¿Qué es el comunismo? Nuestra lucha es por el comunismo. Nuestra lucha es por destruir y transformar todas las relaciones sociales de opresión y explotación que ha engendrado el sistema capitalista, poniendo al servicio de toda la humanidad la industria, la ciencia y la técnica con el fin de erradicar el hambre, las enfermedades y […]
¿Qué es el comunismo?
Nuestra lucha es por el comunismo. Nuestra lucha es por destruir y transformar todas las relaciones sociales de opresión y explotación que ha engendrado el sistema capitalista, poniendo al servicio de toda la humanidad la industria, la ciencia y la técnica con el fin de erradicar el hambre, las enfermedades y la miseria. Nuestra lucha es por conquistar la igualdad material para toda la especie humana y no sólo para los capitalistas y una minoría de la población mundial. Nuestro triunfo será cuando instauremos un nuevo régimen de producción a nivel mundial; el régimen de la producción socialista. No más patrones ni gobiernos capitalistas, nunca más guerras imperialistas o de conquista. Las y los obreros y el pueblo al poder, controlando las fábricas y el poder político alrededor del mundo con métodos verdaderamente democráticos, nunca antes vistos en la historia. El socialismo es la transición al comunismo. El comunismo será el mundo para los que nos siguen en la Historia, si peleamos por él hasta el final.
El Comunismo es nuestra lucha hasta el final. Es el triunfo definitivo del poder proletario, el triunfo por la abolición de la propiedad privada capitalista en todo el mundo, el inicio y la madurez de la producción socialista. El socialismo es un periodo de transición hacia una sociedad organizada por el poder de la clase obrera y los pueblos oprimidos del mundo. Implica una economía de transición que ponga toda la técnica y la industria al servicio de satisfacer las necesidades de la humanidad (al mismo tiempo que respete los límites de la naturaleza). El que viviremos en este siglo será el segundo gran intento de lo mejor de la clase obrera, y de las y los revolucionarios, por abolir la propiedad capitalista y ponerla, no al servicio de los intereses de burocracias represivas, sino en manos de los gobiernos revolucionarios de la clase obrera organizados en una gran Federación de Repúblicas Socialistas del Mundo, en donde las contradicciones del sistema económico capitalista se resuelvan en manos del control obrero de la producción a nivel internacional, ordenando la anarquía a la que la está sujeto el mercado mundial.
El comunismo científico de Karl Marx
Karl Marx es la gran mente cuyo pensamiento atravesó la historia, revelando las tendencias económicas, políticas y sociales, más importantes de nuestra era. El comunismo científico es una doctrina que, al entender éstas tendencias históricas, es capaz de formular un programa político y una estrategia para trasformar las relaciones sociales de la humanidad que someten a la miseria a la mayoría de la población mundial.
Para Marx, «tal como los individuos manifiestan su vida, así son. Lo que son coinciden por consiguiente, con su producción, tanto con lo que producen como con el modo en que producen. Lo que los individuos son depende por tanto, de las condiciones materiales de su producción». Cada progreso en la historia del trabajo y la técnica productiva implica importantes cambios en las relaciones sociales: la propiedad, la distribución de la riqueza, las relaciones entre el campo y la ciudad, y la misma división del trabajo; para Marx «en la sociedad comunista, donde cada individuo no tiene acotado un círculo exclusivo de actividades, sino que puede desarrollar sus aptitudes en la rama que mejor le parezca, la sociedad se encarga de regular la producción general, con lo que hace cabalmente posible que yo pueda dedicarme hoy a esto y mañana a aquello». Marx sostuvo -hace poco menos de dos siglos- que las fuerzas productivas y la relaciones capitalistas tendrían un desarrollo universal –el mercado mundial– fruto del colonialismo y la necesidad de expansión del capital para su reproducción; esto implica, por tanto, el desarrollo de un intercambio también universal; es decir, el mundo estaría -e innegablemente hoy lo está- interconectado por sus fuerzas productivas.
