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La esencia de la represión que ha llegado

El retorno a Occidente del «Enemigo Interno» de Heidegger

Fuentes: Rebelión

«El enemigo puede ser el tipo con el que se bebe un Whisky». Militar francés Robert Bentresque experto en guerra antisubversiva[1]   De hecho constituye una especie de silogismo: si la globalización de la rapiña neoliberal ya toma con sus aciagos efectos el propio continente de origen del capitalismo, son previsibles allí reacciones de los […]

«El enemigo puede ser el tipo con el que se bebe un Whisky». Militar francés Robert Bentresque experto en guerra antisubversiva[1]

 

De hecho constituye una especie de silogismo: si la globalización de la rapiña neoliberal ya toma con sus aciagos efectos el propio continente de origen del capitalismo, son previsibles allí reacciones de los desposeídos basadas en arraigadas tradiciones de lucha social contra aquel; por tanto, los poderosos han de desarrollar medidas crecientemente represivas para frenar un ambiente de cuestionamientos y renovada rebeldía; por ende, como el problema es común a naciones del norte del Atlántico, deben ser similares las precauciones adoptadas ante la resistencia a vivir y morir estólidamente dentro del capital y su corrupción, implicando necesariamente la construcción ideológica de la justificación de algún tipo de ‘amenaza interna’. El origen intelectual de esta no puede ser más inquietante.

Un artículo del diario londinense The Guardian, pone de presente el común denominador de obstaculización de la protesta legalmente garantizada en el hemisferio occidental, ubicándola en los accidentados terrenos de la ilegalidad, con el fin de castigarla mediante una escalada de abusos e infamias que van de multas, detenciones, hasta prisión; teñido todo lo anterior con la intimidación y frecuente ejecución de golpizas, humillaciones e insultos, como real política de trato al descontento, revelando la cara desgastada de una democracia de sainete en naciones auto proclamadas como su orgulloso paradigma.

The Guardian resalta como Quebec, España, Grecia, o Gran Bretaña se encuentran al orden del día en estos dictatoriales procederes[2], demostrativos de lo que es capaz el capitalismo cuando existe la posibilidad de interferir sus despropósitos por la cantidad creciente de desposeídos. El articulista afirma que la reorganización de dichos estados es parte de un esfuerzo a largo plazo (planificado) de contención de la democracia, conservando apenas un mínimo de legitimidad[3]. ¿Cómo no entenderlo así?

Un posterior artículo hablando específicamente de Gran Bretaña en el mismo diario, complementa la percepción razonada de que, «estas leyes serán usadas para acabar la pluralidad y la diferencia, menguar la exuberancia de la juventud, perseguir a jóvenes, fabricando el crimen de serlo actuando en lugares públicos, ayudarán a convertir esta nación en una monocultura lucrativa, controlada, homogeneizada, sin vida, sin desacuerdo e indiferente. Para un gobierno representativo de los viejos y el rico, debe sonar al paraíso.[4]»

El gobierno de David Cameron ha promulgado leyes aunadas a otras medidas anteriores que disminuyen pensiones y subsidios estatales, ha grabado con impuestos expropiatorios a las clases medias, a la vez de disminuirlos a los ricos; dicho trato a la población es presenciada en todo el norte del hemisferio occidental. Hay inconformidad por doquier dentro de lo que es también generacionalmente hablando, una guerra.

Para los jóvenes o incluso niños, y en general aquellos que se aparten del letargo consumista, o como en la Francia de socialista François Hollande donde se maltrata a los gitanos (representación arquetípica del inmigrante), es el peor de los mundos posibles desde la Segunda Guerra Mundial, debido a su conversión en objetivo específico de la reacción capitalista. Aquellos son, en la práctica, reales y verosímiles enemigos del sistema a causa de lo que hacen contra él siendo activos políticamente, o por la simple conducta de no acomodarse al rol burgués sedentario aburrido (gitanos, apartados del circuito consumista, etc.); lo diferente aunque emane de la propia sociedad es sospechoso y por ello blanco de lo más crudo de la militarización velada de las sociedades, en la emergencia del libre mercado incluso en el Primer Mundo.

