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Las dos candidatas oficialistas prometen “más de lo mismo”

El «reality show» del debate presidencial en la TV chilena

Fuentes: Rebelión

El desempleo y otros grandes males del pueblo chileno estuvieron ausentes en el debate por TV de las dos mujeres que aspiran a la Presidencia por el oficialismo, la demócrata cristiana Soledad Alvear y la socialista Michele Bachelet. La confrontación realizada en Concepción fue transmitida a todo el país. En una imitación subdesarrollada del modelo […]

El desempleo y otros grandes males del pueblo chileno estuvieron ausentes en el debate por TV de las dos mujeres que aspiran a la Presidencia por el oficialismo, la demócrata cristiana Soledad Alvear y la socialista Michele Bachelet. La confrontación realizada en Concepción fue transmitida a todo el país.

En una imitación subdesarrollada del modelo estadounidense, las contendientes de la coalición que llevó a Ricardo Lagos al gobierno se sometieron a un interrogatorio periodístico moderado por Bernardo de la Maza, periodista jubilado por la televisión pública, quien cometió frecuentes errores pese a su experiencia en estas lides desde que «moderó» en febrero de 1975 el «debate» forzado a que fueron sometidos cuatro dirigentes medios del MIR torturados, ablandados y «convencidos» por la DINA para llamar a sus camaradas a la rendición política ante la dictadura, los entonces estudiantes Cristián Mallol y Héctor Hernán González, los únicos que lograron sobrevivir, más Hernán Carrasco y Humberto Menanteaux, asesinados en cuanto mostraron arrepentimiento por su incursión en la pantalla chica. No está claro por qué las estaciones del Estado -TVN- y de la Universidad Católica -Canal 13- eligieron a este ícono de la dictadura para moderar este primer debate «histórico»… y a la chilena.

Se supone que el debate influirá en futuras encuestas telefónicas que irán surgiendo hasta el próximo combate verbal del 27 de julio. Las primarias de la Concertación de Partidos por la Democracia están programadas para el 30 de julio, cuando podrán acudir a los centros en que habitualmente sufragan todos los ciudadanos que lo deseen, con tal que no pertenezcan a los partidos de la oposición de derecha. Tanto la población electoral como la «militancia» política están severamente controladas en Chile, así como otros aspectos de la vida cotidiana, por ejemplo el endeudamiento personal de cualquier individuo. Para hacer «política», o simplemente observar que hacen y dicen los candidatos en este invierno frío y lluvioso, se requiere apenas un televisor pagado en cuotas y una cama caliente, además de un teléfono para responder a una eventual encuesta. Los verdaderos debates políticos, así como la auténtica militancia, lucen hoy «anticuados» ante el «reality show» político que ofrece la pantalla chica y ojalá, plana, en la democracia de cúpulas partidarias que hegemonizan el pensamiento político.

Los comicios internos definirán el 30 julio quien será la candidata de la coalición gobernante de socialistas, demócrata cristianos, radicales y pepedeístas («militantes» del PPD, el des-ideologizado Partido Por la Democracia) que enfrentará al derechista Joaquín Lavín en las elecciones presidenciales del 11 de diciembre. El abanderado del «pinochetismo sin Pinochet» pertenece a la ultra derechista Unión Demócrata Independiente (UDI) pero también concitó el apoyo a regañadientas de su socio menor en la coalición llamada Alianza por Chile, el partido Renovación Nacional, también de orientación (neo) liberal y conservadora, aunque menos recalcitrante.

Las fuerzas de izquierda, que viven un sostenido proceso de reconstrucción en el pacto Juntos Podemos, todavía no deciden entre Tomás Moulián, académico independiente postulado por el Partido Comunista; Tomás Hirsch, del Partido Humanista (ex Silo); Manuel Jacques, de la Izquierda Cristiana; y Jorge Pavez, dirigente de los profesores que fue alejado del PC en los tiempos de Gladys Marín por su adhesión al conglomerado Fuerza Social y Democrática, hoy convertido en un aliado leal. El líder mapuche Aucán Huilcamán, del Consejo de Todas las Tierras, también está reuniendo firmas para levantar su postulación.

El debate mismo

Ya nadie discute en Chile la gran desigualdad en el ingreso, una de las más regresivas del mundo, ni el desempleo constante y creciente que no se compadece con la tasa de crecimiento macroeconómico, también sostenido y exhibido al mundo como el éxito del modelo neoliberal chileno que administran socialistas y demócrata cristianos. Pero ninguna de las precandidatas se atrevió a ponerle el cascabel al gato, es decir, de dónde piensan obtener fondos públicos para erradicar el hambre y la pobreza, financiar mejor educación, salud y vivienda. Bachelet centró más su preocupación en la educación pre-escolar y básica como remedio para la exclusión que en posibles impuestos a los ricos, aunque al final admitió que convocaría a todos los protagonistas de la economía para revisar el sistema tributario. Pero nadie habló de las grandes corporaciones transnacionales que no pagan impuestos, dejan grandes agujeros y destruyen los eco-sistemas, principalmente en la minería del cobre. Ambas candidatas piensan que la mano invisible del mercado resolverá todos los problemas del país simplemente manteniendo el crecimiento económico, que en 2004 alcanzó a 6,1%.

