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Notas a propósito de un artículo de Rolando Astarita

El valor de cambio

Fuentes: Rebelión

He leído recientemente una publicación de Rolando Astarita en su blog (1). En esta parece hacer otra de esas defensas del marxismo,-que como he dicho (2)- defienden en nombre de Marx cosas que este no dijo. Sin ánimo de ofender, y buscando siempre liberar al marxismo de malas interpretaciones, presento a continuación (brevemente) algunas ideas […]

He leído recientemente una publicación de Rolando Astarita en su blog (1). En esta parece hacer otra de esas defensas del marxismo,-que como he dicho (2)- defienden en nombre de Marx cosas que este no dijo. Sin ánimo de ofender, y buscando siempre liberar al marxismo de malas interpretaciones, presento a continuación (brevemente) algunas ideas que ponen en duda lo defendido por Astarita.

En su artículo, él regresa a un viejo debate de los marxistas con el exterior: la existencia de «la sustancia común» en el cambio. Establece todo un cuestionamiento sobre las posiciones de los austriacos respecto a estas ideas. Según Astarita, los austriacos niegan la existencia de «la sustancia común» de los valores de cambio. No voy a referirme a la idea de dichos austriacos, sino a la supuesta tesis de Marx que él defiende. Solo quiero recordar que El Capital fue escrito bajo formas de razonamiento, que los neoclásicos no conocían. Estos estaban impregnados del positivismo de la época, y con esos esquemas interpretaron a Marx, y así, malinterpretado, comenzaron a criticarlo.

Para Astarita es indudable,-y lo demuestra con toda una serie de citas y razonamientos-, la existencia de esa «sustancia común» de los valores de cambio. Según su tesis, estos son reducibles la susodicha sustancia, a una medida común: el valor, por tanto, a su trabajo. Es cierto que lo que expone tiene mucha lógica e incluso es enseñado  aún en la academia, pero ¿qué pasaría si el propio Marx desmintiera eso? Como he expuesto en un buen número de artículos publicados ya, siempre hago el llamado de no leer el Capital como un libro de economía que es respuesta  a los neoclásicos, sino como un libro de dialéctica aplicada, heredero de la tradición de La ciencia de la lógica de Hegel. Si no se hace así, se logrará-tal y como hacen tantos- cambiar lo que dijo Marx. También es muy importante mirar en la obra de Marx con ojos muy críticos, que sospechen, que analicen cada idea y que busquen explicaciones, y de ser necesario, la propia significación de cada término en cada época, que puede servir para evitar fatales errores del marxismo, como el ocurrido con la palabra producción.

Es por eso, que -como he hecho otras veces-, me apoyo en uno de los textos más avanzados y desconocidos de Marx: Las Glosas al tratado de Adolph Wagner. En él, Marx reivindica algunas de las mentiras que ese señor había expuesto a nombre de su obra El Capital. Si bien, con  lo que yo he expuesto ya sobre el valor (3), podría cuestionar la tesis de Astarita, dejemos que sea el propio Marx quien hable.

Este comienza un párrafo diciendo: «Yo no digo en parte alguna de «la sustancia común del valor de cambio»; digo por el contrario, digo que el valor de cambio representa algo que les es común: el valor.» (4 pág. 171) No sé por qué muchos no lo hacen, pero hay que mirar este texto de Marx.

Aquí está dejando claro este algo tiene implicaciones teóricas y metodológicas muy fuertes. Primero hay que entender que el valor se figura, toma cuerpo, en el valor de cambio. El valor de cambio es una expresión que adquiere sentido porque existen dos  o más valores. Al parecer muchos pensaron que el valor de cambio, llevaba escondido elementos cuantitativos que permitían la tan necesaria conmensurabilidad del cambio. Quien piense así ha construido el camino teórico al revés. Por eso, ese razonamiento termina por decir que es el trabajo esa sustancia común .Respecto a eso, Marx afirma:    Yo no digo que la sustancia social común del valor de cambio sea el trabajo. (4 pág. 171)

