La Coalición Negra por los Derechos, que reúne a los principales grupos del movimiento negro, lanzó 101 precandidaturas para las elecciones de octubre. El objetivo es ampliar la escasa representación institucional de esta población, mayoritaria en el país.
«No habrá nada en este país sobre nosotros sin nosotros. Quien piense que va a transformar Brasil en un gran cementerio se equivoca. No vamos a retroceder ni para tomar impulso. Este país solo es posible con el pueblo negro, porque Brasil es un país negro», dijo en el micrófono la socióloga baiana Vilma Reis en el evento celebrado el lunes por la Coalición Negra por los Derechos, en el que fueron lanzadas 101 precandidaturas negras para las elecciones generales de octubre de este año. Reis es una de esas candidatas y disputará una banca de diputada federal por el Partido de los Trabajadores (PT).
«Este país fue construido por manos negras, este país come la comida de la cocina negra, baila la música negra, canta el canto negro y está de pie porque nosotros estamos de pie», dijo, por su parte, el legendario actor Antonio Pitanga durante el lanzamiento, en la Ocupación 9 de Julio, en el centro de San Pablo. Aunque, según los datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, en Brasil el 56 por ciento de la población se declara negra o parda, su reflejo en la política institucional es escaso. Negros y negras ocupan pocos espacios en las instituciones federales y municipales, y, aunque su participación en la política crece paulatinamente, todavía están notoriamente subrepresentados. En las elecciones municipales de 2020, por ejemplo, de los más de 5.400 alcaldes electos, 1.700 se declararon negros o pardos, el 32 por ciento del total, una suba del 3 por ciento respecto de la elección de 2016. En el Congreso son 124 de los 513 diputados y 13 de los 81 senadores. En el frente económico, la renta media de los blancos sigue siendo al menos dos veces mayor que la de los negros, según un estudio publicado en julio de 2021 por el Instituto de Investigación Económica Aplicada, vinculado al Ministerio de Economía de Brasil.
Ruptura y disidencia sexual
En el contexto actual e histórico de Brasil, Erika Hilton es una excepción. Fue la primera persona travesti y negra en asumir una banca de concejala y fue la más votada en todo el país en la elección de 2020. Durante el lanzamiento de las precandidaturas negras, dijo a Brecha que, tras años muy duros para la población en general y para el pueblo negro en particular, es necesario reconstruir el país: «Estamos aquí reunidos y reunidas para organizar, diseñar y construir un plan de país en el que las necesidades del pueblo negro estén en el centro de la construcción de un nuevo Brasil. Para eso es necesario recordar que los negros y las negras cargan este país en las espaldas y que tenemos un proyecto político que no aceptará que el país se reconstruya sin nuestra presencia». Para esa reconstrucción, afirma la concejala: «Es necesario cambiar esta realidad a la que nos obligaron a acostumbrarnos, en la que los negros son víctimas del racismo estructural, de la violencia institucional y de la ausencia de representatividad, y en la que en los espacios de poder solamente limpian o sirven. Colocar negros y negras en las instituciones es atacar este imaginario, cambiar esta realidad, sacar a nuestro grupo social de un lugar de precariedad, muerte y enfermedad, y hacer que realmente ocupe el lugar que siempre debería haber ocupado en Brasil, que es un país mayoritariamente negro».
Actualmente, Hilton es la líder de la bancada del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) en la Cámara Municipal de San Pablo y preside la Comisión de Derechos Humanos y Ciudadanía. Dijo a este semanario que, aunque su carrera política no ha sido fácil y ha enfrentado mucha resistencia, cree en el impacto positivo de que personas como ella ocupen espacios en la política institucional: «Hacemos cambios estructurales importantes a través de nuestras propuestas legislativas, pero también a través del debate que promovemos, del revuelo que armamos sobre temas que antes estaban adormecidos». Y agregó: «Hoy estamos viendo cómo los cambios están trascendiendo el papel, convirtiéndose en políticas públicas, en leyes que impactan directamente en la realidad y la vida de la población negra y, con ello, en el futuro de nuestro país». Hilton es precandidata a diputada federal para las elecciones de octubre. Si resulta electa, será la primera diputada travesti de la historia política brasileña.
Racismo y religión
Otro de los precandidatos presentes en el lanzamiento fue el pastor Henrique Vieira. Reconocido como una de las voces más potentes del progresismo evangélico, disputará una banca de diputado federal por el PSOL. Entiende que el racismo es una herida abierta en la historia del país y que el fundamentalismo religioso es uno de los vectores que legitiman la violencia contra los negros y las negras, y por eso se coloca en el lado contrario. «Quiero estar junto con este gran movimiento de empoderamiento negro, de construcción de bancadas y disputa de espacios, con esta especificidad de la lucha contra el fundamentalismo y el racismo, que son problemas en Brasil y el mundo entero, donde la ultraderecha y su ataque a la democracia tienen un aura de fundamentalismo religioso», dijo a Brecha. Busca que su banca sea «una expresión colectiva de la fe al servicio de la emancipación de los oprimidos, una fe que dialoga con la diversidad, defiende el Estado laico y se posiciona en la lucha antirracista con una cultura de paz, garantías y ampliación de derechos».
