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Colonialismo, globalización e inmigración

El sentido de la Historia

Fuentes: Institute for Race Relations de Londres

La Historia nos dice de dónde venimos y dónde estamos. Pero también debería decirnos donde deberíamos ir. Me gustaría, entonces, mirar las luchas del pasado para ver que resonancias tienen para nosotros en la sociedad de hoy. Este Instituto ganó su batalla en base a un principio simple – que un Instituto de Relaciones Raciales […]


La Historia nos dice de dónde venimos y dónde estamos. Pero también debería decirnos donde deberíamos ir. Me gustaría, entonces, mirar las luchas del pasado para ver que resonancias tienen para nosotros en la sociedad de hoy.

Este Instituto ganó su batalla en base a un principio simple – que un Instituto de Relaciones Raciales no debería servir a la causa del racismo colaborando con las políticas racistas del gobierno sea en el exterior (la Rodhesia de Smith) o dentro del país (las leyes de inmigración). Y fue este principio, ni ideología ni dogma, que guió el trabajo del nuevo Instituto – un criterio político, no una línea política lo que lo salvó del pragmatismo. El criterio mismo provenía de los problemas que tratábamos y el problema, simplemente, no eran las relaciones raciales ni las actitudes raciales sino el racismo y, especialmente, el racismo del Estado.

No éramos lo suficientemente importantes para ser establishment (del que justo nos habíamos ido) ni tan pretenciosos como para considerarnos las bases. Pero había una plétora de movimientos de base, movimientos de comunidades en esa época de los años setenta (no como desgraciadamente ahora) que podíamos servir. Si no podíamos estar en las barricadas de la lucha por la justicia racial, podíamos al menos, ser servidores de esa causa.

Podíamos investigar para hablar de los temas y de los problemas que enfrentaban las comunidades negras. Podíamos ser una especie de estación de servicio. Podíamos poner gas en los tanques de los pueblos del Tercer Mundo y a las comunidades negras en su camino de liberación. Era nuestra devota esperanza. Si tuvimos éxito o no, no lo sé. Pero lo que sé y digo sin falsa modestia, es que somos hoy el único think tank de pensamiento radical en este país, Gran Bretaña, en cuestiones de racismo e imperialismo.

Nuestra tarea era doble. Primero, desacreditar los mitos y estereotipos que enmascaraban el problema del racismo y sus causas, y decir realmente cómo es el racismo. Como lo debemos hacer hoy otra vez con respecto a los mitos sobre los refugiados, los solicitantes de asilo, el Islam, la guerra de Irak, Palestina y otros temas.

Segundo, debíamos hacer un profundo análisis de los problemas de la gente negra (oponiéndose a la visión de los negros como problema) y de ahí encontrar sugerencias para el curso de acción. Acción e investigación como opuesto a investigación de políticas, pensar para hacer y no pensar para pensar, pensar y hacer, son parte de un mismo continuum.

Los mitos y estereotipos se refuerzan el uno al otro. El mito arma la historia, el estereotipo fija los caracteres. Se dice, por ejemplo, que el flujo de inmigración de las Antillas o de Asia a este país se debía a los factores de expulsión y atracción (push/pull).La pobreza nos expulsaba de nuestros países y la prosperidad nos atraía a Gran Bretaña. De aquí, el estereotipo que éramos holgazanes, irresponsables y aprovechadores. Pero lo que no se decía era que el colonialismo había a la vez empobrecido nuestros países y enriquecido a Gran Bretaña. Así que, cuando después de la guerra, Gran Bretaña necesitó de trabajadores que pudieran hacerse cargo de la reconstrucción de una economía dañada por la guerra, se volcó a buscarlo en las reservas de mano de obra que había acumulado en sus colonias. Es por eso que aprobaron la Ley de Nacionalidad del 1948 convirtiéndonos, a los habitantes de sus colonias, en británicos. (Igualmente que cuando después del 1962, no necesitaron más trabajadores, introdujeron toda una serie de leyes de inmigración restrictivas y racistas). Simplemente, vinimos a Gran Bretaña (y no por ejemplo a Alemania) porque estábamos ocupados por Gran Bretaña. Colonialismo e Inmigración son parte de un mismo continuum – estamos aquí porque ustedes estaban allá.

 El mismo síndrome se encuentra hoy. Europa quiere trabajo inmigrante pero no al inmigrante, el beneficio del primero, pero no el costo del segundo – excepto que los inmigrantes de hoy son mayormente de Europa del Este y la teoría de las cantidades – a menor cantidad de inmigrantes, mayor facilidad a que puedan ser «digeridos» – es reemplazada hoy por la tesis de la inmigración regulada sostenida por el gobierno. Excepto también, que los refugiados y solicitantes de asilo, arrojados en las costas de Europa, brotan de los destierros y desplazamientos causados a enteras poblaciones por la globalización, las guerras imperiales y los cambios de regímenes que le siguen. Globalización e Inmigración son parte de un mismo continuum. Nosotros estamos aquí porque ustedes están allá.

La Historia no es sólo pasado o antiguo pasado, sino que la historia que hicimos aquí – es bueno recordarlo – fue la comprensión común de que nuestra herencia colonial (incluso un idioma colonial aunque con distintos acentos) nos trajo aquí, a los de Antilla, de la India, a los paquistaníes y a los africanos, juntos para pelearle al crudo e indiferenciado racismo – indiferenciado no con respecto a las llamadas razas sino porque es cultural y económico. Vinimos juntos a pelear por problemas comunes o similares – con la policía, los sindicatos, los jefes, en las viviendas, las escuelas y los servicios sociales – en el lugar de trabajo y en la comunidad. Nuestras culturas nutrieron nuestras batallas, y un multiculturalismo dinámico se produjo en el curso de esa lucha. Teníamos una unidad política en una diversidad cultural. Negro era el color de nuestra política, no el color de nuestras pieles.

