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El ser de izquierda y el devenir negro y gay de Putin

Fuentes: Rebelión

1. Bakhtin no se cansaba de recordarnos que el signo es ideológico. La ideología, a su vez, mucho más que una conciencia falsa, debe ser entendida en sentido afirmativo: es la historia de la humanidad jerárquica acumulada como un monumento a la barbarie, para dialogar también con Walter Benjamin. 2. Aunque argumentara sobre el Brasil […]

1.

Bakhtin no se cansaba de recordarnos que el signo es ideológico. La ideología, a su vez, mucho más que una conciencia falsa, debe ser entendida en sentido afirmativo: es la historia de la humanidad jerárquica acumulada como un monumento a la barbarie, para dialogar también con Walter Benjamin.

2.

Aunque argumentara sobre el Brasil del siglo XIX, lo que Roberto (1976) ha nombrado como comedia ideológica, el comportamiento cínico y burlesco, fuera de lugar, de nuestras élites, también se aplica para describir la situación actual del capitalismo mundial integrado. Esto, a través de la cultura de masas, transformó a todos, no sólo los oligarcas, en una comedia de falsificaciones ideológicas; barbaries acumuladas y acumulándose por todo el planeta.

3.

Una escena de la película El gran dictador (1940), en la que Charles Chaplin satiriza la figura de Hitler jugando con el planeta Tierra, como un niño que juega con una pelota, en lugar de ser una parodia tiene el siguiente inconsciente político: a partir de ahora la Tierra es el monumento a la barbarie de la civilización del capitalismo mundial integrado, no siendo circunstancial que antes de empezar a patear la «pelota tierra» con su trasero el personaje, Hitler, en la película de Chaplin, dijera: «César o nada! Emperador del mundo! El mundo es mio!», habla que subrepticiamente indica lo que realmente estaba y está en juego durante y después de la Segunda Guerra Mundial: la lucha por el dominio del planeta en su conjunto, por aire, por tierra, por mar, por la industria cultural, por la ciencia, la técnica, por los deseos.

4.

Lo que se hace evidente en la película El gran dictador, dirigida por Charles Chaplin, es el comienzo de la industria cultural, a través del cine (pero no sólo), como una poderosa arma de guerra. Mucho más que una caricatura de Hitler como el gran dictador, el tema oculto de la película es: la omnipresencia de los Estados Unidos como el verdadero gran dictador, mientras que el gran engañador, de tal manera que ya no será posible distinguir el primer del segundo, razón por la cual las caricaturas de dictadores como Hitler y muchos otros no pasarán de juegos infantiles de un mundo mucho más complejo, cuya dominación no se hará más por aislados dictadores.

5.

El gran dictador (y al mismo tiempo el grande engañador) sabe que todo es montaje, versiones de versiones, razón por la cual, al menos desde el final del llamado socialismo real, convirtió todo en el arte de dominación, incluso la fabricación de falsas revoluciones, poniendo a la gente contra la gente y convirtiéndolas en caricaturas de sí mismas, de sus monumentales tragicomedias ideológicas, religiosas, económicas, étnica; de género.

6.

La idea de la revolución, por lo tanto, como un monumento a la barbarie de nuestro tiempo, en lugar de ser utilizada para ir más allá del sistema establecido de la opresión por el gran engañador, es usada como fuente sin fin de engaños e auto engaños.

7.

Entender el monumento a la barbarie de nuestra civilización de mentiras está relacionado con el reto de dar respuestas consecuentes a las siguientes preguntas: ¿como el gran dictador/engañador produce la vanguardia o el futuro de su dominación? ¿Si el juego de la araña y su presa es aquello en el cual esta, al quedarse quieta, traza su destino inevitable, la muerte, la clave para la liberación de la presa debe ocurrir a través de su agitación desesperada, fundada en el auto engaño? ¿Pero no es agitándose en la telaraña que la presa produce su fatal destino, desilusionado? ¿No es acaso todo que la araña quiere, agitación? ¿Si se piensa a partir de la telaraña mundial, que es la sociedad del espectáculo, como no producir el espectáculo de nuestra agitada domesticación en el interior del mundo contemporáneo?

8.

Tal vez un buen comienzo de reflexión para estas preguntas puede ser agitado, para no salir del mismo campo semántico de la telaraña argumentativa, a partir de la lectura del libro, El inconsciente estético (2009), del filósofo francés, Jacques Rancière. Para Rancière, Freud, para producir su concepto de inconsciente no ha usado a Sófocles por mera cuestión de retórica clásica, pero sobre todo porque hay un enlace genuinamente estético que conecta Edipo Rey (tragedia de Sófocles de 427 a.C.), la modernidad al concepto de inconsciente freudiano.

9.