«El comunismo, empíricamente, sólo puede darse como la acción «coincidente» o simultánea de los pueblos dominantes, lo que presupone el desarrollo universal de las fuerzas productivas y el intercambio universal que lleva aparejado». Este extracto de la Ideología Alemana fue escrito en 1845 y, para dimensionar la claridad y lo riguroso del método de Marx para entender el mundo y lo acertado de su programa político, es necesario imaginar el peso y el papel económico que el proletariado representaba en 1845 en América, Asia, Europa del Este, y África, y compararlo con lo que es a inicios del siglo XXI el peso del proletariado en estas regiones. Las relaciones de producción y de intercambio están hoy, tal como Marx lo expresó, más unidas que nunca en el «mercado mundial»; «el proletariado sólo puede existir en un plano histórico-mundial, lo mismo que el comunismo».
El comunismo es el derrocamiento del orden social existente por obra de la revolución social, la abolición de la propiedad privada y la regulación comunista de la producción. Marx estaba seguro que en algún momento, inevitablemente, el proletariado será una clase social con fuerza suficiente para poder instaurar un nuevo orden mundial: «Y estas condiciones de vida con que las diferentes generaciones se encuentran al nacer deciden también si las conmociones revolucionarias que periódicamente se repiten en la historia serán o no lo suficientemente fuertes para derrocar la base de todo lo existente».
Pero el comunismo no es una consecuencia obligada de la historia. No es la única posibilidad para el futuro. El comunismo es una posibilidad histórica opuesta a la barbarie capitalista que podrá suceder al capitalismo, si y sólo si, una organización internacional de trabajadores pelea con independencia política propia defendiendo sólo los intereses de su clase y los del conjunto de los oprimidos en los procesos revolucionarios de este siglo.
La revolución comunista es el control, la «dominación consciente», sobre los poderes productivos. El trabajo de los socialistas revolucionarios en la construcción de este Internacional Proletaria, no es otra cosa sino organizar, influir y dirigir al proletariado mundial para que sea, justamente, la clase obrera, a través de sus luchas y sus triunfos, la que haga real, concreta y material, la abolición de la propiedad privada capitalista, a nivel internacional. Sólo así la libertad podrá darse, puesto que «la verdadera riqueza espiritual del individuo depende totalmente de la riqueza de sus relaciones sociales». Por esto, para el materialismo histórico, la consciencia es determinada por cómo producimos y, por ello, los comunistas peleamos por la subversión de la forma de explotación capitalista: «todas las formas y todos los productos de la conciencia no brotan por obra de la crítica espiritual (…) sino que sólo pueden disolverse por el derrocamiento práctico de las relaciones sociales reales».
En el comunismo existirá una riqueza de relaciones en donde el conjunto de la población mundial pueda desarrollar todas sus capacidades artísticas, científicas, creativas, etc., en lugar de estar sometidos a la ley del valor del capitalismo y a la enajenación de su fuerza de trabajo, su fuerza vital, física e intelectual, o a la pauperización que implica el desempleo y la miseria. Para Marx, la división del trabajo entre la ciudades y el campo fue producto del desarrollo de la propiedad privada que marcó la vida de quien posee la tierra y de quien no la posee, y tiene que emigrar a las ciudades a vender lo único que posee para poder sobrevivir: su fuerza de trabajo, su cuerpo, su energía física y sus capacidades intelectuales.
Marx afirma que con la Gran Industria -propia de las ciudades- la acumulación de capital dio un gran salto, y con ella lo dieron la mercantilización de todas las relaciones sociales, y la dominación del dinero. Marx encuentra que la dinámica capitalista se mueve por el insaciable deseo de ganancias, de aumentar la tasa de ganancia de los grandes capitales. Para Marx: «La gran industria crea por doquier en general, las mismas relaciones entre las clases de la sociedad», pero también, afirma «ha creado una clase que en todas las naciones se mueve por el mismo interés y en la que ha quedado ya destruida toda nacionalidad»: la clase obrera.
