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Homenaje al poeta Jalisco González (1942-2019)

El que nunca se irá de nosotros

Fuentes: Rebelión

Si me hubiera buscado aquí, Donde levanto la voz y grito, Me habría encontrado Bajo la tempestad, Recogiendo vientos, En ese vértice de agua dulce Donde nace braveando el Esmeraldas, Tengo mi casa al ventestate, Y nunca le pedimos pasaporte Pa’ que entren la lluvia, Usted o el viento [1] . Jalisco González confesó que […]

Si me hubiera buscado aquí,

Donde levanto la voz y grito,

Me habría encontrado

Bajo la tempestad,

Recogiendo vientos,

En ese vértice de agua dulce

Donde nace braveando el Esmeraldas,

Tengo mi casa al ventestate,

Y nunca le pedimos pasaporte

Pa’ que entren la lluvia,

Usted o el viento [1] .

Jalisco González confesó que quería morirse a los noventa años, ese deseo fue repetido en entrevistas, en conversaciones de amigos y quizás él se convenció que a esa edad habría cumplido su recorrido en el tiempo. El tiempo de su creatividad. Eso si es que el tiempo es circular y se completa la trayectoria no bajo condición de querer y sí de poder. Pero no es así cuando se elige describir la estética de la vida con la ética generosa de las palabras, entonces, los poetas se mueren jóvenes (o aparentan morirse, por favor), a veces con bastante o poca juventud. Así son ellos y ellas, qué se le va hacer. Antonio Preciado en verso certificó: «los diablos tienen mil años, pero de morir no acaban» [2] . ¿Quién imita a quién en eso de perpetuarse?

En unas palabras, de ninguna manera de despedida, el poeta A. Preciado, dejó el epitafio ahí, necesario e irrenunciable: «Usted pudo haberse ido de usted mismo, pero no de nosotros». Y el otro poeta, Jalisco ahí, de cuerpo presente, oyendo los versos del réquiem o para precisar el alabao, hablado no cantado, más aún salmodiado en la voz recitativa del poeta. ¿Qué les cuento? Eso es de poeta a poeta. No estábamos excluidos de la palabra más sentida, pero en el alabao la voz que se eleva esa es la voz más representativa de todos, de la comunidad con sus pensamientos tristes. El timbre confunde, pero es la más adolorida y no lo parece. A Jalisco, hombre de verso sin tregua, hubo de acompañar su inercia forzada con versos activos como fue (o es) poesía.

Retan a la muerte, ellos, los poetas. Así se queden en esa perpetuidad juvenil con canas, arrugas, dolores de huesos, reumas y hasta sorderas para aquello que no tenga tono, timba, andarele y swing ahí también la desafían. Los poetas bravean con verba y verbo y eso los consagra.

Jalisco poetó: «es que me ve triste, a pesar de las sonrisas, de las miradas vivaces sin tono de alegría; porque le pusieron, en vez de pies al cuerpo, dos muletas que nos impiden rasgar con claridad el paso» [3] . El poeta describía el mutismo de otros y ahora es el suyo, aunque no con tristeza, es alabao con algunos puntos de rabia, porque el leve bamboleo de los pies es señal inequívoca de resistencia «al oleaje asesino de las balas». O de otras vicisitudes. La poesía social certifica su permanencia incuestionable en el hemisferio de aquellos que asaltan paraísos exclusivistas por todos los medios necesarios. Llámele como quiera izquierda revolucionaria, rebeldía cimarrona o acción crítica. Escribir versos es complicarle los ratos a la mala fe de babilonia, parafraseando a la fraternidad Rastafari. Desde Quinindé, provincia de Esmeraldas, había que hacerlo, así pareciera un lucero distante. Y Jalisco González cumplió con hacerlo por escrito o a viva voz. Era (o es) performático: voz baja (incluya onomatopeya adecuada), voz alta (incluya onomatopeya precisa), venteo de manos, cinética corporal a tono, silencios brevísimos e intenciones conjuntadas.

A muchos no, sin embargo a él sí le resultaba intensa la narración de poemas: el poema era él. Eso es saber y recursos técnicos personales intransferibles. Háganse ustedes mismos la idea: «Esto que siento, esto que tucu, tucu, tu, esto que quiere abrirme el pecho, esto que no es de cuando en cuando, esto que es de todos los días, esto que sueño, esto que me dio esperanza alguna, esto que en silencio va creciendo» [4] . Rithm and Poetry desde su jaliscano barrio quinindeño. La poesía, según se lee o se escucha a Jalisco, es razón de imagen, alegoría de lo cotidiano, ishara [5] , performance o todo a la vez. O en sucesión, convergencia o divergencia. Bien se podría decir como en el hip hop: keep it real! [6] Un auténtico hombre-poesía, en la misma línea de Antonio Preciado y José Sosa Castillo. Ambos referentes de Jalisco según sus confesiones.

