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Elecciones y guerra sucia

Fuentes: Rebelión

En las elecciones presidenciales ecuatorianas del 16 de febrero se decide si el proyecto antineoliberal, popular y latinoamericanista de Alianza País retiene el Ejecutivo y el Legislativo, como ha sucedido en los últimos diez años, o si una de estas ramas, o las dos, pasan a manos de la oposición neoliberal. Todo un desafío, al […]

En las elecciones presidenciales ecuatorianas del 16 de febrero se decide si el proyecto antineoliberal, popular y latinoamericanista de Alianza País retiene el Ejecutivo y el Legislativo, como ha sucedido en los últimos diez años, o si una de estas ramas, o las dos, pasan a manos de la oposición neoliberal. Todo un desafío, al no candidatearse el presidente Rafael Correa -el político más popular del país- en medio de la feroz ofensiva regional de las fuerzas imperialistas y las derechas locales contra los gobiernos antineoliberales, que, además de soportar una catarata de mentiras de los medios de difusión hegemónicos, enfrentan constantes intentos destabilizadores. En varios casos derrotados pero que ya se han tenido éxito con los golpes de Estado parlamentarios en Honduras, Paraguay y Brasil, más la inaudita campaña de mentiras contra el Frente para la Victoria en Argentina.

Al no ser candidato Correa, la responsabilidad de revalidar esa posición recae en Lenín Moreno, su vicepresidente entre 2007 y 2013, cuyo compañero de fórmula Jorge Glas, ha ocupado igual cargo de 2013 hasta la fecha.

Alianza País tiene ante los electores la enorme ventaja del contraste entre la «larga y triste noche neoliberal», en que Ecuador vio entregados sus recursos naturales al capital internacional y perdió hasta su moneda ante el dólar, mientras se enseñoreaban la pobreza y el desamparo, en comparación con los extraordinarios logros alcanzados por la Revolución Ciudadana.

Al retomar el control de los recursos naturales el gobierno correísta incrementó sustancialmente los ingresos del Estado y ha mantenido una inversión pública de 25 por ciento y un crecimiento de 4.5 por ciento anuales, estimulado significativamente la economía y logrado que el PIB pasara de 46 mil millones de dólares en 2007 a 110 mil en 2016.

En un país de poco más de 16 millones de habitantes el número de pobres se redujo en 2 millones. Aunque la economía sufrió un fuerte bajón en 2015 y 2016 a consecuencia de la caída en el precio del petróleo, los terremotos, el fenómeno de El Niño, y la apreciación del dólar, las medidas contracíclicas, opuestas a los «ajustes» del neoliberalismo, han permitido relanzar el crecimiento y mantener los programas sociales pese a la dramática caída de los ingresos por exportaciones, la mayor desde 1949.

Ecuador ha experimentado con Correa un aumento de 700 por ciento en el gasto en salud pública y de 400 por ciento en educación, que ha logrado extender la gratuidad de estos vitales servicios. El desempleo es de 4.5 por ciento, uno de los más bajos de la región, y existen unos 2 millones de beneficiarios del Bono de Desarrollo Humano, que entrega 50 dólares mensuales a ancianos y madres solteras cabezas de familia y ha estabilizado la asistencia escolar y reducido considerablemente el trabajo infantil.

El binomio Moreno-Glas se ha mantenido puntero en todas las encuestas hasta las últimas que se conocen, más si uno les da crédito ha descendido un poco a costa de un alza de la intención de voto por las candidaturas neoliberales del multimillonario banquero Guillermo Lasso y la socialcristiana Cynthia Viteri, que se disputan el segundo puesto. Lasso has gastado grandes sumas en cinco años en campaña. En algunos sondeos Viteri lo sobrepasa, aunque recientemente se aseguraba que en caso de haber segunda vuelta será el banquero quien competirá con Moreno.

Siempre según las encuestas, en esta elección los indecisos alcanzaban un 50 por ciento a fines de diciembre, la más alta desde que se tienen registros. Pero, aún con ese dato, las proyecciones de las encuestadoras mantienen a Moreno a la cabeza y en un cuarto lugar al general Paco Moncayo, de 76 años y apoyada por una alianza socialdemócrata y del partido de origen indígena Pachakutik, muy venido a menos.

Viteri es la candidata impulsada por el imperio y el capital transnacional a cambio de que, en caso de ser electa, apoye a la contrarrevolución venezolana y saque a Ecuador del Alba. No es casual que su gurú sea el connotado mercenario electoral Antonio Sola, asesor de Aznar y Rajoy. Muy conocido en México, donde se le atribuye haber inventado la famosa frase «López Obrador es un peligro para México» cuando era consultor del entonces candidato a presidente Felipe Calderón. Llueve lodo sobre Lenín Moreno y Joge Glas. Seguramente se incrementará en las dos semanas que faltan, aprovechando reales casos de corrupción en el gobierno más lo que invente Sola.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.