La investigación histórica de Marx, el materialismo histórico, afirma que el gran fruto de capitalismo es el nacimiento de una nueva clase social en todo el mundo (identificada por el lugar que ocupa como explotada en la producción capitalista), una clase social en contradicción permanente con el capital y el patrón explotador. Dice Marx: esta relación «hace insoportable al obrero no sólo la relación con el capitalista, sino incluso la relación con el mismo trabajo» (…) En ningún otro periodo anterior habían llegado las fuerzas productivas a revestir esta forma indiferente para el intercambio de los individuos como tales individuos». La generalización por el mundo del trabajo asalariado, mediada por la universalización de la industria, convierte todas las relaciones humanas en relaciones dinerarias. En la sociedad capitalista trabajar para obtener un salario es la única forma de sobrevivir; «con el dinero, se establece como algo fortuito para los individuos, toda forma de intercambio, y el intercambio mismo», dice Marx. El comunismo, entonces, es la extinción de las relaciones dinerarias y del trabajo en tanto explotación de la fuerza de trabajo de unos hombres hacia otros.
Para Marx: «El moderno intercambio universal sólo puede verse absorbido entre los individuos siempre y cuando se vea absorbido por todos. La apropiación se halla condicionada por el modo en que tiene que llevarse a cabo. En efecto, sólo puede llevarse a cabo mediante una asociación que, dado el carácter del proletariado mismo, no puede ser tampoco más que una asociación universal, y por obra de una revolución en la que, por una parte, se derroque el poder del modo de producción y de intercambio anterior y la organización social correspondiente y en la que, por otra parte, se desarrollen el carácter universal y la energía que el proletariado necesita para llevar a cabo la apropiación». El poder de los capitalistas radica en el poder del Estado moderno para la protección de su propiedad y sus intereses. Porque el Estado burgués es el garante del orden capitalista, sólo con el ascenso al poder de la clase obrera comenzará la subversión de la explotación capitalista. Sólo con el derrocamiento político de los capitalistas, es que es posible comenzar a subvertir todas las leyes de la propiedad privada burguesa, y poner bajo control obrero con coordinación internacional las relaciones de producción, fundamentalmente de la Gran Industria.
El comunismo es la transición de una economía capitalista a una economía en donde la totalidad de los instrumentos de producción del planeta esté puesta al servicio de satisfacer las necesidades de los explotados y los oprimidos. El comunismo es el fin de la propiedad privada y la extinción de las relaciones humanas mercantilizadas: «la revolución comunista está dirigida contra el modo anterior de actividad, elimina el trabajo y suprime la dominación de las clases al acabar con las clases mismas [al ya no tener que oponer ningún interés especial de clase a la clase dominante]»; es la revolución radical necesaria para derrocar el poder de los burgueses y fundar la sociedad sobre nuevas bases.
La Comuna de París
La Comuna de París fue el ejemplo histórico revolucionario más avanzado de la época de Marx y Federico Engels. La «República Social», narra Marx en «La Guerra civil en Francia», era la consigna de las y los obreros que gobernaron París durante 60 días en 1871. Fue elegida el 26 y el 28 de marzo proclamada la «Comuna de París». Durante su gobierno tomó medidas políticas y económicas clasistas como la apertura de las fábricas cerradas, la organización de una «Gran Unión» de sociedades de trabajadores, clausuró las casas de empeño, legisló el que ningún funcionario pudiera recibir una retribución superior a la de un obrero (además de que eran revocables en cualquier momento), organizó la industria y la manufactura, creó milicias obreras para liquidar a la máquina represiva estatal. A finales de mayo fue liquidada en sangre, con el asesinato de más de 30.000 obreras y obreros, lo mejor de su generación. Marx sentenció: «Era la primera vez que la burguesía ponía de manifiesto a qué insensatas crueldades de venganza es capaz de acudir tan pronto como el proletariado se atreve a enfrentarse con ella, como clase a parte». Esto se demuestra con cada nueva crisis….
