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Ricardo Lagos prepara su regreso a La Moneda

El retorno de Fausto

Fuentes: Rebelión

Una vez más el oráculo de las encuestas – en esta oportunidad la del Centro de Estudios Públicos (CEP) – ha hecho su anuncio divino: el ex presidente, Ricardo Lagos tiene la primera opción para ser el candidato de la Concertación en la próxima elección presidencial. Con un 50 por ciento de respaldo, supera estrechamente […]

Una vez más el oráculo de las encuestas – en esta oportunidad la del Centro de Estudios Públicos (CEP) – ha hecho su anuncio divino: el ex presidente, Ricardo Lagos tiene la primera opción para ser el candidato de la Concertación en la próxima elección presidencial. Con un 50 por ciento de respaldo, supera estrechamente a José Miguel Insulza, actual secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) y por un margen mayor a Soledad Alvear y al ex mandatario, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, ambos demócratacristianos. Con ello, se alza como el más serio contendor de Sebastián Piñera, abanderado de la derecha, aunque éste lo supera por nueve puntos, en una eventual segunda vuelta.

Lagos tomó la buena noticia con mesura al señalar que «estas cifras se anticipan demasiado a las cosas. Creo que ahora lo importante es trabajar en lo que al país le preocupa», sostuvo con su habitual tono doctoral. Luego, espetó otra frase para el bronce: «se sirve al país de muchas formas y lo que estoy haciendo – se refiere al cargo de comisionado de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para el cambio climático – me tiene un poquito alejado de las cosas cotidianas», manifestó posesionado del rol de estadista que le gusta cultivar.

Pero al parecer, los resultados de la encuesta CEP, lo trajeron rápidamente de regreso desde esa suerte de olimpo, donde se codea con el selecto grupo de líderes mundiales, que toman las grandes decisiones del planeta. Sin perder tiempo, entró en la contingencia y cuestionó el manejo económico del gobierno de Michelle Bachelet, provocando la natural molestia de sus compañeros de coalición.

Sin embargo, no hay lealtad ni malestar que valgan cuando un servidor público de la talla del ex mandatario, siente el llamado de la historia y decide tomar el timón. El país navega por aguas turbulentas y se requiere una mano fuerte, capaz de retomar el rumbo del crecimiento económico y la prosperidad. Ricardo Lagos, es el predestinado – así lo siente él y en el imaginario colectivo de Chile está instalada esa idea – para conducir los destinos de la nación y arribar con éxito al Bicentenario.

No obstante, no todo es apoyo y alabanzas a su gestión presidencial. El economista Marcel Claude [1] , sostiene en el libro «El Retorno de Fausto: Ricardo Lagos y la Concentración del Poder Económico», que su gobierno está muy lejos de ser el referente exitoso, idea que sus aliados – incluido el propio ex presidente – pretenden imponer. El manejo macroeconómico durante su mandato fue mediocre, afirma el autor. El crecimiento de la economía alcanzó apenas un promedio de 4,4 % anual y la tasa de desempleo se mantuvo en alrededor de un 9 % . La inequidad se profundizó: el 5 % más rico de la población obtuvo ingresos 209 veces más altos que el 5 % más pobre (en 1990 era de 130 veces). Mientras los ingresos del segmento de menores recursos se incrementaron un 1 %, los del veinteavo más rico aumentaron un 62 %. «En otras palabras, ni crecimiento ni igualdad, solamente un fracaso», sentencia Claude.

En el ensayo, prologado por el ex juez Juan Guzmán Tapia, que enjuició al dictador Augusto Pinochet, el autor hace un análisis descarnado del gobierno de Lagos y cuestiona las bases del modelo económico neoliberal administrado por la Concertación durante los últimos 19 años. Claude sustenta su investigación con cifras y numerosos datos estadísticos y toma como fuente principal la memoria presentada en los años 60 por el ex mandatario para obtener la Licenciatura en Ciencias Jurídicas y Sociales en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile.

En «La Concentración del Poder Económico. Su Teoría. Realidad Chilena», el entonces joven intelectual de izquierda, expresa una posición radicalmente opuesta a la actual: valora la acción del Estado y la gestión pública en la actividad económica; identifica los once grupos que controlan la economía de aquellos años y denuncia las nefastas consecuencias que tiene para el país la concentración de la riqueza y el monopolio de los medios de comunicación. Pero aún va más lejos al proponer la abolición de la propiedad privada. «La concentración de capitales y el crecimiento empresarial es una realidad que no se puede destruir con leyes, porque las grandes magnitudes de producción son una necesidad imperiosa de las economías modernas», argumenta un preclaro Lagos. 

