A fines de marzo de este año se presentó en el hotel Bauen – Argentina, el Informe del Cuarto Relevamiento Nacional de Empresas Recuperadas a cargo del Programa Facultad Abierta de la Universidad de Buenos Aires. El creciente aumento de empresas bajo la gestión de sus trabajadores ha provocado que ya no se consideren fenómenos […]
A fines de marzo de este año se presentó en el hotel Bauen – Argentina, el Informe del Cuarto Relevamiento Nacional de Empresas Recuperadas a cargo del Programa Facultad Abierta de la Universidad de Buenos Aires. El creciente aumento de empresas bajo la gestión de sus trabajadores ha provocado que ya no se consideren fenómenos propios de la crisis económica del 2001 y 2002, sino que sean consideradas como una opción ante el cierre de una fuente de empleo.
¿Qué es una Empresa Recuperada por Trabajadores (ERT)? Se le denomina así a las empresas que, habiendo los dueños decidido el cese de su funcionamiento, los trabajadores han optado por tomar su control y gestionarla de manera autónoma. Según el reciente Informe se contabilizaron 311 ERT y, trabajando en ellas, 13.462 personas, lo cual marca un aumento de estas iniciativas, si se considera que en el primer relevamiento, realizado el 2003, se contabilizaron 59 casos.
Bauen
La presentación del Informe en el Hotel Bauen no es antojadiza. El Bauen es un símbolo de la persistencia de estos trabajadores que iniciaron su toma meses después de su cierre, el 28 de diciembre de 2001. El patrón, Marcelo Iurcovich, no se opuso a la toma, mandándoles a decir que le servían de guardias. Sin embargo, esta toma fue el espacio para el fortalecimiento de la organización que permitiría, tiempo después, gestionar el hotel.
Además de una olla común, los trabajadores junto a otras organizaciones, realizaron campañas de solidaridad, recolectando dinero para comprar útiles de aseo y así comenzar a habilitar y arrendar algunas instalaciones del edificio provocando la alerta de Iurcovich que los denunció por usurpación en septiembre de 2003.
El salto lo dieron a inicios del 2004, cuando una delegación de venezolanos quiso alojarse en el Bauen y ser los primeros pasajeros de esta nueva etapa. Desde ahí, no paran. Recibieron un préstamo de parte de la cooperativa Viniplast y el aporte de los cerámicos de la fábrica Zanón, también bajo control obrero. Esto, junto a las ganancias que han invertido, les ha permitido habilitar unas 200 habitaciones y toda la infraestructura que permite subsistir a 130 personas.
En conversación con Resumen, Marcelo Ruarte, trabajador del Bauen y encargado de comunicaciones, planteó que ahora están en un momento de inflexión, pues los reclamos de Iurcovich han sido acogidos por el poder judicial, validando el fraude y el robo que esta familia ha perpetrado al Estado y que los trabajadores se han encargado de denunciar y rescatar del olvido intencionado.
El hotel Bauen se construyó para albergar los espectadores del mundial de fútbol de 1978. El patriarca Iurcovich recibió del Estado argentino el dinero para levantarlo y, hasta ahora, no ha hecho devolución alguna. Cuando su hijo Hugo decidió cerrarlo creó la empresa Mercoteles, transfiriéndole a ésta la propiedad del hotel, dejando la titularidad de la deuda en la anterior. Estas maniobras, a las que se suman una ampliación del crédito para Iurcovich en plena Dictadura (1976-1983), dan cuenta del contubernio entre empresarios y quienes han ocupado el Estado, tanto los civiles como militares.
El 15 de mayo pasado, se ordenó el desalojo luego que la Corte Suprema respaldara a los Iurcovich, otorgándole los derechos sobre el hotel. Marcelo plantea que en este escenario, es el poder ejecutivo quien debe definir la situación de éste, reconociendo al Estado como el mayor acreedor del Bauen y, por lo tanto, expropiarlo.
Batallas y desafíos
La batalla judicial librada por los trabajadores del Bauen es un ejemplo extremo del itinerario de todas las ERT. Recién en 2011 se modificó la Ley de Quiebras innovando en algunos aspectos, aunque no suficientemente para facilitar la continuidad de estas empresas. Si bien, se estableció la posibilidad de que los trabajadores, organizándose en cooperativas, pudiesen hacer uso mercantil de éstas y que el dinero adeudado a ellos sirviera como capital para la compra de la empresa, el visado sobre su viabilidad productiva está sujeto al arbitrio de los jueces, además del cumplimiento de condiciones difíciles para los cooperativistas, tales como la obligatoriedad de la participación, como mínimo, de dos tercios del grupo de trabajadores anterior al cierre, lo cual es complejo, pues generalmente el personal administrativo y otros miembros se retiran tras el cierre, ejemplo de ello es que cuando se tomaron el Bauen, eran sólo 15 los ex laborantes del hotel. Estos obstáculos, junto a la no aplicación retroactiva, son unos de los factores que explican la baja tasa de expropiaciones registrada en el periodo de vigencia de esta nueva ley.