Karl Marx, a días de haberse suscitado este acontecimiento, presentó el trabajo conocido como «La guerra civil en Francia» en un evento político de la Internacional de los Trabajadores. En este texto Marx expone con profunda claridad las conclusiones históricas que expresó la Comuna de París (la cual que recién había acontecido ¡hacía sólo unas horas!) para la lucha revolucionaria del proletariado mundial en los futuros acontecimientos en las crisis capitalista. «La Guerra Civil en Francia» sintetiza para los obreros revolucionarios las lecciones políticas y militares más importantes de lo que fue la Comuna de París.
El Estado es el poder racional del capital sobre el trabajo, una fuerza pública organizada para la esclavización social. El primer decreto de la Comuna fue suprimir el ejército permanente y sustituirlo por el pueblo armado; para extinguir la burocracia estatal se decretó que todo tipo funcionario sería electo, y podía ser revocable en cualquier momento, al tiempo que recibiría el salario de un obrero. El gobierno comunero tomó medidas en favor de la enseñanza gratuita y llamó a la unión del campesino y el pobre con el proletariado. En palabras de Marx: «El grito de República Social con que la revolución de febrero fue anunciada por el proletariado de París, no expresaba más que el vago anhelo de una república que no acabase sólo con la forma monárquica de la dominación de clase, sino con la propia dominación de clase», «la Comuna era, esencialmente, un gobierno de la clase obrera, fruto de la lucha de la clase productora contra la clase apropiadora, la forma política al fin descubierta para llevar a cabo dentro de ella la emancipación económica del trabajo. Sin esta última condición, el régimen de la Comuna habría sido una imposibilidad y una impostura. La dominación política de los productores es incompatible con la perpetuación de su esclavitud social». La Comuna aspiraba a la expropiación de los expropiadores.
Además la Comuna era un gobierno internacionalista en el pleno sentido de la palabra: «la Comuna concedió a todos los extranjeros el honor de morir por una causa inmortal», bastante en sintonía con lo que Marx afirmaba como la clave de la política exterior de la Asociación Internacional de los Trabajadores meses antes de que estallara el proceso revolucionario (en el «Primer manifiesto del consejo general de la Asociación Internacional de los Trabajadores sobre la guerra franco-prusiana» [julio 1870]): será «la alianza de los obreros de todos los países» lo único que acabará por liquidar las guerras. Para Marx, la lucha volvería a estallar una y otra vez en proporciones crecientes con cada nueva crisis.
Del socialismo utópico al socialismo científico: Federico Engels
Federico Engels fue el revolucionario más íntimo a Karl Marx. A él le debemos la compilación de los tomos II y III de El Capital, editados tras la muerte de Marx en 1883. Engels escribió textos muy apreciados entre los círculos marxistas de fines del siglo XIX, entre ellos La subversión de la ciencia por el señor Duhring (más conocido como el anti-Duhring) una obra a la que V. I. Lenin -narra Trotsky en la biografía de este revolucionario- dedicaría mucho tiempo de estudio. Karl Eugene Duhring era un importante intelectual socialista, profesor de la Universidad de Berlín, de la que se le destituyó por sus actividades políticas. Engels escribe esta férrea crítica frente a las deformaciones del socialismo hechas por K. E. Duhring en su vasta obra teórica.
El Anti-Duhring tuvo amplio reconocimiento y recepción porque expuso una defensa intransigente del marxismo revolucionario, del socialismo científico. En el prefacio de la edición de 1885 a este texto, Engels narra que él editó una versión sintética de esta densa obra de crítica filosófica en un folleto para el partido alemán que ahora es conocido como «Del socialismo utópico al socialismo científico», una obra sintética que expone las conclusiones más importantes de esta defensa, contra Duhring, del socialismo científico.