No sé qué  tan claro pueda quedar esto, solo con esas citas, por lo que aclararé par de elementos. Lo primero que debe quedar resaltarse, es la metodología de la sección primera. En ella Marx explica que el valor de cambio se presenta, como relación cuantitativa de equivalencia. Es decir, el valor de cambio, entendido desde su fetichismo, es solo esas proporciones del cambio, relaciones entre cosas. Sin embargo más adelante, aclara como eso no es más que la forma de expresión del valor, es decir, la relación donde esta se figura, donde se manifiesta la relación de valor, su carácter de valor.

Ampliando la explicación

Para ampliar la compresión solo habría que entender qué es el valor y qué el valor de cambio. El primero, es la abstracción que se hace de la relación de cambio aislando uno de sus elementos. Así el valor, al quedar separado de su elemento referencial (el valor equivalencial), queda solo como algo que la sociedad le atribuye cierto valor, reconocimiento, identidad, poder, porque lo valida como valor de uso. Como toda teoría del lenguaje, no debe buscarse en su interior (error cometido por algunos lingüistas rusos), como si la conmensurabilidad se hiciera de forma mecánica por un contenido interno de las cosas. El valor, separado de su referente, queda solo como algo relacionable, enajenable, pero que no se sabe cómo.

Al compararlo con otro valor, se da la relación de valor de cambio. En esta, el valor, que no puede expresar su valor en sí mismo (por razones lógicas), lo expresa en el otro elemento de la ecuación de valor. En esta interacción ambos se reconocen mutuamente. Pero ¿qué es lo que reconocen? Algunos han comenzado a buscar explicaciones que van desde lo mencionado (una sustancia común interna, hasta un tercer elemento exterior).

Me pregunto: ¿ Para qué Marx explica el valor? Para entender el valor de cambio, hay que pensar y saber primero qué es el valor. Es por eso, que el valor de cambio, no es más que la relación  la igualación de dos valores a través de procesos sociales. ¿Con respecto a qué? Para saber ese qué hay que dominar la dialéctica cómo método-que no es precisamente considerar las cosas en movimiento-. La identidad que se establece en el intercambio mercantil, es una identidad respecto a las esencias de esas mercancías. Hay que recordar que esas esencias (valor) son de sustancia puramente social, lo cual quiere decir, que es un reconocimiento al papel que juega la mercancía en la sociedad. La identidad (valor), resulta de cómo los hombres reconocen racionalmente los resultados del trabajo, lo que como elemento consciente, está determinado por factores de índole cultural, histórica, e incluso pulsionales.

En materia de dialéctica el contenido que permite establecer una comparación, tal como el valor de cambio, no se enfrenta como la lógica formal. Recuerdo que la lógica formal, establece su identidad de la forma, estableciendo la comparación en términos de cantidad. De esa misma manera han procedido muchos (como Astarita) a buscar esa cantidad-en este caso de trabajo- que permita establecer la comparación. La dialéctica, en su rechazo de convertir la forma, la cantidad en contenido, compara, mide, en relación a las cualidades. Esas cualidades, no son más que las cualidades que racionalmente la sociedad le confiere a cada mercancía  a partir de su valor de uso, es decir, por adquirir su valor de uso un carácter social.

Por eso, Marx en un primer momento, en su análisis desde la forma, compara cuantitativamente una mercancía con otra (tanto de A por tanto de B). Desde ahí, construye su noción de contenido (valor), que no intenta cuantificar nuevamente. No existe momento del tomo primero donde Marx equipare dos mercancías en términos de horas, sino en su forma, cantidades de mercancías. Eso contribuye a demostrar que esa o sustancia común no existe, al menos como tal sustancia. Lo que existe es un contenido del valor, es decir, su papel en la sociedad, que se expresa, adquiere forma social, es decir, FORMA, al entenderlo como valor de cambio. El hecho de que el cambio se explique en términos de valores de uso, está mostrando como el contenido de ese cambio se entenderá a partir de los papeles de esas formas (valores de uso) en la sociedad.