El verdadero triunfo de la llamada «Política para los Negros» residió en su estrategia de «dividir para gobernar» por parte del gobierno Thatcher cuando, basándose en los resultados de la investigación de Lord Scarman se sostuvo que la desventaja racial y no el racismo institucional era el origen de los disturbios del 1981, así que los gobiernos locales y el central empezaron a distribuir fondos en grupos y proyectos étnicos o culturales. La Etnicidad se convirtió entonces en un buen negocio, buena para negocios y para promociones – la comunidad negra se rompió en pedazos étnicos y se retrajeron o en enclaves étnicos o en políticas nacionalistas – y el slogan igualdad de oportunidades derivó en igualdad de oportunismo.

Esta historia ya está contada en otras partes, pero es importante notar que es el separatismo cultural creado por el gobierno y las autoridades locales, en vez de desmantelar el racismo institucional, es lo que hoy se caracteriza como auto-segregación – para desacreditar el multiculturalismo y promover la asimilación o la ´cohesión´ como la denomina ahora el gobierno. En otras palabras, el multiculturalismo que concebía la unidad en la diversidad ha sido traducido en culturalismo, integración; el multiculturalismo ha sido traducido para significar asimilación, reforzada además por la creencia errónea que los terroristas educados y crecidos en el país, son alimentados por sus propias culturas, intocadas por la cultura o los valores británicos. Y todo esto en la prosecución de la creencia que una sociedad homogénea sería una sociedad más segura. De aquí la apelación a la bandera, a los valores británicos, a los tests de idioma y valores para poder convertirse en residentes. ¿Qué es lo próximo? ¿Una Ley Patriótica al estilo de Estados Unidos?

A este discurso le ha dado legitimidad la intelligentsia liberal o los liberati (como me gusta llamarlos) de la escuela de estudios avanzados en Islamofobia, quienes en su cacareada cruzada para defender los valores del Iluminismo (contra las hordas de paganos) han actuado con tal deshonestidad como para alquitranar – con su brocha fundamentalista – a todo el Islam. Uno podría también, con fervor selectivo, elegir pasajes de la Biblia, o una hoja del libro de Pat Robertson, para caracterizar a todo el Cristianismo como fundamentalista. El Islam no es monolítico. Hay tantos Islams como culturas. Y lo que presenciamos hoy es la emergencia de un Islam europeo.

En una Sociedad de la Información donde los comunicadores están en la sala de máquinas del poder, es el discurso que ellos crean lo que da forma al racismo popular e influencia las políticas del gobierno. Y si los intelectuales públicos son tan indiscriminados con respecto a lo que escriben y dicen, cómo podemos pensar que el hombre y la mujer de la calle, o incluso la policía, puedan distinguir entre un musulmán, un terrorista, un solicitante de asilo o los refugiados. Cualquier musulmán puede ser un terrorista, cualquier inmigrante negro podría ser musulmán, o un refugiado económico, o un solicitante de asilo «injustificado». Nosotros, negros y marrones, somos todos a primera vista terroristas e ilegales – o como en el caso Menezes incluso un blanco con alguna sombrita oscura. Otrora nosotros portábamos nuestros pasaportes en nuestras casas, ahora también los portamos en nuestras barbas y turbantes o velos.

El Racismo, el racismo de estado – que da el imprimatur al racismo popular y al racismo institucional – cambia con los cambios en el sistema económico y político. Los racismos nacionales del capitalismo industrial han dado paso al racismo de mercado, al racismo común, del capital global. Y al desplazamiento de las poblaciones que ya he descrito se agregan ahora los inmigrantes blancos del este de Europa. Pero el tratamiento impuesto a ellos no es diferente del que recibieron los inmigrantes negros antes que ellos. Ellos también están sujetos a la discriminación económica y a la cultura del racismo – excepto que no tiene código de color. Y una vez que descartamos el mito que la xenofobia es un miedo «natural» hacia los extranjeros, y la vemos como un xenoracismo – el racismo del capital global, seremos capaces de ver lo común de nuestras luchas.

De manera similar con este otro racismo de nuestro tiempo, racismo más venenoso, que es el racismo anti-musulmán, porque está amarrado con la legislación antiterrorista que afecta las libertades civiles de todos nosotros y abre el camino para un estado autoritario

Treinta años de moralidad de mercado han minado la cultura de la izquierda, socavaron su voluntad política y la condujeron por los callejones de la política de las identidades, de la política cultural, de los programas abocados a una temática particular. Pero nosotros somos lo que nosotros hacemos. Y no hay un tema particular de injusticia que no esté imbricado con otros temas de injusticia. La política cultural es separatista. La cultura política es inclusiva. Ahora es el momento de construir este tipo de cultura, basada en la comunidad de nuestras luchas. El capitalismo se está cayendo, el mercado está colapsando. Los tiempos duros hacen surgir lo mejor de nosotros, seres humanos. Aprovechemos el tiempo de la historia. Tomemos el vuelo de la historia.

Discurso pronunciado por A. Sivanandan, l Director del Institute of Race Relations de Londres, el 1º de Noviembre de 2008 en ocasión del 50 Aniversario del Instituto.

Traducción María Luján Leiva