En los opulentos EE.UU. la situación así mismo es de amparo al más alto nivel a cualquier crimen o abuso estatal ante el inconformismo activo. La Ley de Autorización de Defensa Nacional (National Defense Authorization Act HR 1540) de 2011, permite que el ejército participe en lo que el Pentágono denomina ‘mantenimiento del orden interior’, obliga la detención militar indefinida para personas etiquetadas de ‘terroristas’ o con esa patrañera categoría de ‘combatientes enemigos’, y hace opcional el mismo trato execrable a ciudadanos estadounidenses[5]. Las garantías individuales han sido derogadas con estas normas del Congreso y el beneplácito del ejecutivo en la Casa Blanca. Ya es conocida la Ley Patriota de octubre de 2001 prorrogada por el Presidente Barack Obama hasta el 2015, siendo indispensable advertir una vez más acerca de sus deplorables consecuencias en cuanto a libertades y derechos humanos.

En otras palabras, en naciones auto proclamadas adalides del respeto y tolerancia y vanguardia de los derechos humanos, por estos días «cualquier comportamiento no pasivo es descrito como un acto subversivo que crea alarma desde el ‘bulismo’ al incivismo urbano, hasta el ‘terrorista de la puerta de al lado’, todo alimenta la angustia de la opinión pública empujada por los circuitos de poder que temen la misma asimetría de riqueza y poder de la que se benefician.[6]»

Jóvenes y no tanto constituyen un ‘enemigo interior’; esto es un tema directamente relacionado con el control social violento contemporáneo, bastante desarrollado con altibajos desde los años cincuenta a la fecha, retornando con ímpetu al primer plano de los órdenes represivos en occidente, luego del 11-S. El ambiente es el de un sistema social corrupto y destructivamente incontrolable hasta para la ínfima minoría beneficiada (¡viven en el mismo planeta y no pueden hacerlo en otro!), lo cual sencillamente recuerda el pasaje de Marx en el Manifiesto Comunista, donde alude al hechicero que no puede controlar sus propios conjuros.

Analizando un poco, es apreciable como este credo deshumanizado implicante de la existencia de un malvado enemigo al interior de las fronteras de una nación, negándose a ser anulado como ser humano, posee apreciables y nefastas similitudes con postulados del nacionalsocialismo alemán a través de uno de sus más conspicuos personajes: el siempre sospechoso de nazismo Martín Heidegger. Este en uno de sus cursos de filosofía más belitres, justo en los momentos más exultantes de la Alemania hitleriana, fabrica una tesis otorgante de sustento ideológico a la fiera persecución perpetrada por el régimen nazista que tanto admira (junto con otros textos destructivos en los cuales demuestra un profundo racismo).

Sobre los mismos acontecimientos, el imaginativo filósofo elaboró paradójicamente una frágil telaraña de conceptos sobre la persecución de cierta clase de miembros de la sociedad alemana, los cuales para el nacionalsocialismo eran por completo indignos de pertenecer a aquella: quienes se oponían a la dictadura fascista. Unos por su pensamiento asimilados a traidores (todo el espectro político de la izquierda al centro), así como judíos, gitanos, homosexuales, etc., estimados como inferiores por ser razas no germanas, simplemente ‘degenerados’ o no ‘armónicos’ con el modelo estético impuesto.

Para la mayoría opuesta al gobierno del III Reich se construyó la necesidad de perseguir extensas capas de la población, por estar imbuidas de un pensamiento opuesto al despotismo con raíz en la filosofía idealista, y otros por sus ancestros, los cuales desde tiempos inmemoriales vivían al interior de la sociedad alemana sin mayores desavenencias, siendo las dos calidades, parte común del paisaje social y cultural de una nación apenas unificada hacía unos 70 años.

Con antecedentes de tal naturaleza, incluso para alguien como Heidegger la instauración de un ‘enemigo interno’ (EI) no puede ser explicable de forma razonada:

«Enemigo es aquel, es todo aquel, que hace planear una amenaza existencial contra la existencia (sic) del pueblo y de sus miembros. El enemigo no es necesariamente el enemigo exterior, y el enemigo exterior no es necesariamente el más peligroso. Incluso puede parecer que no hay enemigo en absoluto. La exigencia fundamental consiste entonces en encontrar al enemigo, sacarlo a la luz o incluso crearlo, con el objetivo de que tenga lugar ese surgimiento contra el enemigo y que la existencia no sea estúpida.»