En el Informe, también se consigna que el 61% de las ERT consultadas declararon haber recurrido a medidas de fuerza para lograr sus objetivos y buena parte de ellas afrontaron a la represión, sufriendo intentos de desalojo por parte de la policía o ataques matonezcos, presumiblemente, financiados por los empresarios reclamantes.
Pero, además de los problemas propios de la ocupación, también los cooperativistas han encarado los de la producción y comercialización de sus productos o servicios. En este ámbito han surgido experiencias de solidaridad entre cooperativas de mayor trayectoria hacia las nacientes, conformándose redes de apoyo mutuo. Junto a esto, las agrupaciones de ERT han conquistado el establecimiento de una institucionalidad estatal que aborda algunos de sus requerimientos y otorga financiamiento para potenciarlas. Sobre esta situación, Denise Kasparian y Candela Hernández del Observatorio Social sobre Empresas Recuperadas y Autogestionadas (OSERA) detallaron que en cuanto a las líneas de financiamiento, tiene mayor receptividad la del subsidio individual para los miembros de las ERT, antes que el orientado a la compra de maquinarias o insumos para la producción, lo cual se explica por lo deficitario de los sueldos logrados.
A pesar de las dificultades, la recuperación de empresas se ha constituido como alternativa -afirman las investigadoras- muestra de ello son los resultados de una reciente encuesta realizada en Buenos Aires, sobre el grado de conocimiento de las empresas recuperadas en la población, la cual arrojó que un 89% de la población las conoce, sabe que son gestionadas por sus trabajadores y las valoran positivamente.
Tan cerca y tan lejos
Una de las cualidades que caracterizan a las empresas recuperadas es el alto grado de afiliación sindical que presentaban al momento de comenzar a manifestarse los síntomas del cierre (atraso o suspensión del pago de salarios y despidos). En muchas de estas empresas, los trabajadores superaron a las dirigencias sindicales serviles a los patrones y en otras lucharon y continúan junto a éstas, pero el factor común es la alta sindicalización. En el Informe del IV relevamiento se indica que, en los casos estudiados, «el nivel de sindicalización previo a la recuperación es del 90%».
En Chile, también ha habido cierres de empresas. Particularmente, en la provincia de Concepción han clausurado industrias textiles como Bellavista en Tomé (2008) y Tavex (ex Yarur) en Chiguayante (2010). También, ha desaparecido la industria del calzado con los cierres de Caprice (2011) y Calzados del Sur, ex Gacel (2012). Por su parte, la industria acerera y metal-mecánica agoniza con sucesivos despidos en Huachipato y Edyce.
En los momentos que han seguido al cierre, los trabajadores han enfocado sus acciones en conseguir indemnizaciones para mitigar los efectos de cesantía, pues al declararse en quiebra, los propietarios buscan desentenderse de sus compromisos contractuales con ellos. Aunque hay un brote espontáneo de organización, es insuficiente para plantearse objetivos mayores.
La posibilidad de conservar los puestos de trabajo mediante la recuperación de la unidad productiva cesada puede dejar de ser un relato extraño. Seguramente, una de las luchas fundamentales sería la de generar condiciones económicas que permitan el desarrollo de la producción local, requiriendo la invalidación o modificación de los tratados comerciales con países industrializados. Pero, antes que todo, es necesario organizarse.
Las ERT se expanden a Europa
«Éste es un proceso que no tiene vuelta atrás… Desde que empezamos esta lucha, nos hemos dado cuenta de que estamos en una etapa muy importante con respecto a nuestra libertad como trabajadores y ciudadanos; hemos necesitado mucha fuerza, mucha energía, pero ahora tenemos que seguir adelante, sin detenernos ni tener miedo».
«No se puede humanizar el capitalismo, tampoco reformarlo. En este momento, tenemos que soportarlo, pero intentamos combatirlo y proponer soluciones más humanas. Para eso es necesario ponerse de acuerdo sobre que nuestro ideal es construir de verdad otra sociedad».
Estas afirmaciones son de una obrera y un obrero francés de la fábrica de té Fralib.
En septiembre de 2010, la multinacional Unilever, propietaria de Fralib, decidió trasladarla a Polonia en busca de mano de obra más barata, ante lo cual los trabajadores se la tomaron impidiendo el retiro de las maquinarias. Durante casi cuatro años resistieron el acoso de Unilever que contrató guardias privados para impedir su ocupación, además de dar una larga batalla judicial, ganando en mayo de este año. Los trabajadores se asociaron en una cooperativa y demostraron la viabilidad financiara de la producción y venta de té, sin patrones. Actualmente aportan a dinamizar el mercado local de hierbas y otros insumos y han vuelto a implementar preparaciones artesanales, sustituyendo las usadas por Unilever, calificadas de mecánicas y tóxicas por los cooperativistas.
Experiencias como ésta se replican en Grecia, Turquía e Italia. Los trabajadores han encontrado en la recuperación de empresas una alternativa que, combatiendo el empobrecimiento propio de los ciclos del capitalismo, ofrezca la posibilidad de articular un proyecto de lucha y transformación que lo sustituya.