En este folleto, Engels sostiene que el desarrollo de la Gran Industria y del modo capitalista de producción «desarrolla también estas gigantescas fuerzas productivas y los medios para resolver estos conflictos [la mundialización de la clase obrera]»: «el auge de la industria sobre bases capitalistas convirtió la pobreza y la miseria de las masas trabajadores en condición de vida de la sociedad». El modo de producción capitalista, afirma Engels, es el conflicto entre la clase explotada y la burguesía opresora, y la contradicción entre las crecientes fuerzas productivas y las formas de cambio. Así, el socialismo es «el producto necesario de la lucha entre dos clases formadas históricamente: el proletariado y la burguesía»; esta clase explotadora que a través del proceso de producción capitalista, extrae plusvalía mediante la apropiación de la fuerza de trabajo de otros humanos.
Engels siempre reconoció la capacidad intelectual de Karl Marx. Para él, la visión de Marx respecto al comunismo consistía en una «ciencia del proceso histórico económico». Fueron los descubrimientos científicos y económicos de Marx, sostiene Engels, los que permitieron desarrollar una concepción materialista de la historia. El materialismo histórico plantea que la producción es la base de todo orden social. Si esto es así, las revoluciones son, entonces, transformaciones en las que ya no concuerda el orden social: «las nuevas relaciones de producción han de contenerse ya -más o menos desarrollados- los medios necesarios para poner término a los males descubiertos. Y esos medios no han de sacarse de la cabeza de nadie, sino que es la cabeza la que tiene que descubrirlos en los hechos materiales de la producción, tal y como los ofrece la realidad» (1885).
Los comunistas sostenemos que el desarrollo del conocimiento y la técnica capitalista hace tiempo que pudieron haber erradicado el hambre, las necesidades de vestido, educación, recreación y salud en el mundo. Pero, frente al desarrollo veloz de las fuerzas productivas capitalistas, los proletarios sobreviven condenados a la miseria. Para Engels «en la mente de los trabajadores se manifiesta la consciencia de estas contradicciones»; dentro de la industria y, en particular, de la gran industria, todo está planificado perfectamente, pero «el mercado mundial es una anarquía»; no se sabe ni cuánto se produce ni si se venderá lo que se lanza al mercado. Para Marx y Engels, esta contradicción fundamental resulta de la apropiación privada de los medios de producción; la producción capitalista no se pregunta si esa mercancía que produce es lo que la sociedad necesita, sólo tiene sed por aumentar su ganancia mediante de la apropiación del trabajo de otros.
Los comunistas vemos la potencialidad que tienen esas fuerzas productivas si fuesen apropiadas «por la colectividad»; el paso de la propiedad privada a la propiedad social, como lo llamó Marx.
Siguiendo al El Capital –este texto que es fundamental que todos los comunistas estudiemos- el socialismo pretende extinguir desde la mercancía1 hasta el trabajo asalariado en tanto contradicciones del sistema capitalista; para Engels: «En esta contradicción [la propiedad privada] que imprime al nuevo modo de producción su carácter capitalista, se encierra, en germen, todo el conflicto de los tiempos actuales [cursivas original]». Lo que Engels quiere decir con esto, es que a diferencia de otras visiones utópicas (como Saint-Simón, Fourier, Owen), el socialismo científico parte de las premisas materiales, de lo que ya existe y de las contradicciones que le son intrínsecas al capital.
Para Marx y Engels, en la época de la gran industria la técnica tiene una «capacidad infinita de perfeccionamiento». Hoy esto es una realidad inobjetable; la gran industria moderna tiene una capacidad de producción, toda ella excepto la que depende de bienes inelásticos, del 10 al 30% de su capacidad productiva total. En el siglo XXI el perfeccionamiento de los medios de producción los ha hecho estar sumidos en una profunda contradicción: no «pueden» producir más, sólo porque las leyes de la valorización de la mercancía en la sociedad capitalista se lo impide. El capitalismo es crisis. Su dinámica y sus tendencias lo han llevado de crisis en crisis por la historia, y lo seguirá haciendo hasta que la clase obrera tome bajo su control la producción a nivel internacional y el poder político en el mundo, o hasta que ocurra la barbarie y el ecocidio al que conduce sin frenos el capitalismo.