Tras el masivo apoyo de los sectores evangélicos a Jair Bolsonaro durante las últimas elecciones presidenciales y el avance del lobby fundamentalista y de la agenda ultraconservadora (véase «El vínculo entre evangelismo y política»), la relación entre las izquierdas y los evangélicos no ha sido para nada armónica. Para Vieira, reconstruir ese vínculo es fundamental para el avance democrático: «Es necesario quebrar los prejuicios con relación al campo evangélico. Existe un extremismo evangélico, con un proyecto de poder que se articula en Brasilia y que tiene que ser enfrentado. Pero la población evangélica en general es en su mayoría trabajadora, gente pobre que lucha para sobrevivir. Y si no dialogamos con esas personas, no dialogamos con una parte significativa de la clase trabajadora». Y añadió: «No es posible tener un proyecto de democracia, un proyecto popular o un proyecto anticapitalista revolucionario en Brasil que no considere el elemento religioso ni la espiritualidad».
Voto antirracista
En 2018, el día en que Bolsonaro ganó la elección, Carmen Silva, líder del Movimiento sin Techo del Centro, se desmayó. Estaba con su gente en la Ocupación 9 de Julio, antiguo edificio del Instituto Nacional del Seguro Social, ocupado desde 1997 y en el que viven 120 familias. «Estamos juntos y esa es nuestra resistencia. El odio jamás», dijo antes de desvanecerse. Casi cuatro años después, durante el evento celebrado en este mismo lugar, le dijo a Brecha: «Me desmayé porque se me apretó el corazón al ver que nuestra población más pobre –que siempre fue rechazada y hostilizada– había sido engañada y había votado a un hombre que siempre dejó claro que no tenía nada más para ofrecernos que odio». Silva planteó que el enorme desafío de este año es, «además de derrotarlos en las urnas, derrotar su legado: el bolsonarismo; derrotar el odio que dividió a las familias y que trajo nuevamente el hambre».
«Nosotras comprendimos que ya no queremos ser representadas. Queremos ser representantes de nuestra propia causa, porque somos nosotras las que tenemos la vivencia del día a día», dijo Silva. Para ella, es preciso «ennegrecer el Congreso y los parlamentos de los estados brasileños» para «trabajar las políticas públicas y las luchas sociales sin olvidarse de nadie», en un país donde «las políticas son históricamente dirimidas por el pensar blanco». Entiende que «los resultados de la necropolítica imperante tienen color y dirección definida: son las personas negras». En este sentido, el 12 de mayo, tras una iniciativa de la Coalición Negra por los Derechos, los partidos de la oposición presentaron al Supremo Tribunal Federal un pedido para que el Estado brasileño reconozca el genocidio de su población negra y el gobierno dé explicaciones. El documento destaca el creciente aumento de letalidad policial y el desmonte de las políticas de salud pública y redistribución de la riqueza, lo que imposibilitaría el acceso de esta población a condiciones de vida dignas. La magistrada Rosa Weber dio un plazo de diez días a partir del 30 de mayo para que el gobierno responda.
Douglas Belchior, coordinador de la Coalición Negra por los Derechos y precandidato a diputado federal por el PT, dijo en el evento del lunes: «El voto antirracista es el voto al movimiento negro. No estamos aquí para elegir a personas negras y nada más. Estamos aquí para elegir liderazgos del movimiento negro, aquellos que en su elaboración política plasman esta tradición de lucha. No apoyamos a cualquiera: estamos con aquellos que abrieron el camino y nos trajeron hasta aquí». Lo dijo rodeado de figuras históricas del movimiento negro brasileño, como la filósofa Sueli Carneiro; el economista Hélio Santos; la psicóloga Cida Bento; el fundador del Movimento Negro Unificado, Milton Barbosa, y la ingeniera agrónoma y escritora Nilma Bentes. Y dejó un desafío en el aire: «Estas elecciones son una buena prueba para las organizaciones de la sociedad civil, para los partidos políticos de izquierda, para las fundaciones que han gritado a los cuatro vientos que son antirracistas. Llegó la hora: demuéstrenlo».
El apoyo a Lula: van con él
A pesar de ser de diferentes partidos, los asistentes al evento tenían una preferencia común para las presidenciales de octubre: Luiz Inácio Lula da Silva. Recientemente infectado de covid, el ex presidente no pudo participar presencialmente de la actividad, pero lo hizo de forma virtual. Al comenzar su discurso, afirmó que es la primera vez que ve un encuentro de esta importancia en su «larga lucha por la democracia en el país» y destacó la importancia de votar a candidatos negros: «¿Cómo queremos que las reivindicaciones y las necesidades de la población negra y del pueblo pobre sean atendidas si no tenemos a los negros y las negras en las cámaras de concejales, en las alcaldías, en la presidencia de la república, en el Congreso? Nuestro país tiene que reflejar nuestros colores, y aquí los negros son mayoría».