La fatiga del poeta, mujer u hombre, es indicador de su envejecimiento y la pérdida de axê productor de sentidos, sentimientos y sensaciones. Jalisco, insisto, mantenía aquello auténtico. Subía a la tarima y el perpetuo flow de su labia nos hacía recorrer «las vías más andadas» (Antonio Preciado, dixit). Una caramba testimonial: «Paraíso natural, corazón generoso de Esmeraldas, dime si no es cierto que la lombriz por bondadosa se quedó sin huesos. Y nos quedamos como mico en pampa, ni más ni menos, parecidos a un camello abandonado en el desierto, rumiando sus recuerdos» [7] . No busquen sílabas de amargura, no las hay, porque la gente negra de la costa pacífica colombo-ecuatoriana pone tambores donde proponen sumar pesadumbres, por cimarronismo histórico y porque la aflicción es volverse ánimas en pena. No es alegre folklor o costumbrismo de no sé qué tontera. No era (no es) el talante de Jalisco González. Las ánimas en pena viven su vida metafísica en soledad. Y Jalisco diría: «Y fue así de la noche a la mañana, en la ceniza humeante de su curao cigarro, el negro miraba su pasado y su bonanza que igual a una guaca que, por la mala fe del guaquero, se le hizo agua» [8] . Alargada metáfora política del fracaso de algunos de los proyectos sociales y económicos de las comunidades negras de Esmeraldas.

Y Jalisco mantiene el flow quinindeño: «nosotros somos el Juan Bobo de este cuento, y nos tocó bailar con la más fea del camino, que, en cuando nos vio, de sopetón se nos vino encima, y tum pa’llá: explotación; y tum pa’cá: salario de hambre, bubas y parásitos por todas partes invadieron mi pueblo» [9] . Desde su barrio de los dos ríos Jalisco dice la parte que le corresponde, porque Juan García y Catherine Walsh hacen la pregunta que las comunidades negras tienen en la punta de la lengua: «¿Las iniciativas para el desarrollo de base son solidarias con nuestra visión de bienestar (el estar-bien-colectivo) del futuro? ¿Los proyectos para el desarrollo, nos dan una oportunidad para buscar el bienestar «desde lo que somos»? O, ¿animan en nosotros la construcción de una «semejanza» del bienestar que proponen los que piensan el desarrollo?» [10]

La poesía no es un ejercicio para desperdiciar la palabra en corralitos reglamentarios, el maestro Juan García solía decir, aquello que oyó seguramente muchas veces como mandato ancestral de libertad de pensamiento: «¡la palabra está suelta!» Y Jalisco se suelta con su palabra: «Y tum pa’llá, y tum pa’cá, el baile va pa’largo. Nosotros quisimos poner el último paso de la guaracha, queriendo enderezar el ritmo, pero nos dijo: anarquistas, subversivos, nadie cambia las reglas de juego, y escupió un fuerte hedor a infierno» [11] . Ya lo dijo el Abuelo Zenón: «lo que decimos somos» y en esa misma onda: «hacemos desde lo que decimos que somos». Bueno eso fue o es Jalisco González. Un poeta con su palabra. Y esta jam-session no es del adiós. ¿Mueren, en verdad, los poetas? No sé y no me sorprendería ver el rostro de Jalisco en una nube viajera tirándole versos y besos a doña Eufe [12] .

 

NOTA: La noticia de prensa dice que Walter Jacinto González Tenorio falleció el viernes 6 de diciembre de 2019, había nacido el 12 de marzo de 1942, en Quinindé, provincia de Esmeraldas, Ecuador. (Aún le llamaremos Jalisco).

Notas:


[1] Agrandao, poema de Jalisco González.

[2] Del poema Matábara del hombre malo, del libro De sol a sol, Antonio Preciado. Libresa, Quito, Ecuador, 1992, p. 114.

[3] Las huellas digitales de mi pueblo, Jalisco González, Esmeraldas, Ecuador: Editorial «Horacio Drouet Calderón», de la Casa de la Cultura Núcleo de Esmeraldas, 2012, p. 18. Todos sus versos son tomados de este libro.

[4] Ramay, poema, p. 98.

[5] Fonema Suajili indica expresión de alto simbolismo cultural o concepto espiritual.

[6] Traducción: ¡mantenlo auténtico!

[7] Canto fluvial, poema, pp. 99-102.

[8] Ídem.

[9] Ídem.

[10] Pensar sembrando/sembrar pensando con el Abuelo Zenón, Juan García Salazar y Catherine Walsh, Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, Ediciones Abya Yala, 2017, p.136.

[11] Ídem.

[12] Eufemia Banguera Raad, esposa de Jalisco González.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.