Al incrementar las ganancias de los grandes capitalistas, el capitalismo ha expandido sus relaciones sociales y su forma de producción por todo el mundo, proletarizando a masas cada vez más amplias de humanos en el globo, y construyendo y acrecentando un ejército industrial de reserva gigantesco. Cada nueva tecnología o técnica implica, en la dinámica del mercado mundial, peores salarios, aumento de la jornada de trabajo, etc.
La dinámica del sistema capitalista es guiada por sus contradicciones intrínsecas. Por ello, la crisis es parte esencial del capitalismo, una consecuencia lógica de sus tendencias; Engels dice: «en las crisis estalla en explosiones violentas la contradicción entre la producción social y la apropiación capitalista (…) El modo de producción se rebela contra el modo de cambio [cursivas en el original]»:
«Todo el mecanismo del modo capitalista de producción falla, agobiado por las fuerzas productivas que él mismo ha engendrado. Ya no acierta a transformar en capital esta masa de medios de producción, que permanecen inactivos, y por esto precisamente debe permanecer también inactivo el ejército industrial de reserva. Medios de producción, medios de vida, obreros disponibles: todos los elementos de la producción y de la riqueza general existen con exceso. Pero «la superabundancia se convierte en fuente de miseria y penurias» (Fourier), ya que es ella, precisamente, la que impide la transformación de los medios de producción y de vida en capital, pues en la sociedad capitalista, los medios de producción no pueden ponerse en movimiento más que convirtiéndose previamente en capital, en medio de explotación de la fuerza humana de trabajo. Esta imprescindible calidad de capital de los medios de producción y de vida se alza como un espectro entre ellos y la clase obrera»
Para los marxistas revolucionarios, esta contradicción tiene sólo una solución que es progresiva para la clase obrera: la sociedad socialista, una sociedad en donde la clase obrera posea la propiedad de las fuerzas de producción; una sociedad planeada y organizada, supeditando las necesidades de la sociedad y cada individuo a cualquier afán de ganancia en el sentido capitalista. La sociedad socialista será cuando el proletariado tome en sus manos el papel del Estado, y convierta los medios de producción en propiedad suya: «Por primera vez, se da ahora, y se da de un modo efectivo, la posibilidad de asegurar a todos los miembros de la sociedad, por medio de un sistema de producción social, una existencia que además de satisfacer plenamente y cada día con mayor holgura sus necesidades materiales, les garantiza el libre y completo desarrollo de sus capacidades físicas y espirituales».
A la par de su expansión y perfeccionamiento, el capitalismo ha generado la fuerza social suficiente para poner fin a sus propias contradicciones: el proletariado.
La III Internacional y su lugar en la historia: V. I. Lenin.
Marx fue la mente que permitió desarrollar el materialismo histórico y la concepción del comunismo científico, y Lenin fue el primer gran general del proletariado mundial para la ejecución del socialismo. Siguiendo el ejemplo de la Comuna de París, los soviets revolucionarios rusos fueron la primera República Soviética Proletaria y Campesina en la historia, la primera forma de estado de una «República Social», como lo definieron los comuneros parisinos.
V. I. Lenin, en «La dictadura democrática revolucionaria del proletariado y del campesino» de 1905, en medio de las discusiones con la socialdemocracia rusa, sostiene que los revolucionarios se plantean «derrocar el viejo régimen» capitalista. Los comunistas revolucionarios, siguiendo a Lenin, dividen su programa en uno mínimo (que pelea por conquistar y defender todos los derechos democráticos y políticos), pero pelean intransigentemente por su programa máximo: la Revolución Socialista, el programa del socialismo revolucionario hasta el final. Para Lenin, esto es inconquistable sin una organización política que levante un programa independiente y clasista, que a la par que pelea por defender todos los derechos democráticos del régimen burgués, pelee porque éste sea la última forma de dominación de clase.