Para Rancière, la modernidad se constituye a partir de una estética inconsciente (su sujeto y no su predicado), porque en ella lo que está en juego es el mundo sensible; el encuentro, la mezcla, lo múltiple, la diversidad. La modernidad es en sí misma una multiplicidad estética en el campo sensible; un conjunto de cuerpos que se agitan y deben se agitar, sea se amando, sea se odiando, para que el sistema productivo de la civilización burguesa se haga omnipresente.

10.

El gran dictador como gran engañador, el poder estadounidense, fue el primer país, bajo ese punto de vista, totalmente moderno, porque emergió como potencia colonizando el inconsciente estético de la modernidad misma. La fuerza de Estados Unidos, en el siglo veinte, advino de su talento (también bélico) para mixturar cuerpos, colonizando el propio inconsciente de la modernidad y haciéndolo agitarse en provecho de sus corporaciones.

11.

Estados Unidos emergió, como poder global, levando a cabo a la máxima freudiana de que el sueño es la realización de un deseo, no siendo circunstancial que hoy sea el propio deseo de revolución que esté en juego, que es juego, como una táctica y estrategia para capturar a las personas y hacerlas mover en el sistema-mundo actual.

12.

Si la idea de la revolución es parte de la telaraña del monumento a la barbarie de la civilización burguesa es porque esta tiene como inconsciente estético (biopoder, para Foucault) el desafío de tejer y entretejer multiplicidades. Hoy ese tejer y entretejer la modernidad misma se hace a partir de la manipulación planetaria de dos perfiles humanos especialmente deseosos de moverla o se mover en ella, a saber: el fundamentalismo religioso y de identidad y el romanticismo revolucionario.

13.

El primer perfil es localizable en millones, por no hablar de los miles de millones de personas por el mundo afuera, y, como fue dicho, se desarrolla en dos. Por un lado, en los aband ona nos de la tierra, principalmente después de la avalancha de las políticas neoliberales que se han impuesto a los países de la periferia del mundo por organizaciones como el FMI y el Banco Mundial. Esta multitud de humanos necesita sobre todo un valor y una oferta para producir su propia agitación de la idea de revolución. El valor es una creencia religiosa; la oferta es una garantía mínima de supervivencia, y de sus familias: puestos de trabajo, aunque sean precarios, kamikazes. En Oriente Medio (pero nunca sólo allá), el valor es la creencia religiosa. El nuevo trabajo, ofreciendo y ofrecido, a su vez, es el uso de combatientes religiosamente mortales, entrenados, armados y financiados por las oligarquías americanas, juntamente con sus estratégicos aliados europeos e israelíes, así como por los aliados tácticos de la región, como Turquía, Jordania, Arabia Saudita, Qatar.

14.

El religioso dedicado a la obra de la lucha armada todavía necesita una motivación extra, el enemigo a combatir, a saber, el grupo étnico supuestamente no tan protegido por Allah como, por ejemplo, se supone que es Al Qaeda, los extremistas religiosos valientes deseosos de explotar el Medio Oriente en nombre de Allah, usado y abusado para luchar contra los chiitas y los laicos. Todo hecho de fundamentalismo para fundamentalismo, del fundamentalismo que se basa en la creencia de un pueblo escogido, el único, como el de la élite sionista, al fundamentalismo de las oligarquías, especialmente las de los colonizadores del pasado, como Inglaterra, Francia, Alemania, España, Italia, Portugal, rebotando en el fundamentalismo de los sunitas de   Qatar y de Arabia Saudita. Todo funcionando como la quinta columna del imperialismo kamikaze del no menos fundamentalista Estados Unidos, dónde el grand emperador es también el grand engañador engañado, Obama, el pateador sonriente de la pelota-mundo.

15.

A su vez, el segundo perfil es el siguiente: el del romanticismo revolucionario de la izquierda heredera del Iluminismo occidental, capturado por el fundamentalismo de la Doctrina Monroe y devenido por igual en una forma sofisticada de creencia en el poder de la lucha revolucionaria espontanea, anclada en la intuición e inspirada en filosofías vitalistas como las de Gilles Deleuze y, aún, por derivación, en el concepto flojo de multitud de Negri, la supuesta vanguardia contemporánea, enmarcada profundamente por el fundamentalismo liberal con su creencia en los rostros y en las identidades.

16.

No hay, todavía, aquí, un rechazo de la filosofía de Deleuze y Guattari. Los conceptos, las ideas, los pensamientos no son absolutos y también no son válidos en todo momento y no es circunstancial que, al responder en una entrevista sobre lo que es en la actualidad ser de izquierda, Deleuze tenga dicho: «Ser de izquierda hoy es una cuestión de perspectiva». Cuestión que no puede (en la época de las revoluciones de las tulipas, luego, en la época en que la perspectiva mismo del ser de izquierda es capturada para agitar la posmodernidad del petrodólar) ser espontáneamente presentada sin un claro rechazo al cerne de la civilización burguesa actual: el american way of life, que es el brazo civil del armado brazo del imperialismo americano, que es, por su vez, la verdadera cara da la plástica dictadura de los medios de comunicación.