El carácter concreto de la amenaza, nada más ni nada menos que ‘existencial’, es decir representando peligro de supervivencia, es pasado por alto por Heidegger no esgrimiendo explicación alguna; empero, eso sí, el enemigo interno es más peligroso incluso que el foráneo, se apresura a destacar. Significativa es la exhortación de que en caso de no existir dicho ser hostil, sea externo o interno, debe ser ‘creado’. Lo cual revela la aparatosa artificialidad de todo el concepto y el embellecimiento de una añagaza. En cuanto al final del párrafo, ‘la existencia estúpida’, parece un mal chiste.

Y continúa Heidegger así su diserto:

«El enemigo puede haberse injertado en la raíz más profunda de la existencia de un pueblo, y oponerse a la esencia propia de dicho pueblo, actuar contra él».

¿Si está en lo más hondo de los cimientos de la sociedad, no es acaso porque es en sí mismo la sociedad apenas con una particularidad? Es ostensible aquí como el filósofo de Waden-Wurtemberg se coloca conscientemente al servicio de los más aviesos propósitos del nazismo. Invoca diferencias étnicas para apuntalar su rechazo al otro; bien sabemos como el prejuicio racial posee la función de justificar privilegios y privaciones.

Hacia el presente siglo, se conoce un curso de Heidegger de 1932, donde señala desde el mismo espíritu, al judaísmo cristiano y al pensamiento romano y latino de ser culpables de arruinar el origen griego de la filosofía, del cual Alemania entonces sería para aquel, depositaria única en occidente.

No obstante, si nuestro filósofo va por mal camino, en el siguiente aparte se arroja plenamente y con alevosía al abismo:

«Tanto más mordaz, duro y difícil es entonces el combate, porque una parte ínfima de dicho combate consiste en un golpear recíproco. A menudo, es más difícil y laborioso localizar al enemigo en tanto que tal, conducirle y desenmascararle, no hacerse ilusiones con respecto a él, estar dispuesto al ataque, cultivar e incrementar la disponibilidad constante e iniciar un ataque a largo plazo, teniendo como objetivo la exterminación total.[7]»

No obstante, el asunto va más allá aún si cabe, hasta el punto de que junto con el exterminio de judíos, eslavos y otros, se llegue también al de latinos y africanos, en sintonía total con lo peor del nazismo[8]. Lo cual deja el tema en una simple y llana guerra contra la humanidad.

Se refiere a la ejecución de las más grandes brutalidades que justamente fueron creciendo en vileza en su propia sociedad, hasta la científica y racional eliminación física de quienes compartían su propia nacionalidad: el EI referenciado. El exterminio total es el destino de una pugna, asegura Heidegger, dura y prolongada, y sin embargo con la finalidad de la destrucción absoluta de ese ser ficticiamente ubicado como hostil. Naturalmente el portentoso peso del aparato estatal nazi, hace que los supuestos golpes al gobierno totalitario, militarizado y emponzoñado de agresividad sin par, no sean en ningún caso significativos, sino mera justificación de la brutalidad, un detalle a tener muy en cuenta contemporáneamente. Ese fundamentalismo exterminador de Heidegger evidencia una carencia de cimientos verdaderamente filosóficos[9], la cual es ocultada por exclamaciones grandilocuentes de su nacionalismo totalizante.

Dicho ‘enemigo interno’ heideggeriano, aunado a conceptos políticos de su tiempo como la cuestión de definición del amigo y el enemigo del jurista nazi Carl Schmitt, a manera de esencia de político, se encuentra destinado a dar sustento a un proyecto político único, en cuanto a su acentuada violencia, de dictadura antiliberal del capital. Una analogía entre el presente y los años treinta, muestra en uno y otro momento histórico al capitalismo alemán y el globalizado, a la ofensiva en contra de amplios sectores sociales a quienes reprimir por no aceptar pasivamente monumentales actos de brutalidad y latrocinios.