Para 1919 Lenin sostenía, en «Economía y política en la época de la dictadura del proletariado», que entre el capitalismo y el comunismo existe un periodo de transición, «un periodo de lucha entre el capitalismo agonizante y el comunismo naciente», en donde los primeros pasos del régimen socialista se tienen que tomar «con un solo golpe revolucionario». Para Lenin, las bases comunistas de una economía política de transición consisten en la abolición de la propiedad privada de los medios de producción, la expropiación de la tierra sin indemnización a los grandes propietarios, la planeación y organización de la gran producción en la industria y en el campo, la distribución de la fuerza de trabajo entre las distintas ramas de la economía, y la distribución de grandes cantidades de artículos de consumo pertenecientes al Estado: «en el lapso -cuenta Lenin en este documento- de pocos meses fueron también expropiados sin indemnización prácticamente todos los grandes capitalistas, propietarios de fábricas y talleres, de bancos, sociedades anónimas, ferrocarriles, etc. Se llevó a cabo, de un modo general, la organización estatal de la gran producción industrial y el paso del «control obrero» a la «administración obrera» de fábricas, talleres ferrocarriles así como la transición de la pequeña agricultura mercantil a la agricultura comunista. El Estado soviético se apropió del comercio privado organizando la distribución de productos organizada por el Estado, y planeando una relación socialista de intercambio entre el campo y la ciudad.
Hay hombres que juegan grandes papeles en la Historia, y Vladimir I. Lenin es sin duda uno de ellos. Lenin -junto a toda una generación de bolcheviques revolucionarios- se atrevió a hacer realidad el inicio de la pelea por la reorganización de la totalidad de la economía mundial para transitar hacia el socialismo. Si queremos cambiar radicalmente las relaciones sociales, si peleamos por el socialismo, en la época de transición del capitalismo hacia el socialismo la clase obrera en el poder habrá de reorganizar toda la economía en una «gran producción social» que logre la extinción de las clases sociales.
En «Socialismo pequeño burgués y socialismo proletario», dice Lenin: «Todo el desarrollo tanto económico como político de las sociedades contemporáneas y toda la experiencia del movimiento revolucionario y de la lucha de las clases oprimidas han confirmado cada vez más la justeza de las ideas marxistas»; «Los sueños socialistas se trasformaron en lucha socialista de millones de seres únicamente cuando el socialismo científico de Marx vinculo las aspiraciones trasformadoras a la lucha de una clase determinada. Fuera de la lucha de clases, el socialismo es una frase vacía o un sueño ingenuo»: el socialismo es la lucha del proletariado internacional hasta el final.
León Trotsky: la economía de transición.
Hacia 1922, en el «Informe sobre la NEP y las perspectivas sobre la revolución mundial», Trotsky sostenía que: «es imposible saltar del capitalismo a una sociedad socialista. Nadie cree que tras la toma del poder pueda construirse de la noche a la mañana la nueva sociedad. Lo que Engels tenía en mente, realmente, era toda una época de trasformaciones revolucionarias que, a una escala histórica mundial efectivamente significaría un «salto». La tarea del socialismo son todas las transformaciones necesarias para reorganizar el anárquico mercado capitalista en una economía socialista centralizada: «entre el capitalismo y el socialismo completo, con su economía socialmente planificada, existen etapas de transición», las cuales dependen inevitablemente del desarrollo de la lucha de clases mundial.
Para Trotsky la correcta planificación económica tiene un «rol preponderante» en la economía socialista, en la economía de transición al comunismo: la «política de planificación [es] incomparablemente más consciente y más claramente provisoria». Una economía socialista deberá nacionalizar todas las grandes industrias y ramas económicas, organizar la relación entre la industria y la agricultura, concentrar y organizar las grandes inversiones, al tiempo que mejora considerablemente la posición de los obreros.
