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Las TV comunitarias no existen legalmente, pero la autogestión les da vida

El virus de la TV popular

Fuentes: Punto Final

Las TV comunitarias no existen legalmente, pero la autogestión les da vida. Un vacío legal les permite ocupar frecuencias que, tarde o temprano, serán asignadas a la TV comercial. Llevan varios años trabajando en armar un sistema de televisión popular en todo Chile. Las actuales señales comunitarias saben que deben estar preparadas para cuando una […]

Las TV comunitarias no existen legalmente, pero la autogestión les da vida. Un vacío legal les permite ocupar frecuencias que, tarde o temprano, serán asignadas a la TV comercial. Llevan varios años trabajando en armar un sistema de televisión popular en todo Chile. Las actuales señales comunitarias saben que deben estar preparadas para cuando una ley regule sus emisiones. Porque no quieren desaparecer. Actualmente, ninguna autoridad controla su potencia de transmisión o sus contenidos. Pero las radios comunitarias ya pasaron por lo mismo. Antes de la legislación que las reguló, había miles. Hoy sólo quedan unas doscientas en el país y no pueden emitir comerciales, lo que les coarta una forma de financiamiento. Las TV comunitarias no poseen auspiciadores sino «socios colaboradores». Para Señal 3 de La Victoria, la TV popular debiera ser una organización sin fines de lucro, y un espejo de identidad local. «Es la propia gente la que debe involucrarse en la programación del canal, los centros culturales, centros de madres, clubes deportivos, cabros de la calle. En fin, todo el entorno social», señalan. Señal 3 convocó al Segundo Encuentro de Televisión Comunitaria de Chile. Se desarrolló en la sede de Señal 3, y en la Casa de la Cultura de La Victoria. Los representantes de nueve canales comunitarios tomaron resoluciones y definieron qué es la televisión comunitaria y para qué quieren una televisión popular. Se creó un comité ejecutivo, con un representante por canal, y se dio vida a la Red de Televisiones Populares, conformada por Canal 6 -de la Universidad de Chile- y las televisoras de poblaciones de Renca, Estación Central, Conchalí, Barrio Yungay, La Reina, Tierras Blancas y Valparaíso. Dice Luis Lillo, de Señal 3: «En dos años más la TV análoga va a quedar atrás y se va a convertir en TV digital. Tenemos que estar al tanto de la nueva legislación, pues queremos tener un espacio en esa televisión. Por ahora ayudaremos a instalar el primer canal bilingüe en zona mapuche», anuncia Lillo, como lo han hecho en Playa Ancha, Tierras Blancas, Talca y en el barrio Yungay, Renca y La Reina, en Santiago. «Esos canales están andando, no han parado. Eso es lo importante: que se mantengan en el tiempo y autogestionándose. La idea es que esto sea como un virus, que los canales se multipliquen y ayuden a formar otros. Actualmente en la TV abierta no están los temas que interesan. Nos mienten día a día. La gente necesita que le digan la verdad. En eso estamos. La gente debe verse reflejada en su TV y ser partícipe, lo que se logra con el canal comunitario. Por eso tenemos contactos con la Red Arco Iris de Italia y con Vive TV de Venezuela y ya estamos cumpliendo nueve años», dice Luis Lillo.

MULTIPLICAR CANALES

Quienes participan en los canales populares advierten como potencial peligro la «normalización» o «legalización» de las señales de TV comunitaria. En regiones hay varias experiencias de televisoras comunitarias comerciales. Dependen y viven de los municipios y de proyectos que les producen ingresos. Algunos dependen de VTR, que les da un espacio en su frecuencia. «Para nosotros eso no es televisión comunitaria. Entendemos que la TV popular es sin fines de lucro, autogestionada, con identidad local y hecha desde la propia comunidad», señala Lillo. Un día, Señal 3 comenzó a prestar su transmisor y a capacitar a pobladores de otras comunas para que se atrevieran a hacer TV. Su primera experiencia fue en Playa Ancha, Valparaíso. «Ahí nació IrreverenTV. Les prestamos el transmisor y la antena por tres meses, pero tardaron seis en montarlo. A cargo de ese canal está un centro cultural multifuncional. Primero hicimos las pruebas y después los asesoramos. Ellos tenían experiencia audiovisual. Gestionaron recursos para comprar su antena y transmisor y se dieron a conocer en el barrio y así lograr potenciar el centro cultural por medio del canal de televisión». Ese mismo transmisor y antena pasó por Coquimbo, Talca y recientemente por el barrio Yungay, en Santiago. «En el barrio Yungay se juntaron centros culturales y grupos juveniles para armar un canal», dice Lillo. Johanna, miembro del directorio de Señal 3, agrega: «Esta idea se viene gestando desde hace más de dos años. Siempre tuvimos interés en masificar la televisión comunitaria y no quedar mirándonos el ombligo. Nuestro sueño era que en otras comunidades hubiera televisión comunitaria. Estamos convencidos que la TV popular puede ser un mecanismo de cambio social». La TV comunitaria logra arrastre en la población, lo que se ve reflejado en sus programas y noticieros. «La idea es que se multipliquen los canales. Si deciden hacer una legislación para la televisión comunitaria tendrán que llamarnos o no tendrá legitimidad. Quienes más sabemos somos quienes estamos haciendo televisión», dice Lillo.