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La paz en Colombia de Fidel Castro (2)

El valor de los principios

Fuentes: Rebelión

Los cegara la grandeza criolla. Viles tenemos, pero mas grandes que viles. Habrá un humilde para cada soberbio; seremos ala de aquella otra ala. Y con dos alas volaremos mejor. No somos hombres aquí: somos amigos del hombre. José Marti Es martes 2 de diciembre, cruzamos la Plaza de Bolívar, nos dirigimos al norte de […]

Los cegara la grandeza criolla.

Viles tenemos, pero mas grandes que viles.

Habrá un humilde para cada soberbio; seremos ala de aquella otra ala.

Y con dos alas volaremos mejor.

No somos hombres aquí: somos amigos del hombre.

José Marti

Es martes 2 de diciembre, cruzamos la Plaza de Bolívar, nos dirigimos al norte de la ciudad de Bogotá, más o menos a doce kilómetros de la Plaza, para apreciar la exposición de El Roto que se ha montado en un Centro Cultural. En la carrera séptima nos encontramos una marcha de cientos de ciudadanos que protestan enardecidamente por el robo de sus dineros en las pirámides, miles de millones de pesos que les fueron arrebatados a mucha gente que coloco sus ahorros con la ilusión de percibir las fastuosas utilidades pregonadas por los medios masivos de comunicación. Desde hace meses la movilización social de estudiantes, trabajadores, indígenas, campesinos, victimas del terror estatal, victimas de los secuestros, desterrados, no cesa. Una colosal crisis social y política se desencadena en forma irrefrenable como resultado de una administración en la que ha brillado la ausencia de principios y conocimiento de un pueblo laborioso y sufrido. En las aceras del centro de la ciudad, mujeres de la etnia embera sentadas con sus niños, compiten por algunas monedas con los viejos, los jóvenes y los perros que escarban en las bolsas de basura.

Cuando pasamos la Plaza Santander , a un par de cuadras de la calle 16 con carrera 4 , lugar en el que funcionaba el Hotel Claridge , residencia a donde llego Fidel Castro en abril de 1948, escuchamos entre centenares de vendedores ambulantes que ofrecen las mas disímiles mercancías a los voceadores de libros: ¡ La paz en Colombia! ¡La Paz en Colombia! ¡ de Fidel Castro! . Como aún no esta en librerías, hasta ahora las ventas son superiores a las normales», nos dice el hombre con el que regateamos el precio, «se los voy a dejar en el mínimo para ganarme dos mil pesitos: llévenlo en doce mil pesitos: 4.50 euros-. Revisamos la edición pues no sería la primera vez que en la calle vendan un libro pésimamente editado con errores que lo tornan ilegible , pero encontramos que la edición ha quedado impecable con algunas fotografías al final de la obra : Fidel con el ex Presidente Andrés Pastrana , con Martha Lucia Ramírez , con Horacio Serpa … Regresamos hacia la Avenida Jiménez , por entre decenas y decenas de puestos en los que se venden millares de quintos de lotería.

Tomamos el Transmilenio en la Estación Museo del Oro , frente a la enorme estatua de Gonzalo Jiménez de Quesada donada por el Gobierno de Franco a la ciudad a finales de la década del cincuenta; con suerte y maña logramos un puesto , y mientras el autobús avanza por su carril exclusivo , en el norte pudiente de la ciudad , esclavo no del espanto de la miseria material , pero sí de los falsos sueños que absorben la vida y cantidades gigantescas , pero siempre insuficientes de dinero , continuamos la lectura en búsqueda de las claves de la paz genuina en nuestra tierra. En medio de vías espectralmente repletas de automóviles con prepotentes conductores desesperados en sus ostensivas «burbujas cuatro puertas«, culminamos en el libro la lectura que habíamos iniciado con la impresión de la versión digital de la obra que se publico el pasado mes de noviembre.

