los últimos acontecimientos sangrientos que se desarrollaron en el campo palestino de Nahr el Bared (en el norte del país) mostraron claramente el avance del proyecto terrorista estadounidense que coincide, como ya precisamos, con el proyecto «salafista». Y lo más inquietante es la eclosión de decenas de grupos armados que van ganando más terreno dentro de los campos palestinos de Líbano, que juegan cada vez más un papel abierto y cuya influencia sobre la situación interna libanesa no presagia nada bueno. Al mismo tiempo Estados Unidos aumenta sus presiones, tanto a través de los numerosos delegados que ya casi viven entre nosotros, como por las injerencias del embajador Jeffry Fieltman. Y todo eso deja huellas indelebles en la situación política así como en la economía.
4. Las discusiones van a buen paso sobre la cuestión de la presidencia de la república y la posibilidad de recurrir, una vez más, a la creación de «dos gobiernos», como entre 1988 y 1990, si las partes implicadas no llegan a un acuerdo -antes de la fecha fatídica de septiembre- sobre un nuevo presidente para reemplazar a Emile Lahoud. Esta perspectiva suscita, sobre todo entre las fuerzas de izquierda, mucha aprensión.
¿Cómo hacer frente?
Líbano se enfrenta una vez más a una situación extremadamente peligrosa a causa de la guerra de trincheras que lleva a cabo el gobierno, y también la oposición, que ha abierto las puertas del país a los vientos de los conflictos internacionales y regionales. Y esta situación acaba de envenenarse todavía más por la explosión que mató a seis soldados españoles de la FINUL.
¿Qué deben hacer los libaneses, las masas libanesas? ¿Qué iniciativa deben adoptar?
La única manera de hacer frente a esta peligrosa crisis en perspectiva reside, tal vez, en las propuestas planteadas hace más de un año por el Partido Comunista Libanés tras la votación de la resolución 1559 por el Consejo de Seguridad de la ONU.
Los principales puntos de esta iniciativa son: la creación de un gobierno de salvación nacional cuyo fin será promulgar una nueva ley electoral, elecciones anticipadas seguidas de la elección de un nuevo presidente de la república y la creación de un gobierno de acuerdo nacional sobre la base de la aplicación de las reformas previstas por los «Acuerdos de Taef», convertidos en una parte integrante de la Constitución libanesa.
(1) Evangélicos que dicen haber descubierto la verdadera fe y viven según los dictados de la Biblia, a la que consideran una especie de punto de referencia cotidiano.
http://www.aloufok.net/article.php3?id_article=3975
Marie Nassif-Debs nació en Trípoli (Líbano). Es periodista, escritora, feminista y sindicalista. Milita en el «Rencontre nationale pour l’élimination de toute forme de discrimination contre la femme» y forma parte del buró político del Partido Comunista Libanés (PCL).
Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, la traductora y la fuente.