Esta categorización afectada y maliciosa del EI, es reseñada en los inicios de los años 80 durante el gobierno de François Mitterrand, al interior de la tristemente conocida Operación Gladio en los servicios de espionaje franceses[10], como de existencia real parcial y oculta en Europa luego de la Segunda Guerra Mundial; antecedentes claros de esta categoría provienen del inicio mismo de la OTAN en 1949[11]. Será tenida en esta calidad de EI específico, un partido político el cual no debe llegar al poder, así sea por vía electoral, erigiéndosele como hostil; esto es particularmente la aplicación de cualquier método violento contra un ciudadano formalmente de pleno derecho, apenas unos años atrás corazón de la lucha contra la ocupación nazista o el fascismo, por su militancia en el partido comunista (en el caso francés e italiano). Por tanto debiendo ser espiado, repelido y eventualmente objeto de ‘golpes’, de acuerdo a las estrategias afrentosas de EE.UU. a través de la OTAN.

En América Latina, donde el concepto fue desarrollado a plenitud, será puesta en práctica la ‘idea del enemigo interno’ como etiqueta permisiva de la ejecución de la más aguda represión por los medios más brutales posibles. Podrá ser tenido como peligroso subversivo la persona etiquetada de comunista y de otras tendencias partidarias e ideológicas por ser meramente nacionalistas, así como cierta clase de profesiones, todo ello enmarcado en el oscurantismo de las ciencias sociales de la Guerra Fría en Estados Unidos; razón por la cual el EI es parte esencial de la Doctrina militar de la Seguridad Nacional (DSN), y sus consecuenciales gobiernos de facto (dictaduras abiertamente oprobiosas) o producto de elecciones controladas (democracias limitadas mimetizadamente represivas), empleando la crueldad con el fin de provocar miedo a manera de forma de relación primordial de los ciudadanos con el estado.

En este contexto es descrito el EI con absurda y pasmosa prolijidad por uno de sus aciagos practicantes en Latinoamérica:

«… están en todos los lugares, están atendiendo un comercio, están asistiendo a clases en la universidad o en colegios (la edad no importa), están enseñando como profesores, puede ser un médico, un abogado, un ingeniero un trabajador, un obrero…»[12]

De conformidad con la DSN de los años sesenta, el ‘enemigo interno’ al sur del Río Bravo, desalmadamente pretende alterar el curso de las relaciones sociales en un determinado país, estimadas como idílicas, pacíficas y estables, introduciendo una forma de pensar contraria a los valores occidentales y cristianos.

Retornando al antepasado del EI en Europa, educandos de Heidegger adoctrinados en los seminarios de «educación política» que impartió (1932-34), estarán en los destacamentos SS nazis en el frente este (ruso), «sin que sepamos hasta que punto habrán llevado a la práctica la impronta heideggeriana de fijarse como objetivo la «exterminación total» del enemigo»[13]. El aprieto radica en que muchos de estos obsesivos nazis son escondidos y reclutados por agencias de espionaje estadounidenses para servir con sus inhumanos ‘conocimientos’ en la Guerra Fría, impregnando de fascismo el pensamiento estatal de ese país[14]. Francia elaborará su propia doctrina al respecto con el fin de mantener a toda costa sus colonias en las guerras de Indochina de 1945 a 1954 y Argelia de 1956 a 1962, creando una especial escuela de terrorismo de estado; a su vez Gran Bretaña hará sus funestos aportes en el tema (Kenia o Irlanda del Norte saben bien del asunto).

El EI es elaborado con antecedentes como los nombrados de manera adaptativa a nuevos tiempos y modalidades por organismos fundamentalmente castrenses del Atlántico Norte, adjudicándosele un carácter metafísico de malignidad; parte de esa endilgada malevolencia es relacionada con su ubicuidad en la sociedad. Cualquiera puede llegar a apartarse de sumiso y alienado sujeto consumista, ideal del vasallo prototipo de ciudadano perfecto, convirtiéndose en vil EI. Dicha adjudicada maldad cumple un rol indispensable pues permite hacer aparecer justificable el castigo ilimitado cualquiera sean las personas etiquetadas como EI; este como concepto, es elevado absurdamente a dogma, verdad inmutable, y por tanto, debiendo ser extirpado de la sociedad por sus ideas y su negativa a la pasividad y sumisión, establecida como delito supremo, con idéntica carencia de raciocinio.