En la página 125 del libro Fidel menciona «un hecho que sin duda golpeó fuertemente el prestigio internacional de las FARC -EP: el asesinato de tres indigenistas norteamericanos. Eran dos mujeres y un hombre : Ingrid Washinawatok , Terence Freitas y Laheenae Gay. Habían sido secuestrados el 25 de febrero de 1999 y el 4 de marzo aparecieron sus cadáveres en la comunidad indígena Uwa , ubicada en las proximidades de la frontera con Venezuela.

Marulanda era demasiado inteligente como para actuar de esa forma. Raúl Reyes admitió la vinculación de su organización al hecho, alegando que el responsable sería castigado, pero que no lo entregaría como demandaban los yanquis. Es obvio que los revolucionarios colombianos no podían acceder a la exigencia, pero se imponía juzgar al culpable y aplicar un castigo ejemplar, como corresponde a la traición en caso de guerra. En nuestra lucha revolucionaria lo hicimos así para contrarrestar un brote de bandolerismo. Por alguna razón, que sospecho pero no deseo exponer para no caer en especulación, no lo hicieron así, lo cual puso a prueba la voluntad negociadora de Pastrana, que estaba conciente del extremismo de la parte más recalcitrante de su partido.

Los pensamientos de Fidel suscitan la reflexión sobre el valor sagrado de la vida reivindicado por un amplio y creciente movimiento ciudadano, y sobre lo que ha significado en Colombia un conflicto tan prolongado en una geografía tan rica y abrupta, con escenarios tan inasequibles. Más de sesenta años de confrontación armada, sin contar con la resistencia iniciada desde el momento mismo de la conquista y con el mestizaje impuesto sobre más de ciento cincuenta pueblos nativos de los cuales aún sobreviven aún ochenta comunidades , con una economía potenciada desde el exterior por la identificación de los yacimientos de petróleo como áreas estratégicas , por un conflicto que multiplica la demanda de armamento y suministros militares, y por una demanda descomunal de cocaína , en la que el poder armado define el poder de acumulación , han conducido a que los ríos de sangre y la dimensión feroz que exalta la guerra , se hayan expandido sobre el territorio.

En la página 264 del libro, en el Epilogo, Fidel señala: «Yo discrepaba con el Jefe de las FARC por el ritmo que asignaba al proceso revolucionario de Colombia, su idea de guerra excesivamente prolongada……. Es conocida mi oposición a cargar con los prisioneros de guerra, a aplicar políticas que los humillen o someterlos a las durísimas condiciones de la selva. De ese modo nunca rendirían las armas, aunque el combate estuviera perdido. Tampoco estaba de acuerdo con la captura y retención de civiles ajenos a la guerra. Debo añadir que los prisioneros y rehenes les restan capacidad de maniobra a los combatientes. Admiro, sin embargo, la firmeza revolucionaria que mostró Marulanda y su disposición a luchar hasta la última gota de sangre»

Recordamos las palabras de Ingrid Betancourt de la semana pasada: «Yo no se a quien se le ocurrió el tema del secuestro en las FARC, pero tienen que hacerle un juicio; el tema del secuestro acabo con las FARC». Pensamos en las palabras de los prestigiosos académicos Guillermo Páramo y Guillermo Hoyos clamando sobre la necesidad de que todas las victimas en Colombia, todas, no unas, sino todas, y sus voces silenciadas, tengan un lugar principal en el hallazgo conjunto de salidas del conflicto y del estado de degradación en el que nos hemos precipitado. Ni en nuestra cabeza, ni en nuestro corazón, cabe la magnitud del sufrimiento humano de todos estos años, ni los umbrales monstruosos alcanzados. Hay una fatiga con el desangre, un hartazgo con el odio, un tedio del horror.