Consideraciones finales

Una de las causas de esas conclusiones teóricas, es el desconocimiento de la dialéctica. Sin esta, se llega a pensar que debe haber algo material que permita la conmensurabilidad (trabajo), cuando la conmensurabilidad ocurre en la propia interacción de individuos conscientes, determinada en la lucha de clases. Lo conmensurable se ha entendido axiomáticamente, como si fuera un punto de partida a la hora de comparar dos elementos. Recuerdo que uno de los mayores cuestionamientos de Hegel (cuerpo fundamental del aparato lógico del Capital) (5), este critica fuertemente los esquemas preestablecidos de la matemática como la estructura del silogismo (6 pág. 363), que encasilla el pensamiento y lo puede llevar a resultados equivocados. De esta misma forma, se intenta buscar un contenido, un axioma para entender que está pasando en el cambio.

Lo que debe hacerse es, metodológicamente hablando, o mejor dicho, lo que hace Marx, al comprender la estructura de cambio, no es buscar lo común en el cambio, sino explicar cómo en  este se expresa al valor. No es que el valor de cambio sea algo propio que esconde un denominador común que hay que buscar, tal y como hace la matemática en su proceso de simplificar funciones. Se trata de que el valor de cambio de es más que la fenomenización, una forma más concreta de expresarse el valor. Por lo que se puede afirmar que se ha invertido la forma de abordar la cuestión en explicaciones como la de Astarita. El otro componente significativo, es el regreso al fetichismo. Marx traza un camino alrededor del valor de cambio, iniciado con visiones cosificadas, relaciones entre cosas (una mercancía respecto a otra), para después pasar a entender las relaciones que esconde, las relaciones de valores de cambio, para después desentrañar relación más simple, la de valor, y ese es el contenido (esas relaciones sociales)¿Cómo es posible que una crítica a las interpretaciones fetichistas, termine en una respuesta fetichista? Es decir, decir que el cambio, es por otra cosa, por el trabajo contenido en las mercancías es algo fetichista. ¿Toda la teoría era para decir que se estaba cambiando por la cosa incorrecta, que debe ser por el trabajo materializado (otra cosa)? Lo que explica Marx, es una visión que se centra en las relaciones sociales (relaciones entre los hombres) que ocurre en el cambio. El cierre de la teoría esa no puede ser para buscar una cosa (cosificada, trabajo), que sea punto de partida del cambio.

Con lo anterior solo intento dar pie un ciertos cuestionamientos que desarrollaré en escritos posteriores y que son una línea de lucha por destruir todas esas teorías que triunfalistas que buscan axiomas a los que aferrarse para enjuiciar la realidad, en parte por su renuncia al estudio de la dialéctica, que conlleva a lecturas del Capital sin la metodología correcta y  en parte por desconocer textos como en el que explícitamente Marx desmiente la idea de la sustancia común. En todo caso, si la explicación no es suficiente, para quien busque algo a lo que aferrarse, ahí están las declaraciones de Marx al respecto.

Bibliografía

1. Astarita, Rolando. Rolando Astarita(blog). Rolando Astarita(blog). [En línea] rolandoastarita.blog/2018/05/03/los-austriacos-y-la-reduccion-a-sustancia-comun/.

2. Hayes Martínez, Miguel Alejandro. Rebelión. Rebelión. [En línea] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=236994.

3. -. Rebelión. Rebelión. [En línea] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=235741.

4. Marx, Carlos. Glosas marginales al »Tratado de economía política» de Adolph Wagner. [aut. libro] Maurice Dobb, y otros. Estudios sobre El Capital. México : Siglo XXI, 1970.

5. Lukács, Georg. El Joven Hegel. La Habana : Edición Revolucionaria, 1966.

6. Hegel, Federico. La ciencia de la Lógica. s.l. : Ediciones Solar, 1982.

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