Esta cosmovisión de enemigos al interior de una nación incluso homogénea, posee vigencia en el mismo centro capitalista[15]. Es a lo que asistimos cotidianamente a manera de relación de la mayor parte de la población con estados rebosantes de prohibiciones, amonestaciones e intimidaciones. Contemporáneamente el término ‘enemigo interno’ continúa siendo tenido como equivalente a un levantisco insurgente, el cual es deshumanizado como ‘terrorista’ pudiendo llegar a tener ese papel casi la integridad de la población, por ser sospechosa de múltiples formas de expresar y divulgar una idea igualitaria, de justicia social, sensible o apenas nacionalista. Los denunciantes y opositores a los más recientes latrocinios en Europa, como los descarados subsidios a los corruptos de las finanzas, despojos hipotecarios, despidos masivos, privatizaciones del servicio de la salud, educación, etc., los Ocupa de New York por similares motivos y demás, entran perfectamente en dichas circunstancias siendo tratados como violentos criminales[16].

El insistente discurso de la ‘seguridad’ haciéndose más intenso en el siglo XXI, bajo el cada vez más dudoso lema de la lucha contra el ‘terrorismo’, es pieza vital en la represión en la cotidiana desposesión capitalista contemporánea y su protagonista a golpear es el EI; aquella seguridad no pretende una normalización en las sociedades donde reina el mercado (casi todo el planeta) o una disminución de la agresividad de los conflictos sociales, sabedores sus formulantes de lo graves e irreconciliables de los conflictos generados por el sistema de relaciones sociales denominado capital.

El marco de todo ello es que las ínfimas oligarquías mundiales de una u otra manera estiman como superfluos grandes segmentos de la población, los cuales de hecho son tratados de ‘desechos humanos[17].’ Y esto pende como una Espada de Damocles sobre cada uno de nosotros.

Las actuaciones de los estados capitalistas contra el ‘enemigo interno’ mañosamente repotencializado en el presente, a través de los cuerpos represivos, contienen por consiguiente bajo técnicas contemporáneas, nada casualmente, comportamientos notoriamente fascistoides: uso excesivo de la fuerza, arrestos preventivos, monitoreo de los voceros en las redes sociales, criminalización de líderes de las protestas, intimidación a periodistas, infiltración y actos de provocación dentro de las manifestaciones, e invocación paranoica y a la vez calculada de amenazas terroristas.

Si bien el mercado -capitalismo- mismo disciplina de masas, de ninguna manera es suficiente. La fuerza bruta es un recurso irrenunciable aún en la opulenta Europa, Canadá o EE.UU.; a la sazón allí está dentro de la Ley de Seguridad Ciudadana del estado español la implementación del entrenamiento militar-policial en el racista y agresivo Israel, uno de los dos o tres países más violadores de los derechos humanos en el mundo, de cuerpos represivos como los Mossos d’Esquadra, en prácticas de eliminación física de sus propios conciudadanos[18]. Si se trata de contener a los insumisos no hay límites, cualquiera sea el lugar.

En consecuencia es de inferir que los poderes encargados de la coerción neoliberal, saben de sobra que con los latrocinios presentados y por presentar, la destrucción de la naturaleza y la pauperización generalizada, etc., las reacciones planetarias tienden a ser crónicas y profundas en variados lugares; por tanto, dicha cacareada seguridad, no significa en el terreno de los hechos callejeros otra cosa que armas como granadas aturdidoras, bastones largos, gases tóxicos, cañones acústicos, violencia contra la mente en las sofisticadas operaciones psicológicas, entrenamiento de cuerpos exiciales, etc. Por ello los presupuestos de ‘seguridad interna’ se incrementan proporcionalmente en mucha mayor cuantía que los mismos de defensa, esencialmente en naciones con relaciones acentuadas de desposesión capitalista.

Heidegger inspiró de manera real la creación artificiosa de una amenaza interna para el nazismo; al presente sus nefastos pensamientos en la materia son relanzados, pues el capitalismo ha devenido en enemigo de todos, bueno de casi todos.