Luego señala que «estas grandes unidades de producción son de dominio privado y ahí reside el defecto del sistema capitalista. Sus beneficios y utilidades se obtienen de ellas a expensas de los grandes sectores de la sociedad, lo aprovechan unos pocos y les permite continuar aumentando el poder económico que ya tienen», para luego formular una propuesta radical: «la única y verdadera solución es la abolición de la propiedad privada sobre los medios de producción, los cuales deben pasar al Estado», puntualiza con inusitada vehemencia en las páginas 171 y 172 del citado documento.

Nada más lejos que la aplicación de la Ley Antiterrorista contra el pueblo mapuche, ejecutada durante su gobierno, en clara defensa de la propiedad privada de los grupos económicos y latifundistas. Todo lo contrario, de los resultados de su política gubernamental, que privilegió la gestión de los privados en la actividad económica; incrementó la concentración económica y con ello la inequidad social; y profundizó el monopolio de la prensa, con la verdadera subvención estatal, por concepto de avisaje publicitario para las cadenas de El Mercurio y Copesa, que concentran el 77 por ciento de la torta publicitaria destinada a la prensa escrita.

La tragedia de Fausto

Pero, ¿cuáles son las claves que permiten entender semejante inconsistencia en un hombre que además de incumplir su promesa de campaña de «Crecer con Igualdad», aplicó y promovió en su gobierno todo aquello que fustigó en su juventud? Se trata de simple oportunismo, esquizofrenia o un acto de travestismo político? Marcel Claude recurre al Fausto de Goethe para explicar el fenómeno. «La tragedia de Fausto, es la derrota del hombre ante sus frustraciones, por lo que decide abandonarse a las miserias y vanidades de la existencia. Lo que en lenguaje popular se describe como ‘vender el alma al diablo’ «, expone.

Sin embargo para el autor, Lagos es un revitalizador de la tragedia de Fausto, porque representa las contradicciones del hombre moderno, que a partir de una mirada exclusivamente antropocéntrica y autorreferente ve el proyecto de un Chile modernizado, productivista y eficiente como un fin en sí mismo, cuya concreción no reconoce límites morales y éticos. «El ex Presidente Lagos encarna la tragedia del hombre moderno, ahogado en ese impulso nihilista que incita a dejarse llevar por la compulsión de trascendencia a como de lugar, mientras en el fondo del alma está la certeza de la nada», sentencia Marcel Claude.

Para desgracia de las presentes y futuras generaciones de chilenos, en la base de esa nada a la que se refiere el autor, está el modelo rentista de acumulación imperante en el país. En él los grupos económicos convierten cualquier forma de vida en capital financiero, provocando un acelerado proceso de degradación de la naturaleza, sin la retribución correspondiente al Estado chileno. «Las reservas naturales – biomasa de recursos pesqueros, bosques nativos y recursos mineros – se agotan paulatinamente producto de una explotación irracional, que sólo acrecienta la riqueza de los grupos económicos», denuncia el economista.

Prueba de lo anterior, es el ingreso de los patriarcas de los grupos Luksic, Angelini y Matte al ranking de las mayores fortunas del mundo. Con negocios en los sectores minero, forestal, pesquero, financiero y de telecomunicaciones, acumularon en 2005 una riqueza de 9 mil 800 millones de dólares. Según el cálculo de Claude, si se considera una rentabilidad exigua de un 12 %, Luksic recibe 800 millones de pesos diarios; Angelini 550 millones; y Matte 500 millones de pesos. «Son los resultados de un modelo rentista de acumulación, fraguado bajo el amparo de la política económica de la Concertación y particularmente de Ricardo Lagos», afirma.

Un negocio redondo

Sin duda, los grupos económicos nacionales y transnacionales han hecho un excelente negocio en Chile, gracias a la anuencia y complicidad de la clase política. Los niveles de rentabilidad y el aporte que realizan al país en términos impositivos y de generación de empleo son francamente vergonzosos. El sector minero, es fiel reflejo de la realidad en otras áreas productivas del país. El 68,4 % de la producción está en manos privadas y el 31,6 % restante corresponde a Codelco. El resultado de la empresa estatal en 2005, antes de impuesto fue superior a 4.071 millones de dólares y aportó al Estado 2.295 millones de dólares de impuesto a la renta; 1.800 millones como aporte directo; y 826 millones para las Fuerzas Armadas, a través de la Ley Reservada del Cobre. Casi 5 mil millones de dólares de aporte al Fisco, de acuerdo al estudio de Marcel Claude.

