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El síndrome Carrillo

Fuentes: Rebelión

  «El color morado de una bandera no merece otra guerra civil» «El atentado contra Carrero Blanco lleva la marca de los servicios especializados, más que de una organización cuyos medios y posibilidades son limitados» (ambas citas de Santiago Carrillo) El síndrome de Fox Mulder empieza a ser preocupantemente predominante entre la izquierda. «La verdad […]

 

«El color morado de una bandera no merece otra guerra civil»

«El atentado contra Carrero Blanco lleva la marca de los servicios especializados, más que de una organización cuyos medios y posibilidades son limitados»

(ambas citas de Santiago Carrillo)

El síndrome de Fox Mulder empieza a ser preocupantemente predominante entre la izquierda. «La verdad está ahí fuera», repiten desesperados blogueros, foreros y cosas así a los que nadie cree ni toma demasiado en serio, pero que han descubierto una realidad oculta que nadie, salvo ellos, conoce.

Al parecer han descubierto que el 15 M no es comunista ni realiza una correcta división de la sociedad en clases afectadas por intereses antagónicamente contradictorios. ¡Dios mío! Probablemente el Estado los persiga hasta la muerte para que no salga a la luz esta siniestra conspiración. Si la gente se enterara, por supuesto, el poder se tambalearía.

¿Dualidad organizativa? ¿Línea de masas? Bah, eso son ideas pequeñoburguesas de la III Internacional. Mejor no contaminarnos, juntarnos todos los que somos puros en una habitación (pequeña, para que no sobre demasiado espacio) y discutir entre nosotros detalles como si, tras la revolución, haremos predominar los sovjoses o los koljoses.

¿Pero todas esas luchas parciales en las que predomina el pueblo realmente existente y los no-comunistas? ¿La lucha contra el Plan Bolonia y la privatización de la educación? ¿La lucha en defensa de la sanidad pública, gratuita y universal? ¿La lucha contra los desahucios y por la vivienda digna? ¿Las protestas contra la banca y sus representantes políticos? Bah. No han comprendido la página 734 del tomo II de Das Kapital (si lo lees en castellano, te acusaré de revisionista).

Un día, uno de estos blogueros, foreros o algo así se enteró de que las masas se iban radicalizando. Ya no hablaban de realizar manis pacíficas y moderadas, sino de rodear el congreso de los diputados. Ya no hablaban de renta básica, sino de nacionalización de la banca y los sectores energéticos. Ya no hablaban de que se cumpla la Constitución, sino de derogarla y decretar el derecho de autodeterminación.

Nuestro bloguero-forero sudaba, no sabía cómo salir del atolladero. ¿Qué haría ahora para preservar su pureza, para seguir en esa habitación discutiendo sobre los sovjoses y los koljoses con los puristas-leninistas? Desesperado, buscaba y buscaba excusas en su ordenador. ¿De qué podía acusarlos? ¿De atacar sólo al poder económico, obviando el político? No, van a rodear el congreso. ¿De pedir únicamente reformas? No, hablan de superar el capitalismo. ¿De españolismo? No, defienden la autodeterminación (lo cual, por cierto, ya les sitúa bastante más avanzados en esa cuestión que varios de los partidos más puros).

Entonces, nuestro bloguero-forero, casi con lágrimas en los ojos, encontró una página de Santiago Carrillo. Por fin, había encontrado la solución: repetir la táctica empleada en la llamada «Transición democrática española» (con una insuperable media de mentiras del 100%: tres en tres palabras).

Al parecer, un tal Carrillo, durante este periodo, se dedicó a asustar a las masas azuzando el ruido de sables: no os paséis, sed moderados y pacíficos, o correremos el riesgo de una involución fascista. También se dedicó a acusar de fascista o policial a todo aquel que sacara los pies del tiesto y fuera más allá, poniendo sobre la mesa la cuestión del poder. Ahora, un tal Jaume d’Urgell hace lo mismo… ¡apuntémonos al carro!

De este modo, el síndrome de Mulder se convirtió en el síndrome de Carrillo. La manifestación del 25 S ha sido acusada de fascismo encubierto (como hizo Carrillo ante el ajusticiamiento de Carrero Blanco), de conspiración generadora de excusas para un golpe de Estado (como el color morado republicano, que para Carrillo no merecía otra guerra civil) e incluso de no entregar a la policía un papel con los nombres y apellidos de las personas convocantes (la mejor táctica revolucionaria, como todo el mundo sabe).

Pero el forero-bloguero no se siente culpable por haber emulado a Carrillo resucitando el ruido de sables: ha encontrado en la página 376 de las obras completas de Enver Hoxa una cita según la cual puedes usar las tácticas del enemigo cuando es por un buen fin. Ello le legitima para encerrarse en su cuarto a jugar al rol-comunista: venga, el día de la revolución, ¿koljoses o sovjoses? Voy a tirar los dados, a ver qué sale. ¿Apoyamos la marcha estudiantil que rodeará el congreso en Chile? ¡Por supuesto, camarada, eso ni se pregunta! Está a más de 10.000 kilómetros.

Mientras tanto, el 25 S, el pueblo trabajador, las víctimas de la crisis capitalista, saldrán a la calle porque ya no pueden más (si son golpeados por la policía, naturalmente, el bloguero-forero los acusará a ellos «por meterse en líos», en lugar de denunciar al Estado burgués). Pero seguirán careciendo de organización y de dirección política, porque los del síndrome de Carrillo han decidido que el único día del año que van a salir de su habitación va a ser el día de la mani del PSOE, sus sindicatos amarillos y los cuerpos represivos contra el PP.

¡Lástima! ¡Arrojaron los dados y no encontraron ninguna conspiración ni ninguna cita descontextualizada para escabullirse ese día evitando marchar junto a los picoletos, los liberados y los sociatas! Pero ¿a quién podría sorprenderle que los dados del frikismo-sectarismo estén trucados por el sistema?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.