Una economía socialista deberá terminar derrumbado la ley del valor como la ley que rige la dinámica económica. Pero esta no puede ser «falseada» de la noche a la mañana. La economía de transición es un programa de reivindicaciones económicas que pelea conscientemente hacia el socialismo, erigiendo un nuevo sistema económico sobre las ruinas del capitalismo. La economía de transición tendrá que lidiar el desastre de la economía mundial a la que la ha llevado la dinámica capitalista, y reorganizar profundamente los cimientos mismos de cada fábrica. Así como el programa de transición es un «puente» que vincula las demandas más tangibles de la clase obrera hacia el programa político socialista, la economía de transición es un puente entre las consignas económicas mínimas y nuestra máxima reivindicación: la sociedad comunista. Es un puente entre la lucha por un salario igual a la canasta básica familiar y la extinción del dinero y de la mercancía en la sociedad comunista; entre el control obrero de una fábrica y la nacionalización bajo control obrero de ramas enteras de la industria a nivel estatal, interestatal y mundial. La economía de transición es el puente que tiene que recorrer en sus primeros años el poder revolucionario de los trabajadores y los oprimidos, antes de llevar su lucha hasta el final.
Entonces, siguiendo a los clásicos marxistas, y a Lenin y Trotsky, el socialismo es toda una etapa histórica en la que se suceden una serie de transiciones hasta la lucha final: el comunismo. En socialismo es una etapa en la que mejoran las condiciones de vida de la clase obrera en la esfera material, política y cultural: «no hay, ni puede haber, por supuesto, una política que nos permitiera resolver de golpe todas nuestras dificultades o saltarnos un periodo prolongado de elevación de nuestro nivel cultural y económico».
Nuestra lucha hasta el final: el Comunismo
Nuestra lucha es por organizar, dirigir e influir a lo mejor de la clase obrera en México y a nivel internacional, en clave clasista y revolucionaria. Los militantes revolucionarios sabemos que peleamos por el comunismo. El comunismo es nuestro programa máximo, es la conclusión política del materialismo histórico.
La única manera real de transformar radicalmente las relaciones sociales y económicas de opresión y dominación, es llevando hasta el final el programa del Manifiesto Comunista de Karl Marx y Engels. Hace tiempo que las conclusiones de estos clásicos se cumplieron; la técnica capitalista está infinitamente más avanzada que en el siglo XIX y una nueva clase social habita en el mundo: la clase obrera, con fuerza suficiente para establecer un nuevo orden mundial, el régimen comunista.
Hace falta que los marxistas revolucionarios del mundo pongamos en pie el partido de la revolución social mundial, en todos los continentes, que se prepare para pelear hasta el final en el próximo periodo de crisis, guerras y revoluciones. Un partido como dirección del proletariado mundial. Con militantes de hierro que estudiemos y nos forjemos con lo mejor de la tradición marxista, comunista y revolucionaria, preparándonos para los combates que tendremos que enfrentar, pelear y triunfar, dejando hilos de continuidad para que las próximas generaciones gocen de un mundo comunista.
«La vida es hermosa. Que las futuras generaciones la libren de todo mal, opresión y violencia y la disfruten plenamente». L. Trotsky.
No puedo finalizar sin agradecer al profesor Luis Sandoval Ramírez las inmensas facilidades realizó para que este trabajo pudiera ser elaborado.
Nota:
1 Engels: «toda sociedad basada en la producción de mercancías presenta la particularidad de que en ella los productores pierden el mando sobre sus propias relaciones sociales», característica esencial de la producción mercantil.
Gabriel Bagundo Movimiento de los Trabajadores Socialistas (MTS) / Fracción Trotskista- Cuarta Internacional (FT-CI)
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