Paradojalmente, ese mismo año según datos de Cochilco, los excedentes de la minería privada alcanzaron los 6.300 millones de dólares, con un aporte al Fisco de sólo 1.960 millones de dólares por concepto de impuesto a la renta. Al enfocar el análisis en el grupo Luksic, considerando sus dos principales holdings, Quiñenco y Antofagasta PLC, sus ventas representan el 3 % del Producto Interno Bruto (PIB) chileno y su aporte tributario y al empleo apenas alcanza un 0,1 % y un 0,4 %, respectivamente. En consecuencia, sus ventas son 2.900 %, mayores que su contribución en términos tributarios y superan en un 650 % el aporte del grupo al empleo nacional. La misma lógica rapaz, se reproduce en los demás sectores productivos asociados a la explotación y exportación de recursos naturales. «Esto demuestra que en el país más que una estrategia de desarrollo, lo que existe es un simple patrón de acumulación, que durante el mandato de Ricardo Lagos se acentuó con el consiguiente beneplácito del empresariado nacional y trasnacional», señala Claude.

Para el economista, en el Chile de Ricardo Lagos los grupos económicos siempre fueron beneficiados en desmedro de los más pobres. Un ejemplo concreto, fue la aprobación de la denominada Ley Corta de Pesca en 2002, que permitió al sector industrial apropiarse del 80 por ciento de la cuota de captura, con un detrimento evidente para los pescadores artesanales. El gran favorecido fue el grupo Angelini, vinculado a la élite política chilena, a través de los hermanos Andrés y Adolfo Zaldivar, miembros prominentes del Partido Demócrata Cristiano (PDC), que en esa fecha ocupaban la presidencia del Senado y del PDC, respectivamente. El senador fue uno de los principales impulsores de la ley, cuya aprobación elevó considerablemente las acciones de la empresa Eperva, propiedad de Angelini, lo que reportó jugosas ganancias a los accionistas, entre los cuales se encuentra la familia Zaldivar. «Ello constituye un ejemplo emblemático no sólo del beneficio directo que reciben los parlamentarios al promover determinadas leyes sino la inescrupulosa interferencia del dinero en la política chilena», enfatiza.

Pero eso no es todo, porque además permite constatar que la expansión de las industrias pesquera y forestal, claves en el crecimiento económico del país, ha generado crecientes niveles de pobreza e indigencia en los pescadores artesanales y en el pueblo mapuche. Según plantea el autor de este libro imprescindible, ello demuestra que en Chile bajo el actual modelo no es posible que la economía crezca – expansión que hasta ahora ha beneficiado sólo a una minoría – sin aumentar la desigualdad y la pobreza de los sectores más vulnerables.

Ciertamente, ello no preocupa al empresariado que despidió con una ovación a Ricardo Lagos en la Cena Anual de la Sociedad de Fomento Fabril (SOFOFA) en noviembre de 2005. En la oportunidad, Bruno Philippi, presidente de la entidad que agrupa a los industriales no escatimó elogios para el entonces saliente primer mandatario y le propuso «nuevas complicidades» para un futuro cercano. Un emocionado Lagos, respondió en su discurso: «me voy teniendo más amigos que los que tenía cuando llegué hace seis años».

En las próximas elecciones presidenciales seguramente Lagos recibirá el apoyo de los influyentes amigos a los que se refería en su discurso. Después de todo, el empresariado pinochetista nunca ha mirado con buenos ojos a Sebastián Piñera, a quien no le perdonan haber votado por el No en las elecciones de 1988.

Sin duda, el «Retorno de Fausto» les asegura la continuidad del actual modelo de acumulación, además de la posibilidad cierta de avanzar en «nuevas y productivas complicidades».


[1] Economista y Magister en Economía de la Universidad de Chile. Master of Arts y Candidato a Doctor de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Se desempeña como consultor y asesor sindical en temas económicos y ambientales. Es profesor de la Universidad de Chile en la Escuela de Gobierno y Director de Investigación de la Universidad Arcis.