Justamente una amiga de Heidegger, Hannah Arendt, decía: «el imperialismo no puede sostenerse por mucho tiempo sin represión activa o incluso tiranía interna.[19]»  Esto último se encuentra crecientemente en la cotidianidad; instituye el retorno de los crueles preceptos de un sofista.

Notas

[1] Escuadrones de la Muerte Escuela Francesa. Marie-Monique Robin. 13 minutos. https://www.youtube.com/watch?v=_LRGf4G1XnI

[2] Richard Seymour. From Quebec to Spain, anti-protest laws are threatening true democracy. The clash between neoliberal austerity and popular democracy has produced a crisis of ‘ungovernability’ for authorities. The Guardian. November 25 2013. http://www.theguardian.com/commentisfree/2013/nov/25/quebec-spain-anti-protest-laws-democracy

[3] Seymour. Ibídem.

[4] Georges Monbiot. At last, a law to stop almost anyone from doing almost anything. Protesters, buskers, preachers, the young: all could end up with ‘ipnas’. Of course, if you’re rich, you have nothing to fear. The Guardian. January 6 2014. http://www.theguardian.com/commentisfree/2014/jan/06/law-to-stop-eveyone-everything

[5] Charlie Savage. Obama drops veto threat over military authorization bill after revisions. The New York Times December 14 2011. http://www.nytimes.com/2011/12/15/us/politics/obama-wont-veto-military-authorization-bill.html?_r=0

[6] Salvatore Palidda. Política del Miedo Y Obediencia de la Esfera Pública. En Contornos Bélicos del Estado Securitario. Control de la Vida y Procesos de Exclusión Social. C. Fernández Bessa et Alterí. Editorial Anthropos. Barcelona 2010. Pág. 21.

[7] Heidegger. GA 36/37, 90-91. Emanuel Faye. Heidegger. La Introducción del Nazismo en la Filosofía. Ediciones Akal. Madrid 2009. Pág. 280

[8] Faye. Pág. 13

[9] Faye. Pág. 20

[10] Daniele Ganser. Ejércitos Secretos de la OTAN. Operación Gladio y el Terrorismo en Europa Occidental. El Viejo Topo. 2005. Pág. 152

[11] «En conclusión, la lucha contra el enemigo interno siempre fue parte integrante del pacto de la OTAN desde su firma en 1949», subraya Willems «. Daniele Ganser. Guerra Secreta en Bélgica. Ejércitos Secretos de la OTAN (X). http://www.voltairenet.org/article170824.html

[12] Ramón Díaz Bessone. Escuadrones… Robín. 33 minutos.

[13] Emmanuel Faye. Heidegger o la Destrucción de la Ética. Stoa. Vol. 4, no. 8, 2013. Pág. 17

[14] Esto es la llamada ‘Operación PaperClip’. Ver a Christopher Simpson. Blowback America’s Recruitment of Nazis and it’s Effects on the Cold War. Collier Books 1989.

[15] Mario Ranalletti. Contrainsurgencia, catolicismo intransigente y extremismo de derecha en la formación militar argentina. Influencias francesas en los orígenes del terrorismo de Estado (1955-1976). Daniel Feierstein (Comp.)Terrorismo de Estado y Genocidio en América Latina. Prometeo Libros. PNUD. Buenos Aires 2009. Pag.280

[16] Como la activista Cecily McMillan, quien en respuesta a una agresión y mediando un acto reflejo contra un miembro de la policía, puede ser condenada a siete años de prisión, bajo la draconiana legislación existente en EE.UU. para los participantes en actos políticos masivos. David Brooks. Al Revés. La Jornada. Mayo 6 de 2014. http://www.jornada.unam.mx/2014/05/05/opinion/021o1mun

[17] Palidda. Ibídem.

[18] Mossos d’ Esquadra A Israel. Cursos de Represión. https://www.youtube.com/watch?v=jxh32a9xTJg

[19] Imperialism. Part Two of Origins of Totalitarism. A Harvest Book. Pág. 8-9. Citada por David Harvey en El «Nuevo» Imperialismo: Acumulación por Desposesión. Pág. 21.

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