Esta semana, el departamento de Economía de la Universidad de Chile diagnosticó un 11,3% de desempleo en marzo 2005, 19,3% en la construcción y 11,8% en el comercio. En contraste con las cifras de desempleo, todos los indicadores apuntan al crecimiento económico. La producción fabril tuvo un auge de 8,1% en 2004, el más alto en 11 años. El indicador del Banco Central registró un 5,6% de crecimiento de la economía en los 12 meses que concluyeron en febrero y 5,5% respecto al mes anterior. La tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto en 2004 fue de 6,1%, el mejor obtenido desde 1997.

Alvear anunció que «rebajará los impuestos a la clase media», en un lenguaje que evoca la demagogia de Ronald Reagan y de George Busch hijo. Empero, la clase media prácticamente no existe en esta sociedad de creciente divorcio entre pobres y ricos. Tampoco Alvear explicó cómo va a discriminar a los más pobres de los sectores medios, para conservarles los impuestos a los más desposeídos, en un país donde los ricos tributan poco y practican bastante la evasión. La DC cree que en las capas medias se encuentra su mayor caudal electoral, en un país donde el impuesto a las compraventas que grava a todos los consumidores finales es la única fuente de financiamiento del gasto público social. El mal llamado Impuesto al Valor Agregado (IVA), que asciende a 19% del precio de todo lo que se compra, es recaudado por el sector empresarial que lo traslada al Estado y lo descarga cada mes a sus propias adquisiciones, como si no existiera. Sólo el consumidor final no puede trasladarlo, sino pagarlo, incluso por el pan, la leche y los libros.

Alvear y Bachelet coincidieron en erradicar el criticado impuesto al 10% de las ventas del cobre estatal que beneficia exclusivamente a las Fuerzas Armadas, asignación establecida por una ley secreta de la dictadura para gravar únicamente a la producción de la Corporación del Cobre (Codelco), propiedad del Estado, que sólo aporta el 38% de la producción anual y en 2004 generó unos 500 millones de dólares que los militares gastan, se supone que en armamentos, pero sin rendir cuentas a nadie. Precisamente el interés de los militares por mantener su «ley reservada del cobre» ha impedido hasta hoy que Codelco haya sido privatizada por los tres gobiernos «democráticos» de la Concertación de los últimos 15 años. Amenazar a los uniformados en el Chile de hoy es como asustar a un niño, porque hace varios años que mastican la derrota política, con su máximo líder desnudado como un vulgar ladrón, algo que impacta mucho más que sus crímenes que todavía se debaten en los tribunales.

La otra cara del debate

La pobreza de contenidos del debate presidencial fue celebrado por el candidato derechista Joaquín Lavín, quien lo asumió como «victoria» suya y con un discurso más propio de la izquierda. «El Chile del tag -un dispositivo electrónico para registrar los elevados peajes que deben pagar los automóviles en las autopistas urbanas- y de las supercarreteras no es el Chile de la mayoría», dijo Lavín. «Yo creo que hoy día está, por una parte, el Chile de los exitosos; por otro, el de los que apenas salen adelante, a punta de esfuerzo y de deudas, y en tercer lugar está también el Chile de los excluídos», añadió certero.

Los obispos católicos formularon un llamado indirecto a votar por Alvear, pero a la vez hicieron un diagnóstico descarnado de la realidad social y económica, caracterizada por la injusticia de la desigualdad. «…Manifestamos nuestra preocupación por los hermanos y hermanas que sufren la injusticia de un salario, jubilación o montepío insuficientes, y los efectos de una pobreza persistente», afirmó la Comisión Episcopal. «En nuestro país, las diferencias sociales, manifestadas en calidad de vivienda, acceso a bienes de consumo, salud, educación, salario, etc., alcanzan niveles escandalosos, mientras la equidad y la globalización de la solidaridad siguen siendo un desafío que aún espera respuestas urgentes», expresaron los obispos. «Invitamos a incentivar los programas encaminados a superar la pobreza y a implementar caminos de mayor equidad», dijeron los prelados, a la vez que llamaron a considerar las propuestas de los candidatos «encaminadas a promover el bien común en las familias, la educación, los pueblos indígenas, etc., especialmente de los más desvalidos».

«Está realidad que los obispos constatan me ha tocado verla en mi recorrido por Chile y es lo que hay que cambiar profundamente», aseguró el candidato de la derecha. Más allá del «reality show» en que se ha transformado la política de cúpulas, los obispos quieren que «los candidatos presenten clara y oportunamente sus proyectos de gobierno, para que los ciudadanos puedan discernir convenientemente su voto».

Este primer debate poco tuvo que ver con la recomendación de la jerarquía católica. Las dos candidatas postulan «más de lo mismo», mientras centran su atención en los llamados «temas valóricos», tales como el aborto y los matrimonios entre homosexuales, pero no consideraron «valórico» ni ético el derecho al trabajo y a la alimentación. Las diferencias «escandalosas» señalados por los obispos apuntan a las ganancias que en los últimos cinco años vienen obteniendo los bancos y los grandes grupos económicos, nacionales y extranjeros.

E. Carmona es periodista chileno