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Sobre la educación popular

El valor del juego en nuestra tarea

Fuentes: Pañuelos en rebeldía

En la Educación Popular, lo lúdico no solo pasa por la utilización de las técnicas participativas, sino que el hecho de ir descubriendo y descubriéndonos, en los vínculos y en las matrices de aprendizaje viciadas de los valores del capitalismo, y disponerse a la construcción de nuevas relaciones, de nuevos saberes, de nuevas subjetividades, involucra […]

En la Educación Popular, lo lúdico no solo pasa por la utilización de las técnicas participativas, sino que el hecho de ir descubriendo y descubriéndonos, en los vínculos y en las matrices de aprendizaje viciadas de los valores del capitalismo, y disponerse a la construcción de nuevas relaciones, de nuevos saberes, de nuevas subjetividades, involucra el construir creativamente con otros, implica comprometerse con nuevas reglas consensuadas, supone un «hacer» sobre la realidad que transforme y acerque esa realidad a los sueños, todo esto resulta un desafío riesgoso, implica desarmar para volver armar, implica una aventura, en definitiva se trata de un verdadero hacer lúdico.
Cuando en la tarea de conscientización, se van produciendo rupturas en las categorizaciones establecidas, y se va otorgando nuevos sentidos a los hechos, a los vínculos, etc, Se propone un nuevo terreno de juego, y nuevos jugadores y jugadoras. La mujer y el hombre nuevo, le disputa las significaciones y los valores al orden instituido, significaciones que son construidas en conjunto y no «acatadas», no repetidas de manuales, sino rescatadas de los sueños, de las ideas. Esta acción de resignificar, la aventura de re-simbolizar aspectos de la realidad, está cargada de un goce que pertenece a las experiencias infantiles del juego, cuando por ejemplo un palo de escoba puede ser un caballo, de hecho esta cualidad de resimbolizar constituye la actitud lúdica.

La tensión que se da en el avance hacia lo desconocido, es una tensión lúdica, Porque en ese va y viene lúdico, la realidad se insinúa inagotable y sugiere infinitas variantes.

El «jugarse» en el sentido de disponerse, abierto al enfrentamiento de ideas, a dejarse transformar por y con los otros y en ese transformarnos transformar aspectos de la realidad, constituye un enorme riesgo, una opción y actitud política, una postura ética que también instaura una nueva estética.

En un taller de educación popular, alguien dijo: «Educación popular es abrir la puerta para ir a jugar-se» y esta frase simboliza un montón de cosas.

Salir a jugar, abrir la puerta de los corralitos que nos imponen, que quieren adoctrinar nuestros sueños, nuestras ideas y nuestra producción.

Abrir la puerta a la risa, a la alegría. Porque venimos de procesos excesivamente serios, de donde el juego, expresión de libertad y de alegría, escapó.

Jugar y jugarse, hablan de caminar por un camino que se va construyendo con otros con clara dirección, pero incierto destino, habla de cierto riesgo, y de un impulso lúdico motorizado por la esperanza.

El sistema nos propone el juego como embudo de «saberes», antes decían «la letra con sangre entra», pero ahora queda mal, ahora se dice: «la letra con juego entra». Para la Educación Popular, el juego surge como consecuencia de un proceso de libertad y no una propuesta de «divertido adoctrinamiento».

Fuente: http://www.panuelosenrebeldia.com.ar/content/view/252/155/