Las ideas de Fidel traen a la mente las ideas de José Martí: Para salvar a la patria de crímenes se ha madurado el alma pura de esta revolución: no para cometerlos ,lo dijo Martí en su periódico Patria 1 . En la página 134 de La Paz en Colombia , remembrando los acontecimiento en la pequeña isla de Granada , Fidel mismo recuerda la Declaración del Partido y el Gobierno de Cuba el 20 de octubre de 1983 : » ningún crimen puede ser cometido en nombre de la revolución y la libertad.» En noviembre de ese año, en el acto de despedida a los héroes caído en la isla de Granada, Fidel también expresó: «Búsquese en la historia del movimiento revolucionario y se verá más de una vez la conexión entre el imperialismo y quienes asumen posiciones aparentemente de izquierda. Pol Pot y leng Sary , genocidas de Kampuchea…»

La revolución cubana , próxima a cumplir cincuenta años el próximo 1 de enero, asombra no solo por la extraordinaria hazaña que significa el haber logrado mantener la independencia y el sentido humanista de su proceso al lado del más poderoso y agresivo Imperio de la historia , y en un mundo que ha sido permeado por su influencia , sino por constituir un pequeño pero inconmensurable espacio – en un planeta aún dominado por los valores de un materialismo ramplón – en el que las ideas éticas y espirituales de Martí han florecido de manera ejemplar y han podido ser sembradas en otras latitudes. El Mover un país por pequeño que sea, es obra de gigantes, quien no se sienta gigante de amor, o de valor, o de pensamiento, o de paciencia, no debe emprenderla (Martí).

Si de potencia armada se tratase, nada tendría que hacer Cuba frente a la descomunal potencia bélica de los Estados Unidos. Si el poder armado fuese la clave no se habría desmerengado la URSS. Pero no es el poder destructivo el que sorprende y atrae los ojos del mundo, y de indoafroamérica en especial, hacia Cuba, sino la evolución en los niveles de conciencia, la obra social y humana, la lealtad a los principios, el valor de reconocer los errores, la unidad en la defensa de lo avanzado.

Si en el mundo, en lugar de despilfarrar cada día recursos colosales en potencia destructiva y en las promesas falsas de felicidad instauradas por la publicidad, esos recursos se hubiesen destinado a crear y comunicar una cultura ecológica, a compartir las sabidurías nativas sobre las formas de habitar la tierra sin devastarla, a la alimentación sin exterminio de otras especies, a la educación creadora y la salud, como en la isla, ¿Cuanto podríamos haber avanzado como humanidad? ¿Cuanto miedo y desconfianza y odio y rencor y violencia y autoritarismo podríamos haber desalojado de nuestra alma colectiva?

Marti se revoluciono a si mismo para poder encarnar el sueño que compartio.Su obra de pensamiento y comunicación la suscribió con su valor y la ofrenda de su vida. Pero primero encendió los sentidos que iluminaban el proceso que debía ser con todos y para el bien de todos. Comprendió el valor de las ideas. : No hay proa que taje una nube de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera mística del juicio final, a un escuadrón de acorazados Contemplo las formas como los imperios de las malas ideas precipitan a los pueblos en los abismos del sufrimiento físico y espiritual. Indago y escucho y esculpió las ideas que garantizan el acceso a la paz genuina el gobierno de un pueblo es el arte de ir encaminando sus realidades, bien sean rebeldías o preocupaciones, por la vía mas breve posible, a la condición única de paz, que es aquella en que no haya un solo derecho mermado.En un día no se hacen republicas……».  

Los abismos insondables del horror que han afrontado los pueblos de Colombia, el hecho de haber sido heridos en lo mas sagrado, ha despertado un amplio movimiento social de decoro en el que esta presente la raíz pura , la entereza y el desinterés, la opbra redentora, la fe en el valor de la palabra enraizada en la obra cotidiana, es el espíritu ético que esta suscitando las transformaciones anheladas, y mas las suscitará en la medida en que se vaya uniendo y vaya siendo conocido.

Mientras se esta elaborando una revolución , mientras se le apartan los obstáculos que el enemigo pone en su camino y se acomodan y funden los factores varios resbaladizos con que se le ha de acometer , mientras cunde por un país minado de espionaje sutil el conocimiento de la fuerza y desinterés de la obra redentora , mientras se aprieta y remata la obra interrumpida a cada paso por las astucias del enemigo y nuestros miedos y vanidades que lo iluminan y asesoran , la tarea de la revolución adelanta en forzoso silencio.(Marti)