17.

Sin, pues, un claro rechazo al que nos dicen ser democracia hoy no hay perspectiva y lo que nos dicen ser el hogar de la democracia nada más es que el núcleo de todo ese monumento a la barbarie de la civilización burguesa, que puede ser resumido por la siguiente frase del personaje Hamlet de la tragedia homóloga de Shakespeare: «He descubierto que un hombre puede sonreír y ser infame.»La perspectiva del ser de izquierda hoy por lo tanto no sólo debe rehusar la infamia que sonreí mientras mata el planeta todo, la plutocracia occidental, pero también debe saber que el vitalismo espontaneo del romanticismo revolucionario no es posible en un mundo enmarcado por la infamia de la tradición del oprimido, la cual deviene omnipresente hoy en el juego geopolítico de un occidente creyente de su sonriso de democracia de víboras y de un oriente creyente en sus palabras de órdenes divinas.

18.

Desde este punto de vista, el imperialismo occidental americano es el mayor peligro para la vida en el planeta, sobre todo porque se ha convertido en un experto en inventar falsas multiplicidades a través de la sociedad del espectáculo, este monumento a la barbarie que convierte toda humanidad en espectáculo de sí misma, en la telaraña sonriente de una civilización, la burguesa, que nada más es, a bien de la verdad, que una farsa de todas las precedentes, en la longa y nefasta historia de la tradición de los oprimidos.

19.

Guy Debord, para desarrollar el concepto de la sociedad del espectáculo, lo dividió en dos variables intercambiables, formadas respectivamente por el espectáculo concentrado y lo difuso. Lo concentrado está especialmente enmarcado en las periferias del mundo y se encarna en los pueblos formados por creencias religiosas, con sus líderes autoritarios. Lo difuso, por su vez, es lo que se permite capturar por el espectáculo de la diversidad de mercancías del mundo burgués, creyendo que es la propia libertad, confundiendo multiplicidad de mercancías, incluso la de los rostros de las identidades, con la libertad misma.

20.

A los dos espectáculos juntos, lo concentrado y lo difuso, Debord llamó de espectáculo integrado, letal abrazo sonriente y creyente de la civilización burguesa, como monumento a la barbarie, sobre el planeta.

21.

El espectáculo difuso occidental se presenta a nosotros, hoy, bajo la excusa a de los derechos humanos, para atacar el espectáculo concentrado. La lucha entre los dos espectáculos, todavía, es la propia razón de ser del mundo contemporáneo, una especie de espectáculo difuso sobre el espectáculo integral.

22.

Si el concepto de ser de izquierda, según la filosofía de Deleuze y Guattari, tiene el devenir como su fundamento sin fundamento, quiere eso decir que ser de izquierda, en perspectiva, es producir devenir de izquierda, que es también devenir negro, mujer, indio, niño, pobre, animal, molecular, razón por la cual se hace oportuno preguntar: ¿Obama ha producido devenir negro como presidente del espectáculo difuso de la civilización burguesa, en guerra contra el espectáculo concentrado, para robarle el no menos concentrado petróleo de los pueblos creyentes?

23.

Aunque que el concepto de devenir no se ajuste a los blancos, a los hombres, no significa que los hombres blancos no puedan producir devenir negro, mujer, animal, molecular, así como que ser negro o mujer o gay no es la condición de antemano para devenir negro, mujer, animal, molecular. Devenir no es identidad, pero singularidad, razón por la cual otra pregunta se hace necesaria: ¿Putin, al evitar posiblemente una guerra mundial, con un ataque estadunidense a Siria, no tendrá producido devenir negro, mujer, gay?

24.

Siria, al resistir a la invasión de la pareja pos-moderna entre el espectáculo difuso y concentrado, bestia de las bestias, no estará produciendo devenir soberanía en la época en que el belicismo humanitario del a la vez difuso e concentrado imperialismo occidental ha declarado que la soberanía es una quimera?

25.

¿Es Obama un presidente racista, machista y homofóbico?

26.

¿Si el concepto de inconsciente estético, bajo el punto de vista de la civilización burguesa, se fundamenta en la colonización del deseo de la multitud, el gran balcón del imperialismo difuso occidental no será o se fundamentará en la cooptación de las alteridades?

27.

¿Cuando, en uno de sus seminarios, Lacan ha dicho que «la mujer no existe, pero que esto no podría ser visto como un callejón sin salida, porque por lo menos ella estaba desafiada a inventarse», esta no será tal vez la cuestión más importante para el ser de izquierda en la actualidad, inventarse más allá del espectáculo concentrado y difuso, más allá de las identidades, de los rostros, más allá, por lo tanto, de la civilización burguesa?

28.

¿Si todo devenir es sobre todo molecular, devenir de devenires, si oponer claramente, como hizo Putin, a las guerras «humanitarias» del bestial imperialismo difuso no será la mejor forma hoy de inventarse como ser de izquierda?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.